Mejora la calidad nutricional de los menús escolares, pero uno de cada tres son mediocres o malos
Se ha recabado información de colegios de Madrid, Barcelona, Asturias, Cantabria, A Coruña, Alicante, Álava, Vizcaya, Guipúzcoa, Navarra, Zaragoza, Valencia, Valladolid, Murcia, Sevilla, Córdoba, Granada y Málaga. Se solicitó información a 1.100 centros. De ellos, 211 remitieron los datos requeridos (el 71% son de titularidad pública, 27% concertados y un 2% privados, una proporción similar a la del sistema escolar). Los centros escolares que no colaboraron en la elaboración de este informe apuntaron desde un primer momento falta de tiempo, otros reconocieron que no les interesaba participar en la muestra e incluso algunos señalaron que no facilitaban ese tipo de informaciones.
Entre los que sí se prestaron a participar, cada uno de ellos proporcionó dos menús semanales (primer y segundo plato y postre), con lo que se analizaron 422 menús que se sometieron a un análisis en el que se comprobó la frecuencia de consumo (recomendada por expertos) de alimentos básicos que no deben faltar en los menús: verduras, ensaladas, legumbre, pescado y fruta fresca. Asimismo, se tuvo en cuenta que no incluyesen en exceso productos precocinados (croquetas, empanadillas, salchichas…) ni postres dulces. Los requisitos mínimos que debían cumplir eran los siguientes: uso, como mínimo una vez por semana, de verdura, legumbre y pescado fresco o congelado no elaborado; limitar los precocinados y dulces a un máximo de dos veces en una misma semana y ofrecer fruta fresca, como mínimo, en dos de los días de la semana.
Por territorios, las mejores calificaciones las obtuvieron los centros estudiados en Álava, Madrid, Málaga, Sevilla y Valladolid (‘muy bien’); mientras que las peores recayeron en los colegios analizados A Coruña, Córdoba y Asturias (entre un ‘mal’ y un ‘regular’). Barcelona, Guipúzcoa, Navarra, Vizcaya, Valencia y Zaragoza se situaron en la media, no muy lejos de Alicante, Cantabria, Murcia y Granada que se movían entre el ‘bien’ y el ‘aceptable’.
Si se comparan estas calificaciones con las recogidas en 2004, se puede comprobar que la evolución positiva de los menús en estos cuatro años ha sido generalizada. Dos datos avalan esta afirmación: hace cuatro años, la proporción de menús con una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’ se quedaba en un 41% y el de suspensos alcanzaba el 24%, mientras que en la actualidad el 68% de los centros analizados ofrecen un menú bueno o muy bueno y sólo un 14% no superan la prueba. La excepción: los centros estudiados en A Coruña, que, de nuevo, suspenden.
- De 3 a 6 años
- Que prueben y coman de todo, irles presentando la mayor variedad de alimentos posible.
- Fomentar el desayuno y que sea completo, variado y equilibrado.
- Este periodo es muy importante para su desarrollo, necesitan un gran aporte de energía
- Asegurar el consumo de proteína (carne, pescado, huevos, lácteos) porque sus necesidades son mayores (proporcionalmente) que las de un adulto.
- Evitar el abuso de dulces, bollería y refrescos.
- Dedicar el tiempo necesario para que coman despacio y aprendan a disfrutar la comida
- Los alimentos, ninguno, no usarlos como premio ni castigo.
- De 7 a 12 años
- A estas edades, los niños mantienen un crecimiento acelerado y, por ello, hay que cuidar el aporte energético de la dieta, controlando el peso de los niños y su ritmo de desarrollo.
- Comienzan, en esta etapa, a consolidarse sus preferencias alimentarias y tendremos que procurar que sean las adecuadas. Tienen tendencia, los niños, a presionar para comer sólo lo que más les gusta y van adquiriendo cierta autonomía, que les permite comprar determinados alimentos y bebidas.
- Insistir en que moderen el consumo de dulces, bollería. Y también en que no abusen de los alimentos muy grasos o muy salados.
- De 13 a 16 años
- En esta etapa se forma el cuerpo de los adolescentes y se produce el ‘estirón puberal’, un crecimiento muy rápido. Por este motivo, los jóvenes necesitan proveerse de gran cantidad de energía y deben aportar a su organismo proteínas en cantidad y calidad suficiente.
- En este periodo surgen los problemas de malnutrición: por exceso, con riesgo de sobrepeso y obesidad; por defecto, con riesgo de anorexia. Los padres debe controlar cómo comen sus hijos y, en su caso, las dietas que siguen.
- Estimularles para que lleven una vida activa y saludable, y que dediquen parte de su ocio a la práctica de algún deporte.
Uno de cada seis centros, sin verdura en el plato
Las verduras y las hortalizas son alimentos muy nutritivos y saludables que, sin embargo, no atraen en exceso a los más pequeños. CONSUMER EROSKI ha valorado los menús en los que aparecen verduras como mínimo una vez por semana. Por el contrario, se han penalizado los que no respetan esta frecuencia de consumo, algo que ocurrió en el 17% de los colegios que participaron en el análisis, un porcentaje en todo caso menor que el registrado en 2004. La proporción entonces ascendía al 36%.
La peor calificación en este apartado recayó en más de la mitad de los centros analizados en Granada, Asturias y Córdoba, y uno de cada tres de los que participaron en Alicante, A Coruña y Cantabria. Por el contrario, todos los centros tomados en cuenta en Álava, Barcelona, Madrid, Navarra, Sevilla, Valladolid, Vizcaya y Zaragoza sí ofrecían este alimento básico en la dieta infantil al menos una vez por semana.
Las legumbres sí aparecen en los menús escolares
El aporte de hidratos de carbono, proteínas, fibra, vitaminas, minerales y antioxidantes convierten a las legumbres en otro de los alimentos básicos en las dietas infantiles. Los expertos recomiendan consumir cuatro raciones semanales: dos como ingrediente del primer plato y otras dos como guarnición o ingrediente de ensaladas. En este apartado, los colegios españoles han evolucionado de forma muy positiva en cuatro años, ya que del 14% de los centros del informe de 2004 que no incluían legumbres en los menús escolares al menos una vez por semana se ha pasado al 6% que no lo hacen en la actualidad.
1 de cada 10 colegios, sin pescado fresco
El pescado es, al igual que las verduras y las frutas, un alimento básico pero de escasa aceptación entre niños y jóvenes. Debido a su composición (rico en proteínas y grasas saludables para los vasos sanguíneos y el corazón (insaturadas), así como por su aporte de vitaminas y de minerales como el hierro), resulta fundamental fomentar su consumo, tanto el pescado blanco como el azul. Así, los expertos en nutrición aconsejan incluir el pescado al menos 4 veces por semana, entre comidas y cenas. Sin embargo, uno de cada diez colegios analizados no incluyen el pescado entre sus menús escolares en una de las 2 semanas analizadas (situación que, no obstante, ha mejorado con respecto a 2004, cuando uno de cada cuatro colegios analizados no lo hacían).
Desayuno, almuerzo, comida, merienda y cena son momentos del día que los niños deben dedicar a alimentarse, y que han de entender como una cita imprescindible para asegurar el desarrollo de su organismo, y no solo para saciar el hambre o disfrutar del placer de comer. Padres y madres han de implicarse, y esforzarse cada día para que los pequeños aprendan a comer. Y lograr que vayan conociendo, asumiendo y aplicando las pautas de la alimentación equilibrada y saludable. Unos hábitos incorrectos pueden repercutir en un menor rendimiento escolar. Es conveniente crear un buen ambiente en la mesa. Estas medidas ayudan a lograrlo:
- Crear una atmósfera agradable, un espacio de tiempo tranquilo para compartir alimentos y charlar. Es positivo estimular al niño a que participe en la conversación familiar.
