Verde Navidad

El medio ambiente también nos pide amor

Las luminosas calles de nuestras ciudades plagadas de bombillas que dibujan árboles, santaclauses, estrellas de oriente... nos indican que la Navidad está ahí
1 diciembre de 1999

El medio ambiente también nos pide amor

Pronto irrumpirán y convivirán con nosotros el Gordo, los gorgoritos nerviosos de los niños de San Ildefonso, los millones (para unos pocos afortunados), “lo importante es la salud”, las interminables cenas con apasionantes recuerdos, los abrazos con aroma de aftershave de nuestro padre y con mancha de carmín bermellón de la tía segunda, el turrón que vuelve a casa, las caóticas campanadas -que siempre se atragantan- retransmitidas en decenas de canales de TV, el 2000 con efecto, el nuevo milenio (también sólo para algunos, ya que otros piensan que hasta el 2001 no llegará), la inevitable resaca, el videojuego con el que se fagocita el niño y alucina el padre…y la cuesta de Enero, cada año con mayor porcentaje de pendiente.

Un año más, llega la Navidad y sus consabidas consecuencias, entre ellas muchas que acogemos con simpatía y otras no tan positivas, como la del impacto medioambiental. En estas fechas, se generará un gasto energético superior al del resto del año, se registrará un mayor consumo de productos, y, consiguientemente, aumentará la cantidad de residuos. Si en cualquier otra época del año, un consumidor medio genera al día un kilo de basura doméstica, durante estas fechas esta cifras se multiplican y los residuos se acumularán desordenadamente junto a los contenedores rellenos de basura, en diáfana metáfora de que consumimos demasiado. Desde estas páginas de CONSUMER le proponemos algunas sencillas sugerencias para que sus Navidades sean un poco más verdes.

Símbolos navideños, en peligro

La decoración con elementos vegetales entronca con la tradición navideña. El árbol, importado de las tradiciones centroeuropeas y escandinavas, es su principal símbolo; y como tal, cada año está presente en millones de hogares…. y, pasadas las fiestas, en miles de contenedores de basura. Durante las últimas décadas, los árboles arrancados de la naturaleza por este motivo se cuentan por millones. El deseo de la gente de adornar un árbol natural ha hecho que se cultiven y se pongan a la venta en grandes cantidades. Sólo en España se calcula que la producción anual de abetos y píceas supera con creces el medio millón de ejemplares. Ya no se esquilman los bosques, y hay una producción específica para estas fechas, pero los árboles secos siguen amontonándose junto a los contenedores de basura una vez cumplida su misión anual. Así las cosas, el verdadero problema ecológico no es ya el hecho de comprar un árbol (ya que se cultiva expresamente para este uso) sino qué hacer con él tras las fiestas.

Otras plantas típicamente navideñas, como el musgo o el acebo, se comercializan libremente, lo que está ocasionando una recolección excesiva de los mismos a pesar de que en algunas comunidades autónomas tanto su recogida como su posterior venta están prohibidas. En el caso del acebo, la depredación de sus ramas con frutos es especialmente nociva, ya que esta especie la forman pies masculinos y pies femeninos, y sólo estos últimos generan frutos. Ultimamente, el mercado ofrece acebo de cultivo. Para salir de dudas y dejar su conciencia tranquila, pregunte por su origen.

Una planta silvestre que guarda una estrecha relación en algunos países con estas fiestas navideñas es el muérdago, un parásito vegetal de los árboles. Se escapa, de momento, a cualquier crítica, ya que no forma parte de la tradición popular de nuestro país con lo que su distribución entre nosotros es muy limitada.

