¿El certificado de eficiencia energética de viviendas se aplica de forma correcta?
Debería estar en vigor desde 2007 y su aplicación ha sido casi nula hasta muy recientemente. Las comunidades autónomas deciden sobre la certificación en su territorio. Algunas obligan a un registro presencial y en papel, otras por Internet, algunas cobran tasas más o menos elevadas, otras no, algunas inspeccionan los certificados registrados y otras casi se limitan a ponerles un sello y archivarlos.
Hay quien afirma que es un gasto burocrático inútil más para los consumidores.
Es una oportunidad fantástica para saber cómo reducir el consumo energético de nuestra vivienda y mejorar nuestro confort y calidad de vida. El problema es que se ha comunicado mal y ha llegado cuando las economías familiares están ajustadas y recelan de cualquier gasto. Hoy nadie duda de que merece la pena tener electrodomésticos con clase energética A o bombillas de bajo consumo. Una vivienda tiene un gasto energético muchísimo más importante y en muchos casos dura toda la vida.
Muchas empresas y técnicos ofrecen estos certificados. ¿Quién puede realizarlos con garantías?
Prácticamente cualquier arquitecto o ingeniero y profesional que acredite una experiencia adecuada. En un colectivo tan grande, con una caída brutal de su trabajo, hay riesgo de que se tiren los precios y a la larga una calidad deficiente en muchas actuaciones.
¿Cómo puede un consumidor saber que le engañan?
Técnicos que no demuestran la titulación o experiencia exigidas, personas o empresas que certifican la vivienda sin visitarla, o precios anormalmente bajos son algunos indicios. Si faltan datos como la ubicación, año de construcción, características constructivas, estado de la vivienda y reformas sufridas, equipos de climatización y agua caliente sanitaria, la calificación final o las medidas para mejorar la vivienda también invitan a sospechar.
¿Cuánto debería costar?
Es difícil dar un precio medio porque depende del tipo de edificio o vivienda. Algunas estimaciones lo sitúan entre 250 y 300 euros. Se trata de aplicar el sentido común y un poquito de solidaridad vecinal que a la larga beneficia a todos: el certificado que necesita hoy un vecino puede hacernos falta en el futuro, y darnos información para mejorar nuestra vivienda y reducir su consumo. Por ley, antes o después, todos tendremos que hacerlo. Si nos ponemos de acuerdo en la comunidad para el edificio completo costará muy poco.
¿Qué fraudes se han detectado?
Es pronto para hablar de fraudes contrastados, pero hemos visto muchas ofertas y anuncios, especialmente en Internet, que intuimos que lo son. También hemos detectado empresas y asociaciones entre los certificadores y los ciudadanos que solo tratan de aprovecharse con métodos cuasi ilegales. Lo mejor es recurrir a algún profesional conocido o con referencias, preguntarle por su experiencia y pedirle pruebas. Los administradores de fincas pueden y deben jugar un papel muy importante al aconsejar profesionales.
¿Qué se debería hacer para que cumpla sus objetivos?
Lo primero es una campaña adecuada de información y sensibilización ciudadana. El IDAE debería recuperar su protagonismo. Los medios de comunicación pueden hacer una importantísima labor. Se deberían armonizar los procedimientos entre las distintas CCAA: Europa trabaja para tener una etiqueta única y aquí tenemos 17 diferentes. Los organismos competentes deberían inspeccionar los certificados emitidos, especialmente con calificaciones A o B. Los certificadores deberían acreditarse ante algún organismo oficial de control, e incluso cumplir una formación específica, como en otros países.
¿Cómo se mejora la eficiencia energética en casa?
Cambiar nuestros hábitos y utilizar bien los equipos. Siete de cada diez euros gastados en energía en el hogar se destinan a calefacción y refrigeración. La mayor parte se pierde porque mucha energía se escapa por defectos en la vivienda o ausencia de aislamiento. La mejor medida pasa por mejorar en la comunidad de vecinos el aislamiento de fachadas y tejados. De forma colectiva no tiene por qué ser costoso. Notaremos los beneficios desde el mismo minuto tras la reforma y aumentará el valor de la vivienda.
¿Y si no se puede de forma colectiva?
Podemos cambiar las ventanas primero en las habitaciones más frecuentadas. Una estancia orientada al norte en un clima frío puede mejorar mucho con unos paneles aislantes interiores y una placa de yeso laminado. La reforma dura una jornada, con un coste y una pérdida de espacio muy reducidos y pocas molestias.