- Fomentar que los niños muestren una conducta apropiada durante la comida. Los padres han de enseñarles a comportarse de manera educada y a seguir unos hábitos de higiene.
- Ayudarles a que desarrollen buenos hábitos dietéticos en la mesa: los padres prestarán atención a que los niños coman de todo lo que se ha puesto en los platos, potenciarán la variedad en el color, sabor y textura de los alimentos, ofrecerán no solo alimentos y platos de éxito seguro sino también propuestas nuevas, sobre todo, los más convenientes, como fruta, pescado legumbres y verduras. También pueden proponer charlas sobre la comida en diversas zonas del mundo: comer es cultura.
- Fijar horas para las diversas comidas del día. Conocer los horarios a los que han de ajustarse para comer forma parte del aprendizaje.
- No comer de más, válido tanto para niños como para mayores. Ojo con las cantidades de comida. La obesidad infantil es ya un problema de salud pública. Los alimentos grasos y azucarados, consumirlos con moderación.
La fruta fresca se ofrece al menos dos días a la semana
Lo más correcto en un menú sano y equilibrado para los más pequeños es que el postre de más de la mitad de los días de la semana esté compuesto por fruta fresca, mientras que el resto de las jornadas lectivas se opte por lácteos sencillos como yogures, cuajadas o quesitos. El 97% de los centros estudiados sirven fruta fresca un mínimo de dos días a la semana (en 2004 la proporción ascendía al 92%).
Una práctica de los comedores escolares es recurrir a los productos precocinados y derivados cárnicos grasos (san jacobos, croquetas, empanadillas, hamburguesas, salchichas Frankfurt, varitas de pescado y similares, aros de calamar…) por su bajo coste, fácil preparación y gran aceptación entre los más pequeños. Aunque su aporte de grasas, sodio y calorías desaconseja su inclusión en la alimentación diaria de los niños, se ha comprobado que en el 5% de los 211 colegios estudiados se recurren a estos productos más de dos veces por semana (hace cuatro años, la proporción ascendía al 15%).
Es habitual que en días festivos o especiales aparezcan en el menú los platos preferidos por los niños como pasteles o bollería. En líneas generales, se ha constatado una reducción en el recurso a estos productos en los últimos cuatro años. De hecho, ninguno de los 211 centros analizados los incluye más de dos veces a la semana. Los almíbares de fruta y los postres lácteos como natillas y flanes son los alimentos que han ido sustituyendo a los pastelitos que se ofrecían como postre para finalizar la comida en algunos colegios incluidos en el informe de 2004. En aquel estudio, un 3% de los centros fue penalizado por servir más de dos veces por semana estas pequeñas tentaciones.
La preocupación de un centro escolar por la alimentación de sus alumnos también se refleja en las facilidades para aquellos niños que precisan atenciones especiales por circunstancias médicas o convicciones religiosas. En nueve de cada diez centros estudiados, además de la comida convencional se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para aquellos menores con problemas de diabetes, sobrepeso, alergias o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o culturales. 17 colegios analizados no disponían de esas alternativas e incluso uno de ellos, localizado en Álava, se negó a facilitar esta información por considerarla confidencial.
Los resultados sí varían en función de quién elabore el menú (el propio centro, una empresa externa o ambos). A tenor de los datos, la mejor fórmula es la que incluye el trabajo conjunto de los cocineros del propio colegio junto con la empresa externa (con notas de entre ‘bien’ y ‘muy bien’ en el 77% de los casos que se decantan por este modelo), seguido de los menús preparados por un servicio de catering, la opción escogida por más de la mitad de los centros estudiados, (el 53% de ellos obtiene un ‘muy bien’). Por último, las carencias más evidentes se detectaron en aquellos menús diseñados en exclusiva por el personal del centro escolar (casi la mitad no logran rebasar ‘aceptable’).
El estilo de vida actual exige a los padres atender a tantas obligaciones cotidianas que apenas queda tiempo para asuntos esenciales, como el de enseñar a los niños a alimentarse bien. Si no saben comer, si en el colegio no se les enseña, y si cada vez están más tiempo solos en casa, el fracaso está casi garantizado: casi siempre acaban comiendo lo que más les gusta. La publicidad televisiva tampoco ayuda; al revés, potencia preferentemente la ingesta de alimentos procesados calóricos, salados y grasos. Hay errores dietéticos que los que los padres deben contribuir a subsanar. Estos son los más habituales:
Aunque la leche es un alimento muy recomendable, casi imprescindible durante la infancia, por constituir una excepcional fuente de calcio, no es infrecuente toparse con niños que ingieren cantidades excesivas de leche o sus derivados (yogures, natillas, petit suisse o quesitos). Y el exceso es un error. Leche y lácteos, abundantes y no siempre con toda su grasa, pero sin abusar en las cantidades
Los zumos de fruta, tanto envasados como naturales, son saludables. Están de moda y se consumen mucho, hasta el punto de que algunas personas creen que pueden sustituir a la fruta, cuando no es así. La fruta entera, que los niños deben consumir todos los días y variando de tipo de fruta todo lo posible, contiene fibra (de la que carecen los zumos, salvo que sean de los de “con pulpa”) y ayuda a aprender a masticar y a saborear los alimentos a los niños, cuestión esencial. Tampoco deben sustituir los zumos al agua, porque aportan más calorías y acostumbran a los niños al sabor dulce.
Los cereales (de trigo, arroz o maíz) cubiertos de azúcar, miel o chocolate contienen demasiadas calorías, sin aportar nutrientes esenciales. Además, estos cereales de desayuno, ya en general, llevan sal para reforzar el sabor neutro de la materia prima. Lo saludable es que el desayuno no siempre se componga de estos cereales (hay que variar: galletas, pan, tostadas…), y que, en todo caso, que cuando se consuman se prefieran las versiones más sencillas, o el muesli, por menos calóricos y grasos.
Los alimentos de consistencia siquiera un poco dura favorecen el desarrollo de los músculos de la cara y de la masticación, y al mismo tiempo fortalecen dientes y encías. Por el contrario, los demasiado blandos, como el pan de molde o la bollería, eluden ese pequeño esfuerzo. La bollería y los dulces, por su generoso contenido en azúcares, propician la aparición de caries. Además los productos de bollería y los panes de molde tienen grasa añadida, que no tiene el pan del día. Lo aconsejable es que los niños merienden alimentos de más consistencia, como los bocadillos de pan del día (y no sólo con jamón, queso o embutidos: puede probarse con el pescado -atún en aceite, sardinas-, con las ensaladas) y la fruta entera.
Algunos padres ofrecen lácteos de postre a sus hijos porque creen que así su alimentación es más completa. Los menores, salvo excepciones, no se quejan, porque prefieren yogures, flanes y natillas a la fruta, ya que los toman más rápido y evitan pelar la fruta. Sin embargo, la fruta contiene nutrientes de los que carece la leche, necesarios para los niños. Desde su primer año de vida, han de acostumbrarse a tomar fruta entera cada día.
La responsabilidad de elegir el menú, comprar los alimentos y diseñar la dieta no corresponde a los niños, sino a los padres. Los menores acostumbran a elegir alimentos dulces, grasos y salados. Es tarea de los padres mostrarles los alimentos más saludables, presentarlos de modo atractivo y conseguir que sus hijos los consuman cotidianamente.
