Los expertos nutricionistas de Eroski CONSUMER responden
Tengo intolerancia a la lactosa. He oído que los quesos semiduros y duros no contienen lactosa y por lo tanto los podría tolerar. Los quesos untables al tener el fermento ácido también se pueden consumir. ¿Es todo correcto?
Los quesos semiduros y duros contienen lactosa en pequeñísimas cantidades, razón por la cual puede tomarlos con tranquilidad. En cuanto a los quesos untables, sucede algo similar. Aunque su contenido en lactosa es un poco mayor, no supondrán mayor problema, debido a que la concentración de lactosa sigue siendo baja. Para que se haga a la idea, un vaso de leche aporta unos 12 g de lactosa, un helado de vainilla contiene unos 10 g y una típica ración de yogur, unos 4 g. Sin embargo, una ración de queso aporta entre 0,1 y 0,8 g de lactosa, y una cucharadita de mantequilla aporta solo 0,1 g. Es importante tener en cuenta que una persona con intolerancia a la lactosa puede tomarla, pero debe hacerlo en pequeñas cantidades, a diferencia de alguien que padece una alergia a la proteína láctea, que debe evitar incluso pequeñas cantidades de lácteos. No se olvide, en cualquier caso, de recordar que los quesos contienen mucha grasa. A modo de ejemplo, un vaso de leche entera contiene aproximadamente un 5% de grasa. En quesos como los que usted describe la cifra puede ser superior al 50%.
¿Hay alguna edad en la que es recomendable empezar a tomar complementos vitamínicos, en especial de calcio y omega 3?
La respuesta es que no, no hay ninguna edad a la que sea recomendable tomar esa clase de suplementos. La última revisión sobre los suplementos de calcio la llevó a cabo el organismo americano “United States Preventive Services Task Force”, un panel independiente de expertos en atención primaria y prevención que revisa sistemáticamente la evidencia de la efectividad de diferentes intervenciones. Según esta entidad, no está justificado dar suplementos de calcio para prevenir las fracturas. De hecho, los suplementos de calcio pueden ser incluso perjudiciales, razón por la cual hay que reservarlos para cuando están médicamente indicados (Ej.: pacientes con osteoporosis correctamente diagnosticada). En tal caso, se debe seguir la prescripción del médico tanto en cuanto a dosis como en cuanto a duración. Por lo que respecta a los suplementos de omega-3, a día de hoy está bastante claro que no sirven para prevenir enfermedades crónicas. Aunque no parecen tener efectos adversos, su uso no está justificado, como se puede comprobar en una revisión sistemática de la literatura científica publicada en septiembre de 2012 en la prestigiosa revista JAMA.
ABC de la nutrición: diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 es una enfermedad que tiene mucho que ver con la alimentación. Cuando se desencadena, el organismo no puede aprovechar bien la glucosa que aportan los alimentos. Como consecuencia, los niveles de glucosa (azúcar) de la sangre se elevan por encima de lo normal. Dichos niveles los regula una glándula llamada páncreas, que segrega una hormona (insulina) que ayuda a que la glucosa entre a las células corporales y puedan obtener energía. Quien padece esta patología no produce suficiente insulina, o bien no puede usarla de forma eficiente. En cualquier caso, la glucosa permanece en la sangre. Ello puede causar enfermedades cardíacas, entre otras dolencias. Una correcta alimentación puede prevenir gran parte de los casos de diabetes tipo 2, pero también es importante controlar el peso corporal (esta patología suele afectar más a personas con sobrepeso u obesidad) y realizar ejercicio físico a diario.
La neofobia alimentaria infantil parece ser hereditaria
En octubre de 2013 el portal del Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación (EUFIC) se ha hecho eco de un estudio publicado en la revista The American Journal of Clinical Nutrition en relación a las influencias genéticas y ambientales en la neofobia alimentaria en niños, el rechazo instintivo que muestran algunos niños a probar nuevos alimentos. La investigación, que evaluó a 5.390 parejas de gemelos, concluye que esta condición “es altamente hereditaria”: cerca del 80% de las variaciones observadas en los casos de neofobia se deberían a una fuerte influencia de causas genéticas. Estos datos suman argumentos a favor de la paciencia con la que deben abordar los padres la alimentación de sus hijos. El profesor David Benton considera que no está bien clasificar a los niños que muestran neofobia como “malcomedores”. Benton, en una revisión publicada en la revista International Journal of Obesity and Related Metabolic Disorders (julio de 2004), insistió en que se trata de una condición que desaparece con el tiempo. Numerosos estudios muestran que insistir a los niños para que coman genera aversiones que pueden perdurar a lo largo de toda la infancia, y es por ello que el Comité de Nutrición de la Academia Americana de Pediatría define el apetito del niño con las palabras “errático” e “impredecible”. La paciencia, por tanto, debe ser la estrategia de base a la hora de enfocar la alimentación de los más pequeños
Consejo del mes: menos alimentos procesados
El Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) incluyó un informe, coordinado por el Profesor Jordi Salas Salvadó, que consideró que los nutrientes que se asocian más al aumento del riesgo de padecer enfermedades crónicas (consumidos por encima de las recomendaciones nutricionales establecidas) son los ácidos grasos saturados y trans, los azúcares y la sal. En el documento se especificó que la principal fuente de dichos nutrientes son los alimentos transformados, bien por su contenido real en tales nutrientes, o bien porque la frecuencia de consumo de dichos alimentos por parte de la población es muy alta.
Hay datos que señalan que más de la mitad de las calorías consumidas por la población española provienen de alimentos “altamente procesados”. Así lo mostró una encuesta publicada en la revista European Journal of Clinical Nutrition en la edición de noviembre de 2009. Los hábitos de los españoles no han mejorado desde 2009 hasta la fecha. Es momento, por tanto, de recuperar una dieta basada en el consumo de alimentos frescos y poco elaborados. Las frutas, las hortalizas, las legumbres y los frutos secos permiten cumplir esta pauta. Hacer que sean apetitosos es cuestión de imaginación, pero también de hábito.
Consejo del mes: no es lo mismo la fibra de los alimentos que la de las pastillas
Cada vez se publican más estudios que demuestran que las dietas ricas en fibra dietética protegen de una larga lista de enfermedades crónicas. La fibra dietética es una sustancia que forma parte de las paredes celulares de los alimentos de origen vegetal tales como frutas, hortalizas, cereales integrales, legumbres y frutos secos. A modo de ejemplo, un estudio publicado en 2008, que siguió durante 40 años a 1.373 varones, concluyó que por cada 10 gramos adicionales de fibra dietética ingerida se reducía la mortalidad coronaria un 17% y la mortalidad total un 9%. Una investigación más reciente (mayo de 2012), publicada en la revista American Journal of Clinical Nutrition, y llevada a cabo con población europea, incluso observó que la ingesta de fibra dietética podía proteger de la mortalidad. Pero ¿esto sucede también al ingerir suplementos de fibra? Si así fuera, bastaría con tomar pastillas con fibra para prevenir la mortalidad. No obstante, la mayoría de estudios han evaluado el efecto de aumentar la ingesta de alimentos ricos en fibra y no el provocado por la suplementación con fibra. Es más, los estudios que han investigado los efectos que ejercen los suplementos a base de fibra en la salud muestran resultados muy modestos si se comparan con los producidos al ingerir alimentos ricos en fibra. No extraña, por tanto, que todos los organismos sanitarios de referencia, como la Organización Mundial de la Salud, aconsejen tomar la fibra dietética a partir de alimentos, no de suplementos.