La comodidad es seguridad
Si hiciéramos un ejercicio de memoria sobre las campañas de publicidad que han contado las bonanzas de los automóviles en los últimos años, descubriríamos que se ha pasado de presentar coches rápidos y deportivos a primar la seguridad y comodidad como principales valores. Este cambio del lenguaje evidencia un hecho: usuarios y fabricantes otorgan mayor importancia a los sistemas que aportan protección y confort en renuncia a otras prestaciones. Este proceso no es casual. Unido a la trágica cifra de muertos en las carreteras (en torno a 5.300 víctimas mortales en 2003 sólo en España, según la Dirección General de Tráfico), las leyes de seguridad vial son cada vez más estrictas -incluso penan la apología publicitaria de la velocidad- y la población ha tomado conciencia de que pisar demasiado el acelerador está directamente relacionado con los accidentes de circulación. Como consecuencia, se han desarrollado sistemas cada vez más eficaces de seguridad.
Seguridad y ergonomía
La seguridad se divide en dos áreas:
Pasiva: su objetivo es proteger a los ocupantes en caso de accidente. En ella se engloban cinturones de seguridad, airbags, zonas de absorción del impacto, asientos y cabeceras, interruptor inercial (en caso de choque interrumpe la alimentación de corriente de la bomba de combustible) y sistema de prevención de incendios.
Activa: sirve para evitar accidentes. Aglutina los sistemas de frenos, luces, control de tracción, control de estabilidad y bloqueo electrónico del diferencial, además de la ergonomía.
La consideración de la ergonomía -es decir, la búsqueda del diseño más adecuado de las máquinas o de los objetos para un mejor uso humano de los mismos- como un sistema más de la seguridad le ha conferido un tratamiento preferencial en el diseño de los vehículos. Pero, ¿qué aporta la ergonomía a la seguridad de los vehículos? Los asientos ya no están subordinados a la estética y, ante todo, deben procurar comodidad porque así aumenta la seguridad del ocupante; los paneles de control deben ser claros, pero también evitar distracciones; el maletero ha de ser amplio, pero también facilitar su llenado. Todo ello beneficia la conducción y, si bien los adelantos más sofisticados se encuentran en modelos de alta gama, su extensión a los utilitarios más sencillos se demora cada vez menos.
La ergonomía en tres niveles
La conducción de un coche, aunque sea una actividad muy usual, requiere compromiso por parte de quien lleva el volante. Esta persona es responsable del manejo de una máquina y, si viaja acompañada, también lo es de los ocupantes del vehículo. Por eso, su comodidad ha de prevalecer. Esta comodidad es lo que se define como ergonomía o soluciones ergonómicas y puede dividirse en tres niveles. El primero ofrece soluciones para el pilotaje directo, como el equilibrio en la colocación del asiento, pedales y volante. El segundo se ocupa de ofrecer un acceso rápido y controlado a los instrumentos de navegación, como los interruptores de las luces, la regulación de espejos o los ajustes de la temperatura, y el tercero procura intuición y sencillez en el manejo de otras funciones, ajenas a la conducción pero no al viaje, como la apertura y llenado del maletero o el uso del equipo de sonido. Con mayor o menor desarrollo, cada uno de los tres niveles funcionará si logra lo que busca, el confort y bienestar para garantizar un buen viaje.
El usuario debe ser también un agente activo de la ergonomía al volante. Poco puede hacer ante la distribución del habitáculo, pero sí está en su mano la elección del que mejor se adapte a su fisonomía. A pesar de que cada persona tiene un peso, una complexión, una altura y unos hábitos de conducción propios, los ingenieros y diseñadores que desarrollan los modelos se basan en estudios experimentales de datos antropométricos (medidas corporales) para universalizar los resultados y, aunque el automóvil es un producto fabricado en serie, el abanico de posibilidades de elección ha crecido en los últimos años.
Posición más adecuada para conducir
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/imgs/20050301/miscelanea02.jpg Tómese el tiempo que precise para colocar el asiento. Si el coche tiene tres puertas, opte de manera habitual por la puerta del copiloto para ocupar el asiento de atrás, así evitará tener que regular el del conductor cada vez que se siente. - El asiento debe tener una inclinación hacia atrás de entre 15 y 25 grados, lo suficiente para que el muslo y la cadera presenten un arco de 110 a 120 grados.
- La distancia entre el suelo y el asiento debe rondar los 30 centímetros.
- El asiento debería estar colocado bastante cerca de los pedales para que la flexión de las piernas respecto a los muslos sea de 135 grados.
- Si el volante es ajustable, escoja una posición de los brazos que asegure la relajación de hombros y los músculos de la espalda.
- Tome de referencia las orejas para colocar bien el reposacabeza. Es a su altura donde debemos situar su zona central.
- Ajústese el cinturón de seguridad, independientemente del recorrido que se vaya a realizar, antes de ponerse en movimiento. La parte superior de la cinta tiene que apoyarse sobre la clavícula y el pecho, sin oprimir, tensándola en la pelvis para no colarnos por debajo de ella en caso de accidente frontal.
- Si el vehículo cuenta con climatizador, la temperatura ideal es la de 20 grados.
- No coloque nada en el salpicadero, ni deje elementos sueltos por el coche (guías, juguetes, zapatos…).