Nuevos televisores

Como en el cine

Las diferentes tecnologías hacen complicado decidir qué televisor adquirir
1 febrero de 2004
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Como en el cine

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Entre las nuevas tecnologías que invaden el hogar, empujan con especial fuerza los equipos destinados a montar un ‘cine en casa’. A los completos sistemas de audio, se unen pantallas de televisión planas e inmensas con buena calidad de imagen que harán las delicias de los aficionados a las películas. El principal problema, común a todas las tecnologías incipientes, es que los nuevos productos son excesivamente caros y que nada garantiza que cualquiera de los inventos revolucionarios no tenga una vida efímera, superados por otras tecnologías.

Actualmente hay varias alternativas que amenazan el largo reinado del televisor de toda la vida, el del tubo de rayos catódicos (CRT), que, no obstante, todavía goza de buena salud. Aunque muchos ven el final cercano de estos monitores, las nuevas tecnologías encuentran difícil superar el compendio de virtudes que atesora: excelente calidad de imagen incluso en ambientes con mucha luz, gran ángulo de visión, larga vida y, por encima de todo, bajo precio. Además, casi todos los fabricantes venden modelos con pantallas que evitan reflejos e incorporan el nuevo formato 16:9 (proporción ancho-alto de la pantalla) que se adapta al tamaño de la mayoría de las películas, en lugar del clásico de la televisión 4:3.

Las convencionales ofrecen mejor calidad de imagen que las de tecnologías más recientes, pero ocupan más espacio

El mayor inconveniente es su tamaño: las más grandes (40 pulgadas) sobrepasan los 60 centímetros de fondo y los 130 kilos de peso. Ese talón de Aquiles es el que explotan los nuevos televisores planos de atractivo diseño, con grandes pantallas, mucho más ligeros, cada vez más baratos (aún caros) y con mejor calidad de imagen (que todavía no llega a la de los televisores convencionales).

Televisores como cuadros

Dentro de los televisores planos la lucha entre dos tecnologías, Plasma y LCD, está en plena efervescencia. Ambas compiten en delgadez y en elevados precios, aunque todo apunta a que el LCD se llevará el gato al agua gracias a su fabricación masiva para monitores de ordenador, que redundará en una mejora de calidad y fuerte y rápida caída de precios. Pero, por el momento, los dos son un lujo al alcance de muy pocos.

Para ir a por un televisor de plasma -así llamado porque la imagen se forma con diminutas celdas rellenas con gas ionizado en estado de plasma, como en los tubos fluorescentes- hay que llevar en la cartera al menos 3.000 euros. A cambio el comprador adquiere un televisor de poco más de siete centímetros de fondo que se puede admirar incluso apagado (hay sistemas para mostrar cuadros famosos cuando están apagados) y que, una vez encendido, ofrece una calidad de imagen cercana a la del CRT (las convencionales), aunque pierde un poco en los tonos más oscuros.

Todavía más planos (hasta cinco centímetros), los televisores LCD vienen a ser como el hermano pobre del plasma. Son más pequeños (hasta unas 37″), de aspecto menos estilizado, muestran peor los colores negros y siguen siendo muy caros, incluso más que el plasma en relación al tamaño de la pantalla. Sin embargo, son más brillantes, por lo que no les perturba tanto la luminosidad del entorno y viven más tiempo: 50.000 horas frente a las 25.000 de media a las que empieza a fallar el plasma.

Cuestión de tamaño

Los retroproyectores son la fórmula para contar con pantallas de más de 50″ sin que salga tan oneroso como una TV de plasma. La mayoría son de formato panorámico (16:9) y se encuentran adaptados para la alta definición (como la que ofrece un DVD). Tienen una calidad casi tan buena como las televisiones convencionales, y su espesor está a medio camino entre las anchas CRT y las casi planas de plasma o LCD.

Para acercarse todavía más a la pantalla del cine, lo más conveniente son los proyectores: cañones de luz del tamaño de una caja de zapatos, que se pueden conectar al PC, TV, DVD, etc., capaces de proyectar una imagen de 300 pulgadas (7,6 metros de diagonal). Con precios a partir de 1.000 euros y hasta más de 6.000, dependiendo de la resolución, el brillo o luminosidad, su gran atractivo es el tamaño de la imagen, adaptable gracias al zoom o la distancia a la que se sitúe de la pantalla. La pega es que necesitan disponer de mucho espacio -no obstante, algunos en tan solo dos metros proyectan una imagen de 80″-, controlar la luminosidad del entorno y adquirir una pantalla aparte, aunque una pared adecuada puede servir (con peor calidad de imagen). Además, las lámparas, que cuestan unos 400 euros, sólo duran unas 3.000 horas

Así funcionan las cosas

www.howstuffworks.com
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Las bombas nucleares, los teléfonos móviles, los motores diesel, la nevera, los televisores de plasma, los proyectores… ¿cómo funcionan?

Todo sobre los proyectores

www.projectorcentral.com
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LCD, LDP, LCOS:
una completísima guía en inglés para el que tenga pensado adquirir un proyector.

La tele de antes

www.teacuerdas.com
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Series como Crónicas de un Pueblo, Los camioneros o El Virginiano, y programas como Los Chiripitifláuticos y La Guagua para recordar la tele de 1940 a 1989.

A favor y en contra
  • CRT. La madurez de esta tecnología ha alcanzado cotas difíciles de igualar, tanto en calidad como en precio. El problema es la limitación del tamaño de pantalla, que además en sus formatos más grandes conviertan las televisiones en verdaderos armarios.
  • Plasma. Una inversión cercana al millón de pesetas sirve para tener lo último de lo último en televisores; planos, gigantes, con gran ángulo de visión y con conexiones para el PC; pero no perfectos: además de muy caros no muestran bien los colores más oscuros y padecen el efecto burn-in (una imagen estática que aparece durante mucho tiempo se queda ‘pegada’ a la pantalla).
  • LCD: Las pantallas todavía no alcanzan el tamaño de las de plasma, aunque son incluso más planas. Son también caros y muestran peor los negros, pero se ven mejor en habitaciones iluminadas y, quizá lo más importante, se les augura un futuro brillante a medida que ganen resolución, ángulo de visión, contraste… y pierdan precio.
  • Retroproyectores. Gran tamaño de pantalla a menor precio que el plasma, pero sin ser tan planos. Su calidad es cercana a los televisores convencionales.
  • Proyectores. Auténtico cine en casa: de 1 metro a 7,6 metros de diagonal sobre la pantalla o pared. Requieren mucho espacio y las lámparas (cuya reposición cuesta 400 euros) no duran más de tres años.