Información completa para los padres y tablas comparativas
La información facilitada a los padres sobre la alimentación de los hijos ha mejorado de manera considerable en estos cuatro años. Todos los colegios analizados mantienen al tanto a los progenitores sobre los menús de sus hijos. El medio más utilizado es el escrito, en el 87% de los casos, o la publicación en la página web del colegio (en el 13%). Esta información se hacía llegar cada mes a los padres en el 77% de los colegios incluidos en este informe, en un 17% esa frecuencia era trimestral, en un 3% de los casos era bimestral y anual en otro 3%. Con independencia de la calidad de la información proporcionada, corresponde a los padres y madres realizar una pertinente visita al comedor de sus hijos para comprobar si lo que figura en las hojas informativas que se facilitan desde los centros se ajusta a la realidad.
El precio diario de un menú escolar ronda los 5 euros de media (4,9 euros). El incremento respecto al precio medio registrado en 2004 (3,8 euros) ha sido de un 22%, casi ocho puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%).
Se han constatado importantes diferencias de precio entre los colegios estudiados en función de su titularidad. Así, los menús de los colegios privados son los más caros. El precio medio asciende a 7,8 euros por día, muy por encima de los 4,5 euros de los centros públicos analizados y también superior a los 5,7 euros de los concertados. Sin embargo, el precio más oneroso se halló en un colegio público de Navarra: 9,5 euros diarios. También se encontró en un centro público, en este caso de A Coruña, el más barato (1,9 euros).
Para un número creciente de padres, el pago mensual del comedor escolar de sus hijos supone un desembolso al que no pueden hacer frente, por eso recurren a las becas y subvenciones que se conceden. Tres de cada cuatro centros educativos del informe de la revista disponen de esta ayuda.
El precio se convierte, en muchas ocasiones, en un indicador de la calidad del producto, aunque no siempre es del todo fiable. La principal conclusión que se puede extraer cuando se analizan los precios diarios de los menús escolares en los 20 colegios más caros y en los 20 más baratos es que pagar más puede asegurar un menú de mayor calidad dietética.
19 de los 20 centros con menús más caros (con precios superiores a 6,85 euros) supera el examen de CONSUMER EROSKI (aunque tres lo hacen con un mediocre ‘aceptable’). De la veintena de centros con menús más económicos (con precios inferiores a 3,45 euros), son 14 los que aprueban el análisis nutricional. En el conjunto del estudio, 32 de los 211 colegios analizados suspenden la evaluación dietética (un 14%) y 143 (un 68%) logran una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’. El resto, 36 (un 17%) se queda en un ‘aceptable’.
18 provincias, una a una
- Álava
- Alicante
- Asturias
- A Coruña
- Barcelona
- Cantabria
- Córdoba
- Granada
- Guipúzcoa
- Madrid
- Málaga
- Murcia
- Navarra
- Sevilla
- Valencia
- Valladolid
- Vizcaya
- Zaragoza
En Álava, once centros (cuatro públicos y siete concertados) de los 35 colegios a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús. La nota global con la que se valoraron, un ‘muy bien‘, supera la media nacional (‘bien’) y es igual a la calificación lograda en el estudio de 2004. Así, el territorio histórico se incluye entre los cinco con mejores valoraciones: Madrid, Málaga, Sevilla y Valladolid.
Ninguno de los once colegios analizados en el territorio alavés suspende la evaluación dietética y todos logran calificaciones entre el ‘bien’ y el ‘muy bien’. Las principales razones: los once cumplen con las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado fresco (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana), así como de fruta fresca (debe aparecer al menos dos veces por semana). También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se respetan los preceptos mínimos: en ninguno se halló este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada. La única parte mejorable es que todavía la mitad de los menús escolares de estos colegios no incluyen ensaladas al menos dos veces por semana.
Además de la evaluación nutricional, se ha comprobado la preocupación de estos centros educativos por atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, 10 de los 11 colegios escogidos adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de alergias, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por sus convicciones religiosas.
En cuanto a los precios, la media de los centros alaveses estudiados es de 5,3 euros por día, un 8% más que la media del conjunto del informe (4,9 euros por jornada). El incremento respecto a 2004 (2,8 euros) ha sido de un 71%, casi 56 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). En la mayoría de los centros se ofrecen subvenciones y descuentos a las familias para costear el servicio de comedor.
En Álava se encontró uno de los tres colegios más caros de todo el informe, con un menú que ronda los 8,3 euros (por detrás de otros dos localizados en Barcelona, 9 euros, y Navarra, 9,5 euros).
Las diferencias de los precios medios según la titularidad de los centros escolares alaveses estudiados son claras: mientras el precio medio de un centro público se aproxima a los 4 euros, en el caso de los concertados y privados, el desembolso diario supera los 6 euros de media.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de la titularidad pública o concertada: tres de cada cuatro colegios en ambos casos obtiene una muy buena valoración.
Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual o trimestral: en el 55% de los casos por escrito y en el 45% vía e-mail.
Seis de los diez centros analizados en Alicante logran una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’, dos se quedan en un mediocre ‘aceptable’ y dos suspenden con un ‘mal’. El precio medio de los menús diarios en Alicante (4 euros) es un 18% más barato que la media del estudio (4,9 euros)
En la provincia de Alicante, diez centros (todos ellos de titularidad pública) de los 81 colegios a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 20 menús. La nota global con la que se valoraron se encuentra entre el ‘aceptable’ y el ‘bien‘, en la media nacional: seis de ellos logran calificaciones entre ‘bien’ y ‘muy bien’, dos no pasan de un mediocre ‘aceptable’ y dos suspenden con un rotundo ‘mal’.
Tras el exhaustivo análisis realizado en los diez colegios, se comprobó que los menús de la mitad de estos centros destacaban de forma positiva por la variedad de los alimentos y de su preparación. Otros elementos positivos: en la mayoría de los diez centros analizados apenas se servían productos precocinados y derivados cárnicos grasos (empanadillas, croquetas, hamburguesas, san jacobos…), y se ofrecía a los niños como mínimo dos piezas de fruta a la semana y no dar pasteles y bollos como postre habitual de las comidas (sólo en ocasiones muy especiales).
Sin embargo, también se encontraron carencias: en cuatro centros escolares de los diez estudiados en Alicante no incluían el mínimo de verdura, legumbre y pescado (una vez a la semana de cada uno de ellos) en la dieta de los más pequeños. A ello hay que añadir que, aunque las guarniciones no se olvidan en los segundos platos de ninguno de estos colegios, lo cierto es que son repetitivas: tan sólo se ofrecían patatas fritas o lechuga para acompañar carnes y pescados.
Junto a la calidad dietética, se constató la preocupación por parte de estos centros educativos alicantinos de atender las necesidades alimentarias especiales de todos sus alumnos. Así, todos los colegios escogidos elaboran menús alternativos para aquellos niños con problemas de alergias, obesidad, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por sus convicciones religiosas o culturales.
Buena valoración merecen, también, los precios medios que se ofertan en estos colegios para que los niños se queden a mediodía en el comedor. La provincia levantina se encuentra entre las seis más económicas de todo el estudio (junto con Cantabria, Córdoba, Granada, Guipúzcoa y Valladolid) ya que el coste medio diario es de 4 euros, un 18% más barato que el índice de las 18 provincias analizadas (cerca de 5 euros por jornada). En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Todos los centros estudiados en Alicante facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual y por escrito.
