El mar nos lanza un S.O.S.
Los recientes casos de hundimientos de petroleros y los continuos vertidos de residuos al Mediterráneo son lamentables ejemplos de lo que está sucediendo en nuestros mares más próximos. Ya no sólo son los ecologistas quienes manifiestan su preocupación: el tema ha comenzado a calar hondo en los ciudadanos, que asisten, alarmados e incluso perplejos, a la evidente constatación de que el mar, uno de los elementos básicos del equilibrio medioambiental del planeta que a su vez se ha convertido en una incomparable fuente de riqueza económica a nivel mundial, corre serio peligro.
Mareas negras en el Océano
La flota de petroleros que navega en aguas internacionales y acaban vertiendo al mar más de 10 millones de toneladas de crudo al año, se estima en unos 6.000 buques. Cifras preocupantes que, en opinión de los ecologistas devienen inaceptables si se tiene en cuenta que sólo un tercio de los petroleros modernos poseen doble casco para evitar los vertidos. En otras palabras: aunque los accidentes no son la causa más importante del problema (la limpieza de los tanques genera más vertidos que los siniestros), se cuenta con recursos técnicos para reducir notablemente su terrible impacto medioambiental.
El Erika se hundió el 12 de diciembre pasado en la costa atlántica bretona (Francia), derramando 30.000 toneladas de crudo. Días más tarde, el Volganeft se partió en dos frente a la costa de Estambul (Turquía) vertiendo 4.000 toneladas de petróleo en las aguas del Bósforo. La marea negra que ha asolado las costas de la Bretaña francesa ha dado la voz de alerta sobre el tráfico de grandes petroleros por los mares del mundo sin las necesarias medidas de seguridad, que causa vertidos muy contaminantes.
Cuando el Amoco Cádiz (1978) sufrió el accidente en la misma zona, se derramaron más de 200.000 toneladas de petróleo. Entonces se registraron unos 4.000 pájaros contaminados. Esta vez, con sólo el 10% de combustible, ya son 300.000 las aves afectadas.
Un informe de Greenpeace afirma que hay 6.000 petroleros navegando en aguas internacionales, y dada la ubicación de España, que se encuentra en lugar de paso entre los grandes productores de petróleo en los países de Oriente Próximo y los consumidores europeos, el número de buques que pasan cerca de nuestras costas es “muy alto”, con lo que el riesgo de accidentes aumenta. Se estima que 600 petroleros atraviesan cada día el Estrecho de Gibraltar y navegan por aguas españolas, bordeando la Costa de la Muerte (Galicia), lo que supone el 10% del tráfico marítimo internacional. Además, 800 buques que transportan fuel transitan a diario por el mar Mediterráneo.
La limpieza de los tanques, la mayor causa de los vertidos
De los millones de toneladas de crudo vertidas a los mares cada año, se estima que sólo el 10% se deben a accidentes. El resto tienen su origen en la limpieza de tanques y en otros motivos evitables. Cada año, aproximadamente, se vierten a los mares unos 6 millones de toneladas de crudo, mientras que la producción de este combustible alcanza las 3.000 millones de toneladas anuales en todo el mundo.
En la actualidad, la legislación internacional obliga a que los buques petroleros cuenten con tanques separados para el lastre y para el transporte de crudo. Así, debido a que los petroleros no pueden navegar sin carga, los tanques de lastre contienen agua que deben vaciar en instalaciones preparadas a tal efecto una vez que arriban a puerto. Sin embargo, Greenpeace asegura que muchos barcos vierten estas aguas contaminadas en el mar para ahorrar los costes que supone hacerlo en el puerto. Las descargas accidentales de petróleo líquido son una importante causa de contaminación de las costas.
Además, la legislación recomienda que los petroleros cuenten con un sistema de doble casco para evitar vertidos en caso de colisión, lo que no cumple casi ninguno de los buques. Esta medida será obligatoria a partir de 2015.
Bandera de conveniencia, todo un problema a resolver
Uno de los frenos más importantes para el control eficiente del transporte de crudo es que la mayoría de los petroleros utilizan bandera de conveniencia, propia de países (Liberia, Malta, Chipre, Panamá) que no han suscrito los convenios internacionales en materia naval que obligan a los buques a respetar las medidas de seguridad exigidas por los demás países.
