Cristina Peri Rossi, poeta, novelista y ensayista

"Las grandes novelas del siglo XX se han escrito en el cine"

1 julio de 2005
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Dejó Uruguay obligada por la situación política del país en 1972, y ahora hace más de 30 años que vive en Barcelona. ¿Se puede volver al lugar de antes del exilio o se pierde irremediablemente en el camino?

Volver estrictamente nunca se puede volver, puedes volver al lugar geográfico, pero no al tiempo, y lo que uno quiere realmente es volver al tiempo que dejó. Hay 30 años en los que yo no he vivido en Uruguay; físicamente el lugar es el mismo, pero cambió el tiempo, cambié yo. Ahora estoy bien, no me planteo volver. Desde el punto de vista legal ya no soy una exiliada, pero metafóricamente, el exilio es “estar fuera de”, y como no estoy de acuerdo con el sistema político en el que vivo, ni con la economía en la que vivo, ni con muchas de las cosas del mundo en el que vivo, puedo decir que estoy exiliada de algunas cosas. En general creo que el lugar de la escritura es el lugar del exilio, el lugar de la observación, del no-integrado; si yo no me integro, puedo observar mejor. Para el escritor es un lugar difícil, complicado para vivir, pero es muy fecundo literariamente.

“Una manera de hablar es una manera de sentir”. ¿Qué significa para usted la lengua, en su caso española, y con ella, su acento -uruguayo- además de ser el instrumento de su trabajo?

El acento no lo pierdo, no lo cultivo, pero forma parte de mí y de mi identidad. Me siento rara cada vez que hablo otra lengua, he sido traductora de francés muchos años, pero cuando lo hablo me siento otra persona. Cuando uno se exilia tiene que haber una isla en la cual mantiene su identidad, algunos pequeños reductos que tengan que ver con lo que uno fue, para que el exilio no signifique una esquizofrenia, un corte radical en el que uno se convierte en otra persona.

Muchos consideran la poesía intraducible. Usted es poeta, y ha trabajado de traductora. ¿Cómo ve las traducciones de sus poemas a otros idiomas?

/imgs/20050701/poeta.jpg A veces he peleado mucho con mis traductores por encontrar la palabra exacta que defina lo que yo digo, sin encontrarla. Sin embargo, cuando se traduce un poema se recrea, y no por ello se desmerece, a pesar de que hay casos límite, claro. Se pierde una parte, siempre se pierde la sonoridad, y a veces se pierde incluso el ritmo, pero finalmente podemos disfrutar de grandes poetas que de otra forma no podríamos leer en la lengua original.

¿Qué cosas le faltan por contar, y no quiere dejar de hacerlo?

Lo pienso a esta edad, porque parece que llega un momento en que la literatura y la vida están en oposición. No se escribe por dinero, ni por fama. A veces sostengo que la Literatura es una rama de la Pedagogía, puesto que hay en el fondo un deseo de servir a la Humanidad, de que los horrores retratados no sucedan “nunca más”, como tituló Sábato la investigación sobre los desaparecidos en Argentina, pero por desgracia la Historia demuestra que todo se repite.

¿Podría existir un mundo sin literatura? ¿Es la literatura algo distinto a la vida?

“Cuando uno se exilia ha de haber una isla, pequeños reductos, que tiene que ver con lo que uno fue, para que no se convierta en otra persona”

Nunca ha existido un mundo sin literatura, pero la mayoría de la gente puede vivir sin literatura, lee muy poco, llegan a ser ricos, presidentes, jueces, sin leer… ahora bien, la gente que a mí me interesa, lee. Creo que leer enriquece, aunque en algunos casos también puede hacer daño. De todas maneras, en la actualidad está el cine, y yo creo que las grandes novelas del siglo XX se escribieron en el cine, mucho más que en la literatura. La poesía, no obstante, es diferente, porque no se puede llevar al cine. Quizás lo que pase en el futuro es que exista una especie de novelística comercial para entretenimiento, y después quede la poesía como el territorio de la intimidad y el espacio insustituible.

