A un año de la llegada del euro, encuesta de CONSUMER

El euro ha encarecido los precios y no estamos familiarizados con él

1 enero de 2003
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El euro ha encarecido los precios y no estamos familiarizados con él

El euro lleva ya un año con nosotros como moneda oficial y exclusiva. Con este motivo, CONSUMER ha realizado una encuesta monográfica entre 1.350 personas de todo el país, que retrata con mucha precisión el estado de opinión sobre los efectos que ha tenido en nuestra vida cotidiana la entrada en vigor de la moneda comunitaria.

El 37% de los consumidores lleva hoy más dinero encima que antes de la implantación del euro

El estudio constata que es absolutamente general (lo siente así el 98% de los ciudadanos) la percepción de que el euro ha encarecido los precios y, en esta misma línea, que está muy extendida (41%, frente al 10% que piensan que ha resultado beneficiosa) la opinión de que ha perjudicado nuestra economía personal o familiar. Asimismo, se comprueba que todavía no nos hemos familiarizado con la nueva moneda, ya que seguimos pensando en pesetas y no sabemos hacer de memoria cálculos sencillos de euros a pesetas y viceversa con una mínima precisión. Por tanto, puede decirse que el periodo transitorio de tres años (desde el 1 de enero de 1999 hasta la misma fecha de 2002), que consistía en la utilización del euro escritural, un “euro virtual” que aparecía en cuentas corrientes, nóminas, facturas, precios de productos, etc., ha surtido menor efecto del deseado ya que la moneda nacional anterior, en este caso la peseta, sigue prevaleciendo en la mente de los ciudadanos. Otra conclusión es que llevamos hoy más dinero en la cartera que antes y que pensamos que la misma cantidad nos dura menos tiempo.

Y, en el otro (poco voluminoso, por cierto) platillo de la balanza, el de las constataciones positivas, se comprueba que conocemos bastante bien (con alguna excepción, como el billete de 200 euros) las monedas y billetes que se hallan en circulación y que nos parece correcta la actual disposición de billetes y monedas. Por último, la encuesta revela que nos mostramos muy confiados en el futuro financiero y político del euro: no en vano siete de cada diez personas creen que es una moneda fuerte que puede competir con el dólar, e incluso en esa misma proporción le pronostican una fortaleza creciente conforme pase el tiempo.

Un año es poco tiempo...

A pesar del largo periodo transitorio al euro y de que la nueva moneda ha completado todo un año incorporada plenamente a lo más doméstico y rutinario de nuestra vida cotidiana, las compras y la economía familiar, todavía no pensamos en euros: la peseta sigue siendo nuestra referencia a la hora de calcular el precio de productos y servicios. Y esto puede decirse sin ambages, porque sólo uno de cada cuatro ciudadanos piensa en euros y no traduce a pesetas el importe los productos para hacerse una idea de lo que realmente cuestan. Y las perspectivas al respecto son poco halagüeñas: la mitad de quienes siguen calculando en pesetas creen que nunca llegarán a pensar sólo en euros. Si bien esta última impresión es más común en los mayores de 65 años, un 15% de los jóvenes menores de 30 años que siguen traduciendo a pesetas los importes en euros dicen que nunca conseguirán pensar sólo en euros. Además, si nos fijamos exclusivamente en los ciudadanos más optimistas, los que confían en que algún día pensarán sólo en euros, en realidad no lo son tanto: el grupo mayoritario (45%) lo componen quienes calculan que tardarán dos o más años en pensar sólo en euros, y sólo el 22% piensa que tardará menos de un año.

Parece reinar, por tanto, un cierto pesimismo, contradictorio con el hecho de que sólo el 22% de los ciudadanos reconozca que manejarse con euros le ha resultado difícil. Pero también hay datos alentadores al respecto: casi tres cuartas partes de la población no usa conversores ni calculadoras a la hora de realizar sus compras. Y son mayoría quienes conocen, al menos, el precio en euros de los productos más recientemente adquiridos, especialmente si éstos se compran de manera unitaria y se abonan en metálico (periódico, un café en un bar, una barra de pan). Pero con las grandes cifras las expresamos en pesetas, porque se nos atragantan los euros: si se pregunta al ciudadano si sabe el valor en euros de un sueldo medio sólo el 14% sabe expresarlo y si se trata del coste en euros de una vivienda media en su ciudad, la ratio se queda en un muy decepcionante 4%.

