Un huerto en el balcón
Cultivar en el balcón plantas aromáticas o incluso hortalizas es sencillo y nos permite disponer de pequeñas cantidades de alimentos naturales. La albahaca, manzanilla, lavanda, menta, perejil, pimientos y pequeños tomates, entre otros, se prestan perfectamente a ser caseros.
Además de luz y suelos con buen drenaje, exigen un riego puntual y otros cuidados sencillos y fáciles de proporcionar. La elección de las plantas dependerá de la orientación de la terraza o balcón y de la climatología que habrán de soportar.
Cómo plantarlas
Cuando sólo se dispone de un balcón o una amplia terraza conviene hacerse con maceteros de grandes dimensiones y una cierta profundidad, la suficiente para que las raíces se desarrollen sin problemas. Muchas plantas aromáticas son originarias del Mediterráneo -hisopo, lavanda, melisa, orégano, tomillo…-, lo que significa que necesitan mucho sol, aunque resultan también adaptables a climatologías más frías. Asimismo, suelen ser sensibles al exceso de agua, por lo que requieren suelos con un excelente drenaje. Sin embargo, no son exigentes en cuanto a la calidad de la tierra y pueden vivir y florecer en suelos malos y pobres. Cualquier época del año es buena para plantarlas siguiendo las instrucciones de para cada una de ellas, aunque conviene evitar los días de excesivo calor o frío: no prenderían o lo harían con mucha dificultad. Se recomienda poner piedras pequeñas o trozos de cerámica en el fondo del macetero y rellenar con sustrato de buena calidad.
Agua y luz
Interesa que el balcón o la terraza esté orientada al Sur, y si no es así, que al menos reciba varias horas al día de sol, ya que las plantas necesitan su luz para realizar correctamente la fotosíntesis, proceso del que depende su desarrollo y su contenido en nutrientes y vitaminas. Si no recibe suficiente sol directo se puede ampliar la luz pintando la pared cercana de blanco para que refleje la radiación. Aunque se trate de un huerto urbano no está exento de sufrir las consecuencias de las inclemencias meteorológicas. Así, la cantidad de agua que reciba también deviene aquí esencial, al igual que ocurre en el campo. El exceso crea problemas de podredumbres y hongos parásitos; la carencia merma su desarrollo vegetal y vuelve las plantas duras. Para las personas más olvidadizas se aconseja un sistema de riego localizado, que consiste en tubos de goteo con los goteros intercalados cada 30 ó 40 centímetros y un sencillo programador de riego (de venta en tiendas de jardinería). Este sistema se conecta a un grifo, de modo que las plantas se riegan quince minutos cada día o media hora cada dos días, y tiene la ventaja de que nos permite ausentarnos sin que por ello sucumban nuestros cultivos por falta de riego. No obstante, un simple pero puntual riego manual es más que suficiente.
El perejil, un clásico de los cultivos caseros
Se cultiva por semillas, en un tiesto o maceta preferentemente situado cerca de una ventana y en un lugar cálido. Aunque el perejil prefiere los climas cálidos, resiste bien el frío. Si bien los suelos húmedos son los mas indicados se acomoda a cualquier tipo de terreno, aunque lo hará mejor en los profundos, sueltos, frescos, provistos de materia orgánica muy descompuesta y limpios de malas hierbas. Lo más adecuado es utilizar dos macetas y plantar en ellas las semillas a principios de primavera y de nuevo a finales de verano, así se obtendrá perejil todo el año. Para lograr una mata compacta y tierna no se deben dejar nacer las flores; hay que arrancarlas cuando comienzan a aparecer. También se pueden dejar salir si se dispone de otra maceta lista para cortar: de ese modo las flores dejarán caer las semillas en la tierra y después tendremos de nuevo una planta hermosa sin que ello suponga un esfuerzo adicional. Por último, la recolección de las hojas del perejil se debe hacer con las manos, nunca con tijeras.
Evite cometer los errores más comunes
- No siembre la planta muy hondo.
- No amontone tierra en exceso sobre la raíz de la planta.
- No utilice excesivo fertilizante.
- No riegue en exceso las plantas ni se olvide de hacerlo
- No elija la planta equivocada para las condiciones ambientales de la zona. Es decir, no siembre una planta que necesita al menos seis horas diarias de exposición solar en un lugar en el que apenas se reciben dos horas.
