En los niños comienza a detectarse cierto estrés ¿A qué es debido este fenómeno?
El estrés escolar es propio de los países desarrollados y tiene que ver con las normas de convivencia familiar; el modelo de relaciones sociales y profesionales imperante; el sistema de horarios, exigencias, premios y castigos, instaurado en los ambientes intencionadamente creados para educar, como es el caso de la escuela y el tipo de relación existente entre el centro escolar y la institución familiar, fundamentalmente. Por ejemplo, la escuela puede quedar lejos del hogar y hay que tomar el autobús o ir en coche; los niños han podido dedicar demasiado tiempo a ver la televisión y menos tiempo a dormir, jugar y desahogarse con amigos y familiares; en clase, cada alumno ha de labrarse su lugar a la sombra; aprender es importante para ser querido y valorado pero para querer aprender, y aprender bien, se precisa ser centro de atención, ensayar, recibir aprobación por el esfuerzo (no sólo, ni ante todo, por el esfuerzo que lleva al éxito) y corrección afectiva y efectiva por el error, y ver confluencia (escolar, familiar y social) en un pequeño núcleo de valores y normas que dan pocas pautas pero claras para orientar la conducta infantil.
¿Qué influencia tienen en todo esto la televisión y las nuevas tecnologías?
Faltan principios sólidos y confluyentes; la televisión e Internet ofrecen un mundo fácil y bobo que más bien embota la mente en lugar de estimular la búsqueda y el trabajo gratificante; los padres andan ocupados; los profesores evitan comprometerse en responsabilidades “no docentes”, …el niño puede convertirse en carne de cañón. El estrés tiende a cebarse en los más débiles y en los que se sienten menos comprendidos y apoyados.
Usted es especialista en alumnos superdotados, ¿cuál debe ser la actitud de los padres ante un hijo con esas características?
La misma que con otro hijo pero adaptada a la singularidad del caso. Todo hijo precisa amor, apoyo y estímulo. Hay que perder el miedo a ser desbordados por el hijo (o el alumno) o a que sean desgraciados por ser diferentes. El superdotado tiene gran inteligencia pero no tiene la experiencia y perspectiva del adulto; debemos confiar en ellos, respetar sus necesidades de tiempo personal, su modo singular de aproximarse al conocimiento y apoyarles. Darle oportunidades de conocer y de fantasear, vigilar amorosamente para que desarrolle buenos hábitos de trabajo y de relación con los otros, fomentar intereses como la lectura, la música, el coleccionismo, la informática¿ Mirar las cosas de frente y con naturalidad y prevenir los problemas. Si surgen, afrontarlos. No agobiarles con deseos adultos no logrados ni con metas demasiado elevadas. Tienen derecho al error. La atención más personalizada a estos alumnos y a todo alumno debe entenderse como igualdad de oportunidades y como educación para la excelencia personal y social. Los alumnos con medios privilegiados tienen oportunidades para compensar las carencias de la escuela y para hacer aflorar su talento; el desarrollo de la capacidad de los menos favorecidos depende, en mayor medida, de la calidad de la escuela. Una educación de calidad es la que promueve la excelencia del alumno.
Pero ¿es problemático que un niño sea superdotado?
En principio, no. Son niños normales con un desarrollo cognitivo más precoz, que favorece el que aprendan a mayor ritmo, con mayor profundidad y amplitud que sus compañeros y hermanos de edad similar, sobre todo si trabajan en temas que atraen su interés y encuentran en profesores y padres el apoyo y estímulo adecuado. Que puedan aprender con buen ritmo y calidad no quiere decir que lo logren. La educación es un asunto complejo. Los superdotados son chavales con menos problemas que la mayoría, lo que ocurre es que no es un grupo homogéneo, y algunos de estos chicos tienen o pueden llegar a tener problemas de diverso tipo y gravedad. Hablar de superdotados y normales, es una primera forma de diferenciar entre las características que concurren en estos dos grandes grupos y tiene su fundamento y sentido. Sin embargo, es demasiado simple. La alta capacidad encierra manifestaciones múltiples y complejas no fácilmente observables en todos los casos. Hay alumnos muy creativos; otros muestran altos intereses científicos e inteligencia; otros destacan en un ámbito particular. Algunos manifiestan tempranamente la capacidad y el interés, otros la manifiestan más tarde y algunos no llegan a manifestarla y se evidencia a raíz de algún estudio por fracaso escolar, por ejemplo. Además, el ritmo y el nivel del desarrollo puede ser más o menos homogéneo en los distintas facetas o puede aparecer con fuertes crestas y valles. Hay chavales con una inteligencia tan extrema que están expuestos a problemas sociales y emocionales; suelen ser poco queridos por compañeros y profesores; no aprenden a desarrollar hábitos de trabajo y su trayectoria escolar puede ser difícil y hasta desastrosa.