El euro nos ha perjudicado más que beneficiado

Se preguntó a los usuarios su opinión sobre diversos aspectos relacionados con la nueva moneda. Sobre todas las opiniones prevalece, por su importancia, una: el euro ha encarecido los precios de productos y servicios, introduciendo un elemento nítidamente inflacionista en nuestra economía. No otra cosa indica el dato de que para el 98% de los ciudadanos españoles el euro ha aumentado los precios, por efecto del redondeo, a pesar de que para evitar esta “tentación” se acuñaran monedas de uno, dos y cinco céntimos, que el tiempo ha revelado como muy poco usadas. Además, ocho de cada diez personas subrayan que han aumentado mucho los precios y sólo el 18% piensa que el incremento ha sido moderado.

Por otra parte, más de una vez, en charlas con amigos o familiares, antes de la llegada del euro nos preguntamos si el euro iba a beneficiar o perjudicar nuestra economía personal. A fecha de hoy, casi la mitad de los ciudadanos percibe que el impacto ha sido negativo, perjudicial, y sólo uno de cada diez creen que les ha beneficiado.

Los efectos colaterales

La entrada en vigor en euro ha tenido también efectos colaterales. Sin ir más lejos, nos hemos vuelto un poco más previsores: dos de cada diez personas que antes apenas comprobaban que las vueltas fueran correctas ahora lo hacen siempre. Otros efectos son el aumento (del 14%) en el uso de los cajeros automáticos, y el incremento en la cantidad que de ellos se extrae cada vez que se usan; una de cada tres personas dice que ahora saca más dinero de los cajeros que antes de la llegada del euro.

Una sensación muy arraigada entre los consumidores es que el dinero dura hoy menos tiempo en la cartera que antes: nueve de cada diez dicen que un billete de 50 euros cunde menos que su equivalente en pesetas antes de la llegada de la nueva moneda. Por otra parte, el euro ha conducido a muchas personas (el 20% de la población adulta) a cambiar de monedero, fundamentalmente porque la anterior no tenía espacio para monedas, aunque hay quien aduce que los billetes en euros son más grandes. Continuando con las repercusiones del euro en nuestra vida cotidiana, la encuesta revela que el 37% de los ciudadanos lleva a cuestas más dinero hoy que antes de la entrada en vigor del euro. Todo apunta, sin duda, a que el consumidor considera que el euro ha encarecido los productos y servicios y que es necesario más dinero para mantener el mismo nivel de vida que cuando la moneda oficial era la peseta.

No hacemos bien la conversión

Una de las conclusiones más importantes del estudio es que aunque la mayoría de los ciudadanos dice que manejarse con el euro no le supone dificultades, sólo una minoría saben hacer correctamente (sin desviaciones superiores al 3%) cálculos sencillos de equivalencia entre euros y pesetas, y viceversa. En otras palabras, que las conversiones mentales de euros a pesetas las hacemos todavía con poca exactitud y ello origina una distorsión en la percepción de los precios que puede repercutir en que las decisiones de compra no se adopten con precisión en lo que se refiere a los precios. Abundando en este apartado, tan sólo el 44% de la población sabe cuántos euros son 3 millones de pesetas y sólo el 3% es capaz de señalar con un mínimo de exactitud cuántas pesetas son 500 euros (aproximadamente, 83.000 pesetas), a pesar de lo sencillo del cálculo (la mitad de mil euros) y de que circula un billete por ese importe exacto en euros.

Por otro lado, aún nos queda camino para familiarizarnos con el euro: aunque buena parte de la tarea está ya realizada (casi 9 de cada diez personas sabe que hay billetes de 5,10,20, 50 y 100 euros, y prácticamente nadie cita billetes de cantidades distintas a las que circulan), cuatro de cada diez ciudadanos no sabe de la existencia del billete de 200 euros y a uno de cada diez le ocurre lo propio con la muy usada moneda de dos euros.