Navidad brillante versus Navidad luminosa

Las luces brillantes iluminando calles y escaparates marcan el comienzo del desenfreno navideño. Como muestra del enorme gasto energético que conlleva dar ambiente a la calle durante estas fiestas basta con citar el caso de Barcelona. En la Ciudad Condal, las instalaciones navideñas consumen más de un millón de kilowatios tras 160 horas de funcionamiento durante casi 40 días. Aunque, de momento, sigue sin redactarse una normativa seria, y generalizada que regule la iluminación navideña, si existen, sin embargo, alternativas viables para frenar este despilfarro de energía. Bombillas de bajo consumo; microbombillas; módulos que, sin restar calidad decorativa, reducen en un tercio el consumo eléctrico; límite de horas de encendido… estas y otras medidas adoptadas por comerciantes y administraciones locales, reducirían notablemente el consumo e incentivarían el uso de tecnologías ahorradoras.

Y después de las navidades…¿Qué?

Una vez pasadas las fiestas, llega el momento de recoger y guardar los adornos, deshacerse de los embalajes de los regalos y de los restos de las fiestas. La Navidad se ha convertido en la conmemoración por excelencia del gasto, y su manifestación más visible es la acumulación de residuos sólidos en, y junto a, los contenedores de basura. Durante estas fechas, en los municipios donde funciona la recogida selectiva, se observa un incremento de papel y vidrio de entre el 20% y el 30%. Pero, además del exceso de embalajes, también hay un consumo excesivo de objetos inútiles o banales. Una forma de empezar el nuevo milenio ahorrando energía y reduciendo residuos es clasificar los objetos desechables por materias, y depositarlos en los contenedores oportunos. Otro acto ecológico de renovación y reciclaje es comenzar el año haciendo limpieza de ropa, muebles y demás objetos que hace tiempo dejaron de usarse, y permanecen guardados en el fondo de los armarios o en cualquier rincón de la casa. Hay organizaciones que se encargan de enviar a países del Tercer Mundo juguetes y ropa que estén en buen estado. Otras entidades se dedican a recoger y reciclar ropa, ordenadores, máquinas de escribir, muebles… con lo que también podemos contribuir a la creación de puestos de trabajo. Por su parte, muchos municipios ponen a disposición de sus habitantes servicios especiales de recogida selectiva de residuos.

Por unas Navidades más ecológicas
  • Año nuevo, vida nueva. Aproveche el cambio de año para deshacerse de todas esas cosas que ya no utiliza. Organice las basuras para reciclarlas, y recuerde que hay grupos que pueden aprovechar la ropa, muebles y juguetes que ya no quiera.
  • En sus adornos navideños use lámparas de bajo consumo. Recuerde que las luces navideñas deben ser un elemento de decoración y no de iluminación.
  • Sustituya las luces por adornos confeccionados con flores, hojas, ramas de árboles, etc. Si los elabora usted mismo, mucho mejor.
  • Recicle y reutilice los adornos de otras navidades.
  • Cuando compre árboles de Navidad, a ser posible, elija aquellos que tienen raíz; pasadas las fiestas podrá acudir a un centro de recogida para su posterior replantación.
  • No utilice el musgo ni el acebo como elementos decorativos. Son plantas en peligro de extinción, y su recolección está prohibida en muchas comunidades autónomas. Además, los frutos del acebo son un recurso alimenticio invernal -cada vez más escaso- para los animales salvajes del bosque.
  • Felicite a sus seres queridos con postales de ONG solidarias con el entorno social y medioambiental.
  • Incluya en las postales mensajes ecológicos (“deposíteme en un contenedor de papel”).
  • Elija juguetes y regalos fabricados con materiales duraderos y ecológicos.
  • Recupere juguetes ya usados o regálelos a otros niños.
  • Decántese por los regalos artesanales. Aproveche estos días de fiesta para elaborar obsequios personales. Si los trabajos manuales no son su fuerte, visite las tiendas solidarias de Comercio Justo. Seguro que encuentra algo con que sorprender a los suyos.
  • Reutilice papel de regalo ya usado o, en su defecto, use papel reciclado.
  • Pacte el intercambio de regalos con sus familiares y amigos.