Inflamación crónica del intestino, de origen desconocido
La enfermedad inflamatoria intestinal es un término general que se aplica a una serie de dolencias de causa desconocida que afectan al tubo digestivo, fundamentalmente divididos en dos grupos: la colitis ulcerosa crónica y la enfermedad de Crohn, similares pero con alguna diferencia importante. La enfermedad de Crohn del intestino delgado se denomina también enteritis regional y habitualmente se localiza en la parte terminal del intestino delgado, en la porción que desemboca en el intestino grueso o colon. Pero también puede localizarse en el colon y entonces se conoce como enfermedad de Crohn del colon, con algunos síntomas distintos.
La enfermedad de Crohn se caracteriza por una inflamación crónica de una porción del intestino con síntomas como dolor abdominal, diarrea en ocasiones sanguineolenta, adelgazamiento, pérdida del apetito, fiebre, que se presentan por brotes y son de una evolución crónica e imprevisible. Una persona que padece la enfermedad de Crohn puede llevar una vida útil y productiva, ya que los brotes se controlan bastante bien con el tratamiento y entre brote y brote se puede estar libre de síntomas.
¿Es una enfermedad frecuente?
No se trata de una enfermedad muy frecuente, pero tampoco de una rareza: hay aproximadamente 70.000 afectados en España. Lo preocupante es que su incidencia ha aumentado entre los jóvenes españoles. De hecho, en el XXVII Congreso de la Sociedad Española de Patología Digestiva se dio a conocer que el número de enfermos de Crohn se ha multiplicado por cinco en los últimos quince años, y que se ha pasado de una incidencia anual de 1-1,5 casos por cada cien mil habitantes a casi 5,5 casos. Se desconocen las causas de este significativo incremento, pero parece que los cambios mediaoambientales de los paises industrializados – polución y contaminación- y los cambios en la alimentación -la problemática de los aditivos alimentarios- no son ajenos a este aumento. No hay que olvidar que el intestino es el órgano con mayor superficie del cuerpo de contacto con el medio ambiente, ya que a través de él es por donde penetran al interior del organismo los elementos extraños al mismo. Algo similar ocurre con los pulmones y también la incidencia de asma ha aumentado en nuestra sociedad. La enfermedad de Crohn se manifiesta a edades jóvenes, entre los 20 y los 30 años, incluso antes, afecta por igual a ambos sexos y, curiosamente, se da más entre judíos.
¿Cómo se manifiesta el Crohn?
Los primeros y más frecuentes síntomas son dolor abdominal, de tipo retortijón, acompañado muchas veces de deseo urgente de evacuar. Poco después o al mismo tiempo aparece la diarrea, y con frecuencia se presentan también dolores en las articulaciones, pérdida de apetito y de peso y fiebre. La intensidad y gravedad de los síntomas no es igual en todos los afectados, hay cuadros leves y más graves. En algunos casos el proceso inflamatorio va más allá de la estructura del intestino y aparecen las fístulas que se abren en el periné, en los alrededores del ano, o en la pared abdominal. La enfermedad es crónica y evoluciona por brotes, con largos periodos asintomáticos o con pocos síntomas, y épocas de agudización.
¿Hay un tratamiento efectivo para la enfermedad?
El Crohn es controlable, pero no curable. Hay un importante arsenal farmacológico que consigue hacer llevable la enfermedad aunque no la cura: salazopirina, aminosalicílico, corticoides, budesonida, azatiopirina y recientemente el infliximab o antiTNF. Cada uno tiene sus indicaciones específicas y sus efectos secundarios, por lo que se deben administrar siempre bajo riguroso control médico. En determinados casos la cirugía puede ser necesaria, como cuando surgen hemorragias, perforaciones, fístulas o estenosis del intestino, complicaciones que pueden aparecer en el curso de la afección. Generalmente, la cirugía resulta necesaria cuando el tratamiento farmacológico se muestra incapaz de controlar los brotes o cuando hay complicaciones. En esos casos el segmento de intestino dañado se extirpa y los dos extremos sanos se unen (resección y anastomosis). Ello podría hacer pensar que la enfermedad está eliminada, pero muchas veces la enfermedad de Crohn recidiva en el lugar de la anastomosis (unión) o muy cerca de él.
¿Puede la dieta mejorar la enfermedad?
En principio, esta enfermedad no mejora con un régimen alimentario severo o restrictivo. Al contrario, no hay que olvidar que si una buena nutrición deviene fundamental en cualquier enfermedad, en este caso lo es más, ya que el Crohn se caracteriza por falta de apetito, adelgazamiento, diarrea, malabsorción… lo que provoca déficit de nutrientes, vitaminas y minerales, que deben ser escrupulosamente reemplazados. La dieta ha de ser rica y variada y en los episodios de reagudización hay que evitar las frutas, verduras y hortalizas frescas, debido a que su alto contenido en fibra irrita el intestino. Es mejor comer en pequeñas cantidades varias veces al día que hacer tres grandes comidas. En ocasiones puede ser necesario complementar la dieta con vitaminas y minerales (ácido fólico, vitamina B12, vitamina D, calcio…), dependiendo de la intensidad y localización de la afección, así como del tratamiento que se recibe. En la actualidad se estudia el efecto de los lactobacilos en la inflamación intestinal y parece que la respuesta es bastante buena. También se está analizando la aplicación de una dieta específica basada en aceites vegetales procedentes de oliva y de grasas animales relacionadas con el pescado azul; combinando estos ácidos grasos los resultados obtenidos han sido muy buenos e incluso, en algunos casos, se ha conseguido controlar bien la enfermedad. Pero las lagunas que todavía hay en torno a esta enfermedad aconsejan que se investigue en profundidad.
Se desconocen las causas que propician la aparición de esta enfermedad, pero tanto en la colitis ulcerosa como en la enfermedad de Crohn se han invocado una serie de factores.
Infección. Se ha culpado de la afección a diversos gérmenes, aunque no se ha podido demostrar y no hay evidencias contundentes de que sean los responsables.
Factores genéticos, hereditarios. El hecho de que esta enfermedad sea más frecuente en blancos, especialmente entre judíos y en familias de origen judío, y que se den varios casos en las mismas familias hace muy sugestiva la teoría de transmisión genética. Además, un estudio europeo ha determinado recientemente que un gen del cromosoma 16 está ligado a la afección.
Factores inmunológicos. Los enfermos de Crohn y colitis ulcerosa presentan a menudo alteraciones de su sistema inmunitario, pero no hay evidencias de que ésta sea la causa de la enfermedad, más bien parece ser una consecuencia de ella.
Factores psicosomáticos. El estrés no aparece muy ligado al origen de la enfermedad, pero sí a su evolución y progresión: una situación de estrés mantenida empeora sensiblemente la evolución.