El panorama económico, ¿da vértigo, pavor…?
Yo definiría la situación actual, siendo generoso, como complicada.
¿Y siendo realista?
Siendo realista, desde el punto de vista financiero, nos encontramos en el momento más difícil desde la Gran Depresión de 1929. Insisto, desde el punto de vista financiero. Es verdad que la economía real todavía se ha visto, y subrayo el todavía, poco afectada dada la gravedad de la situación financiera. Para la economía real la situación no es tan difícil como la crisis de 1973, que fue, sin duda, mucho más grave, pero todavía puede empeorar para la economía real porque las turbulencias financieras, insisto, son las más serias desde 1929.
Se ha pasado en pocos años de prestar dinero sin medida a una rigidez implacable. ¿Qué explicación se le puede dar al desconcertado consumidor?
Desde luego esto no es nada positivo. Lo que ocurrió a finales de los 90 y primer lustro de este siglo era que los tipos de interés eran excepcionalmente bajos. En España ha sido así porque el Banco Central Europeo vela por la economía de los 12 países del Euro. Como consecuencia de ello, los tipos de interés que podían ser acertados para Alemania, para Francia…eran excesivamente bajos para España. Resultado: ahorrar era muy poco rentable y endeudarse era extremadamente barato.
¿Se puede decir que el ciudadano español se ha comportado de forma irracional?
No, pero sí se ha comportado teniendo en cuenta una visión a muy corto plazo porque estaba claro que los tipos no iban a seguir a ese nivel tan bajo. Pero es que estaban prácticamente regalando el dinero. Si analizas la situación en el corto plazo, es fácil decir “me endeudo”; casas, coches, viajes… lo que haga falta.
Y los bancos, ¿no deberían haber tenido esa visión a largo plazo?
Pues sí, pero ocurría lo mismo. Los bancos se daban cuenta de que prestaran lo que prestaran y a quien lo prestaran se lo devolvían todo. No había grandes márgenes, pero si prestas mucho con márgenes pequeños tienes mucho negocio.
¿Y las instituciones no tenían que haber tomado cartas en el asunto? ¿no deberían haber aportado algo de cordura en esta situación?
Estamos en una economía capitalista de mercado, es verdad que con un papel significativo de reguladores, pero capitalista de mercado. El Banco de España ha lanzado múltiples mensajes de prudencia a la banca. Es verdad que podría haber hecho una intervención más enérgica y decir “ustedes no pueden prestar”, pero entonces qué se le hubiera dicho al Banco de España. El Gobierno podría haber eliminado las desgravaciones fiscales a la vivienda y habría frenado la venta. Ahora bien, qué se le habría dicho al Gobierno que lo hubiera hecho.
Cuando la economía se resiente, pasa a estar en el primer lugar de las preocupaciones de los ciudadanos en las encuestas. El interés es evidente, pero, ¿usted diría que el ciudadano medio entiende de economía?
No. Y debería ser más consciente de la realidad económica.
¿A quién corresponde esa responsabilidad?
Una parte de responsabilidad recae en los propios economistas, que, como otras profesiones, tendemos a explicar las cosas de forma compleja, otra puede recaer en los medios, pero yo creo que es una elección de los ciudadanos.
¿Cuánto hay de crisis económica real y cuánto de crisis de confianza en este momento?
Cada vez más real y menos de confianza. Es verdad que en los primeros estadios de esta crisis los indicadores de confianza de los consumidores caían más rápido de lo normal. Pero tal y como está evolucionando la situación financiera y la repercusión que puede tener en la economía real, cada vez hay más de real y menos de psicológica, por desgracia, porque ésta es más fácil de remontar.
Llama la atención el componente psicológico, subjetivo y, por tanto, impredecible, que tiene la economía.
Hay especialistas en el ámbito del análisis psicológico de los temas económicos y de las reacciones económicas. Pero es verdad que la economía tiene un componente psicológico muy importante. Si todos los ciudadanos pensaran que la crisis va a ser muy grave y el futuro fuera a ir muy mal y dejaran de consumir, el futuro irá muy mal porque el consumo es en Occidente el 60% como media del PIB.
