Persisten algunas dudas, pero estamos tranquilos
El problema, sin duda, existe y es importante: los ordenadores y otros muchos sistemas que numeran las fechas con sólo dos dígitos y no estén convenientemente adaptados, “entenderán”, y actuarán en consecuencia, que el primer día del 2000 lo es del 1900. Otra cosa es si las medidas adoptadas para resolver el efecto 2000 son suficientes o no.
El periodo de transición al nuevo año será vigilado en nuestro país por miles de técnicos que harán frente a las posibles repercusiones en los diversos sectores, y lo previsible es que los problemas no revistan trascendencia. Eléctricas, empresas de gas, aeropuertos, banca, distribución, ferrocarriles, … todos los sectores estratégicos afirman haberse puesto al día, pero la duda persiste, porque nadie puede asegurar que todas las empresas y poderes públicos (centrales, autonómicos y locales) han adaptado sus sistemas ni tampoco que el comportamiento de los ciudadanos será el habitual en esas fechas. Pensemos, por ejemplo, en la extracción de dinero en los cajeros automáticos, en el acopio de alimentos “por si acaso”, en el consumo de energía o en el recurso a los sistemas de Protección Civil ante cualquier alarma durante esa noche cuasimágica del 31 de diciembre de 1999. Industria, como medida de precaución, ha solicitado a los ciudadanos que mantengan sus hábitos de consumo en Nochevieja.
Qué dice el ciudadano: encuesta CONSUMER
Esta revista se ha preguntado qué pensaba el consumidor sobre las repercusiones del Efecto 2000 y sobre cuál será su comportamiento en las fechas críticas. Para situarse en el terreno, entrevistó a 839 adultos de todo el país en las fechas comprendidas entre el 26 de octubre y el 2 de noviembre. Las conclusiones de la encuesta reflejan que, aunque con algunos temores y dudas (muy relacionados con la escasa información concreta que al respecto ha llegado a los ciudadanos), la población está mayoritariamente tranquila ante el Efecto 2000 y que confía en que no ocurrirá nada grave. Si bien casi la mitad de los encuestados piensan que a la sociedad en general le va a afectar, sólo el 18% de ellos creen que les repercutirá personalmente.
Otro dato significativo es que, a pesar de los consejos alarmistas que ya en noviembre se comenzaron a oir en los medios de comunicación, sólo uno de los más de 800 entrevistados dijo que tenía previsto hacer acopio de alimentos antes de fin de año para evitar el posible desabastecimiento en los mercados. Y únicamente el 3% de los ciudadanos evitará viajar en avión esos dos días que cierran el año en curso y abren el 2000. Algunos más, que tampoco muchos, aseguran que se abstendrán de usar ascensores y que evitarán hacer operaciones bancarias esos días. Y serán muy pocos también quienes no utilicen su ordenador doméstico (el 1,5%) o eviten comprar electrodomésticos hasta pasado el fin de año (el 2,5%). Pero no todo es opimismo y confianza ens los usuarios.
La adaptación al Efecto 2000, muy mejorable La encuesta de CONSUMER desvela otros datos que inducen a la reflexión y apuntan a la existencia de zonas de sombra e incertidumbre ante las consecuencias del efecto 2000 : uno de cada cinco ciudadanos asegura que su ordenador (doméstico o profesional) no está adaptado, uno de cada cuarenta cree que el cambio de año vendrá acompañado de alguna catástrofe (preferentemente, un desastre natural), uno de cada ocho afirma que su empresa no se ha adaptado al efecto 2000 y uno de cada cuatro reconoce no saberlo. Además, el colectivo de ciudadanos que considera que la Administración no ha tomado las medidas necesarias para contrarrestrar el efecto 2000 (el 17%) o que no tienen opinión alguna al respecto (30%) representa casi la mitad de la población adulta de nuestro país. Y a siete de cada diez, nadie les ha informado si el ascensor de su vivienda está conveniente adaptado para superar el paso al 2000 sin problemas.
En cuanto al ocio, parece que el cambio de año no va a generar cambios notables de comportamiento: sólo una de cada 20 personas espera realizar durante el 2000 alguna actividad que no haría cualquier otro año. Y, de ellos, una buena parte no tenía aún decidido qué hacer y las actividades especiales citadas poco parecen tener que ver específicamente con el simbolismo que encierra el supuesto cambio de milenio. La opción de viajar y la de casarse son las más comunes. Casi un 10% dice que cambiará o buscará trabajo. Una de las constataciones más claras del estudio es que los menores de 30 años son los más animados a hacer algo distinto el año 2000, ya que casi doblan el valor medio. También se preguntó sobre qué expectativas se planteaban los ciudadanos respecto de la Navidad 1999-2000, y la conclusión es que muy pocas personas (sólo el 5%) piensan celebrar de manera especial esta Navidad.
Nuevamente, los jóvenes son más susceptibles al encanto del 2000. Respecto a cómo van a festejar la Navidad quienes lo harán de manera especial, lo más común es la participación en una fiesta especial (25%), ir de vacaciones (20%) y, sin especificar, algo diferente (9%). Parece también que un mayor número de personas al de otras Navidades saldrá de noche.