En el Principado de Asturias, doce centros (nueve de titularidad pública y tres más concertados) de los 68 colegios a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 24 menús. La nota global con la que se valoraron es un ‘regular’, con lo que se sitúan muy por debajo de la media nacional (un ‘bien’) y suspenden el examen de la revista sobre la calidad nutricional de estas dietas infantiles.
De los doce centros analizados, sólo cinco aprueban el examen nutricional con la máxima calificación, un ‘muy bien’; y 2, con un mediocre ‘aceptable’. Los cinco restantes suspenden: cinco con un ‘regular’ y dos con un rotundo ‘mal’.
Las razones de estas pobres valoraciones: siete de los doce centros no incluyen al menos un día de la semana verdura, mientras que el pescado fresco escasea en un centro educativo y en dos de ellos escasea la fruta fresca. Lo que si se cumple de forma satisfactoria en estos colegios asturianos es la recomendación de médicos y nutricionistas acerca de no ofrecer pasteles y bollos como postre habitual de las comidas (sólo en ocasiones muy especiales), servir como mínimo una ración de legumbres a la semana y no abusar de precocinados y derivados cárnicos grasos.
Además de la evaluación dietética, se ha comprobado la preocupación de los centros educativos por atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, todos los colegios elaboran menús alternativos para aquellos niños con problemas de alergias, obesidad, colesterol, menores celíacos o menores que tienen prohibidos ciertos productos por sus convicciones religiosas.
Respecto a los precios medios de los menús, los centros asturianos evaluados se encuentra por debajo de la media del informe (un 14% más barato): 4,2 euros de media diaria frente a los cerca de 5 del índice global. Además, 11 de los 12 centros asturianos analizados disponen de becas de comedor para ayudar a los padres de estos niños a hacer frente a este desembolso (un 18% de los 124 niños que de media se quedan a comer en cada uno de estos doce centros asturianos cuentan con estas ayudas económicas).
Por último, todos estos centros facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual o trimestral y por escrito o publicándolo en la página web de cada colegio.
En A Coruña, once centros (diez de titularidad pública y uno concertado) de los 48 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús semanales. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘mal‘, muy por debajo de la media de las 18 provincias (un ‘bien’) y sitúa a los menús estudiados en la provincia gallega entre los peores del estudio en cuanto al nivel nutricional de sus comidas. Por centros, sólo cuatro de los once aprueban el examen nutricional: dos con un mediocre ‘aceptable’ y dos con un ‘bien’.
Las principales deficiencias: en tres de los once centros no se sirvió verdura en ninguna de las dos semanas analizadas; casi la mitad de los colegios no ofrecieron legumbres en los diez días estudiados; los alumnos de dos centros educativos no contaban con pescado fresco en su dieta semanal escolar; se abusaba de los precocinados y derivados cárnicos grasos (empanadillas, san jacobos, hamburguesas…) en dos de cada cinco colegios y la fruta fresca escaseaba como postre en dos de los centros de A Coruña incluidos en el informe. Con todo, la única valoración positiva de estos once colegios de la provincia gallega se refiere al apartado de los dulces y bollerías: sólo se dispensan en ocasiones muy especiales.
No obstante, los centros estudiados en A Coruña sí se preocupan de atender las necesidades alimentarias especiales de todos sus alumnos. Así, diez de los once colegios escogidos adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de alergias, diabéticos, celíacos u obesos.
Valoración positiva merece también el apartado de precios, ya que el coste medio en estos centros de A Coruña es de 4,7 euros diarios, un 4% más barata que la media del estudio, 4,9 euros. Además, entre estos colegios estudiados en la provincia gallega se encontró el menú más barato de todo el informe (1,9 euros diarios de media). Pese a su precio asequible, la cantidad media ha ascendido un 30% si se compara con los resultados del estudio de 2004, incremento que dobla el IPC acumulado en este periodo (14,6%). En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias.
En Barcelona, 16 centros (quince de titularidad pública y uno privado) de los 82 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 32 menús semanales. La calidad dietética de los menús analizados es buena, en la media del conjunto del estudio. Esta valoración muestra una mejora evidente respecto a un estudio similar elaborado en 2004. Entonces, la calificación fue de un rotundo ‘mal’.
Las recomendaciones nutricionales para reforzar a través del comedor escolar la educación alimentaria de los niños son: un plato de verdura y otro de legumbres como mínimo una vez a la semana; pescado fresco en al menos una ocasión a la semana; limitación de precocinados y derivados cárnicos grasos (san jacobos, salchichas, calamares…) en la dieta de los niños; fruta fresca como mínimo dos veces por semana y desechar postres a base de pasteles y bollería industrial.
Cerca de la mitad de los centros analizados logra una nota de ‘muy bien’ (7 de 16), mientras que otros 3 se valoraron con un ‘bien’. Pese a lo positivo de esas calificaciones, en la mayoría de estos 10 colegios se constató la monotonía en la preparación de carnes y pescados: predomina el frito, el rebozado o el empanado y se obvian el guisado o el estofado.
Los seis centros restantes se quedan en un mediocre ‘aceptable’. Las razones: en cinco de los seis colegios no incluyen pescado fresco o congelado no precocinado y en el sexto se abusa de productos como san jacobos, empanadillas, croquetas, hamburguesas… ya que los ofrece más de dos días por semana.
El precio medio (6,4 euros por día) de los centros analizados en Barcelona es un 31% más caro que el precio medio del conjunto del estudio (4,9 euros). En el estudio realizado en 2004 la situación era similar: el precio medio diario de los centros barceloneses (5,7 euros) se encontraba por encima de la media (3,8 euros). No obstante, y a diferencia del conjunto del estudio, la cantidad no ha crecido por encima del IPC acumulado en este periodo, un 14,6%. En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias.
Todos los centros barceloneses analizados se preocupan por atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de colesterol, alergias, diabéticos, celíacos, obesidad o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por sus convicciones religiosas (musulmanes) o culturales (vegetarianos).
Por último, todos los centros estudiados en Barcelona facilitan los menús a los padres de los alumnos por escrito y con periodicidad mensual.
En Cantabria, once centros (diez públicos y uno concertado) de los 66 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús. La nota global con la que se valoraron se sitúa entre el ‘aceptable’ y el ‘bien’, igual que la obtenida en un estudio similar realizado en 2004, pero algo más baja que la media del estudio de CONSUMER EROSKI.
Sólo uno de los once centros analizados suspende, con un ‘mal’, pero otros cuatro se quedan en un mediocre ‘aceptable’. Las principales carencias se centran en la ausencia de platos de verdura y pescado fresco y fruta. Además, en los centros analizados en Cantabria se observa la escasa costumbre de acompañar segundos platos con guarniciones a base de verduras y hortalizas, así como las pocas ensaladas de lechuga que sirven en las dietas infantiles.
No obstante, todos los colegios estudiados en Cantabria cumplían las frecuencias de consumo recomendadas en legumbres (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana) en sus menús. También todos ellos limitaban el consumo de pasteles y bollos como postre en ocasiones muy especiales y no recurrían en exceso a productos precocinados y derivados cárnicos (san jacobos, salchichas, croquetas, calamares…).
Sólo en 8 de los 11 centros analizados se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas de diabetes, alérgicos, sobrepeso, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o de salud.
