Geocaching

La búsqueda del tesoro en el siglo XXI

El uso de las nuevas tecnologías y la afición a la montaña se combinan en un juego que gana adeptos
1 mayo de 2005

La búsqueda del tesoro en el siglo XXI

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Las actividades relacionadas con la montaña cuentan cada día con más adeptos. Son, sin duda, una forma de ocio barato, estimulante y que engancha, al que también han sucumbido las nuevas tecnologías creando un juego a medio camino entre el deporte y la aventura. Se trata de la búsqueda del tesoro versión siglo XXI y se conoce por la palabra inglesa geocaching, que significa algo así como encontrar escondrijos en la naturaleza. Su base es simple: una persona esconde un objeto, anota las coordenadas, las publica en un portal web y reta a los excursionistas a encontrarlo con la ayuda de un GPS en un escondite que puede estar en cualquier parte del mundo.

Alguien esconde un tesoro

El juego comienza cuando una persona esconde un objeto en un lugar y publica su localización en coordenadas (longitud y latitud) en una página web creada al efecto. Una de las más populares anuncia más de 8.000 tesoros escondidos en 210 países, clasificados de tal forma que se puede elegir la región o la comunidad donde buscar. El tesoro puede tomar formas muy diversas, pero siempre contará con un libro de visitas. De hecho, puede ser en sí mismo el objeto de la búsqueda y en ella el ganador puede añadir un comentario. Pero también puede ser una moneda, un libro, un dibujo o incluso, en ‘partidas’ de niveles muy altos, objetos de valor: una entrada a un concierto, software, un aparato electrónico… aunque la experiencia dice que en esta actividad el mejor regalo es haber logrado llegar a donde marcaba la cruz.

Para que otros lo busquen

Como en todos los juegos, en el geocaching existen diferentes niveles. Los que se inician en la aventura pueden buscar una de las rutas sencillas, que son mayoría, hacia un punto asequible en el que descubrir el tesoro. Estos retos son verdaderas excusas para convertir una excursión familiar en algo especial y educar así en el ocio alternativo a los más jóvenes.

Conforme el participante se va familiarizando con la estrategia y el manejo del GPS, así como ampliando su experiencia en el senderismo y en la montaña, puede alcanzar lugares más difíciles que exigen escalar, largas jornadas de caminata, habilidades espaciales de interpretación de mapas e incluso incursiones espeleológicas.
El juego puede verse complicado también por la manera de plantear la incógnita del escondite. Hay diferentes modalidades: tal vez las coordenadas sólo marquen el punto neurálgico desde el que se han de seguir una serie de pistas naturales o sólo lleven a un primer escondite que anuncia el siguiente.

Y lo encuentren

Para alcanzar el tesoro es básico interpretar las coordenadas, pues ésta es la esencia del juego, pero no hay que menospreciar otros elementos que también sirven de gran ayuda, como mapas topográficos, brújulas, teléfonos móviles, calzado cómodo, ropa de lluvia, cantimplora… y el sentido común. Hay que ser consciente de que las distancias sobre el papel donde se marca la X con las coordenadas se ven en línea recta, pero la práctica consiste en ir al monte, es decir, en enfrentarse a una orografía de latitudes y altitudes cambiantes. Tampoco conviene menospreciar el destino, porque el GPS tiene cierto margen de error -hasta 100 metros-, por lo que acercarse a menos de un kilómetro del final es relativamente sencillo, pero dar con el punto exacto depende de la sagacidad de quien busca el tesoro. Ese último tramo traerá complicaciones y hay que contar con ellas para calcular el tiempo de búsqueda final. Cuando se encuentra, hay que obedecer las indicaciones que acompañan al tesoro: colocar otro objeto en su lugar, devolver a su sitio el tesoro, escribir un saludo respetuoso en el ‘libro de visitas’, dejar el escondite tal cual se encontró porque el juego continúa…

El GPS, la clave del juego

El sistema Global de posicionamiento (GPS, por sus siglas en inglés) está basado en señales de radio emitidas por una constelación de 21 satélites activos, puestos en órbita alrededor de la Tierra a 20.000 kilómetros de altura. El sistema, cuyo titular es el Departamento de Defensa estadounidense, es de acceso público y permite el cálculo de coordenadas para determinar con precisión un lugar. Para ello es necesario contar con un receptor que reconoce el satélite que ha emitido la señal, determina el tiempo que ha tardado la señal en llegar y así calcula la distancia que le separa de él. Una vez que el terminal GPS ha contactado con cuatro satélites -aunque para una información básica es suficiente con tres- es capaz de fijar la posición y altura triangulando la posición de cada uno de ellos. La habilidad del uso del terminal se adquiere con la experiencia, por eso este juego es también una eficaz manera de entrenamiento.

Las reglas de juego

  • Se trata de un juego en la naturaleza, por lo que quienes se acercan a ella han de respetarla. Los tesoros enterrados no son considerados como tales, hay que camuflarlos pero nunca cavar en la tierra para esconderlos o romper ramas de árboles.
  • No vale aprovechar las vacaciones para esconder tesoros en un lugar recóndito si no tenemos la posibilidad de ofrecer las coordenadas ni de retornar al enclave en caso de que el tesoro no se encuentre o las alteraciones del entorno dificulten su búsqueda.
  • Tampoco es válido, y los verdaderos geocachers así lo entienden, esconder tesoros en zonas privadas, militares, vías de tren o aeropuertos.
  • Si se encuentra el tesoro y se coge, hay que dejar algo a cambio.
  • Deben aplicarse las normas del montañero: no se debe caminar sin compañía y es importante avisar en casa de la hora de la vuelta. Conviene también hacerse con una terminal GPS resistente, especialmente diseñada para ir al campo y soportar golpes.
  • Cuando se encuentra un tesoro conviene hacer saber al dueño las condiciones en las que se encontró.
Un ejemplo: Mar de olivos

Dirección GPS: N 37° 45.413 W 003° 54.365 (UTM: 30S E 420185 N 4179227)

Dificultad: Fácil

Terreno: Sencillo

Se va subiendo una pendiente mediana y en algunos sitios hay gran densidad de arbustos y suelo algo rocoso pero no queda lejos de donde aparcamos el vehículo (unos 500 metros), en el área de la ermita de Santa Ana, en Torredelcampo (Jaén).

La caja contiene, además de bolígrafo y libreta de visitas:

  • 3 pequeños muñecos.
  • una bola de acero.
  • una pelota de goma.- varias monedas (no actuales).
  • un candado.
  • un abrelatas.

En el lugar del tesoro, mirando hacia el norte tenemos el valle del Guadalquivir, limitado por las discretas elevaciones de Sierra Morena (la franja de montañas oscuras). Bajo nosotros las poblaciones de Torredelcampo (derecha) y Torredonjimeno (izquierda) a modo de gigantescos buques en el mar de olivos.