Informático-dependientes
La enorme dependencia que respecto de los sistemas informáticos sufre todo el entramado económico y social del mundo desarrollado ha magnificado hasta límites insospechados las dimensiones de un problema aparentemente sencillo. El uso estandarizado , desde hace más de 30 años, de sólo las dos últimas cifras en los ordenadores y otros muchos sistemas para codificar los años (con la finalidad de ahorrar memoria informática, muy cara hasta hace pocos años) puede ocasionar, con la llegada del 2000, graves perjuicios y anomalías en el funcionamiento de muchos servicios que utiliza el ciudadano, además de perjuicios económicos de la más diversa índole. Y ello porque en el paso del año 1999 al 2000, los ordenadores y cualesquiera otros sistemas que utilizan fechas de sólo dos dígitos pueden entender que el nuevo año es el 00, es decir, el 1900, con las repercusiones que ello generaría. A pesar de las muy cuantiosas inversiones realizadas por las empresas y la Administración(se estima que en todo el mundo supondrán en torno a los dos billones de pesetas, y en España más de 100.000 millones) para solucionar los fallos, se teme que el esfuerzo pueda resultar insuficiente. El Instituto Nacional de Consumo, sin ir más lejos, ya ha adelantado que los ciudadanos podrán exigir reparación gratuita de los productos que sufran desperfectos a causa del efecto 2000, siempre que los hayan adquirido después del uno de enero de 1996, fecha en que estima que se conocía el problema y se podían prever sus consecuencias.
A fecha de hoy, tanto las Administraciones centrales y autonómicas como las grandes empresas aseguran haberse adaptado al efecto 2000, y muy probablemente, no pequen de optimistas. Pero se teme que pequeñas empresas y ayuntamientos de localidades poco pobladas, según todos los indicios insuficientemente adaptados al efecto 2000, puedan sufrir problemas que a su vez podrían causar repercusiones en cadena que afectarían al conjunto de la población. Porque no se trata tan sólo de los problemas objetivos, sino también de la reacción que susciten éstos en los afectados y en la situación de alarma social o psicosis que podría producirse si se cumplieran los peores augurios.
Los ordenadores, la asignatura pendiente
Volviendo a la encuesta, los ciudadanos prevén escasas las repercusiones del efecto 2000 en sus propios hogares. Siete de cada diez personas que tienen alarma en su casa aseguran que la tienen preparada para que no acuse el efecto 2000. Y sólo el 7% de ellos dijeron que aún no estaba adecuada. Pero con los ordenadores, la situación es bien distinta: seis de cada diez de quienes poseían ordenador doméstico afirman que el suyo no sufrirá problemas en el paso al 2000, pero hay un amplio grupo de usuarios (el 22%) que cree que su ordenador no está adaptado y otro igualmente numeroso (el 15%) que, simplemente, no lo sabe. En este apartado, los hombres se mostraron mejor informados que las mujeres.
Una de las pocas conclusiones intranquilizadoras de este estudio, antes avanzada, es que a la inmensa mayoría (70%) de los ciudadanos nadie les ha informado sobre si su ascensor está preparado para superar el paso al 2000 sin problemas. Y se sabe que los ascensores electrónicos no adaptados podrían sufrir problemas.
CONSUMER, ante la previsión del significado simbólico que algunas personas podrían atribuir a la redonda cifra del año 2000, preguntó a los ciudadanos si temían que el cambio de año venga acompañado de alguna catástrofe. Las respuestas, en cierto modo, fueron sorprendentes: uno de cada 40 ciudadanos respondió afirmativamente. Y la proporción aumenta en los entornos rurales y entre las mujeres. Esta catástrofe será un desastre natural para la mitad de quienes la vaticinan.
Tanto las empresas como la Administración aseguran haber adoptado las medidas necesarias para neutralizar los muy diversos problemas que puede generar este peculiar cambio de año. Sin embargo, el estado de opinión al respecto demuestra que la confianza de la ciudadanía no es total: el 12% de los trabajadores encuestados creen que su empresa no se ha adaptado al efecto 2000 y uno de cada cuatro reconocieron no tener información alguna sobre el particular. Se comprueba, así, que persisten las dudas en buena parte de la población ante la eficacia de las iniciativas empresariales para hacer frente al problema; y, que por otro lado, la estrategia de comunicación de las empresas para con sus empleados sobre este tema concreto ha sido en muchos casos inadecuada o, cuando menos, muy mejorable.
En cuanto a la opinión de los ciudadanos sobre las medidas adoptadas por las diversas áreas de las Administraciones públicas, son mayoría (53%) quienes confían en que lo hecho es suficiente, pero hay un importante grupo (el 17%) de ciudadanos que estiman insuficiente el despliegue realizado para la adaptación de los servicios y sistemas para este paso al 2000.
Cómo saludaremos al año 2000
Será sólo un año más: sólo una de cada 20 personas tiene pensado realizar el año 2000 alguna actividad que no haría cualquier otro año. Y las más comunes son tan poco especiales como casarse y viajar.