Uno de sus poemas dice: “Escribo porque olvido / y alguien lee porque no evoca de manera / suficiente”. ¿Se establece una relación más directa entre el lector y el escritor de poesía, que entre el lector y el escritor de novela?

El lector de poesía es el mejor lector, porque no quiere que le cuenten cuentos. El mismo lenguaje te lo dice: de “novela” salió la palabra “novelería”, que es “tontería”, pero de poesía no puede salir nada. Faulkner decía que cualquier persona de cultura media puede escribir novela. Basta con colocar una sucesión de hechos en un libro y tienes una novela. Pero un buen poema… ah, no, eso no lo hace cualquiera… El lector de poesía es un soñador, es un melancólico, es un nostálgico de ese ser completo que no tenemos. Nunca somos seres completos, siempre tenemos un sentimiento de falta y es ese lugar donde está la poesía.

¿Cree que se viven buenos tiempos para la poesía?

Sí, porque no tiene que ver con el número de lectores. Yo he observado que la gente va a los recitales de poesía, y que va a escuchar y cierra los ojos… es como si en las sociedades por suerte más ateas, el recital cumpliera la función de los templos, de lo religioso. Esa comunicación directa entre poeta y el lector, entre la voz poética y el oyente, es muy necesaria, por eso defiendo que los poetas aceptemos esta función de lectura pública de la poesía.

Se intenta que los libros sean productos de masas, ¿tanto importa subir el índice de lectura? ¿o es el índice de venta de libros lo que interesa?

Es un índice de ventas, está claro. Hay una relación siempre entre el mercado y la escritura. Lo que hay que intentar es mantenerse en una zona de libertad. El escritor sabrá qué elige. A mí muchas veces me han ofrecido un premio literario si escribía tal novela de tal manera, y yo no la he escrito, yo defiendo que por lo menos éste es un espacio en el que hago lo que quiero.

¿Qué opina de los críticos?

La función del crítico es muy importante si orienta bien al lector. Su función es orientar hacia los reales valores de la literatura. Pero me pregunto por la formación de esos críticos, ¿de dónde han salido? ¿qué estudios tienen? En ningún diario sale la crítica a una operación que ha hecho un médico o a un señor que fabrica zapatos y, sin embargo, salen críticas a veces despiadadas a libros, o libros muy importantes son pasados por alto, de manera que no hay que tomar muy en serio a los críticos.

¿Cómo compra los libros de otros? ¿Por qué?

Como lectora me guío por el olfato. Si abro un libro al azar y la frase está bien escrita lo compro. Si la frase chirría, no. La primera obligación del escritor es el oído. Tiene que ser un músico de su lengua. En general ahora no leo muchísimo, he leído mucho en mi vida, pero llega un momento en que eliges, seleccionas. Lo curioso es que como tengo intereses muy diversos me puedo pasar días enteros leyendo sobre las cosas más variopintas: ajedrez, opera, dinosaurios…

¿Qué haría para fomentar la lectura en los adolescentes?

El interés por la lectura tiene que ser de orden afectivo y emocional. Surge cuando el chico o la chica siente que los libros le hablan de algo que le concierne. No se debe enseñar históricamente la literatura. La literatura tiene que ser lúdica. Se puede iniciar a los estudiantes con textos llenos de humor. Tienen que entender que la literatura tiene que ver con la vida, pero si empiezan con el Mío Cid, difícilmente lo van a entender. Por otro lado yo pondría una asignatura fija de cine, les haría ver ciertas películas, y a partir de eso que leyeran la novela de la película.

Usted ha sido profesora y ha sido invitada en numerosas ocasiones a dar conferencias y cursos en varias universidades, ¿cuál debe ser el papel de la universidad hoy en día?

La universidad tal y como está ahora la borraría del mapa. No funciona, es esclerosada, no hay investigación real, y existen demasiadas jerarquías. La universidad que yo deseo, y en la que trabajé antes del exilio en Uruguay, es una universidad que tiene que ver más con la idea de la paideia (educación) griega. El aprendizaje tiene que ser a través del diálogo y del trabajo en común, pero no es lo que pasa en la universidad española.