En Cantabria, el precio medio diario de un menú escolar es de 4 euros, un 18% inferior a la media del conjunto del estudio (4,9 euros), con lo que se convierte en una de las comunidades autónomas menos onerosas de todo el informe. El incremento de este coste respecto a 2004 (3,1 euros) ha sido de un 29%, el doble del IPC acumulado en este periodo, un 14,6%. En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones para costear el comedor escolar.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de si la comida la prepara el propio colegio, si confían esta labor a una empresa externa (opción elegida por 8 de los 11 centros seleccionados) o si es un trabajo conjunto entre colegio y catering. En todos los casos, los centros aprueban el análisis realizado por esta revista, aunque uno de los dos colegios que cocinaban ellos mismos la comida suspendió el examen de CONSUMER EROSKI con un ‘mal’.
Por último, todos los centros facilitan información a los menús a los padres de los alumnos, por lo general de forma escrita cada mes (64%), dos meses (9%), en cada trimestre (9%) o al comienzo del curso escolar (18%).
En Córdoba, once centros (diez públicos y uno concertado) de los 45 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús. La nota global con la que se valoraron se sitúa entre el ‘mal‘ y el ‘regular’, muy por debajo de la media del informe (un ‘bien’) y un resultado similar a las registradas en los centros analizados en Asturias y A Coruña.
De los once centros analizados, sólo cinco, menos de la mitad de la muestra, obtienen calificaciones entre el ‘bien’ y el ‘muy bien’, otros cinco suspenden y uno se queda en un mediocre ‘aceptable’.
La ausencia de verdura como plato principal al menos una vez por semana en seis centros, el abuso de precocinados y derivados cárnicos grasos en las dos semanas de un mismo colegio, así como la ausencia de pescado y de raciones de legumbre en otros dos centros explican las carencias más graves encontradas en el caso de los colegios cordobeses seleccionados por CONSUMER EROSKI para elaborar este informe. El denominador común de cerca de la mitad de los centros analizados en Córdoba es que preparan menús demasiado proteicos: huevos rellenos y calamares, carne con tomate y merluza, albóndigas en caldo y bacalao… Además, las bajas calificaciones que obtienen muchos de estos colegios se deben a la carencia de guarniciones vegetales para acompañar segundos platos de carne y pescado.
Como nota positiva, todos los colegios analizados de la provincia cordobesa ofrecían como mínimo dos raciones de fruta a la semana como postre y no abusaban de pasteles y bollería industrial (se reserva para ocasiones especiales). Otro punto a favor: una amplia mayoría de centros escolares (nueve de los once) ofrecen la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas de diabetes, alérgicos, sobrepeso, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o de salud.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares registra variaciones significativas en función de si la gestión la lleva una empresa externa o bien es el propio colegio el encargado de elaborar dicho menú. Así, la nota media de estos últimos se sitúa en un ‘regular’, mientras que en el caso de las comidas preparadas por un catering la valoración asciende a un ‘bien’.
En Córdoba, el precio medio diario de un menú escolar es de 4 euros, un 18% menos que la media del conjunto del estudio (4,9 euros) y se convierte en una de las más baratas de todo el informe. En la mayoría de los centros se ofrecen ayudas y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual (en el 46% de los casos por escrito y en el 54% por vía e-mail).
En Granada, diez centros (todos de titularidad pública) de los 37 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 20 menús. La nota global con la que se valoraron se sitúa entre el ‘aceptable’ y el ‘bien’, algo más baja que la media del estudio de CONSUMER EROSKI (‘bien’).
De los diez centros estudiados en Granada, sólo uno de ellos suspende la evaluación dietética, aunque cinco de ellos aprueban con un mediocre ‘aceptable’. La principal razón: en seis de los colegios no se incluye verdura al menos una vez a la semana.
La situación se agravaba en uno de los centros escolares (el único valorado con un ‘mal’): por no ofrecer verdura a sus alumnos ni una vez en las dos semanas de menú, y dispensar más de dos veces por semana precocinados (nuggets de pollo, calamares rebozados o embutidos).
No obstante, todos los colegios estudiados en Granada cumplían las frecuencias de consumo recomendadas en legumbres (como mínimo deben incluirse una vez a la semana), pescado fresco (lo aconsejado también es incluirlo al menos una vez a la semana, ya sea azul o blanco) y fruta fresca (al menos 2 veces por semana) en sus menús. También cumplían las recomendaciones a la hora de no servir pasteles y bollos como producto principal del postre y sólo en ocasiones muy especiales.
En 8 de los 10 centros analizados se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas de diabetes, alérgicos, sobrepeso, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos. Además, facilitan los menús a los padres de los alumnos, generalmente de forma escrita y con periodicidad mensual.
En los colegios analizados en la provincia granadina, el precio medio diario de un menú escolar es de 3,8 euros, un 23% más barato que la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El menú más caro de los estudiados en Granada cuesta 3,9 euros y el más económico 3,3 euros. En la mayoría de los centros se ofrecen ayudas y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Nueve de los once centros analizados en Guipúzcoa logran calificaciones de ‘bien’ o ‘muy bien’. El precio medio diario del menú (cuatro euros) está por debajo de la media del estudio (4,9 euros)
En Guipúzcoa, once centros (seis de titularidad pública y el resto concertados) de los 43 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús semanales. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘bien‘, en la media del estudio de
CONSUMER EROSKI. Pese a todo, la calidad nutricional ha mejorado con respecto a la registrada en un informe similar elaborado en 2004, cuando estos colegios guipuzcoanos no pasaron de un mediocre ‘aceptable’.
Tras el exhaustivo análisis realizado en los once colegios, también se han observado carencias: uno de los colegios debería incrementar sus raciones de fruta semanales, mientras que otro centro suspende el examen de la revista por abusar de los platos precocinados (más de dos días a la semana) y no ofrecer nada de verdura y pescado fresco en las dos semanas examinadas. Por eso obtienen sendas notas de ‘regular’ y ‘mal’.
El resto de colegios logran valoraciones que se sitúan entre el ‘bien’ y el ‘muy bien’. No obstante, también se hallaron aspectos mejorables: la escasa costumbre de acompañar los segundos platos con guarniciones a base de verduras y la poca presencia de ensaladas en estos menús para los más pequeños de la escuela. Ambos aspectos se deben tener en consideración para mejorar la calidad dietética de la comida que ofrecen a los niños que se quedan a diario en el comedor.
Además de los aspectos nutricionales, se ha comprobado la capacidad de los colegios de atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, 9 de los 11 colegios analizados adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de alergias, diabéticos, celíacos, obesidad o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por sus convicciones religiosas o culturales.
Valoración positiva merece también el apartado de precios, ya que el coste medio a desembolsar en estos centros de Guipúzcoa es de apenas 4 euros diarios, un 20% más barato que la media del estudio (4,9 euros). Sin embargo, hace cuatro años, cuando se hizo un informe similar, no se encontraron diferencias entre el coste medio nacional y el desembolso medio en estos colegios guipuzcoanos (4 euros diarios de media en ambos casos). El IPC acumulado en este periodo ha sido de un 14,6%. Si, por el contrario, tenemos en cuenta los precios medios de estos menús según la titularidad de los centros escolares, las diferencias son claras: mientras el coste medio de un colegio público es de algo más de 3 euros, en el caso de los concertados y privados, el desembolso diario es de cinco euros. En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias.
En Madrid, 16 centros (todos ellos de titularidad pública) de los 45 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 32 menús. La nota global con la que se valoraron, un ‘muy bien‘, supera la media nacional (un ‘bien’) y refleja una evidente mejora respecto al mediocre ‘aceptable’ registrado en un estudio similar elaborado en 2004.