- Los jóvenes, más preocupados, ¿o mejor informados? una tercera parte de los menores de 30 años creen que su ordenador acusará el paso al 2000, mientras que sólo una de cada seis personas de la población general comparte esa opinión.
- Navidad y Nochevieja, parecidas a las anteriores pero con más ambiente: sólo una de cada 20 personas piensa celebrar estas Navidades de forma especial. Y sólo uno de cada 12 encuestados asegura que festejará la Nochevieja de modo distinto a otros años, normalmente saliendo de casa o disfrutando de una fiesta especial.
- Año Nuevo, de viaje. Una de cada diez personas que piensa celebrar de modo especial esta Nochevieja asegura que lo hará recibiendo al nuevo año lejos de sus casa, en un viaje turístico.
- Para unos pocos, la catástrofe acecha: uno de cada 40 ciudadanos afirma que teme que el 2000 traerá consigo una catástrofe, preferentemente un desastre natural.
- Hay ganas de fiesta: uno de cada tres ciudadanos cree que las instituciones públicas deberían destinar más recursos económicos para festejar como se merece la llegada del año 2000.
- Durante el 2000 no cambiaremos mucho: sólo el 15% de los encuestados ha hecho una promesa de cambio, un gran reto personal, para el 2000. Las dos promesas más comunes: cuidar la salud y conseguir un empleo.
- El efecto 2000 no atemoriza, estamos tranquilos: prácticamente nadie (sólo el 0,1% de los entrevistados) piensa hacer acopio de alimentos en las fechas anteriores al uno de enero “por si acaso”, y menos del 5% evitarán viajar en avión, coger el ascensor, comprar electrodomésticos o realizar operaciones bancarias en las horas previas y posteriores al primer día del año.
Diez consejos útiles ante el efecto 2000
- Ante todo, mucha calma. Los más probable es que los efectos del 2000 se limiten a insignificantes anécdotas para el ciudadano (no tanto para todas las empresas). De todos modos, los efectos del 2000 se notarán doce horas antes en Nueva Zelanda. Y estaremos avisados, que no en vano el mundo es hoy una”aldea global”..
- Si surge algún imprevisto, actuemos con prudencia y sentido común. Hemos de intentar no colapsar las líneas telefónicas. Los servicios de emergencia podrían verse afectados.
- Si la respuesta ante el efecto 2000 de algún producto o aparato electrodoméstico le suscita dudas, consulte con el vendedor del establecimiento donde lo compró o con el fabricante. En todos los casos, conserve las garantías de los aparatos. Según el INC, los usuarios podrán exigir indemnizaciones a los fabricantes de los aparatos fabricados a partir de 1996 que se vean perjudicados por el efecto 2000.
- Compruebe, con los programas diseñados a tal efecto, si su ordenador está adaptado al 2000 y, por si acaso, haga una copia de seguridad de los programas y de los ficheros antes del primer día de nuevo año.
- Conserve todos los justificantes de pagos y descuentos financieros (seguros, pólizas, pagos con tarjeta, recibos de pagos de créditos, etc.) que realice en los últimos y primeros días del año.
- Como precaución ante posibles errores en la facturación, guarde todas los recibos de gas, luz y teléfono y revise con detalle las primeras facturas del 2000.
- Pregunte en su empresa qué medidas se han tomado y cómo le pueden afectar en el desempeño de su trabajo.
- Si tiene alarma en su casa, pregunte al instalador si está preparada para el efecto 2000. Y exíjale que adopte las medidas oportunas para que no se active sin motivo o sufra cualquier otra anomalía.
- Infórmese de si los elementos comunes de su edificio están adaptados. En concreto: ascensor, videoporteros, calderas, puertas automáticas de garajes y las alarmas. Asegúrese (mediante el administrador o las empresas de mantenimiento) de que no surgirán problemas.
- Disfrute de la Navidad y de la Nochevieja. Esperemos que apenas ocurran problemas. Y que la suerte le sea propicia en el año 2000. Y en los siguientes.
FICHA TÉCNICA
Se realizaron 839 entrevistas telefónicas, a mayores de 18 años residentes en Andalucía, Aragón, Asturias, Castilla y León, Castilla la Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Comunidad de Madrid, Murcia, País Vasco. Las encuestas se distribuyeron teniendo en cuenta la comunidad autónoma, el habitat, el sexo y la edad de los ciudadanos y se realizaron entre el 26 de octubre y el 2 de noviembre. El nivel de confianza es del 95,5% y el margen de error, el + 3,5%.
Aunque no muchos, los hay que desconfían
En España…
- 1.500.000 ciudadanos evitarán hacer operaciones bancarias esos días
- 1.200.000 ciudadanos evitarán utilizar el ascensor.
- 900.000 ciudadanos evitarán viajar en avión.
- 700.000 ciudadanos evitarán comprar aparatos electrodomésticos hasta que pase el fin de año
- 400.000 ciudadanos evitarán utilizar el PC.