La fuerza del mar
Puede que alguna vez haya pensado, al encontrarse en la playa o en un barco y sentir el fuerte empuje de las olas o de las mareas, si se podría aprovechar toda esa fuerza para producir electricidad, de la misma manera que lo hacemos con otros elementos de la naturaleza. Lo cierto es que la idea no es nueva: la primera patente de energía de las olas se realizó en Francia en 1799, si bien no fue hasta principios de los años 70 del pasado siglo cuando surgieron proyectos financiados por empresas y gobiernos como los de Japón y Reino Unido. Sin embargo, el lento desarrollo de la tecnología y los enormes costes fueron paralizando unos proyectos que han resurgido en los últimos cinco años. Cada vez más gobiernos y empresas invierten en este tipo de energía, concienciados de que las energías renovables pueden ser de gran ayuda para evitar los problemas de contaminación y escasez de recursos energéticos, y apoyados por los avances tecnológicos.
Métodos diversos
Países como India, China, Japón o Estados Unidos están desarrollando diversos sistemas y plantas de producción energética. La Unión Europea, donde el océano Atlántico, el mar del Norte y las aguas que bañan los países escandinavos poseen unas condiciones idóneas, está también liderando este tipo de proyectos. De hecho, la isla escocesa de Islay cuenta con la primera turbina europea que trabaja con el movimiento de las olas, que genera energía para unas 400 casas.
Respecto a la energía de las mareas, ésta se transforma en electricidad en las denominadas centrales mareomotrices, que funcionan como un embalse tradicional de río. El depósito se llena con la marea y el agua se retiene hasta la bajamar para ser liberada después a través de una red de conductos estrechos, que aumentan la presión, hasta las turbinas que generan la electricidad. Sin embargo, su alto costo de mantenimiento frena su proliferación.
Caso español
En cuanto a España, se están desarrollando en Cantabria y el País Vasco proyectos de centrales piloto que utilizarán la fuerza de las olas en Santoña y en Mutriku.
En el primer caso, sus responsables confían en que estará lista para mediados de este año. La idea es utilizar esta experiencia para instalar más centrales eléctricas de este tipo en distintos puntos del Cantábrico. Su funcionamiento se basa en el aprovechamiento de la energía de la oscilación vertical de las olas a través de unas boyas eléctricas que se elevan y descienden sobre una estructura similar a un pistón, en la que se instala una bomba hidráulica. El agua entra y sale de la bomba con el movimiento e impulsa un generador que produce la electricidad. La corriente se transmite a tierra a través de un cable submarino. La planta de Santoña, que cuenta con un presupuesto de partida de 2,66 millones de euros, se encontrará a una milla marina, algo más de un kilómetro, de la costa. Contará con una red de diez boyas distribuidas en 2.000 metros cuadrados y proporcionará electricidad para 1.500 hogares de la localidad cántabra. Según sus promotores, las principales ventajas de este sistema son su seguridad, al encontrarse sumergido, su mayor durabilidad y un impacto ambiental mínimo.
Por su parte, la planta del puerto de Mutriku (Guipúzcoa) empleará la tecnología denominada “columna de agua oscilante”, que sólo existe en Escocia y en las islas Azores, aunque en la de Guipúzcoa funcionará con más de una turbina, 16 en concreto, para mejorar la integración de la planta en el dique. El sistema funciona de la siguiente manera: cuando la ola llega al dique, el agua asciende por el interior de unas cámaras, comprimiendo el aire que hay en el interior y expulsándolo a través de una pequeña apertura superior. Esto hace que el aire comprimido salga a gran velocidad, provocando el giro de las turbinas, cuyos generadores producirán la energía eléctrica. Las obras comenzarán la próxima primavera y se prevé que culminen en 2007. La planta se ubicará en la zona exterior del nuevo dique de abrigo que se construirá en Mutriku y ocupará 75 metros de longitud, lo que no supondrá impacto medioambiental ni paisajístico alguno y generará energía de forma continuada para más de 240 familias. La planta también convertirá el agua del mar en apta para el consumo.
Obstáculos para su expansión
A pesar de estos esperanzadores proyectos, la energía proveniente del mar está lejos de ser una realidad generalizada. La red WaveNet, creada por la Comisión Europea en el año 2000 y compuesta por académicos, industrias y centros de investigación de varios países europeos, publicaba un estudio en el que explicaba que el desconocimiento de los ciudadanos es una de las trabas que impide su desarrollo. Asimismo, el informe detallaba algunas consecuencias negativas que podrían originarse en la producción energética de este tipo, como el ruido, el riesgo de colisión con barcos, el impacto visual y posibles cambios en la estructura de los sedimentos del agua. Por ello, destacaba la necesidad de continuar las investigaciones en este ámbito para lograr que estas tecnologías resulten más competitivas.
El mar, fuente inagotable de energía
A pesar de llamarse “Tierra”, nuestro planeta está cubierto por un 75 por ciento de agua. Las mareas están causadas por el juego de atracciones gravitacionales entre la Tierra, la Luna y el Sol, mientras que las olas se originan por la fuerza del viento. Para extraer energía del mar existen diferentes procedimientos. Además de la energía de las olas y de las mareas, que son las principales, también se puede aprovechar la energía térmica oceánica y la energía de las corrientes, que cuentan con desarrollos tecnológicos para su aprovechamiento en diferentes grados de madurez.
Energía maremotriz
Las mareas y las olas producen fuerzas que pueden utilizarse para la generación de energía eléctrica.
El lugar ideal para instalar un central maremotriz es un estuario, una bahía o una ría donde el agua de mar penetre.
La construcción de una central maremotriz es sólo posible en lugares con una diferencia de al menos 5 metros entre la marea alta y la baja.
El agua, al pasar por el canal de carga hacia el mar, acciona la helice de la turbina y ésta, al girar, mueve un generador que produce electricidad.
Cuando la marea sube, las compuertas del dique se abren y el agua ingresa en el embalse.
Al llegar el nivel del agua del embalse a su punto máximo se cierran las compuertas.
Durante la bajamar el nivel del mar desciende por debajo del nivel del embalse.
Cuando la diferencia entre el nivel del embalse y del mar alcanza su máxima amplitud, se abren las compuertas dejando pasar el agua por las turbinas.