NO TODAS LAS GAFAS DE SOL TE PROTEGEN
Nuestros ojos nos importan, y lo refrendan los datos: el 66% de los españoles acude a oftalmólogo al menos una vez al año, según el Libro Blanco de la Salud Ocular en España 2019. Uno de cada diez se revisa los ojos incluso con mayor frecuencia, una vez cada seis meses, y únicamente el 5% de la población afirma acudir a la consulta solo cuando tiene un problema.
Sin embargo, a veces no somos conscientes del daño que la luz puede provocar en nuestra visión. Una de cada tres gafas de sol vendidas en España no supera los controles necesarios y carecen de homologación. Las compramos en bazares, mercadillos… No en centros oficiales u ópticas, como deberíamos hacer siempre.
Puesto que disfrutamos de muchas horas de sol (entre 1.600 y 2.000 al año, según el Instituto Geográfico Nacional), hay que aprender a proteger no solo la piel, sino también los ojos: de no hacerlo, pueden surgir problemas. “A largo plazo, la luz directa constituye un factor de riesgo para que aparezcan cataratas, pero tiene otros efectos perniciosos más inmediatos, como conjuntivitis con daño en la córnea (queratitis) y enrojecimiento ocular”, advierte Gema Yunta, portavoz del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas (CNOO).
Las gafas son más que un accesorio que sienta más o menos bien. Y como no todas son recomendables, repasamos las principales claves para saber en qué fijarse al elegir unas buenas lentes solares con total garantía de calidad.
OJO A LOS RAYOS ULTRAVIOLETAS (UV).
Las lentes no solo deben absorber la luz y evitar deslumbramientos; también filtrar y eliminar la radiación ultravioleta del sol, que cae en el espectro no visible. Sean del color que sean, unas lentes buenas tienen que bloquear la entrada del 100% de la radiación UVA y UVB con una longitud de onda inferior a los 400 nanómetros. Esta capacidad se reconoce como filtro UV400. Eso sí, la información no suele venir grabada ni en la montura ni en las lentes, y se incluye en una pegatina o en el folleto que las acompaña.
OSCURIDAD NO IMPLICA PROTECCIÓN.
Un error frecuente consiste en creer que los cristales negros u opacos constituyen una opción mejor que los más claros. Pero el color de la lente no influye en el nivel de protección: “Lo que nos protege es el filtro, no su color o tinte”, advierte Yunta. De hecho, existen gafas graduadas con filtro transparente contra los rayos UV.
Recuerda que, si compras unas gafas oscuras en un mercadillo, te expones a un peligro añadido: para regular la luz a través de un filtro oscuro, tu pupila se dilatará más que si no llevaras lentes, por lo que entrarán más rayos UV en los ojos. Esto puede ocasionar una inflamación de la conjuntiva y de la córnea. “Unas gafas malas resultan contraproducentes: mejor no llevar ninguna que optar por unas no homologadas”, aconseja la optometrista.
LA MIRADA DE LOS MÁS PEQUEÑO
En el caso de los niños, la necesidad de utilizar gafas de sol homologadas crece, ya que sus ojos están en pleno desarrollo y no tienen desarrollado completamente el cristalino, que actúa como barrera de protección natural. “Ellos deben usarlas en la playa, en la montaña o si van a pasar mucho tiempo en el parque; pero en su justa medida, porque su uso continuado puede hacer que desarrollen fotofobia o sensibilidad extrema a la luz”, señala la óptico-optometrista.
Si las gafas no son buenas, mejor no ponérselas (como ocurre con los adultos). Además del filtro homologado, podemos optar por unos cristales orgánicos (plásticos), más ligeros y resistentes. En el caso de los bebés, sus ojos no deberían estar nunca expuestos al sol directo, por lo que hay que cubrirlos con gorritas o parasoles.
MÁS CARA NO SIEMPRE EQUIVALE A MEJOR.
La calidad de unas gafas reside en el filtro solar de las lentes, no en quién las haya diseñado. “Unas de 100 euros no tienen por qué resultar mejores o proteger más que otras que cuesten 40 euros, porque muchas veces lo que encarece el artículo es la montura”, advierte Yunta. Eso sí: recuerda acudir a una óptica oficial, dejarte asesorar por un profesional y revisar la categoría del filtro, que ha de bajar de 3 (ver recuadro pág. 45). Además, debe incluir un folleto con sus características de uso y consejos para su almacenamiento y limpieza (con agua, jabón neutro y gamuza que no raye la lente).