Ninguno de los 16 centros analizados en Madrid suspende la evaluación nutricional, y 15 de los 16 obtienen una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’ porque cumplen con las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado fresco (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana), así como de fruta fresca (debe aparecer al menos dos veces por semana). El único centro que se queda con un mediocre ‘aceptable’ recibe esta valoración por no incluir pescado fresco en una de las dos semanas analizadas. Otro de los aspectos mejorables es la escasa variedad de las guarniciones vegetales de los segundos platos.
Como particularidad, 12 de los 16 centros analizados ofrecen a los niños fruta de postre junto con un vaso de leche.
Además de la evaluación dietética, se ha comprobado si los centros educativos madrileños analizados atienden las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, todos los colegios escogidos adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de diabetes, sobrepeso, alergias, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por cuestiones religiosas. Además, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual y por escrito.
En los 16 centros analizados, el precio medio diario de un menú escolar es de 5 euros, en la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El incremento de este coste respecto a 2004 (4,5 euros) ha sido de un 11%, casi cuatro puntos por debajo del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). Las diferencias entre los precios son apreciables: el más caro (5,3 euros) supera al más barato (4,4 euros) en casi un euro. En la mayoría de los centros se ofrecen ayudas y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Por último, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de quién elabore el menú: el propio colegio, una empresa de catering o ambos.
Ninguno de los once centros estudiados en Málaga suspende la evaluación dietética y diez de ellos logran una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’. El precio medio diario del comedor es de 4,7 euros, un 4% más barato que la media del estudio
En Málaga, once centros (8 concertados y 3 públicos) de los 86 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 22 menús. La nota global con la que se valoraron, un ‘muy bien‘, supera la media nacional (‘bien’). Esta calificación representa una considerable mejora respecto a los resultados de un estudio similar elaborado en 2004 también por CONSUMER EROSKI. Entonces los colegios malagueños estudiados suspendieron con un ‘regular’.
Ninguno de los once colegios visitados en la provincia malagueña suspende la evaluación dietética. Diez de ellos logran además calificaciones de ‘muy bien’ o ‘bien’. Las razones: todos ellos cumplen las frecuencias de consumo de verduras, legumbres, pescado fresco (como mínimo una vez a la semana cada una de ellas) y fruta recomendadas por los expertos (dos días a la semana). El único centro que en el actual análisis se queda con un ‘aceptable’ lo hace por no incluir verdura como primer plato al menos una vez por semana.
Además del contenido nutricional, se ha comprobado la disposición de los centros educativos malagueños para atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, todos colegios estudiados adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de diabetes, sobrepeso, alergias, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos ciertos productos por cuestiones religiosas. Por otra parte, todos los colegios facilitan los menús a los padres de los estudiantes, generalmente de forma mensual y por escrito.
En Málaga, el precio medio diario de un menú escolar es de 4,7 euros, en la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El incremento de este coste respecto a 2004 (2,9 euros) ha sido de un 62%, 47 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). Las diferencias son evidentes entre los precios: el más caro (8,2 euros) supera al más barato (3,6 euros) en casi cinco euros. Asimismo, la titularidad también genera divergencias: el coste medio en un colegio concertado (7 euros) es casi un 80% mayor que el de los públicos (3,9 euros). En la mayoría de centros se ofrecen ayudas y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Por último, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de quién elabore el menú: el propio colegio, una empresa de catering o ambos. En el caso de Málaga, la mayor parte de las calificaciones fueron de entre un ‘bien’ y un ‘muy bien’ en todos los modelos de gestión hallados en la provincia.
De los trece centros analizados en Murcia, diez aprueban, aunque cinco con un mediocre ‘aceptable’. El precio medio de estos menús, 5,9 euros diarios, es un 20% superior a la media del estudio (4,9 euros)
En Murcia, trece centros (7 concertados, 4 públicos y 2 privados) de los 73 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 26 menús. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘aceptable‘, muy superior a la obtenida en un estudio similar realizado en 2004 (un ‘muy mal’), pero inferior a la media del estudio de
CONSUMER EROSKI, un ‘bien’.
De los trece centros analizados, diez aprueban el análisis nutricional, aunque cinco de ellos con un mediocre ‘aceptable’. Hace cuatro años, 9 de los 16 colegios suspendieron el análisis y 8 de ellos lo hicieron con un ‘muy mal’.
A pesar de esta mejora, en la actualidad los menús escolares de los colegios murcianos analizados arrastran carencias nutricionales. Las principales son la ausencia de verdura (en dos de los centros estudiados) y de legumbres (en tres de los centros estudiados) como platos principales, así como la de pescado fresco (en dos de los centros estudiados). Las recomendaciones de los expertos, sin embargo, indican que estos tres grupos de alimentos se deben consumir como mínimo una vez por semana, ya que son productos muy nutritivos que aportan a la dieta diaria proteínas, fibra, grasas saludables y minerales, entre otros elementos. A ello se suma que en uno de los colegios analizados se incluía más de dos veces a la semana derivados cárnicos y productos precocinados (san jacobos, salchichas, croquetas, calamares), práctica alejada de una dieta equilibrada y saludable.
Con todo, el aprobado general de los menús murcianos viene motivado porque todos cumplen con la frecuencia de consumo de fruta fresca (mínimo aconsejado: dos veces a la semana) y no abusa de los dulces (máximo recomendado: dos veces por semana, y no como sustitutivo del postre). Además, la mayor parte de los colegios de Murcia acostumbre a ofrecer, casi a diario, ensaladas como entrante o guarnición. Otro dato interesante es que en 6 de los 13 colegios dispensan pan integral entre una y dos veces por semana, y en 5 de ellos se acompaña la fruta de postre con un vaso de leche (aspecto que coincide con los menús madrileños).
Como nota positiva, en 11 de los 13 centros analizados en Murcia se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas de diabetes, alergias, menores que no toleran el gluten o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o de salud.
Los precios medios registrados en los colegios murcianos analizados se hallan entre los más caros del estudio. El precio medio diario de un menú escolar es de 5,9 euros, un 20% superior a la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El incremento de este coste respecto a 2004 (3,6 euros) ha sido de un 51%, 36 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). En la mayoría de los colegios se ofrecen ayudas y subvenciones a los padres para costear el servicio de comedor.
Las diferencias de precios en función de la titularidad del colegio son muy perceptibles: el precio medio de los colegios privados es un 17% más caro que el de los concertados, y un 74% más que el de los públicos.
Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos, generalmente de forma mensual: en el 54% de los casos por escrito y en el 46% vía e-mail.
En Navarra, diez centros (cuatro públicos y seis concertados) de los 39 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 20 menús semanales. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘bien‘, en la media del informe e igual a la calificación final obtenida en un estudio similar realizado en 2004.
Muy pocas carencias se encontraron en los menús escolares de los centros navarros visitados. Ninguno de ellos suspendió el examen de la revista y fueron valorados con un ‘bien’ o un ‘muy bien’. Y es que los 20 menús cumplían las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado fresco (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana), así como de fruta fresca. También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se cumplen los preceptos mínimos: en ninguno se halló este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada. Pese a ello, la nota media final no pudo pasar de un ‘bien’ debido a la escasa variedad en las guarniciones vegetales como acompañamiento de los segundos platos. Así sucede con las ensaladas, tan fundamentales en la dieta infantil, y que sólo se componen de lechuga, y en ocasiones, de tomate, dejando a un lado otros alimentos nutritivos como el maíz, la remolacha o la berenjena.