¿Hay diferencias entre chicos y chicas?
A veces se dan fenómenos que propician la aparición de comportamientos curiosos. Por ejemplo, en la adolescencia las chicas muy capaces tienden a retirarse de la primera fila y prefieren disfrutar de un buen pasar social antes que ser objeto de envidias y rechazos ocultos o manifiestos. En ocasiones, toman decisiones irreversibles para su futuro. Durante su juventud, las chicas viven con especial sensibilidad la cuestión de su dedicación absorbente al trabajo o, si es el caso, a la familia y a la maternidad, como mejor se pueda.
¿Los superdotados obtienen mejores calificaciones académicas?
Como grupo sacan mejores notas que los chicos normales y son buenos alumnos. Pero hay subgrupos que fracasan en la escuela y otros que logran un rendimiento mediocre para la capacidad que poseen. Las diferencias humanas son una realidad y la escuela tiene que considerarlo en sus previsiones docentes. Atender la baja capacidad no es compasión sino previsión, y es exigible a una sociedad avanzada y democrática; atender la capacidad media y alta es atender el derecho de todo alumno a ser educado de acuerdo con sus necesidades específicas. No es elitismo. Es educar para la excelencia personal y social, porque se trata de enseñarles a colaborar, a comprometerse con los demás, a ser exigente consigo mismos y a disfrutar con el trabajo. No son los más aplicados cuando el estudio se convierte en algo aburrido y repetitivo. Estudiar para aprobar carece de sentido para estos alumnos, aunque les agrada que se reconozca su capacidad. Estudian para saber, comprender, dominar, crear y proyectar. El fracaso se produce porque se les acostumbra a vivir de las rentas, se castiga su originalidad y capacidad, no se le exige de acuerdo con sus recursos. Algunos centros y padres entienden que ser exigente y sobresalir es sinónimo de falta de solidaridad con el que destaca menos. Asumir la diferencia y respetarla debe ser válido para todos.
¿Cómo hay que afrontar la educación de los niños superdotados, tienen que ir adelantados en los cursos, necesitan profesores especiales¿?
No hay un modelo único. Precisan la misma educación que el alumno ordinario pero a un nivel más avanzado, puesto que su desarrollo es mayor. Una educación estimulante, que fomente el aprendizaje autónomo y les plantee retos intelectuales, que fomente el establecimiento de relaciones entre los conceptos, el trabajo cooperativo y el esfuerzo individual; que les enseña a pescar porque les muestra el núcleo y los nervios del conocimiento y las estrategias para elaborarlo y crearlo. Se habla de tres modelos: aceleración, enriquecimiento y agrupamiento por capacidad con distintas variantes. Por lo demás, varían los propios alumnos y cambian sus necesidades a lo largo del desarrollo. En preescolar y primaria lo más extendido es el enriquecimiento del currículo (del contendido a enseñar, del método de enseñanza y del producto a exigir) bien en el aula ordinaria o en aula especial; el agrupamiento por capacidad, los grupos de interés, el trabajo independiente, la aceleración parcial, la tutoría entre iguales, son formas complementarias. Pero siempre habrá excepciones. La aceleración total del curso es una, y desde 1996 está regulada en nuestro sistema y es bastante empleada.