Plaga de medusas

Un baño de masas... urticantes

Aunque se dispone de medidas para minimizar el riesgo de los bañistas, apenas se promueven estudios que aclaren las causas de la invasión de medusas y permitan combatir el fenómeno con garantías
1 junio de 2008
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Un baño de masas... urticantes

Quien siembra vientos, recoge tempestades… o medusas. Los daños causados al medio ambiente pasan, tarde o temprano, factura, y estos urticantes animales llevan ya unos años invadiendo, cada vez con mayor frecuencia, las playas de nuestro litoral. En el Mediterráneo, un mar recalentado por el cambio climático y sin sus depredadores naturales, esquilmados por la sobrepesca, la proliferación de estos invertebrados es cada vez mayor. Las playas cuentan con diversas medidas que tratan de minimizar el riesgo de los bañistas, pero los científicos se quejan de la falta de medios para investigar este problema y poder aportar soluciones.

El año pasado, decenas de miles de personas experimentaron el urticante contacto de las medusas, sobre todo en la costa mediterránea, aunque conviene recordar que el Cantábrico, más frío y en principio menos propicio para estos seres, tampoco se encuentra del todo a salvo. Para este verano los científicos no se atreven a adelantar previsiones. Desde el Instituto de Ciencias del Mar de Barcelona (ICM-CSIC) insisten en que se trata de un fenómeno impredecible debido a la falta de información, aunque lo más probable es que las mayores concentraciones se produzcan donde se han visto hasta ahora con mayor regularidad.

Las medusas están multiplicándose no sólo en el Mediterráneo, sino en todos los océanos del mundo. La sobrepesca, es decir, la explotación abusiva de los recursos pesqueros, se perfila como una de las principales causas, además del aumento de nutrientes en el agua del mar o el calentamiento progresivo del agua debido al cambio climático. El caso de las medusas es un claro ejemplo de desequilibrio ecológico a nivel mundial causado por el ser humano: sin enemigos naturales, con comida abundante y una temperatura idónea, su crecimiento es imparable. En el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, también del CSIC, aseguran que todavía no ha llegado lo peor y que éste no será el único problema al que se deberá enfrentar el Mediterráneo. Por ejemplo, en 2006, ochenta personas fueron hospitalizadas en Génova por respirar aire de mar cargado de toxinas producidas por un alga microscópica.

Por fortuna, la mayoría de medusas que llegan a las costas españolas no son muy dañinas. No obstante, los científicos han señalado que el aumento de las temperaturas podría favorecer la llegada de especies más peligrosas, como la “carabela portuguesa”, procedente de África. No obstante, en estos momentos es imposible que se produzca una “sopa de medusas” que se extienda por todo el Mediterráneo, como se ha interpretado de forma errónea. Estos animales se concentran en áreas delimitadas, aunque en algunos casos ocupan algunos kilómetros de extensión, y son desplazadas por las corrientes hacia la costa. Tan sólo en áreas cerradas, como el Mar Menor, podría producirse este fenómeno.

Medidas en las playas

La experiencia de años anteriores ha llevado a las instituciones a desarrollar diversas medidas capaces de minimizar el riesgo de los bañistas. Por ejemplo, se dispone de sistemas destinados a la prevención, recolección y extracción de medusas en zonas muy cercanas a las playas, a su tratamiento como residuo orgánico, al uso de medidas sanitarias inmediatas después de las picaduras para disminuir su efecto, etc. Estas acciones permiten disfrutar de las playas, asumiendo que hay un mínimo riesgo que se puede afrontar con garantías.

No obstante, su éxito es desigual. Por ejemplo, la recogida con embarcaciones fuera de los 100 metros de la línea de playa sólo ha resultado efectivas en contadas ocasiones y con una elevada concentración de medusas. En cuanto al uso de redes fijas, retienen a las medusas, pero también las rompen, sus tentáculos llegan a la playa y causan picaduras.

Asimismo, la validez de los sistemas de contención o extracción es muy limitada, porque actúan a muy pequeña escala. Por ello, los científicos recalcan que la auténtica solución pasa por erradicar las causas, algo que no se consigue a corto plazo. El problema es que en la actualidad apenas se invierte en proyectos de investigación, por lo que se desconoce aún la dimensión de esta situación: cuántas medusas hay, cómo crecen y se multiplican, dónde se concentran, etc.


Consejos para evitar su picadura…

  • Si las medusas se encuentran cerca de la playa, hay que permanecer fuera del agua, en especial cuando su número sea elevado.
  • La utilización correcta de cremas solares, además de filtrar las radiaciones solares, actúa como capa aislante frente a tentáculos de medusas y otras especies o substancias tóxicas que flotan en el agua.
  • Hay que tener en cuenta que las medusas no atacan, sino que pican cuando se contacta con sus tentáculos de forma accidental. Por ello, hay que salir lentamente, sin movimientos bruscos, para evitar atraer a los tentáculos de manera accidental.
  • No hay que tocar nunca una medusa, aunque esté fuera del mar y parezca muerta, puesto que las células urticantes de sus filamentos pueden seguir activas y desprenderse del animal.
  • No hay que alarmarse ante su presencia. La mayor parte de las especies mediterráneas no son peligrosas.

… y cómo actuar si nos ha picado una

Los síntomas más comunes de una picadura de medusa son un dolor y picor inmediato, ardor, inflamación, enrojecimiento e incluso sangrado. Es muy importante salir del agua; lavarse con agua salada (nunca dulce, ya que podría romper las células urticantes), no rascarse ni fregarse la piel con arena o toallas; sacar los restos de tentáculos si son aún evidentes y aplicarse un choque de frío mediante una bolsa de plástico llena de hielo durante unos quince minutos. No es aconsejable aplicar otras sustancias como el amoniaco, que irrita la piel. Si el estado de la víctima empeora pasada media hora, se debe acudir lo antes posible a un centro sanitario.

Es importante recordar que se trata de una herida que hay que cuidar para que no se infecte. Una aplicación de un antiséptico como la tintura de yodo y una cobertura mediante vendas ayuda a que se cicatrice la herida.

Medusas, tóxicas y necesarias

Las medusas son invertebrados que, junto a los corales, las gorgonias y las anémonas, pertenecen al grupo de los cnidarios (del griego knidé, ortiga). Se conocen más de 8.000 especies diferentes, de las cuales 1.000 pueden resultar tóxicas para el ser humano. Algunas de ellas pueden ser incluso letales, como la “avispa australiana”, que causa más muertes en las antípodas que los tiburones. Su aspecto transparente se debe a su composición (un 95% de agua), lo que les sirve de camuflaje.

Las medusas son carnívoras (se alimentan de plancton y pequeños crustáceos y peces de reducido tamaño) y tienen un papel básico en las cadenas tróficas marinas (redes alimenticias). Para capturar su alimento y también como defensa utilizan sus células urticantes, que contienen un filamento envenenado. Al rozar su superficie, los filamentos se clavan en la víctima inyectando el veneno.