Plantas y flores en el hogar

Luz y agua, principales necesidades

1 marzo de 2003
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Luz y agua, principales necesidades

Con la llegada de la primavera, las plantas de casas, terrazas y jardines renacen y recobran todo su esplendor, pero para que luzcan sanas y bonitas necesitan unos cuidados básicos.

Controlar la cantidad de abono y usarlos de forma racional es fundamental

Tanto el lugar en el que las situamos en casa como nuestros hábitos de riego y abono influyen decisivamente en su estado general, hasta tal punto que pequeños detalles -como una corriente fría de aire o la falta de luz durante gran parte del día- pueden echar por tierra todos nuestros esfuerzos por conseguir que nuestras plantas conserven un buen aspecto.

Riego, en su justa medida

  • Si no le es posible recoger agua de lluvia para regar, deje reposar el agua del grifo durante toda la noche para que el cloro se evapore y la cal se deposite en el fondo. Cuando riegue, no apure hasta la última gota para evitar que caiga la cal.
  • Riegue sus plantas con una mezcla de agua con té. Verá como recobran toda su vitalidad.
  • Evite salpicar de agua las hojas y flores que estén a la luz del sol, sobre todo en las horas de más calor, ya que las gotas actúan como lentes, quemando y dañando seriamente la floración.
  • Si va a salir de viaje y va a permanecer varios días fuera de su vivienda, asegúrese de que a sus plantas no les falta agua situando un cubo en un nivel superior y agrupándolas debajo. A continuación, introduzca unos cordones gruesos en el agua, y hunda sus extremos en la tierra de las macetas; el agua llegará a ellas por capilaridad.
  • Evite regar en horas de máxima insolación, ya que puede provocar estrés a la planta, por los cambios bruscos de la temperatura. Las plantas aprovechan mejor el agua a primera o a última hora del día, cuando la evaporación es menor y el agua llega casi hasta las raíces. Sin embargo, como todavía hay riesgo de heladas nocturnas, riegue sus plantas de exterior por la mañana para dar tiempo a la planta a absorber el agua. Evitará que ésta se congele, dañando las raíces.
  • Las plantas grandes en tiestos pequeños necesitan más agua que las mismas en recipientes grandes. En cambio, los ejemplares pequeños plantados en grandes macetas precisan menos agua que las mismas en tiestos pequeños.
  • Evite la costumbre de poner platos con agua debajo de las macetas. Sólo conseguirá encharcar la tierra, y pudrir las raíces de sus plantas.
  • Si la tierra de la maceta de sus plantas de interior está muy seca, aflójela con un tenedor y sumérjala en un barreño con agua o en el fregadero. La inmersión debe durar hasta que dejen de formarse burbujas. Escurra el agua sobrante y pulverice las hojas.
  • Si ha regado en exceso una planta, saque con cuidado el cepellón del tiesto y envuélvalo en varias capas de papel de cocina absorbente. Déjelo todo así durante 24 horas. Si se empapan las hojas, póngale otras nuevas. Vuelva después a meter la planta en la maceta y no la riegue durante varios días.

Nutrición, alimentarlas bien

  • Antes de utilizar el fertilizante, o abono, lea atentamente la etiqueta del producto, y respete escrupulosamente las indicaciones y dosis del fabricante.
  • Utilice de forma racional los abonos para evitar carencias o excesos, sobre todo de nitrógeno (con poco no se desarrolla la planta, con mucho crece de forma desmesurada y es más proclive a plagas).
  • Cuando haga té, no tire las hojas que hayan quedado en el fondo de la tetera, échelas a la tierra de las plantas. Otro remedio “casero” es regarlas con el agua sobrante de la cocción de verduras; la gran concentración de sales minerales resulta muy beneficiosa para ellas.
  • Nunca abone durante el período de reposo de las plantas; después de plantar, trasplantar o cambiar de maceta, hasta que no transcurran unos 15 días, o si la planta está enferma. Estas tres reglas excluyen a los abonos orgánicos y de lenta liberación.

Luz y temperatura, con moderación

  • La luz es fundamental para la vida de las plantas. Sitúe las macetas en lugares luminosos o, en su defecto, cerca de fuentes luminosas artificiales.
  • Actúe con moderación, la falta de luz hace que las plantas se marchiten, y en exceso provoca que las hojas se pongan amarillas y caigan.
  • No exponga las plantas a la luz directa del mediodía.
  • Una planta de interior necesita una temperatura entre 12 grados en invierno y 24 grados en verano. Evite los cambios bruscos de temperatura, ya que ocasionan la caída de las hojas y paralizan el crecimiento. No sitúe las plantas en zonas con corriente.
  • Si las hojas de sus plantas empiezan a rizarse y adquieren un tono pardo, es que el aire es demasiado frío. Para evitarlo, mantenga el sustrato relativamente seco, y retire las plantas de las repisas de las ventanas, ni siquiera la calefacción puede protegerlas de un descenso brusco de las temperaturas.
  • Si las hojas se vuelven amarillas y las puntas marrones, la temperatura es demasiado alta. Para evitar los daños, aumente la humedad de la planta y busque un emplazamiento lo más fresco posible.

Transplante, ahora es el momento

¿Cuándo hay que cambiar la planta de maceta? Algunas señales indican que llegó la hora de colocar nuestra planta en un tiesto más grande: cuando raíces que crecen a través del orificio del drenaje del tiesto, cuando efectos del riego duran poco, cuando tierra está vieja o con costra en la superficie, o cuando hay un gran desequilibrio entre el volumen de la parte aérea de la planta y el contenedor.

  • Evite realizar transplantes si la planta está creciendo activamente. Podría interrumpir su desarrollo y limitar la producción de flores.
  • La noche anterior al transplante riegue moderadamente la planta, y lave la nueva maceta. Si va a utilizar tiestos de barro nuevos, déjelos en agua durante toda la noche.
  • No emplee el mismo tipo de tierra para todas las plantas. Cada especie requiere unas características en lo que a tierra se refiere, ya sea arcillosa, arenosa, ácida o gumífera.