En todos los centros analizados en la comunidad foral se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con diabetes, alérgicos, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos. Además, si hay algún alumno con otro tipo de problemas de salud se debe informar al centro.
En Navarra, el precio medio diario de un menú escolar es de 5,7 euros, un 16% por encima del conjunto del estudio (casi 5). El incremento de este coste respecto a los recogidos en 2004 (4,6 euros) ha sido de un 24%, casi 10 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). En la mayoría de centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Las diferencias de precios en función de la titularidad del colegio son perceptibles en esta comunidad: el precio medio de los cuatro colegios públicos estudiados en Navarra dobla el de los concertados (3,9 euros de los concertados frente a 8,3 euros de los públicos). No obstante, el coste más oneroso (9,5 euros) se halló en un colegio público, y el más económico (2,7 euros) correspondió a un centro concertado. Esta singularidad viene dada por el hecho de que en los cuatro centros educativos públicos analizados en el informe, es la Asociación de Padres y Madres de Alumnos la encargada de contratar a la empresa de catering, la Administración no interviene. Además, el hecho de que haya disminuido el número de comensales por cuidador (de 40 a 15 comensales por monitor en Infantil y Primaria) implica un mayor gasto. De todas formas, el coste medio de los comedores públicos gestionados por el Gobierno Foral de Navarra supera los 6 euros (también más caro que los concertados), y la mayor parte de los alumnos tienen subvencionado este servicio.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de la titularidad pública o concertada. En los dos casos aprueban el análisis realizado por esta revista con un ‘bien’ o un ‘muy bien’. Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos, siempre por escrito y mensualmente.
En Sevilla, doce centros (9 públicos y 3 concertados) de los 101 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 24 menús. La nota global con la que se valoraron, un ‘muy bien‘, supera la media nacional (‘bien’). Así, la provincia se incluye entre las cinco con mejores valoraciones: Álava, Madrid, Málaga y Valladolid.
Tras el exhaustivo análisis realizado en los doce colegios, el equipo de nutricionistas que asesoró a CONSUMER EROSKI comprobó que los 24 menús se ajustaban a las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado fresco (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana), así como de fruta fresca (debe aparecer al menos dos veces por semana). También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se cumplen los preceptos mínimos: en ninguno se halló este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada. Por todo ello, 11 de los 12 centros incluidos en el estudio obtuvieron la máxima calificación de ‘muy bien’, considerándose menús ejemplares a imitar. El último centro consigue una nota de ‘bien’, por la poca variedad en sus guarniciones vegetales y por ofrecer en una semana, dos veces, productos precocinados (empanadillas y palitos de merluza).
Los técnicos observaron en los menús sevillanos una cuidada combinación y equilibrio entre los distintos grupos de alimentos. Por regla general, los centros cuidaban y fomentaban el consumo de proteínas vegetales completas por medio de segundos platos vegetales (de legumbres y cereales) precedidos de una ensalada variada. Además, se ofrecían alimentos saludables como pasta y pan integral (alimentos cada vez más presentes en los menús) y los lácteos desnatados.
Estas pautas se complementan, además, con la preocupación por parte de los centros educativos sevillanos de atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, 9 de los 12 colegios escogidos adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de diabetes, sobrepeso, alergias, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos temporalmente ciertos productos por cuestiones de salud (dietas blandas) o religiosas. Además, todos los centros facilitan a los padres los menús escolares, por norma general de forma mensual y por escrito.
En Sevilla, el precio medio diario de un menú escolar es de 4,5 euros, un 8% más barato que la media del conjunto del estudio. Las diferencias entre los costes son evidentes: el más oneroso alcanza los 8 euros, mientras que el más económico no supera los cuatro euros (ambos corresponden a colegios de titularidad concertada). Si se toma en cuenta la titularidad del centro escolar, las diferencias son perceptibles: el precio medio de los centros concertados estudiados son un 51% más caros que los públicos (5,9 euros frente a 3,9 euros). En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Por último, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de quién elabore el menú: el propio colegio, una empresa de catering o ambos. En Sevilla, en los dos últimos modelos de gestión del comedor las calificaciones fueron en su mayoría de un ‘muy bien’, y donde el modelo era el del propio colegio, uno se valoró con un ‘muy bien’ y el otro con un ‘bien’.
Siete de los doce centros analizados en Valencia logran calificaciones de ‘bien’ o ‘muy bien’. El coste medio diario del comedor es de 5,4 euros, un 10% más caro que la media de las 18 provincias analizadas
En Valencia, doce centros (8 concertados, 3 públicos y uno privado) de los 95 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 24 menús semanales. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘bien‘, en la media del estudio, pero muy superior a los resultados de un estudio similar elaborado por esta revista en 2004 (un ‘muy mal’).
Siete de los doce centros recibieron una calificación de ‘bien’ o ‘muy bien’, tres se quedaron en un mediocre ‘aceptable’ y dos suspendieron con un ‘regular’.
Entre los elementos positivos: 10 de los 12 centros estudiados cumplían las frecuencias de consumo de verduras, legumbre, pescado fresco y fruta recomendadas por los expertos (al menos, una vez por semana cada una de ellas).
En cuanto a las mejoras, el denominador común en los centros valencianos peor calificados fue la ausencia de verduras como primer plato, aunque el aporte nutritivo de estos alimentos se veía compensado con la presencia diaria de ensalada como entrante del menú. Uno de los centros fue penalizado por abusar de los productos precocinados (máximo aconsejado: dos veces por semana), y otros tres por la ausencia de legumbres y pescado fresco que se observó en sus menús (recomendados como mínimo una vez por semana).
En todos los centros analizados en Valencia se ofrece la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas como diabetes, sobrepeso, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos, culturales o de salud.
El precio medio diario de un menú escolar es de 5,4 euros, un 10% más caro que la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El incremento de este coste respecto a 2004 (3,6 euros) ha sido de un 50%, 35 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). En casi la mitad de los centros valencianos se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
Las diferencias de precios en función de la titularidad del colegio son perceptibles: el precio medio de los colegios concertados estudiados son un 30% más caros que los públicos (5,7 euros frente a cuatro de los públicos). El precio más barato (3,9 euros) correspondía un centro público, mientras que el más oneroso (7 euros) pertenecía a uno privado.
Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos, generalmente de forma mensual: en el 75% de los casos por escrito y en el 15% vía e-mail.
Seis de los diez colegios analizados en Valladolid obtienen la máxima calificación, un ‘muy bien’. El precio medio diario del comedor es de 3,9 euros, un 20% menos que la media del estudio (4,9 euros)
En Valladolid, diez centros (todos ellos de titularidad pública) de los 43 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 20 menús semanales. La nota global con la que se valoraron, un ‘muy bien’, supera la media nacional (‘bien’). Así, la provincia se incluye entre las cinco con mejores valoraciones: Álava, Madrid, Málaga y Sevilla.
Tras el exhaustivo análisis realizado en los diez colegios, se comprobó que los 20 menús cumplían con las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado fresco (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana), así como de fruta fresca (debe aparecer al menos dos veces por semana). También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se cumplen los preceptos mínimos: en ninguno se halló este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada. Por todo ello, las calificaciones se movían entre el ‘bien’ y el ‘muy bien’. De hecho, seis de los diez centros analizados recibieron la máxima calificación, un ‘muy bien’. La única parte mejorable es que casi la mitad de los centros escolares analizados ofrecían muy poca variedad en las guarniciones vegetales.
