Enciclopedias en Internet: ¿mejor que en papel?
Las enciclopedias y diccionarios, que hasta hace unos años se adquirían de forma general por suscripción y se pagaban en plazos mensuales, se están trasladando de manera gradual a Internet, desde donde se pueden consultar abonando una pequeña cuota e incluso de forma gratuita. En la actualidad, estos novedosos métodos de consulta de información conviven en los hogares y oficinas con los tradicionales ejemplares de tapa dura.
Los nuevos sitios de Internet para hacer consultas, tanto de datos como de conceptos o de su traducción a diversos idiomas, despiertan todavía los recelos de los usuarios acostumbrados a la referencia del ejemplar de papel, que viene avalado por las editoriales e instituciones que se encargan de editarlo.
Muchas de estas páginas se perciben como demasiado recientes e inestables como para contener datos fiables.
El usuario piensa, y en ocasiones tiene razón, que no tiene el mismo valor el resultado de una búsqueda manual en un diccionario de la Oxford University Press que el mismo realizado en la página de Internet de alguna empresa que no acredita conocimiento académico alguno, aunque haya desarrollado un programa eficiente. Es cierto que existen numerosas páginas de consulta y de diccionarios en la Red que están limitadas tanto desde un punto de vista académico como por su baja eficiencia. Pero en muchos otros casos las consultas en Internet son tan fiables como en el papel y, además, añaden una serie de ventajas.
Para empezar se debe analizar la cuestión del espacio. Desde un ordenador portátil se puede consultar cualquier dato en la Red. Para hacer lo mismo en papel se necesitan los 32 tomos de la Enciclopedia Britannica, los más de 100 de la Espasa o los 24 de la Enciclopedia Larousse. Al espacio le sigue la comodidad, ya que las consultas en Internet implican no tener que manejar pesados tomos de enciclopedias y diccionarios. También la rapidez en la consulta es una gran ventaja, porque para no pocas personas resulta molesto y engorroso tener que buscar página a página un determinado dato. Siempre y cuando, por supuesto, que el ordenador no esté apagado, porque esperar a que se encienda puede acabar con la paciencia más templada.
El usuario que aprenda a buscar encontrará en Internet todo tipo de información gratuita y organizada de un modo sencillo y eficiente. Sin embargo, también puede acceder desde su ordenador a enciclopedias de reconocido prestigio académico. La Britannica ha sabido ver desde un principio que debía adaptarse a las Nuevas Tecnologías y ha digitalizado sus contenidos en el portal Encyclopaedia Británnica (http://www.britannica.com).
Esta enciclopedia permite hacer consultas de primer nivel a cualquier usuario de forma gratuita, pero si se quiere profundizar mínimamente en la consulta hay que ser suscriptor. Los precios varían desde los 56 euros anuales hasta los 9,50 euros por un solo mes. El precio de la Britannica en papel ronda los 1.000 euros.
Entre las ventajas de la versión digital de la Encyclopaedia Britannica están los 75.000 artículos que posee, así como las animaciones e infografías que ayudan a su comprensión y que son imposibles en la versión de papel. Además, a diferencia de su hermana de tapa dura, los datos de la versión digital se actualizan con elevada frecuencia. El único problema que tiene para el usuario español es que esta íntegramente en inglés.
Un modelo parecido sigue el portal Encarta de la empresa Microsoft. Encarta se compra en las tiendas en soporte DVD, que luego se actualiza desde Internet. Tiene 41.000 artículos en español y cuesta cerca de 40 euros. El hecho de que Encarta se comercialice en soporte físico llama la atención porque, en general, los formatos CD-ROM y DVD tienden a ser sustituidos como soporte multimedia por las consultas en la Red. El ritmo de sustitución está en función del progresivo incremento del número de hogares conectados. Según el último ‘Barómetro del Consumidor 2005’ de la Fundación Eroski, el 43% de los españoles tienen en sus ordenadores acceso a Internet.
Todo sitio web cuyo nombre vaya precedido del prefijo ‘wiki’ es por definición comunitario, lo que quiere decir que cualquiera puede acceder a sus contenidos, modificarlos y añadir otros nuevos. Con esta filosofía participativa nació en 2001, y en Internet, la Wikipedia (http://www.wikipedia.org), la enciclopedia más grande jamás conocida.
Además de la enorme cantidad de información que alberga (más de un millón y medio de artículos, 800.000 de ellos en inglés y más de 74.000 en castellano), la principal característica de la Wikipedia es su origen popular. Ha sido construida a lo largo de sus cuatro años de vida por cientos de miles de usuarios que han ido introduciendo y editando artículos sobre los más variados temas. Otras cualidades importantes son que no hay que pagar por usar la Wikipedia, no hay que rellenar ningún formulario ni soportar ningún tipo de publicidad.
El único ‘pero’ que puede ponérsele es que ninguna autoridad académica avala lo que en ella se dice, por lo que es posible encontrar algunas inexactitudes en determinados artículos que reciben pocas visitas y revisiones. Para consultas a nivel superficial, e incluso de cierta profundidad en algunos temas, la Wikipedia es una buena opción.
También los diccionarios se han enchufado a la Red. En el ámbito del castellano, uno de los casos más ejemplares de adaptación a Internet es el del Diccionario de la Real Academia (DRAE). Desde su página se puede encontrar el significado de más de 100.000 palabras. Además, el DRAE ha creado una herramienta que permite consultar el diccionario con sólo pulsar el ratón. El DRAE online (http://www.rae.es) es completamente gratuito, mientras que su versión en tapa dura puede llegar a costar 136 euros.
Para los que deseen consultar la traducción de una palabra a otro idioma, una de las opciones más populares es Diccionarios.com (http://www.diccionarios.com). Se trata de un portal que permite búsquedas de todo tipo de palabras en castellano, así como de sus sinónimos. La búsqueda se puede hacer a partir de la palabra o desde aproximaciones si el usuario no la recuerda con exactitud. También dispone de un servicio que ofrece todas las formas posibles de un verbo. Incluye, además, un traductor español-inglés, inglés-español. Cuesta unos 20 euros anuales.
Wordreference (http://www.wordreference.com), es otro diccionario de Internet muy utilizado, ya que traduce palabras del inglés al castellano, al francés y al italiano. También actúa en sentido inverso y es totalmente gratuito.
Finalmente, si lo que se necesita es un traductor de textos completos, sin duda Babylon (http://www.babylon.com) es el mejor. Se trata de un programa de pago que trabaja en muchos idiomas.