Vamos a la playa... de forma ecológica
No hay ninguna duda: España tiene un gran atractivo turístico gracias a sus 3.000 playas. Espacios naturales cuya conservación depende en gran parte del comportamiento de sus visitantes. Por eso cuanto más ecológicos sean los hábitos de los ciudadanos mejor. Con este fin se pueden seguir diversos consejos que contribuirán a reducir su impacto ambiental porque no lo olvidemos: está en manos de todos la conservación y la mejora de las playas.
El desplazamiento a la playa se puede hacer con el menor impacto ambiental posible. Si es un viaje largo el transporte público es la mejor opción. Es frecuente que en verano se refuercen las líneas de autobús, tren o metro que llegan hasta las zonas playeras. Ahora bien, si se va a utilizar el vehículo privado, hay diversos consejos para reducir su efecto contaminante y de paso ahorrar dinero: aprovechar al máximo la capacidad del vehículo (se puede compartir con otras personas), reducir la velocidad, no abusar del aire acondicionado, etc. En cualquier caso, entre todas las combinaciones posibles la mejor opción es residir o veranear cerca de la playa para poder llegar a pie o en bicicleta.
Una vez en el destino, el cambio de mentalidad es esencial: en un espacio abierto tan grande como la playa y el mar la capacidad de una persona para estropearlo puede parecer insignificante, pero no es así. Estas áreas sensibles pueden resultar dañadas y convertirse en grandes vertederos si no se las cuida y protege. En sus propios hogares, los consumidores pueden llevar a cabo una gran cantidad de acciones para evitar la degradación de los océanos y las zonas costeras. La práctica de las tres erres (reducir, reutilizar y reciclar) por parte de los consumidores es determinante para reducir la cantidad de residuos que pueden acabar en el mar. Por otro lado, el uso de productos ecológicos o que utilicen menos fertilizantes limitará su impacto en el medio ambiente. Por ejemplo: es posible sustituir las bolsas de plástico convencionales por otras biodegradables o reutilizables, y se trata de hacerlo no solo el día que se va a la playa sino de incorporar su uso en la rutina diaria. Además, los consumidores que vivan en zonas costeras pueden ser parte activa de la conservación y protección de los ecosistemas marinos y la colaboración con las ONG conservacionistas ayudará a sus responsables a emprender mayores acciones.
Comer en la playa de forma ecológica
Ante un día completo de playa, que por supuesto incluye degustar la comida sobre la toalla o la hamaca, es recomendable utilizar la clásica cesta de mimbre de picnic, capazos o bolsas de tela, ya que en ellas se pueden llevar los utensilios necesarios, siempre reutilizables, nunca de usar y tirar. Conviene tener en cuenta que aunque el vidrio se puede reciclar, la playa no es la mejor opción para hacerlo porque si se rompe puede ser peligroso para el resto de personas, que suelen ir descalzas.
Respecto a la comida, ésta se puede llevar en tarteras o envases específicos reutilizables para alimentos, y la bebida se puede transportar en termos o botellas de aluminio. Los envases de plástico, tanto las botellas como las bolsas, tienen un gran impacto ambiental, y por ello hay que evitar su utilización, sobre todo en la playa. Los mares acumulan cada vez más residuos plásticos que tardan cientos de años en degradarse y son ingeridos por diversas especies animales que dañan su cuerpo o incluso les causa la muerte.
La basura producida durante la jornada requiere un tratamiento respetuoso con el entorno. En la playa el gesto de separar para reciclar es otra acción básica. Algunas playas cuentan con contenedores específicos, pero si no hay o se tienen dudas, los residuos generados se deben conservar hasta poder reciclarlos de forma conveniente. En este caso se pueden guardar en bolsas biodegradables y ya en el hogar hacer la conveniente separación según su naturaleza: restos orgánicos, plásticos, etc. Otro aspecto que conviene recordar es que las playas no son ceniceros gigantes, así que los fumadores deberán preocuparse de no tirar las colillas y cenizas en la arena, menos aún en el agua. El mejor consejo es no fumar en la playa y si finalmente se cae en la tentación, lo más apropiado es depositar las colillas en un cenicero improvisado y al finalizar la jornada llevarlas al contenedor. Y puesto que el número de personas que disfrutan de las playas y del sol suelen hacerlo escuchando música o la radio a través de minúsculos aparatos que precisan pilas, es importante advertir que las pilas son uno de los residuos más tóxicos para el medio ambiente, por eso el mejor consejo es guardar las pilas en la mochila o en el bolso hasta que sea posible llevarlos a reciclar.
