Los expertos nutricionistas de EROSKI CONSUMER responden
Como fruta por las mañanas en el trabajo, la pelo la noche anterior y la meto en un táper en la nevera. Al día siguiente está unas cinco horas fuera de la nevera hasta que puedo comerla. ¿La fruta pierde nutrientes o vitaminas en ese tiempo?
Cortar y pelar la fruta reduce su aporte de fibra y de algunas vitaminas, la parte de estos nutrientes próximos al corte, pero no los que se concentran en el interior del alimento. La clave a la hora de pelar la fruta está en hacerlo lo más finamente posible para perder lo mínimo. La temperatura a la que se conserva la fruta influye más en su textura y apariencia que en su valor nutricional. No obstante, lo más recomendable si van a pasar tantas horas es conservarla lo más fresca posible, tal vez dentro de un tuper en la repisa de la ventana en las mañanas frías, y pelarla poco antes de comerla.
He leído que la acidez de estómago se combate con la ingesta de alimentos alcalinos y la reducción de los que son ácidos.
Hay alimentos que resultan irritantes de la mucosa gástrica, y si esta ya está irritada pueden favorecer la secreción de más ácido clorhídrico, responsable en parte de las dolencias estomacales y de la úlcera gástrica. De hecho, tomar un poco de bicarbonato (alcalino) suele resolver de manera inmediata y eficaz la sensación de acidez de estómago, aunque no se ha de convertir en el recurso habitual para curar la acidez. El café -también el descafeinado-, el té concentrado, los alimentos muy ácidos como vinagres, encurtidos, ciertas salsas y zumos, las especias fuertes o los alimentos y platos muy condimentados, grasos y especiados, las frituras y guisos muy grasientos, son irritantes de la mucosa gástrica y conviene evitarlos en caso de malestar de estómago. Las frutas que no dan problemas en general son las frutas más neutras como las manzanas, peras bien maduras, cocidas, asadas o en compota.
No hay consenso científico en relación a una clasificación de alimentos alcalinos y/o ácidos, en parte porque la acidez o alcalinidad del medio se debe no solo a la alimentación, sino también a otros factores como el metabolismo individual, el estrés, la capacidad respiratoria, el hábito tabáquico, etc. Estos factores, entre otros, pueden aumentar la acidez del medio, lo que predispone a sufrir malestar y enfermedades.
ABC de la nutrición: Dioxinas
Las dioxinas son compuestos químicos muy tóxicos obtenidos por diversos procesos industriales como la combustión. Estos compuestos se depositan en los suelos, se acumulan en el medio ambiente y pasan a la cadena alimentaria. En los humanos, cerca del 95% de la exposición total de dioxinas se produce a través de los alimentos. Hay algunos que acumulan más dioxinas, como los alimentos grasos (leche y derivados grasos, mantecas, mantequillas…), el hígado de los animales, las carnes y ciertos pescados (los más grasos). Los efectos a medio o largo plazo de las dioxinas son muy nocivos, por sus potenciales acciones teratogénicas (malformaciones en el feto) y carcinogénicas (aparición de tumores malignos). Desde el punto de vista legislativo se han establecido niveles máximos para las dioxinas en productos alimenticios. En la práctica, la mejor fórmula para evitar una ingesta excesiva de dioxinas es seguir una dieta variada, que incluya los alimentos más problemáticos en su medida justa, en equilibrio con otros componentes de la dieta. Así, se reduce su ingesta a mínimos tolerables para el cuerpo humano.
Aditivos alimentarios: ¿causa de obesidad y diabetes?
La diabetes es una enfermedad frecuente y crónica que empieza a afectar de manera preocupante a los niños. A su vez, la prevalencia de la obesidad entre los pequeños y los adolescentes se ha triplicado a nivel global, de casi un 5% a aproximadamente un 15% desde la década de 1960. La opinión generalizada es que comer en exceso alimentos ricos en calorías, sobre todo una dieta alta en grasas y azúcares, junto con un estilo de vida inactivo son las principales causas de la obesidad. Así, se incrementa la concentración de lípidos circulantes y de citocinas, indicadores de inflamación e inductores de resistencia a la insulina. La obesidad y la resistencia a la insulina se cree que son los precursores de la diabetes en aproximadamente el 20% de los sujetos. El tratamiento estándar actual para la diabetes incluye dieta, ejercicio junto con fármacos que aumentan la insulina circulante en un esfuerzo para superar la resistencia de la insulina.
