La otra pantalla

La otra pantalla

Para ver la televisión en un ordenador es imprescindible contar con una tarjeta sintonizadora, cuyo precio ronda los sesenta euros. Su labor es recibir la señal de la antena y dirigirla a la tarjeta gráfica, que está presente en todos los ordenadores y es la responsable de crear las imágenes que aparecen en el monitor. La mayoría de tarjetas sintonizadoras se colocan en el interior del PC, junto al disco duro o la tarjeta de sonido, por lo que su instalación requiere de unas ciertas dosis de bricolaje informático que no van más allá de soltar unos tornillos y encajar unas piezas. Recientemente han aparecido tarjetas externas que evitan este engorro y funcionan con sólo enchufarlas, pero son algo más caras.

Los programas se pueden grabar en el disco duro como si se tratara de un vídeo

En cualquier caso, el monitor no se puede utilizar de forma independiente para ver la televisión, para sintonizar un programa es imprescindible encender también el ordenador y ejecutar el programa que suele incluir la misma tarjeta sintonizadora. El usuario puede alternar entre ver la televisión a pantalla completa (tal y como se ve en un televisor tradicional) o limitar la imagen a una ventana, que se puede mover, escalar o arrastrar por el escritorio. Así, se puede ver un documental en el margen superior izquierda del monitor mientras se redacta un documento en el espacio libre.

Las funciones de un ordenador equipado con tarjeta sintonizadora son las mismas que las de un televisor convencional: rotulación de canales, sonido dual o estéreo, e incluso teletexto. La diferencia es que los programas se pueden almacenar directamente en el disco duro como si se tratara de un vídeo. La mayoría de tarjetas incluyen programas para convertir al PC en un vídeograbador. Eso sí, una grabación de una hora ocupará varios cientos de megasen el disco duro, en función de la calidad y del sistema con el que se grabe, por lo que no es una mala opción tener un disco duro dedicado exclusivamente a este fin.

Conjuntos integrados

El mercado ofrece ya soluciones conjuntas como Showshifter (www.showshifter.com) que permiten desde un mismo programa ver y grabar las emisiones de televisión así como reproducir CDs, DVDs, MP3 y DiVX ;-). Resultan cómodos, aunque utilizar un programa específico para cada función hará que el usuario gane en control sobre cada función.

Uno de los mayores inconvenientes de utilizar el ordenador como televisor es el ruido. La mayoría de los computadores son ruidosos porque necesitan grandes ventiladores que disipen el calor que generan sus procesadores de última generación y altísima potencia. Ese es el motivo de que ver una película o escuchar música pueda resultar molesto.

Sin embargo, para ver la televisión esa potencia es exagerada. Por eso si el ordenador va a ser el centro multimedia del salón una buena opción pasa por adquirir un ordenador con un procesador distinto a los más conocidos Intel o AMD, como VIA, que ofrezca menos potencia (pero suficiente para ver la televisión o escuchar MP3) a cambio de prescindir de ventilador y, por tanto, lograr un funcionamiento más silencioso.

También por Internet

Mención aparte merecen las cadenas de televisión que emiten a través de Internet. En este caso, la toma de antena y la tarjeta sintonizadora se vuelven inútiles. La señal llega al equipo a través de Internet, como lo hacen los periódicos en línea o las radios online. Pero las conexiones domésticas actuales distan de ofrecer una velocidad que permita transmitir vídeo con una calidad similar a la del VHS.

Para recibir sin pausas ni saltos imágenes en directo es necesaria, al menos, una conexión ADSL, y la calidad será peor que la de la televisión convencional. Sin embargo, no es difícil imaginar un futuro en el que las cadenas por Internet alcancen el desarrollo suficiente: el usuario podrá escoger emisiones de todo el mundo y verlas sin ataduras de horarios.

La tecnología de los vídeograbadores no ha variado ostensiblemente en los últimos veinte años. Es cierto que ahora ofrecen una imagen más nítida y un sonido envolvente, pero las cintas de vídeo siguen siendo grandes, rebobinar lleva minutos y encontrar el inicio de una película resulta engorroso. Los DVDs no solucionan este problema porque no son sustitutos del vídeo, sino que lo complementan. Los DVDs permiten ver películas compradas o alquiladas, pero no sirven para grabar programas de la televisión.

Ya están a la venta vídeos doméstico que prescinden de cintas y guardan los programas en discos duros. Sus ventajas son múltiples: permiten reproducir algo previamente grabado mientras se realiza otra grabación, acceden de forma instantánea a cualquier secuencia o congelan un programa de televisión que se emite en directo para retomarlo al de unos minutos, una opción muy útil si suena el teléfono o surge un imprevisto.

Una empresa americana, TiVo ha ido más allá. Comercializa vídeos digitales con conexión a una central que los mantiene permanentemente al tanto de los cambios en la programación de los diversos canales. Así, el usuario no debe programarlos “de qué hora a qué hora en qué canal”, sino que escoge en un sencillo menú la película, serie o documental deseado y si desea grabarlo una vez o de forma recurrente. El aparato se encarga a partir de ese momento de eliminar los anuncios y ajustar la programación si la emisión se retrasa.