Estas pautas se complementan, además, con la preocupación por parte de los centros educativos vallisoletanos de atender las necesidades especiales de todos sus alumnos en cuestiones de alimentación. Así, 8 de los 10 colegios escogidos adecuan sus menús a aquellos niños con problemas de diabetes, alergias, menores celíacos o pequeños que tienen prohibidos temporalmente ciertos productos por cuestiones de salud (dietas blandas). Además, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos de forma mensual y por escrito.
En Valladolid, el precio medio diario de un menú escolar es de 3,9 euros, un 20% por debajo de la media del conjunto del estudio, 4,9 euros. Tampoco se registraron diferencias abismales entre los precios: el más caro (4,2 euros) supera al más barato (3,9 euros) en tan sólo 30 céntimos. En la mayoría de los centros, las familias disponen de ayudas y descuentos para el servicio de comedor.
Por último, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de quién elabore el menú: el propio colegio, una empresa de catering o ambos. En el caso de Valladolid, los modelos que se encontraron fueron los dos últimos y las calificaciones fueron entre un ‘bien’ y un ‘muy bien’ en los dos modelos de gestión del comedor.
En Vizcaya, 11 centros (7 concertados y cuatro públicos) de los 51 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron, por tanto, 22 menús. La nota global que obtuvieron fue un ‘bien‘, inferior a la lograda en un estudio similar realizado en 2004 (un ‘muy bien’), pero en la media nacional del informe de este año.
Fueron pocas las carencias detectadas en los menús escolares de los centros vizcaínos analizados; de hecho, ninguno suspendió este examen nutricional. Incluso 10 de los 11 centros vizcaínos merecieron un ‘bien’ o un ‘muy bien’. Sin embargo, también se hallaron algunos aspectos mejorables, entre ellos la escasa oferta de guarniciones vegetales como acompañamiento de los segundos platos y la monotonía en la preparación de los platos de carne o de pescado: casi siempre se recurre a la fritura, el rebozado o el empanado, y se obvia el guiso o el estofado.
Uno de los centros se quedó en un mediocre ‘aceptable’ porque no cumplía la frecuencia de consumo de fruta fresca. Lo más correcto en un menú sano y equilibrado para los más pequeños es que el postre de más de la mitad de los días de la semana esté compuesto por fruta fresca, mientras que el resto de las jornadas lectivas se debe optar por lácteos sencillos como yogures, cuajadas y quesitos.
La totalidad de los centros estudiados en Vizcaya cumplían las frecuencias de consumo recomendadas en verduras, legumbres y pescado -fresco o congelado, pero no precocinado- (como mínimo deben incluirse en la comida, cada uno de estos tipos de alimentos, una vez a la semana), así como de fruta fresca (dos veces por semana). También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se cumplen los preceptos mínimos: en ningún centro se halló en el menús escolar este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada.
Otra nota positiva es que todos los centros escolares vizcaínos consultados afirmaron que ofrecen la posibilidad de menús alternativos para alumnos con problemas de colesterol, diabetes, alergias, sobrepeso, celiaquía, o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o culturales.
En Vizcaya, el precio medio diario de un menú escolar fue de 4,3 euros, un 12% menos que la media a nivel nacional (4,9 euros). Sin embargo, el incremento de este coste respecto al de 2004 (precio medio: 2,8 euros) ha sido de casi un 50%, más del triple que el IPC acumulado en este periodo (un 15%). Las diferencias de precios en función de la titularidad del colegio son perceptibles: el precio medio de los colegios concertados estudiados son un 12,5% más caros que los públicos (4,5 euros de los concertados frente a cuatro euros de los públicos). Tanto el precio más caro (5,3 euros) como el más barato (3,4 euros) de los estudiados en Vizcaya correspondieron a centros concertados. En la mayoría de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones para costear el comedor escolar.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares no registra variaciones significativas en función de la titularidad del centro, pública o privada.
Por último, todos los centros vizcaínos aseguraron facilitar información específica sobre los menús a los padres de los alumnos, generalmente con periodicidad trimestral: en el 81% de los casos lo hacen por escrito y en el 19% vía e-mail o en la página web del colegio.
Ninguno de los trece centros analizados en Zaragoza suspende el examen, aunque cinco no pasan de un mediocre ‘aceptable’. El precio medio diario del comedor es de 5,8 euros, un 18% más caro que la media del estudio
En Zaragoza, trece centros (6 concertados y 7 públicos) de los 65 a los que se solicitó información remitieron los datos requeridos: dos menús semanales que incluían primer plato, segundo plato y postre. Se analizaron por tanto 26 menús semanales. La nota global con la que se valoraron fue de un ‘bien‘, en la media del conjunto de las 18 provincias, aunque superior a la obtenida en un estudio similar realizado en 2004 (un ‘aceptable’).
Pocas carencias se encontraron en los menús escolares de los centros zaragozanos analizados, puesto que ninguno de ellos suspendió el examen de la revista. De hecho, 8 de los 13 incluidos en el informe se valoraron con un ‘muy bien’ o un ‘bien’. El resto, eso sí, se quedó en un mediocre ‘aceptable’.
Pese a las buenas calificaciones, se hallaron aspectos mejorables: cuatro de los 13 colegios analizados en Zaragoza no incluían al menos una vez a la semana pescado fresco o congelado no precocinado y en uno de ellos no aparecían legumbres entre las opciones para los menores. También se constató una escasez generalizada de ensaladas: casi la mitad de los colegios no incluían ensalada fresca ni como entrante, ni como primer plato ni como guarnición de los segundos platos.
No obstante, el resto de colegios cumplían las frecuencias de consumo recomendadas en verduras (como mínimo deben incluirse cada una de ellas una vez a la semana) y fruta fresca (al menos 2 veces por semana) en sus menús. También con los productos precocinados y derivados cárnicos grasos se cumplen los preceptos mínimos: en ninguno se halló este tipo de alimentos más de dos días a la semana, frecuencia máxima aconsejada.
Como nota positiva, en todos los centros analizados de la provincia zaragozana se ofrecía la posibilidad de preparar platos alternativos para los menores con problemas de diabetes, alérgicos, sobrepeso, celiacos o que no consumen ciertos productos por motivos religiosos o de salud.
En Zaragoza, el precio medio diario de un menú escolar es de 5,8 euros, un 18% más caro que la media del conjunto del estudio (4,9 euros). El incremento de este coste respecto a 2004 (4,1 euros) ha sido de un 41%, casi 27 puntos por encima del IPC acumulado en este periodo (un 14,6%). Las diferencias de precios en función de la titularidad del colegio son perceptibles: el precio medio de los colegios concertados estudiados es un 25% más caro que el de los públicos (6,5 euros de los concertados frente a 5,2 euros de los públicos). El precio más caro (7 euros) corresponde a un colegio concertado, mientras que el más barato (3,4 euros) pertenece a un centro de titularidad pública. En la mayoría (8 de los 13 estudiados) de los centros se ofrecen descuentos y subvenciones a las familias para costear el servicio de comedor.
En líneas generales, la calidad dietética de los menús escolares tampoco registra variaciones significativas en función de si la gestión es pública o concertada. En ambos casos, los centros aprueban el análisis realizado por esta revista, aunque entre los públicos 4 de los 7 incluidos en el informe se conformaron con un mediocre ‘aceptable’.
Por último, todos los centros facilitan los menús a los padres de los alumnos, generalmente de forma mensual o trimestral: en el 92% de los casos por escrito y en el 8% vía e-mail.