Queda mucho por hacer

El pasado 15 de marzo celebramos el Día Mundial del Consumidor, que, como otras fechas tótem, sirve para que, al menos por un día, aspectos necesitados de soluciones adquieran la relevancia que debieran merecer más cotidianamente.
1 abril de 1998
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Queda mucho por hacer

Nuestra aportación para este día tan señalado fue presentar el 13 de marzo CONSUMER Digital, la edición de nuestra revista en Internet, que permite a quien lo desee, y pueda disponer de un ordenador conectado a la Red, acceder a los resultados de las investigaciones que realizamos mes a mes.

Esta celebración, que recuerda la fecha en que en el Congreso USA se habló, por primera vez en el mundo a nivel oficial, de los Derechos del Consumidor, es propicia para reflexionar sobre lo que nos queda por hacer a quienes vemos la realidad desde el prisma de la defensa de los derechos e intereses económicos de los consumidores. Es de justicia reconocer que hemos mejorado bastante respecto de hace un par de décadas. Pero ello no debe ocultar que queda mucho camino por recorrer para que los consumidores ocupemos el lugar que nos corresponde. Necesitamos, sin ir más lejos, que se desarrollen en la práctica los derechos del consumidor, y para ello se requiere de leyes que se apliquen, y de jueces y de una sociedad comprometidos con su cumplimiento. Igualmente, las asociaciones de consumidores hemos de obtener mayor presencia social, para que aglutinen y defiendan los intereses de los usuarios allí donde se deciden las cosas que más tarde nos afectan a todos. Para ello, habremos de fortalecer a nuestras asociaciones como interlocutores válidos, con capacidad técnica y de presión social, ante las empresas y la Administración. E intentar que nuestras organizaciones caminen hacia procesos de integración, porque, no lo olvidemos, la unión sigue haciendo la fuerza.

Tampoco podemos ignorar el nuevo escenario en que vivimos. El euro, la irrupción de las nuevas tecnologías de la comunicación en nuestra vida cotidiana, la globalización de los mercados, los nuevos productos, la biotecnología de alimentos, la liberalización de servicios, … configuran una realidad a la que hay que adaptarse y ante la que hay que plantear exigencias específicas. Porque las decisiones se siguen tomando sin incorporar suficientemente los intereses de los consumidores. Estamos obligados a trabajar por garantizar nuestra salud, a través de medidas que aseguren la salubridad y seguridad de productos y servicios. También exigiremos más información y procesos más transparentes en los comités científicos que asesoran a las autoridades locales, nacionales y comunitarias sobre los más diversos temas que nos afectan.

Ante la liberalización de servicios como el teléfono o la energía, solicitaremos que la información relevante de cada compañía sea puesta a disposición de quien debe elegir: el usuario.

Y, por último en esta reflexión de urgencia, hemos de dotar de contenido real a un concepto tan atractivo y poco delimitado como el de “consumo sostenible”, que debe integrar la variable medioambiental, y fomentar comportamientos respetuosos con el entorno natural. Para empezar, la descrita no es poca tarea. Manos a la obra.