Alergias en el trabajo
La alergia al trabajo es una ocurrencia más o menos graciosa, pero la alergia en el trabajo es un problema real, que se agudiza además por el hecho de que muchos de quienes la padecen la ocultan por miedo a perder el empleo. Las enfermedades ocupacionales de origen alérgico o irritativo afectan a varios sectores profesionales, desde trabajadores de la construcción, pintores, panaderos, carpinteros, peluqueros, personal de limpieza, sanitarios hasta investigadores.
No obstante, en estos momentos el debate y la controversia están abiertos, ya que parte la comunidad científica considera asma ocupacional el que se origina en el trabajo, mientras que otra parte incluye bajo esta denominación los casos de asma que se agravan debido a las condiciones laborales.
La rinitis alérgica es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación de la mucosa nasal, obstrucción de los conductos nasales, estornudos, picor, secreciones, goteo nasal y, en ocasiones, pérdida del olfato. Si también afecta a los ojos se denomina rinoconjuntivitis. La rinitis alérgica suele ir asociada al asma; de hecho, entre el 20% y el 40% de los pacientes con rinitis sufren asma, mientras que entre el 30% y el 50% de los asmáticos padecen rinitis, según un estudio de Joaquim Mullol, coordinador de la Unidad de Rinología del Hospital Clínic de Barcelona.
La dermatitis de contacto es una reacción de la piel que se manifiesta en forma de eccemas, erupciones, inflamación de la piel, enrojecimiento, picor (prurito), formación de ampollas y, en los casos más graves, incluso de úlceras. Según el último informe “Alergológica 2005“, de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), los casos de dermatitis ocupacional se han duplicado en la última década en España, y se ha pasado de una prevalencia del 2,4% en 1992 a una del 4,2% en 2005.
De todas las inmunoglobulinas, la IgE se dirige contra parásitos y mintos (tipo de gusanos) y siempre aparece en niveles más altos cuando se produce una reacción alérgica. De hecho, en el suero de las personas alérgicas, sus niveles se aumentan entre un 70% y un 80%. Cuando no se produce esta reacción inmunológica, el asma, la rinitis y la dermatitis son de origen irritativo, es decir, se originan por el contacto directo con las sustancias tóxicas a las que es sensible una persona.
Las causas del asma y la rinitis ocupacional son las mismas. Se han identificado más de 300 agentes capaces de causar asma ocupacional, según un estudio coordinado por Ramon Orriols y publicado en “Archivos de Bronconeumología“, la revista oficial de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Entre los potenciales alérgenos se encuentran:
/imgs/20080701/salud3.jpg Los isocianatos, presentes en algunos plásticos, pinturas y en colchones de gomaespuma de la industria automovilística; suelen afectar a pintores y manipuladores industriales del sector.- Las harinas pueden causar alergia a panaderos y pasteleros por la presencia de ácaros, la enzima alfa-amilasa e, incluso, la soja.
- El ácido plicático de la madera puede provocar alergia entre los carpinteros.
- El pelo de los animales de laboratorio, como ratas, ratones y conejos, también puede causar alergia a los investigadores que trabajan con ellos.
- Los aerosoles y productos de limpieza son grandes fuentes de desarrollo del asma ocupacional. Un estudio europeo, publicado en 2007 en “American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine“, detectó que esta exposición es la responsable de asma ocupacional en uno de cada siete adultos.
- Y las sales de persulfatos, que contienen los tintes de peluquería, y otros agentes colorantes, como la henna roja y la henna negra, son responsables del asma ocupacional en profesionales de peluquería. Estos productos están considerados entre la tercera o cuarta causa de asma ocupacional.
Se han identificado más de 250 sustancias que pueden causar dermatitis ocupacional. Los trabajadores más vulnerables son los que están en contacto con polvos o líquidos, en concreto, los empleados de empresas metalúrgicas que trabajan con metales como el cobalto, el níquel o el mercurio, así como los de la industria conservera.