Entonces, a su juicio, ¿el ciudadano debe seguir consumiendo para evitar que se agrave la crisis?, ¿cómo debe actuar ante ella?
El ciudadano debe ser responsable y pensar a medio plazo. Es decir, hay ciudadanos que no tienen por qué restringir su consumo ahora mismo, no deben porque tienen un trabajo fijo, una remuneración razonable, trabajan los dos miembros de la pareja… múltiples situaciones en las que se les permite seguir consumiendo de forma normal. Y hay otros ciudadanos que tienen que apretarse el cinturón, bien porque se han endeudado de más, bien porque han trabajado en sectores en los que se ha ganado mucho dinero y que ahora están en crisis, como la construcción y todo lo que lleva aparejado.
¿No resulta frustrante realizar tantos estudios y análisis con miles de cifras, datos, estadísticas para comprobar que una parte importante de lo que pueda ocurrir depende del miedo o la confianza?
Efectivamente, es uno de los traumas de la economía como ciencia. Por eso son tan importantes los indicadores de confianza y se les da tanta relevancia.
¿Qué es un indicador de confianza?
Es una encuesta en la que se pregunta cómo se percibe la situación económica respecto al período anterior y la previsión que se tiene sobre el futuro, a seis meses o un año. Son preguntas relativamente sencillas porque lo que se pretende es evaluar eso que los modelos no pueden captar, qué cree la ciudadanía que va a pasar. Los consumidores son el 60% del PIB, por tanto, lo que ellos crean, sea o no verdad, es muy importante.
El número de divorcios en España ha disminuido en el último año. ¿Las crisis económicas repercuten en las crisis personales?
Absolutamente. Es lógico que, si las posibilidades de empleo empeoran y la remuneraciones no suben, uno tenga menos posibilidades de iniciar una nueva vida. Y no hablo sólo de divorcios, también del abandono o no del hogar paterno…
Que aumente el consumo de comida rápida, el gasto en juegos de azar, el consumo de las marcas blancas… ¿indica que la sociedad ya ha interiorizado la crisis y trata de salvar los muebles como sea?
Sin duda.
¿El freno del consumo se debe a la incertidumbre sobre la situación económica o al agobio hipotecario?
Se debe a una restricción muy importante de liquidez por ambos motivos, en primer lugar porque los tipos de interés han subido y eso hace que no sólo las hipotecas sino también el resto de créditos representen una mayor carga. En segundo lugar, no olvidemos cómo está incrementándose el paro, y por tanto son muchas las personas que se están viendo privadas de su fuente principal de renta, más los autónomos: muchos de ellos no se reflejan en el paro, pero ha disminuido de forma muy notable el negocio que pueden realizar.
¿En qué medida la situación que se vive en España se debe al desarrollo inmobiliario desenfrenado en los últimos años?
Lo que ha ocurrido es que hemos tenido un modelo de crecimiento extraordinariamente desequilibrado donde, vuelvo a repetir, ni ciudadanos ni banca se han comportado de forma irracional, pero no han sabido ver más allá del corto plazo.
¿Los pilares de la economía española son, por tanto, más que de ladrillo, de barro, como dicen los analistas internacionales?
La verdad es que la variable clave en economía es la productividad y la variable que peor funciona en la economía española es, precisamente, la productividad. Hemos hecho algunas cosas muy bien, hemos mejorado los equilibrios macroeconómicos del servicio público; incluso de la inflación, aunque ahora volvemos a tener unos repuntes de cierta magnitud; hemos liberalizado en una buena parte la economía; pero en el ámbito de la productividad hemos avanzado muy poco, y sin productividad no hay competitividad. Eso nos deja en el medio y largo plazo con un problema serio.
La preparación es también otra de las rémoras que arrastra la economía española. ¿Ante la recesión, más formación?