LAS GAFAS “PARA TODO” NO EXISTEN.
Aunque resulte tentador, “la gafa única y todoterreno que protege en todas las ocasiones no existe”, advierte la óptico-optometrista. Lo más parecido lo constituye una lente de categoría 3, que no resultan suficientes para ir a la nieve o a la playa en verano, porque el reflejo de la luz en las superficies brillantes aumenta la intensidad de los rayos que inciden en tus ojos. En este caso, necesitamos un filtro de categoría 4. Sin embargo, si las quieres para conducir, este filtro no será adecuado, ya que el tinte es demasiado opaco; mucho mejor optar por una lente del 0 al 3. En resumen: si conduces y además te gusta ir a la montaña o bañarte en el mar en verano, necesitarás al menos dos gafas de sol distintas, con lentes de categoría 3 y 4, respectivamente.
Un escudo contra la luz solar
Las lentes deben actuar siempre como filtro ante la luz y sus posibles reflejos. Según su intensidad, se clasifican en grados, que determinan sus usos y limitaciones. Pero no su protección contra los rayos UV: las gafas de categoría superior son simplemente más oscuras, pero protegen lo mismo.
- Categoría 0. Lentes muy claras, que dejan pasar entre un 81 y un 100% de la luz. Su función resulta puramente estética y no constituyen una opción recomendable para bloquear la luz del sol.
- Categoría 1. Ligeramente coloreadas, permiten la entrada de entre un 44 y un 80% de la luz. Son solo aconsejables con luz de intensidad baja; por ejemplo, para pasear por la ciudad un día nublado.
- Categoría 2. Presentan un tinte medio y dejan entrar entre un 19 y un 43% (absorben el 81 al 57%) de la luz. Son aconsejables con una intensidad de luz baja o media.
- Categoría 3. Permiten el paso de entre un 8 y un 18% de los rayos lumínicos. Este tipo de gafas sí constituyen una buena opción para protegerse en condiciones de intensidad solar media o alta, como las presentes durante la primavera y el verano.
- Categoría 4. Prácticamente opacas, apenas permiten el paso de entre un 2 y un 7% de la luz. Aconsejables cuando la intensidad de la luz es muy alta, como en la playa, en la nieve o en la alta montaña, con elevada reflexión de los rayos.
EL PELIGRO DE LAS GAFAS FALSAS
Sin gafas de sol, los rayos UV llegan al ojo. La pupila está más cerrada, lo que hace que llegue una menor cantidad de estos rayos. Con unas gafas sin homologar, los rayos UV llegan al ojo. La córnea está más abierta que si no lleváramos gafas, por lo que recibe una mayor cantidad de rayos UV y el daño es mayor. Las gafas homologadas ofrecen una protección total contra los rayos UV. Estos rayos rebotan en el cristal y no llegan al ojo.
ALGUNAS CLAVES, EN LAS PATILLAS
Aunque la única garantía de homologación está en el etiquetado del fabricante, encontrarás algunas pistas en los códigos laterales.
- El número de modelo: suele ser el nombre o las iniciales de la marca, junto a una combinación de dígitos que varía según cada caso.
- La anchura de las lentes, seguida por la del puente (el espacio entre ambas lentes, por encima de la nariz), en milímetros.
- Una cifra especifica la longitud de las patillas, también expresada en milímetros.
- La etiqueta UV400 (opcional) si está presente, indica un nivel de protección de los rayos ultravioletas superior, hasta los 400 nanómetros.
- El distintivo ‘CE’ (Conformidad Europea) asegura que el artículo cumple con los requisitos legales exigidos en la Unión Europea, fijados por la norma UNE-EN 1836. Es decir, se garantiza que los lentes cuentan con la adecuada protección UV.
- … y la ‘versión’ china. Hay que activar las alertas para no confundir ese logotipo con uno de apariencia similar. Tiene las letras mucho más próximas y son las siglas de “China Export” (exportado de China)