Duelo en tiempos de pandemia: despedirse en la distancia

La plaga del coronavirus ha generado un contexto insólito de aislamiento que ha impedido acompañar a los enfermos terminales y velar a los difuntos de forma presencial. Elaborar un duelo sano tras una muerte cercana por Covid-19 es más difícil que hacerlo en circunstancias normales, pero no imposible.
1 junio de 2020
Person Throwing Flowers In Sea

Duelo en tiempos de pandemia: despedirse en la distancia

Si enfrentarse a la muerte de un ser querido es un trance de por sí duro, tener que hacerlo en circunstancias de emergencia sanitaria y confinamiento le añade dificultad y dolor. La pandemia de la covid-19 no solo ha acabado con la vida de decenas de miles de personas en nuestro país. También ha generado un nuevo escenario de aislamiento que ha impedido acompañar a los enfermos terminales, velar a los fallecidos y celebrar rituales fúnebres como se venía haciendo hasta la irrupción del coronavirus. Quienes han perdido a un amigo o familiar deben encarar un duelo particularmente complicado, que el Ministerio de Sanidad califica “de riesgo” por “la naturaleza traumática de todo lo que ha acompañado a la muerte” y los “déficits de apoyo social”. 

Sin contacto, sin pruebas, sin ritos

El pasado 30 de marzo, velatorios y ceremonias fúnebres se prohibieron para evitar la expansión del virus. El estado de alarma estableció que tan solo tres allegados pudieran asistir a los entierros e incineraciones para despedir el cuerpo que, en caso de la covid-19, debía meterse además dentro de una bolsa estanca y ataúd cerrado. Los dolientes que ha dejado la pandemia tampoco han podido estar cerca de sus seres queridos en sus últimas horas ni tener contacto físico no ellos, lo que les ha generado dolor añadido por la imposibilidad de decir adiós, acompañar, cuidar, aclarar asuntos pendientes, agradecer o preguntar. Al haber sido vetada su presencia en el hospital, tampoco saben cómo fue el fi nal del difunto, lo que les ha generado incertidumbre sobre qué pasó, cómo fue atendido y qué sintió en realidad durante sus últimas horas, además de pensamientos catastrofi stas y mucha culpa. 

A todo ello se suma el reto de asumir y gestionar los tiempos de la covid-19, mucho más cortos que los de otras enfermedades mortales. También la difi cultad de haber vivido el proceso de la muerte desde una soledad extra, sin el apoyo presencial de allegados, reconocimiento social ni ritos funerarios, que en el fondo son maneras de expresar el amor por el fallecido, enfatizan los profesionales.

Más que etapas, emociones

“Estamos viendo duelos con un añadido de trauma muy importante, y también múltiples”, asegura Valeria Moricono, responsable de la organización del servicio de Ayuda al Duelo del Colegio Oficial de Psicología de Madrid. Sus más de 70 especialistas voluntarios, con los que se puede contactar a través de ayudaduelocopm@cop.es, por teléfono o videoconferencia y realizan una media de cinco sesiones con cada paciente. 

En su primer mes de existencia, este servicio de emergencia asistió a unas 350 familias, entre las que se cuentan “muchísimos hijos de fallecidos por covid-19, pero también parejas, nietos y cuidadores de personas ancianas”, relata. En este contexto, la situación se agrava debido al choque emocional que ha generado la pandemia en el conjunto de la población. La red social de apoyo que debe sostener a quien ha perdido a un ser querido también está tocada, inmersa a su vez en un escenario traumático y de agobio. 

Antiguamente se hablaba de las fases del duelo, basadas en el famoso modelo que estableció la psiquiatra suiza Elizabeth Kübler-Ross en 1969: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación. Lo peligroso es quedarse atrapado en una de ellas. “Si la negación persiste, por ejemplo, puede ser problemático, ya que crece el sentimiento de irrealidad y complica el trabajo emocional”, afirma Moricono, también coautora de la Guía de acompañamiento al duelo Covid-19 del colegio profesional. 

Según ella, actualmente muchos psicólogos prefieren hablar más de emociones que de fases y, además, evitar cronificarse. “En consulta he comprobado que estas etapas resultan persecutorias para los dolientes: piensan que son consecutivas y que tienen que pasar por todas ellas, pero no funciona así. El duelo no es lineal, sino fluido. Pueden experimentar primero un sentimiento, luego otro y, después de un tiempo, regresar al primero”, aclara. 