Y cuando no hay recesión también. En educación reglada tenemos la costumbre de que cada Gobierno cambia el sistema educativo de arriba abajo. Esto es un desastre, yo no puedo entender cómo cuando se habla de pactos de Estado el de la educación no sea el primero. Además, dedicamos un 40% menos de la media de la OCDE a formar en el puesto de trabajo, por no hablar de que hay un problema de temporalidad en el empleo en España que, como todos sabemos, es más del doble que la media de la UE. Si tiene un empleo precario, qué incentivo tiene el trabajador a formarse y cuál tiene el empresario a formar a ese trabajador… Es verdad que hay sectores donde el empleo tiene que ser por necesidad temporal, sin duda, pero ¿una tercera parte del total? Eso no se puede mantener.
¿En qué medida repercuten y repercutirán en el ciudadano los efectos de esta crisis financiera?
De momento, está teniendo un impacto, en Occidente en general y en España en particular, muy claro y muy directo y es el acceso al crédito. Toda la economía occidental vive mucho del crédito: la economía estadounidense, la británica, la española y la irlandesa son los cuatro ejemplos más claros, que coinciden además con los cuatro países que han tenido un boom inmobiliario muy fuerte y con los países que más están sufriendo esta restricción del crédito. Y ya desde el punto de vista del ciudadano, es evidente que estamos percibiendo problemas para acceder al crédito de particulares y empresas.
Los millones de familias que sufren por el aumento constante del Euríbor, ¿a quién o quiénes deben echarles la culpa?
A ellos mismos. No ha habido nadie que haya obligado a ninguna familia española a endeudarse al nivel al que lo han hecho, algunas de ellas, más allá de lo razonable. Insisto, pensando en el medio o largo plazo. Ahora bien, debo matizar que son familias que no han recibido la información necesaria. En algunos casos, las entidades financieras -por desconocimiento o interés- no les han transmitido de una forma clara las implicaciones de ese endeudamiento y que esos tipos de interés eran mentir, que era el mínimo al que iban a llegar los tipos de interés en los 30-40 años de su hipoteca. El tipo normal en la zona Euro, y por tanto para España, se fija en torno al actual. Esta es la parte en la que los ciudadanos no son responsables. Pero para quienes sí se lo contaron o escucharon de boca de los expertos estas advertencias, la única responsabilidad es suya.
Y los conductores que compran gasolina muy cara cuando sube y menos barata cuando baja el precio del crudo, ¿a quiénes pueden responsabilizar?
Aquí hay una triple explicación. La primera es que las personas ven mucho más rápido el momento en que suben los precios que cuando bajan, por lo tanto hay un problema de percepción, no necesariamente real. La segunda es que las compañías son mucho más rápidas en repercutir al alza que a la baja, por el negocio. Y tercero, aunque yo soy de los que cree que el precio del petróleo ha bajado para quedarse, hay algunos analistas que creen que el precio del petróleo volverá a repuntar. Dado que las compañías están vendiendo un petróleo que procede del comprado tiempo atrás, hasta que no se consolide la bajada es razonable que no disminuya demasiado el precio de la gasolina y eso hay que tenerlo en cuenta. Lo que sucede es que si la bajada se consolida algún tiempo más no estará justificado que no se repercuta claramente sobre el precio. Pero sí es razonable conceder 2-3 meses de margen porque hay un debate entre los analistas en esta cuestión.
Decía que el 60% del PIB viene dado por el consumo. ¿El consumo excesivo es bueno, malo o regular para la economía?
Es malo si supone establecer desequilibrios. Si en una economía el consumo está creciendo al 10% anual porque la renta per cápita crece al 12%, el aumento del consumo no me preocupa. Eso tira de la economía. Pero si el consumo crece más allá de lo que la renta de los ciudadanos permite y repercute en la disminución del ahorro, eso es pan para hoy y hambre para mañana. En EEUU la tasa de ahorro personal es cero. Esto es insostenible; lógicamente cuando se tienen que reponer esos niveles de ahorro el consumo cae, y lo que ha sido exuberancia en un momento se convierte en crisis en el momento siguiente. Por tanto, es mejor mantener unos patrones de consumo dinámicos pero moderados que no épocas de fortísimo incremento para que luego se estanque, tanto por arriba como por abajo.