Grafología

Lo que desvela nuestra escritura

Aunque la grafología está cuestionada como ciencia, sí está admitido su valor para analizar rasgos de la personalidad
1 noviembre de 2005
Img miscelanea

Lo que desvela nuestra escritura

La grafología es una técnica que, valiéndose del análisis de la escritura, permite conocer la personalidad de un individuo. Algunas corrientes le confieren estatus de ciencia, otras rechazan de plano esta catalogación. Sin entrar en la polémica, sí existe acuerdo en que posee pautas científicas que rigen el análisis de un especialista y le permiten definir cualidades generales de carácter y aspectos de conducta. Su aplicación está tradicionalmente ligada a la psicología, pero también se ayudan de ella los departamentos de Recursos Humanos de las empresas, que analizan la escritura y la firma para añadir datos al perfil de un trabajador, la rama neurológica de la Medicina -el análisis de manuscritos de un paciente sirve de ayuda en la detección, grado y desarrollo de algunas patologías- y, por supuesto, los forenses, tanto clínicos como policiales, porque la letra, como las huellas dactilares, es única e inimitable.

Una herramienta auxiliar

La fiabilidad del estudio grafológico depende de que se logre aislar de la adivinación con la que se mezcla en demasiadas ocasiones, y de que ofrezca conclusiones que, efectivamente, ayuden a conocer al autor de la letra. La tarea es ardua pues la materia con la que se trabaja, la escritura, es muy sabrosa para que parlanchines la hagan objeto de sus adivinaciones. Cualquier manual que aluda a la grafología estará de acuerdo en que la escritura redonda corresponde a personas tranquilas y pasivas, o en que una firma legible es la de un sujeto responsable pero soberbio. Estos rasgos responden a los arquetipos que, desde Platón, filósofos y estudiosos del ser humano vienen utilizando para clasificar personalidades, así como a los temperamentos definidos por Hipócrates.

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No obstante, son muchos más los rasgos a estudiar, y muchas las variantes que tienen que llevar a concluir que la grafología resulta oportuna y útil. Y es que las conclusiones grafológicas no se limitan a enumerar variantes de tipos de letras, sino que se ayudan de su análisis para perfilar caracteres y poder describir a una persona. Por eso, los especialistas serios en grafología parten de una rama científica y suelen ser neurólogos, psicólogos, filósofos o psiquiatras que hacen de ella una herramienta auxiliar con la que atender a un paciente. De hecho, las asociaciones nacionales e internacionales de grafoanalistas se han dotado de un código deontológico que, entre otras reglas, recoge la de “abstenerse de impartir enseñanzas de prácticas mánticas (adivinatorias), para evitar la confusión producida por la unión de lo científico con lo opinable y el consiguiente descrédito y falta de seriedad que tal proceder ocasiona a la profesión de grafólogo y a la ciencia a la que éste sirve”.

¿En qué basa su oportunidad y su utilidad?

La grafología estudia la escritura manuscrita. Es esencial que las letras salgan del acto de escribir con bolígrafo o pluma y no con lápiz, pues este último disimula los rasgos al entorpecer el movimiento del que resultan. La grafología también puede analizar dibujos a modo de símbolo. Un ejemplo es el Test del Árbol desarrollado por el neurólogo Koch en los años veinte, convertido hoy día en un recurso habitual de la psicopedagogía, sobre todo en las escuelas primarias.

Los especialistas serios en grafología suelen ser neurólogos, psicólogos o psiquiatras que hacen de ella una herramienta auxiliar

Pero son dos las áreas en que la grafología resulta especialmente útil: el peritaje y el psicoanálisis en su concepción más amplia. Magistrados, bancos y policías se sirven de la evidencia de que cada escritura es diferente. De este modo, si precisan asegurarse del autor de una firma o encontrar huellas en manuscritos, se valen del análisis gráfico de documentos y de comparaciones de rúbricas realizadas por peritos, que llegan a ofrecer pruebas concluyentes. Menos objetiva, pero también muy valiosa, es la analítica de la grafía, que ayuda a definir la psique de una persona, tanto para descubrir patologías como causas de comportamientos, etc.

¿Cómo se lee en las letras?

/imgs/20051101/misce2.jpg Han sido sobre todo filósofos alemanes y doctores franceses los que más se han preocupado en investigar la grafología, creando teorías y probando hipótesis, para superar impresiones subjetivas y ofrecer leyes objetivas. Así, se ha concluido que para poder definir los rasgos de un sujeto desde su escritura, un análisis grafológico ha de tener en cuenta a la persona que escribe y la situación en la que lo hace.

La persona posee un temperamento, un carácter, unos genes, un sistema nervioso, un género y edad que determinan por sí una forma de ser.
La situación en la que se escribe, como factores ambientales, sociales, escolares, familiares, culturales e incluso estados transitorios, determinarán el resultado de la escritura.

En un estudio en profundidad se analiza el orden del escrito, la distancia entre renglones o la cercanía a los márgenes, entre otros aspectos, para conocer la estructura mental de un sujeto. También se estudia el tamaño de la letra, que guarda relación con el nivel de autoestima y el grado de expansión del sujeto; la inclinación de las letras, para saber en qué medida la persona se relaciona con los demás; la dirección de las líneas, para encontrar la estabilidad emocional; la presión con que se imprime la grafía, para evaluar el nivel energético de una persona; la rapidez de la escritura, que desvela las reacciones de un individuo ante distintas situaciones que se le plantean; la continuidad, es decir, el grado de unión o separación de las letras y de las palabras, lo que permite conocer el nivel de constancia y regularidad de un individuo en su actividad, vida afectiva y pensamientos; y por último, la forma o estructura general de la escritura, que da cuenta del comportamiento cultural, ético y moral.

¿Qué cuenta nuestra firma?

Si analizar la escritura se toma en ocasiones como un juego, la firma sirve más, si cabe, de comodín para elucubraciones e infundados análisis seudopsicológicos. Los estudios serios de la firma se utilizan, en la mayoría de las ocasiones, para realizar peritajes a entidades financieras de tarjetas de crédito o para verificar documentos de carácter legal, con el exclusivo objetivo de certificar la autoría legítima de una rúbrica. Deducir de ella rasgos conclusivos de una psique es demasiado superficial, aunque sirve como un elemento más al efectuar un grafoanálisis serio.