La doctora Corkey, exdirectora del Centro de Investigación de la Obesidad en el Boston Medical Center, sospecha que los aditivos alimentarios y otros factores ambientales juegan un papel relevante en los cambios bioquímicos que conducen a la diabetes. Su investigación sugiere que los monoglicéridos (un tipo de emulsionantes muy común en numerosos productos procesados entre ellos pasteles, bollería y repostería, masas…) y la sacarina (edulcorante artificial) estimulan las células beta del páncreas para producir insulina en horas inadecuadas. Esto conduce a una situación de hiperinsulinemia, es decir, cantidades elevadas de insulina circulante en sangre derivan en un mal funcionamiento de los receptores de insulina y las células son menos capaces de absorber la glucosa de la sangre. La eliminación lenta de la glucosa conduce a diabetes.
Deliciosa y antioxidante granada
Los granos jugosos, crujientes y dulces de la granada esconden en su llamativo color un cúmulo de sustancias que ejercen acciones antioxidantes y antinflamatorias. Destacan entre sus compuestos activos los polifenoles antioxidantes, los taninos y los antocianos. Estos últimos son los pigmentos que colorean la pulpa y le dan el tono granate tan característico de esta fruta de invierno. La ciencia ha comprobado cómo las sustancias antioxidantes son más cuantiosas y más activas cuando la fruta se transforma en zumo, ya que estos compuestos complejos se transforman en otros más simples y biodisponibles.
- Propiedades antioxidantes: El contenido en compuestos fenólicos del jugo de granada supera al té verde, referencia en este tipo de compuestos antioxidantes. El más abundante de estos compuestos es el ácido elágico que ha demostrado en la investigación el potente efecto antioxidante para combatir la acción dañina de los radicales libres.
- Efectos antitumorales: Diversos ensayos clínicos muestran una amplia gama de aplicaciones clínicas para el tratamiento y prevención de cáncer y de otras enfermedades en las que la inflamación crónica desempeña un papel esencial en su desarrollo. En humanos, el extracto de granada y su jugo ha demostrado que inhibe el crecimiento de las células cancerosas del cáncer de próstata humano.
- Recetas con granada: Lo más habitual es comer los granos de granada sueltos a modo de fruta, aunque se pueden añadir a las ensaladas. Los zumos de granada que suman antioxidantes y vitaminas son los que se mezclan con zumo de naranja o de mandarina, ambas frutas de temporada.
Evitar la anemia por falta de hierro
La anemia ferropénica, por falta de hierro, es la deficiencia nutricional de mayor prevalencia. El cansancio excesivo, la fatiga y debilidad o la dificultad respiratoria son síntomas propios. Hay maneras sencillas y asequibles de hacer frente a la anemia en caso de que esta se deba a una alimentación desequilibrada y complementar así el tratamiento médico. Son las que siguen:
Aumentar la absorción del hierro de los alimentos. Hay que acompañar el consumo de alimentos vegetales ricos en hierro con otros ricos en vitamina C. Los vegetales más ricos en hierro son los frutos secos, las verduras de hoja verde, las legumbres y los germinados, que se pueden comer junto con frutas cítricas, hortalizas como el tomate y los pimientos o verduras como las coles.
No mezclar determinados alimentos. Hay ciertos nutrientes que dificultan la absorción del hierro no hemo (el de los vegetales) como fitatos, oxalatos y taninos, además del calcio. Algunos consejos prácticos para optimizar el aprovechamiento de este mineral son los siguientes: no es buena combinación tomar un té o un café con leche junto con un complemento de hierro como tampoco lo es tomarlo después de comer, porque se reduce el aprovechamiento del hierro alimentario.