Respetar el entorno
El comportamiento ecológico y cívico se puede llevar a todas partes, y la playa no es una excepción. Las señalizaciones y las zonas acotadas como sensibles se deben respetar. En la mayoría de las playas, los animales de compañía están prohibidos para evitar que sus excrementos acaben en la arena. Las duchas no están para derrochar el agua, un bien cada vez más escaso, sino para darse un rápido repaso y quitar el salitre del agua del mar. Y por supuesto, no se deben usar jabones o champús, que van directos a la playa y causan un fuerte impacto. La contaminación acústica en forma de música con excesivos decibelios o gritos también contribuye a romper el equilibrio natural y la tranquilidad del resto de usuarios.
Las playas cuentan con su propio ecosistema y todos sus elementos se deben tratar con cuidado. Las dunas protegen las playas de la erosión, las tormentas y las olas, y son el hogar de diversas especies de plantas y animales. Algunos de estos seres están en peligro, como los corales, y por ello, no hay que caer en la tentación de tocarlos, moverlos o llevárselos de recuerdo, y mucho menos si son especies en peligro de extinción.
son los que no necesitan embarcaciones a motor
Por otro lado, son muchas las personas que aprovechan los meses de verano para realizar actividades al aire libre que tienen como escenario la playa y como protagonista el barco de vela o remo, las canoas y las tablas de surf, preferibles todas ellas a las embarcaciones de moto o las ruidosas motos acuáticas. Por último, el día de playa no termina cuando nos limpiamos la arena con la toalla, nos cambiamos de ropa y nos alejamos de la playa. La jornada se extiende hasta que llegamos al lugar de residencia, ya sea un apartamento, un hotel o nuestro propio hogar, donde los consejos para ahorrar energía o agua también deben aplicarse. En los hoteles no hay por qué utilizar todos los jabones todos los días, ni malgastar el agua con largos baños en nombre del “todo incluido”. En el momento de planificar las vacaciones también se pueden tener en cuenta la contratación de hoteles ecológicos, aquellos que tienen especial cuidado con el medio ambiente.
Consumidor activo
Los ciudadanos también pueden ser activos en la protección y mejora de las playas. Si hay algún aspecto de cuidado medioambiental que falta o se puede mejorar, es posible acudir a los responsables locales para comunicárselo. La puesta a punto de una playa es un trabajo laborioso pero necesario en verano, y conviene observar si se realiza de forma adecuada. También se puede solicitar a las instituciones que asuman los requisitos necesarios para lograr algún certificado de calidad de las playas, como la bandera azul, las normas de calidad ISO 9001 y 14001, la Q de Calidad o el sistema de gestión EMAS.
En algunas playas hay también programas de educación ambiental en los que se puede participar, como la recogida de residuos o la recuperación de especies en peligro. Los consumidores también pueden evitar y denunciar urbanizaciones o edificaciones que incumplan la normativa medioambiental. Diversos informes alertan sobre el nivel de degradación de algunas zonas de la costa española.
- Desplazamientos. Si se reside en una localidad costera, la forma más verde de acercarse a la playa es hacerlo a pie o en bicicleta. Cuando las circunstancias obligan a desplazarse, lo más respetuoso con el entorno es acudir en tranporte público.
- Hoteles. No hay muchos, pero los hoteles ecológicos que pueden encontrarse ofrecen una estancia en armonía con su entorno natural, y una alimentación ecológica saludable. Sin embargo, algunos establecimientos autodenominados “ecohoteles” no cumplen los principales requisitos. Los ciudadanos deben asesorarse y exigir toda la información necesaria, como un certificado ecológico.
- Comida. Si la jornada playera incluye comer o merendar con los pies en la arena, se recomienda llevar las viandas en un capazo o en una bolsa reutilizable. Y por supuesto, nada de cubiertos o vasos de usar y tirar; para cuidar el medio ambiente lo recomendable es recurrir a tarteras o a envases específicos reutilizables.
- Basura. En casa y en la playa, el gesto de separar los deshechos para reciclar es otra acción básica en ambos lugares. Algunas playas cuentan con contenedores específicos, pero si no hay o se tienen dudas, los residuos generados se deben conservar hasta poder reciclarlos de forma conveniente
- Deporte. Si las jornadas playeras se aprovechan para practicar deportes, conviene saber que los menos dañinos para el entorno son los que no requieren embarcaciones de moto como las canoas, kayaks, tablas de surf…