Asimismo, se ha detectado que los trabajadores que manipulan productos más agresivos pueden sufrir dermatitis más tempranas. Es el caso de los peluqueros alérgicos a los componentes de los tintes de peluquería. En cambio, los obreros de la construcción que trabajan en contacto con el cemento pueden desarrollar dermatitis ocupacional más tarde.
Mención aparte merece la alergia al látex, un problema que afecta a unas 800.000 personas en España, según la Asociación Española de Alérgicos al Látex. Se han censado más de 40.000 objetos de látex o que pueden contener alguno de sus componentes.
El sector más afectado es el sanitario. Guantes, sondas, tiritas, manguitos de tensión arterial, máscaras de reanimación y de oxígeno, esparadrapo o tapones de medicamentos, contienen esta sustancia. Diferentes estudios sitúan la hipersensibilidad al látex entre el 12% y el 16% en personal sanitario, mientras que en la población general la sitúan entre el 1% y el 3%.
El diagnóstico de la rinitis ocupacional sigue el mismo esquema que en el asma: historia clínica exhaustiva, análisis de sangre, pruebas cutáneas y pruebas de provocación controladas. El diagnóstico se puede completar con una rinomanometría, una prueba para comprobar cómo se obstruye la nariz, o un Peak-flow nasal, para observar si el flujo de aire pasa bien o no por la nariz.
En el de la dermatitis de contacto, el diagnóstico se efectúa en función de la apariencia de la piel, mediante la investigación de los antecedentes de exposición del paciente a un alérgeno y sometiéndole a una prueba epicutánea, que consiste en aplicarle parches con distintos alérgenos para determinar cuál es la reacción al cabo de unos días.
- Etiquetar correctamente todos los productos que entrañen un riesgo. En el etiquetado es obligatorio indicar cuáles son los componentes tóxicos, cáusticos o explosivos que contienen, así como adjuntar instrucciones que detallen de forma exhaustiva cómo deben manipularse y conservarse.
- Proporcionar al trabajador medidas preventivas, como cascos, guantes, uniformes (incluso, ignífugos, si son necesarios) y botas, dependiendo del tipo de trabajo y sector y de acuerdo a las normativas vigentes según los organismos nacionales e internacionales de Seguridad en el Trabajo.
- Inspeccionar y subsanar, si es posible, las causas de la alergia ocupacional de un trabajador, mediante la búsqueda de otros casos similares relacionados con el mismo producto y poner fin a contaminaciones, escapes, mala limpieza o una deficiente extracción que hayan podido propiciarla.
- Ante una sospecha
de asma, rinitis o
dermatitis por
contacto en el
trabajo, hay que
acudir al
alergólogo o al
neumólogo para
el diagnóstico y
tratamiento. - Una vez estabilizada
la alergia, si
se comprueba que
el alérgeno causante
del problema
se encuentra
en el medio laboral,
habrá que solicitar
un cambio
de puesto, dentro
de la misma empresa,
donde no
se sufra exposición
a la sustancia
identificada. - Cumplir las medidas
de protección
que la empresa
establezca para
evitar el problema,
tales como el
uso de guantes,
mascarillas, casco
o ciertos hábitos
de higiene. - Leer el etiquetado
de los productos a
manipular, como
los de limpieza y
otros compuestos
irritantes, y tomar
las precauciones
adecuadas. - Si se es alérgico
al látex, conviene
llevar encima una
pulsera o medalla
que indique esta
condición, así como
comunicarlo
ante cualquier exploración
médica
o cirugía, y evitar
manipular objetos
de látex y todos
los de goma elástica. - Si todas estas medidas
preventivas
no resuelven el
problema y se demuestra
que la
enfermedad es
profesional, hay
que abandonar
ese trabajo, intentar
cambiar de
sector y, cuando
no haya otra solución
y dependiendo
del caso,
tramitar una
incapacidad y la
indemnización
correspondiente.