El euro tiene futuro

En cuanto a los aspectos políticos relacionados con el euro, sin que pueda decirse que reina la ignorancia, la cultura sobre la moneda única es todavía mediocre: sólo el 56% de los ciudadanos sabe que está en vigor en Irlanda y más del 10% piensan que Turquía y Polonia (países no miembros de la UE) están en la zona euro. Y en cuanto al futuro financiero y político que le auguramos a la nueva moneda, reinan la confianza y el optimismo: casi siete de cada diez personas piensan que es una moneda fuerte que puede competir de tú a tú con el dólar. Además, en una proporción similar se piensa que el euro en el futuro será más fuerte que hoy.

Ficha técnica de la encuesta
  • Universo: población general mayor de edad
  • Muestreo: aleatorio y estratificado
  • Muestra: 1.348 individuos
  • Error muestral: +- 2,7% para un nivel de confianza del 95%
  • Cuotas: Por sexo, edad y hábitat
  • Trabajo de Campo: realizado entre el 11 y el 20 de Noviembre de 2002

Los aspectos menos brillantes del euro

  • Para el 98% de los ciudadanos, el euro ha supuesto un encarecimiento de los precios. Sólo el 1,4% cree que han permanecido iguales que antes.
  • Y de los que piensan que han subido los precios, el 81% cree que han subido mucho y el 18% cree que sólo han aumentado un poco.
  • El 45% de los consultados percibe que, a nivel personal, la llegada del euro le ha perjudicado, y sólo el 10% piensa que le ha beneficiado.
  • Casi el 90 % de los ciudadanos aseguran que un billete de 50 euros les dura menos tiempo que su equivalente en pesetas cuando aún no había entrado en vigor el euro. Sólo el 2% dice que le dura más tiempo. E incluso dos de cada diez personas equiparan el ritmo de gasto de 50 euros con el antiguo billete de 5.000 pesetas, cuando 50 euros representan 8.300 pesetas.
  • El 43%, cuando se les pregunta por el precio de un determinado producto responden todavía en pesetas, y el 35% en euros. El resto desconocían el precio del producto. Un 0,3% supo decirlo en ambas monedas.
  • Para productos como un yogurt, un libro, o un billete de bus, el conocimiento del precio en euros ronda sólo el 25%-40%.
  • El sueldo, sólo el 14% lo expresa en euros. Y el precio de la vivienda, el 5%.
  • Tan sólo el 44% sabe cuántos euros son 3 millones de ptas.
  • Sólo el 3% es capaz de señalar con un mínimo de exactitud cuántas pesetas son 500 euros, a pesar de lo sencillo del cálculo (la mitad de mil euros) y de que circula un billete por ese importe en euros.
  • Para el 22% de la población, el manejo con los euros resulta difícil o muy difícil. Y sólo para el 42% resulta fácil.
  • Únicamente el 63% de los ciudadanos conoce la existencia del billete de 200 euros.
  • Sólo el 56% saben que en Irlanda rige el euro. El 10%, asimismo, creen que Turquía tiene euros, el 33% y el 15% que Polonia, cuando en ninguno circula la nueva moneda comunitaria.
  • Sólo el 23% de los ciudadanos no realiza mentalmente el cambio a pesetas de los precios en euros; es decir, piensa en euros y no necesita traducir a pesetas para saber cuánto valen las cosas.
  • De los que siguen traduciendo a pesetas, uno de cada cuatro reconoce que nunca pensará sólo en euros, y sólo dos de cada cuatro creen que algún día pensarán sólo en euros.
Lo que pensamos en positivo sobre el euro
  • Si se pregunta por el precio del último producto adquirido, el 76% de los encuestados lo expresa en euros.
  • Más del 88 % de la población conoce con cierta exactitud el precio unitario del euro (166,386 ptas).
  • Casi el 90% de la población sabe espontáneamente que hay billetes de 5, 10, 20, 50 y 100 euros.
  • Más del 96% de la población cita correctamente todas las monedas existentes en circulación.
  • El 87% de la población sabe que el color del billete de 20 euros es azul-celeste.
  • El 71% no usa conversores ni calculadoras a la hora de realizar sus compras.
  • La actual disposición de billetes y monedas le parece correcta al 76% de los consumidores.
  • El 68% piensa que el euro es una moneda fuerte que puede competir con el dólar. Y el 71% confía en que el euro será cada vez más fuerte.