Compost casero
Las plantas, como organismos vivos, precisan ser alimentadas y de ello se encarga el compost y toda la materia orgánica en descomposición presente en la tierra. Utilizar el compost casero es una perfecta manera de prolongar la actividad a favor del medio ambiente en casa ya que sirve para reciclar parte de la basura orgánica. Sin ser difícil, hay que tener verdadera intención, un espacio de un metro cuadrado para armar un bidón de depósito de los desechos y la voluntad y paciencia para separar y cortar metódicamente la basura orgánica, pero merece la pena, más cuando somos conscientes de que así evitamos comprar tierra de hoja que en muchas ocasiones es sacada de los bosques erosionando sus suelos.
Para producir compost, el hombre moderno emplea los mismos principios que los chinos de hace 4.000 años: crear condiciones óptimas para la vida de los microorganismos que degradan la materia orgánica. Se trata de estimular los microorganismos que se alimentan en condiciones aeróbicas, es decir, en un ambiente con oxígeno. El proceso puede durar entre 3 meses y un año, dependiendo de la forma en la cual trabaje la pila. Si se va agregando en forma constante más desechos el proceso será lento, en tanto si deja la pila con lo que empezó y mantiene la humedad adecuada logrará rápidamente que su compostera rinda frutos. Se precisan materiales verdes (cenizas de madera quemada, cítricos, cáscaras o pedazos de frutas y verduras, hojas y bolsa de té) y cafés (virutas de madera, hojas, podas) añadidos por capas de forma homogénea, e ir humedeciendo la mezcla ocasionalmente. Nunca se debe utilizar carne, huesos, pescado, aceites y grasas, productos lácteos, comida cocida y granos, excrementos de mascotas, ya que emiten olores y atraen roedores.
El lugar donde esté la pila ha de mantenerse parcialmente con sombra y protegido de viento fuerte, apoyado en el suelo y con buen drenaje. La mejor época para comenzar a fabricarlo es la primavera. Dependiendo de cuanto trabajó el proceso, el compost estará listo en un período de 3 a 12 meses. Para saberlo se puede hacer la prueba de la bolsa: se coloca aproximadamente 1 kilo de compost en una bolsa transparente, se cierra y se expone al sol directo a temperatura ambiente. Si después de 24 horas la bolsa ha transpirado mucho, por aumento de la temperatura dentro de la bolsa, es porque el compost aún no se encuentra maduro y debe seguir procesándose.
Ajo:
Deben ser dientes grandes y gordos y plantarse con el extremo puntiagudo hacia arriba y al ras de tierra, para lo que se puede usar un contenedor grande. Hay que dejar 8 centímetros entre un diente y otro. Se han de regar bien, sin inundar, y es recomendable aplicar un fertilizante orgánico hasta que aparezcan los bulbos. Se recolectan cuando la punta luzca de color marrón casi en su totalidad. Necesitan sol directo.
Albahaca:
Es importante contar con una tierra que drene bien. Se planta la semilla a medio centímetro de profundidad, dejando tres centímetros entre semilla y semilla. Precisa de riego frecuente y fertilizante. Comenzarán a crecer a los 10 días después de ser plantadas.
Mostaza:
Se cultiva en tierra muy húmeda, a un centímetro de profundidad. Los brotes se han de podar para que mantengan una distancia de 8 centímetros entre sí. Necesitan sol directo, un buen riego y fertilizantes. Se cosechan cuando las hojas están verdes y tiernas, y para servir de especia se puede cortar toda la planta o sólo las hojas, al gusto.
Anís verde:
Precisa de un contenedor profundo y grande porque sus raíces son muy largas. Se planta en tierra ligera y bien drenada. Necesita sol directo. Florece a los tres meses de sembrada y un mes después puedes se obtienen las codiciadas semillas de sabor dulzón con el que se hace licor.
Tomate
Y otras hortalizas como el pimiento, cebolla, el apio y la berenjena necesitan criarse primero en cajones de madera. Se coloca en ellos tierra gorda, bien refinada y se ubican sobre ladrillos en un lugar abrigado y con luz. De esta manera podremos ir cuidando las plantas a medida que crecen, aunque les falte agua y protegiéndolas del frío y del calor excesivo. Cuando las plantas tengan 3 ó 4 hojas o el tallo alcance el grosor de un lápiz, estarán listas para ser transplantadas al lugar definitivo de cultivo. En general se cubre con tierra a nivel del cuello de las plantas. En el caso del tomate, también puede enterrarse parte del tallo, ya que con el tiempo éste echa raíces.