Si se bebe, en pequeñas cantidades y acompañando siempre la comida
En Navidad, esa vinculación entre las bebidas alcohólicas y cualquier evento social se reafirma: las reuniones familiares o de amigos que tanto abundan en estas fechas constituyen una ocasión propicia para ingerir más alcohol que de costumbre.
Quienes no sean abstemios no tienen por qué brindar con zumo de naranja, cócteles sin alcohol, mosto o agua en Navidad, ya que las bebidas alcohólicas consumidas con moderación pueden erigirse en un perfecto y agradable complemento a una buena comida o cena.
Pero, de todos modos, recordemos algunas recomendaciones. Y no olvidemos que si se toma en exceso, el alcohol puede amargar la fiesta al que bebe y a los que le rodean.
Pautas a seguir
- No olvidemos que el alcohol es un tóxico; una droga dura socialmente admitida.
- No permitamos que niños y menores de edad consuman bebidas alcohólicas.
- Evitemos la ingesta de bebidas alcohólicas con el estómago vacío. Cuanto más lleno esté el estómago, más tardará en el alcohol en llegar a la sangre.
- Si bebemos, hagámoslo en pequeñas cantidades y acompañando siempre a la comida. Protejamos el estómago con alimentos calóricos y grasos: embutidos, quesos o frutos secos. La grasa ralentiza la absorción del alcohol.
- Alternemos las bebidas alcohólicas con otras sin alcohol, como refrescos, zumos o agua.
- Bebamos con moderación. No pasemos de los 300 centilitros de vino al día, que equivale a 35-40 gramos de alcohol puro, según la graduación del vino. En el mejor de los casos, el hígado metaboliza 25 gramos de alcohol a la hora, por lo que si tomamos 125 gramos de alcohol (una botella de vino), éste circulará al menos durante 5 horas por nuestra sangre.
- Las mujeres han de mostrar un cuidado especial: al pesar menos y disponer de menos agua en el cuerpo, el alcohol alcanza en su organismo unos mayores niveles de concentración en sangre. Además, el hígado femenino metaboliza más lentamente el alcohol. No abusemos de los combinados alcohólicos con bebidas gaseosas. Los radicales carbónicos de los refrescos con burbujas permiten que el alcohol atraviese más fácilmente la barrera hematoencefálica haciendo que el efecto tóxico de la bebida sea más rápido y acusado.
- Ojo con las cervezas “sin alcohol”; la mayoría deberían denominarse “bajas en alcohol”, ya que contienen hasta un 1% de alcohol, frente al 4%-5% de las convencionales
- Seamos precavido si seguimos algún tratamiento médico. El alcohol interactúa con algunos medicamentos, especialmente con tranquilizantes, sedantes, hipnógenos, neurolépticos… y se potencian mutuamente.
- Si bebemos, no conduzcamos. Aún en pequeñas cantidades, el alcohol ejerce un efecto depresor sobre el sistema nervioso. Disminuye la capacidad de conducción y los reflejos y aumenta las probabilidades de un accidente.
- No consumamos bebidas alcohólicas después de practicar deporte; su acción potencia la deshidratación típica que provoca la actividad física y produce vasodilatación.
- Consumido en exceso, el alcohol altera el sueño y produce efectos tóxicos, de los cuales la resaca es sólo un síntoma.
- Los remedios caseros contra la resaca sólo atenúan los síntomas, al no eliminar la impregnación alcohólica del organismo, que puede durar horas.
- Si deseamos aliviar la resaca, lo más adecuado es la aspirina o similar, el café y las vitaminas de los grupos B y C. Una ducha caliente que finalice con agua fría estimulará la circulación sanguínea y ayudará a eliminar nuestras toxinas.
- Descansemos y durmamos todo lo posible. Pasear al aire libre ayuda a combatir los mareos. No forcemos al estómago; lo mejor es consumir alimentos suaves, como arroz o pescado hervido. Con resaca apetece mucho quedarse en casa a leer.
- No es muy recomendable, aumenta el dolor de cabeza. Lo mejor es distraerse (el cine resulta perfecto) y hacer ejercicio físico moderado, al aire libre.
- Y, sobre todo, olvidemos el aserto “un clavo saca a otro”. No recurramos, jamás, al alcohol para combatir una resaca. Perjudicaremos al estómago y no resolveremos nada.
- Bebamos abundante agua, tanto antes de acostarnos tras la ingesta de bebidas alcohólicas como ya en plena resaca. Y mejor si dejamos que transcurran unas horas entre el último trago alcohólico y el momento de dormir.