Más baratos, pero igual de eficaces y fiables
Las principales causas del crecimiento de este gasto son el envejecimiento de la población y la continua aparición de nuevas y costosas medicinas que la sanidad pública financia. Aunque el problema es complejo y no tiene fácil solución, queda la constancia de que extender el uso de los medicamentos genéricos, que cuestan habitualmente entre el 10% y el 25% menos que los de la marca que los patentó pero son igual de eficaces y seguros, reduciría notablemente el gasto farmacéutico de la Administración y de los propios ciudadanos.
A partir del 1 de diciembre sólo se recetarán, si es posible, medicamentos genéricos, que vendrán etiquetados con las letras EQ. Si el paciente desea continuar con su marca habitual, deberá abonar la diferencia entre el genérico y el original. En este plazo de tiempo también se bajará el precio de casi 200 productos que, por el momento, no son intercambiables por genéricos. En diciembre de 1999, Sanidad tenía autorizados 56 principios activos genéricos que cubren las patologías más comunes, comercializados en unas 350 presentaciones.
Económicos y fiables
Los medicamentos genéricos son aquellos cuya patente (propiedad de la empresa farmacéutica que lo inventó o diseñó, normalmente tras muchos años de muy cara investigación científica) ha caducado y que laboratorios autorizados por la Administración fabrican y comercializan. Estos laboratorios deben demostrar la equivalencia terapéutica de sus fármacos con el original. Es decir, no se trata de medicamentos de rebajas, sino de productos eficaces que cumplen con todas las garantías. La Ley del Medicamento establece que un genérico debe contener el mismo principio activo, idéntica dosis y la misma forma farmacéutica que el original, y que debe garantizar la misma calidad, seguridad y eficacia que el medicamento de referencia.
La patente de un medicamento vence en unos cuatro o cinco años. Si un laboratorio, antes del vencimiento de la patente ajena, desea vender una réplica de ese medicamento con otro nombre comercial, debe pagar royalties al laboratorio que posee la patente o comprarle la materia prima.
Médicos, farmacéuticos y consumidores
Los médicos poseen en exclusiva la facultad de prescribir medicamentos; por lo tanto, si no se recetan más genéricos es porque ellos no quieren. Se han mostrado siempre reacios a cualquier imposición o insinuación acerca de qué medicamento deben prescribir. La libertad de prescripción es sagrada, aducen. Pero, en realidad, hay algunas influencias que parecen resultar más eficaces. Los laboratorios farmacéuticos no dudan en agasajar a los médicos, en obsequiarlos con asistencias a congresos, regalos, viajes de estudios y reuniones científicas (tras las cuales, en ocasiones se esconden propuestas en los que lo primordial es el ocio y el turismo), que promueven en los facultativos el recuerdo de unas determinadas marcas comerciales en el momento de redactar la receta. Desde la perspectiva de la prescripción, los genéricos incluso facilitan la labor del médico, ya que no se ven forzados a recordar marcas comerciales, que las hay a miles, sino sólo el principio activo y la dosis.
Los farmacéuticos, por su parte, obtienen sus beneficios mediante un margen hasta ahora fijo (un porcentaje) sobre el precio que ellos pagan por cada envase a sus distribuidores. Esto supone que cuanto mayor sea el coste del medicamento, más rentable es para el farmacéutico. Por tanto, parece natural que el farmacéutico, en general, prefiera vender productos caros que baratos. Y, ya más en concreto, que necesite incentivos para expender motu propio medicamentos genéricos, siempre más baratos que los de marca conocida.
Pero estamos en un círculo vicioso: si los médicos no recetan genéricos, las farmacias difícilmente podrán venderlos, al menos los que necesitan prescripción médica. Los consumidores poco pueden hacer (aparte de solicitar a los médicos que les prescriban genéricos, y de pedir en las farmacias los productos sin receta por su principio activo y no por su marca comercial), ya que fundamentalmente consumen lo que el médico les receta. Para vencer la desconfianza que podrían mostrar los consumidores hacia los genéricos se necesita una eficaz labor de información a los usuarios, si se quiere generar una cultura de ahorro y racionalidad en el consumo de medicamentos.
Veamos algunos ejemplos de medicamentos genéricos, y comparemos su precio con el de los de marca conocida. En la lista que sigue se cita en destacado el nombre del principio activo. La sigla EFG significa “Especialidades Farmacéuticas Genéricas”.
- Fluoxetina Muy utilizado en el tratamiento de la depresión. Prozac, elaborado por el laboratorio Lilly y Dista, cuesta 4.976 pesetas. Precio de los genéricos: -Fluoxetina Bayvit EFG, 3.724 pesetas -Fluoxetina Ratiopharm EFG, 3.728 pesetas -Fluoxetina Normon EFG, 3.733 pesetas
- Amoxicilina Antibiótico de amplio uso Clamoxyl, del laboratorio Smithkline Becan, cuesta 537 pesetas Precio de los genéricos: -Amoxicilina Ratiopharm EFG, 404 pesetas
- Famoditina Antiulceroso. Fanox, producida por el laboratorio Lesvi, cuesta 2.995 pesetas Precio de los genéricos: -Famotidina Ratiopharm EFG, 2.271 pesetas
- Dicoflenaco Antiinflamatorio indicado para reumatismos, gota y artrosis. Dolotren, del laboratorio Faes, cuesta 945 pesetas Precio de los genéricos: -Dicoflenaco Géminis Reard EFG, 865 pesetas
Hace poco más de dos meses, se hicieron públicas ciertas disposiciones del Gobierno central para reducir el gasto en medicamentos, entre las que figura la promoción el uso de genéricos e incentivar su venta en las farmacias. Para conseguirlo, el margen de estos establecimientos aumentará en los genéricos desde el 27,9% habitual hasta el 33%. Pero la tradición en el consumo de genéricos es todavía escasa en nuestro país y, como en otros productos, la marca del fabricante y su prestigio influyen sobremanera en todos los eslabones de la cadena: farmacéuticos, médicos y consumidores. Hace ya tres años que pueden adquirirse genéricos, pero sus ventas no representan siquiera el 2% del gasto farmacéutico total. En Alemania alcanzan el 20% y en Dinamarca aún más, el 27%, con el consiguiente ahorro para los consumidores y para las arcas públicas.
Actualmente, más de setenta laboratorios de todo el mundo fabrican este tipo de medicamentos. Las grandes empresas farmacéuticas cuentan con subdivisiones que, dentro de la compañía y aunque con otro nombre, se dedican a la fabricación exclusiva de genéricos. Estos preparados ofrecen una garantía equivalente a la del fármaco original, y se presume que liberalizarán en cierto grado el mercado farmacéutico e incluso, según algunas opiniones, impulsarán una nueva competencia que incentivará el desarrollo de nuevos productos y fomentará la investigación. Alemania y Reino Unido, que gozan de una consolidada cultura de consumo de medicamentos genéricos, pueden presumir de las mayores inversiones en Investigación y Desarrollo (I+D) en el sector farmacéutico.