Y también hay datos muy curiosos...

  • La moneda menos conocida (91,5%) es la de dos euros.
  • Sólo el 39% de los consumidores sabe que las monedas tienen peculiaridades estéticas en cada país y que los billetes son idénticos en todos ellos.
  • Son muchos los que recuerdan haber tenido euros de Francia (50%), Portugal (38%) y Alemania (30%).
  • El 20% de los ciudadanos ha cambiado de cartera o monedero debido a la implantación del euro. Los motivos: el 66% dice que porque la anterior cartera no tenía espacio suficiente para monedas y el 12% porque los billetes de euro son más grandes que los de pesetas.
  • El 37% de los consumidores lleva hoy más dinero encima que antes de la implantación del euro.
  • Los billetes de 200 y 500 euros apenas se usan (sólo dice usarlos con frecuencia menos del 0,5% de la población), y los de 100 tampoco pueblan con asiduidad nuestras carteras (6,5%). Incluso el de 50 euros es poco utilizado (63%). El billete más familiar para el común de la ciudadanía es el de 20 euros (95%), seguido del 10 euros (93%).
  • El 28% de los ciudadanos no recurre a los cajeros automáticos para hacerse con dinero en efectivo.
  • El 14% de la población hace ahora mayor uso de los cajeros que antes, y el 35% afirma que ahora saca más dinero que lo que lo hacía con la peseta.
  • Los países que mejor se conocen como de la zona euro (más del 90% de conocimiento) son, en este orden, Francia, Italia, Portugal y Alemania.
  • Los que menos: Irlanda (56%), Austria (65%) y Luxemburgo (70%).
  • Son una minoría irrelevante (menos del 0,5%) quienes piensan que hay billetes por valor de cantidades que en realidad no existen.
  • La moneda menos conocida (91,5%) es la de dos euros.
  • Prácticamente nadie cita monedas que no existan.
  • El billete peor reconocido por su color es el de 200 euros (amarillo, lo conoce el 16% de la gente), seguido del de 500 euros (púrpura-violeta, el 26%) y el de 50 euros (naranja-calabaza, el 28%).
  • Tampoco ante el euro somos todos iguales

    Los jóvenes se muestran más familiarizados con el euro: conforme aumenta la edad, el número de respuestas en euros al precio de los productos es menor. Y también es menor la capacidad de conversión: uno de cada dos menores de 30 años acertaron al afirmar que 3.000 de pesetas son unos 18.000 euros, mientras que en los mayores de 65 años sólo acertaron uno de cada cuatro. Y el 35% de estas personas mayores reconocen que la adaptación al euro les resulta difícil, mientras que en los jóvenes esa proporción es del 15%.

    • Las mujeres (para el 28%, difícil) dicen que les resulta más complicado manejarse con el euro que los hombres (16%).
    • Los hombres conocen más los billetes grandes, de 100, 200 y 500 euros.
    • Las mujeres (34%) tienden más a utilizar euroconversores que los hombres (23%).
    • Los más jóvenes son los que en mayor medida sacan ahora más dinero cada vez que hacen uso de los cajeros automáticos que antes del euro.
    • Los jóvenes son los que más han aumentado la cantidad de dinero que llevan en el bolsillo: el 42% dice llevar más dinero que antes.
    • Las mujeres (85%) creen en mayor medida que los hombres (75%) que los precios han encarecido mucho con el euro.
    • El escaso número de hombres (14%) que creen que la llegada del euro les ha beneficiado personalmente dobla al de mujeres (7%).
    • En las clases altas, aun no siendo tampoco muchas (16%) son tres veces más las personas que se consideran beneficiadas por el euro que en las clases bajas (5%).
    • Los hombres, los jóvenes y las personas de más recursos económicos depositan más confianza en el presente y futuro del euro.