Asimismo, estos países con bandera de conveniencia son paraísos fiscales y ofrecen precios más bajos, lo que, al parecer, influye en que desciende la calidad de la construcción de los buques e incluso la cualificación profesional de la tripulación. Algunos países, como Estados Unidos, se oponen a que estos barcos con bandera de conveniencia atraquen en sus puertos. En España, utilizan principalmente los de Las Palmas, Cartagena y Cádiz .
Combatir las mareas negras
La empresa petrolera Elf lanzó en su día un producto para luchar contra las mareas negras. Se trata del IP 45, un gel biodegradable que se pulveriza sobre las rocas y en las playas cuando se teme la llegada de una napa de petróleo. De este modo, este producto forma una película protectora que reduce la adhesión del petróleo en las rocas y en los sedimentos. Bastaría con sacar el petróleo con un choro de agua fría, y bombearlo.
Erosión en las playas
El turismo agrava este problema en la época estival, ya que muchas ciudades del Mediterráneo multiplican hasta quince veces su población. Según las leyes que regulan el tratamiento de vertidos, las aguas residuales arrojadas al mar deben canalizarse mediante emisarios submarinos con unas determinadas condiciones de longitud, profundidad, capacidad filtradora, etc. Pero la realidad es que los emisarios desplegados no son suficientes o incumplen la legislación.
Por ejemplo, la erosión de las playas, según Adena, es manifiesta en Barcelona, Badalona y Mataró: la costa ha tenido que ser defendida por espigones para evitar su desmoronamiento. La destrucción de la biodiversidad marina y costera, la inutilización de las playas para el uso humano, los problemas sanitarios graves y el deterioro generalizado de la calidad de vida en las costas son algunas de las múltiples consecuencias negativas que producen la contaminación urbana e industrial, de fuentes tanto marinas como terrestres.
Medidas para combatir el problema
Los daños causados son muchos, pero se puede evitar que la situación empeore: reducir los vertidos, facilitar su depuración, realizar tratamientos de aguas residuales urbanas o reutilizar estas aguas para uso agrícola, son algunas de las medidas necesarias para combatir el problema. El futuro de nuestras poblaciones costeras y el de la industria turística depende de que se puedan controlar estos procesos destructivos. Según los especialistas, el reto es asumible, ya que existen tecnologías y sustitutos inocuos para evitar la contaminación.
La población puede ayudar de forma decisiva no arrojando basuras al mar, moderando el consumo de productos de limpieza y agua o utilizando en todo momento los contenedores de playas y puertos.
El Mediterráneo es un mar casi cerrado y de poca profundidad. Sus aguas se renuevan cada ochenta o cien años y entran y salen casi exclusivamente por el estrecho de Gibraltar. En sus costas moran más de 150 millones de personas, que mantienen el 75% del litoral ocupado. El 85% de las aguas de alcantarillado de un centenar de ciudades costeras llega al mar sin ser sometido a un tratamiento adecuado y más de un 25% de las playas no reúnen las condiciones higiénicas adecuadas. La zona también está sometida a problemas de deforestación, agotamiento de tierras cultivables, salinización, erosión y pérdida de hábitat. Un panorama desolador que parece sugerir la adopción de medidas urgentes y consensuadas entre toda la comunidad de países mediterráneos; entre ellos España, Francia e Italia.
Se calcula que el Mediterráneo recibirá mas de 50 millones de toneladas de vertidos hasta el año 2005. Por esta causa, los organismos internacionales exigen a los tres países antes citados un control de desechos sólidos y peligrosos, la prevención de la polución marina debida al petróleo y a los productos químicos, y un desarrollo de las zonas costeras que prevenga la contaminación de sus playas. El 85% de los ríos cuyas aguas desembocan en el Mediterráneo están contaminados y las reservas de agua potable disminuyen cada año. A esto hay que añadir que los buques que surcan el Mediterráneo expulsan 650.000 toneladas de residuos tóxicos, y los grandes centros industriales, agrícolas y ganaderos del litoral vierten cada año unas 120.000 toneladas de aceites minerales, 12.000 toneladas de sustancias orgánicas tóxicas, 60.000 de detergentes, 100 toneladas de mercurio y 3.600 de plomo, 2.400 de cinc, 320.000 de fósforo, y 800.000 de nitrógeno.
Además de miles de toneladas de contaminantes químicos, especialmente plaguicidas, que son arrastrados desde puntos muy alejados, por los vientos y que caen al mar con las lluvias. Dos millones de toneladas de crudo se vierten cada año en el Mediterráneo, un tercio del total estimado que se derrama en todo el mundo.