Por otro lado, cada una de esas emociones es normal y presenta multitud de matices, a los que también debe prestarse atención. “Existen muchos tipos de culpa: por no haber estado presente, por pensar que se podía haber evitado, por algo que se hizo, por reengancharse a la vida… También de ira: contra uno mismo, contra los demás, contra los médicos…”. Cada persona reacciona de manera distinta ante un hecho traumático y necesita sus tiempos para elaborar el dolor. Por eso resulta arriesgado definir en qué consiste exactamente un duelo complicado o patológico. Aunque un proceso sano no tiene características ni duración exactas, la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría estima que puede haber motivo de preocupación si un doliente no consigue hacer vida normal pasados los 12 meses.

Hay que permitirse sentir

Para que esto no suceda, los psicólogos recomiendan aceptar todas las emociones, tal y como lleguen. Aconsejan que los dolientes expresen todo lo que sientan, ya sea tristeza, miedo, rabia o enfado. También que lo compartan con amigos y familiares y, llegado el caso, con profesionales. Si por circunstancias de aislamiento o cuarentena no pudiera hacerse en persona, resulta importante no aislarse. Puede utilizarse cualquier medio del que se disponga para hacerse acompañar y sentir calor, como el teléfono, las videoconferencias o las aplicaciones de mensajería.

No es el momento de exigirse demasiado a uno mismo, pero parte de la responsabilidad del doliente consiste en seguir cuidándose –comer sano, asearse, descansar– y, al mismo tiempo, concederse permiso y espacio para llorar y conectar con el dolor. En cuanto a las personas que quieran acompañar y mostrar su cariño a las personas en duelo, los profesionales recomiendan hacer saber que se puede contar con ellos y ofrecerse para ayudar, pero sin resultar invasivos. Se aconseja evitar frases como “sé fuerte”, “anímate”, “hazlo por tus hijos”, “es ley de vida” o “ahora ya no sufre”. A cambio, recomiendan optar por algo similar a “me gustaría mucho poder decir algo que aliviara tu dolor, pero no encuentro las palabras. Quiero que sepas que estoy aquí y que pienso en ti a menudo”. 

Cómo contárselo a los niños

Muchos adultos piensan que ocultar la muerte a los menores les ahorra un sufrimiento, pero en realidad sucede al revés. Resulta imposible evitarles todo el dolor y, al estar apartándoles de un evento fundamental en sus vidas, puede que en el futuro no desarrollen habilidades para afrontarlo. Así lo explica la extensa guía Hablemos de Duelo. Manual práctico para abordar la muerte con niños y adolescentes, de la Fundación Mario Losantos del Campo, que ofrece pautas específicas por edades y puede descargarse de manera gratuita en Internet.

Entre sus consejos, recomiendan no mentir a los menores, comunicar la noticia con sinceridad y serenidad, transmitirles que siempre va a haber alguien que cuide de ellos, dejarles participar en los rituales familiares, ayudarles a expresar su tristeza o dejarles claro que no tienen la culpa, ya que pueden pensar que la persona ha fallecido porque ellos han hecho algo malo. “Los niños, como los adultos, necesitan compartir el dolor y las emociones”, confirma la Sociedad Española de Cuidados Paliativos. “Lo más importante es la seguridad que les da el amor de personas que les sostienen y les explican las cosas para que las entiendan”.

Dónde pedir atención psicológica gratuita
  • Ministerio de Sanidad y el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos
    917 007 989 (de 9.00 a 20.00) 
  • Colegio Oficial de la Psicología de Gipuzkoa
    692 566 160 (de 10.00 a 14.00) 
  • Colegio Oficial de Psicología de Madrid
    ayudaduelocopm@cop.es 
  • Servicio de Psicología Aplicada de la UNED
    spa@psi.uned.es y 660 695 469 (L-V, de 10.00-14.00/16.00-20.00) 
  • Instituto IPIR. Duelo y pérdidas
    Rellenar formulario en ipirduelo.com o info@ipirduelo.com 
  • Movimiento Tienes mi ayuda
    tienesmiayudacovid19@gmail.com 
  • Iniciativa popular #escuchasolidaria
    escuchasolidaria@gmail.com 
  • Fundación La Caixa (solo para profesionales sanitarios)
    900 670 777 (de 9.00 a 22.00) 
  • Fundación Alares
    900 877 037 (24 horas) 
  • Niakara (encuentros online entre personas que han perdido un ser querido)
    Rellenar formulario en niakara.org

“Debemos darnos permiso para sentir lo que estamos sintiendo”

Alba Payàs, directora del Instituto de Psicoterapia Integrativa Relacional (IPIR)

Especialista en el tratamiento del duelo, Alba Payàs dirige del Instituto IPIR, un centro especializado en atención a familias en duelo y en formación de profesionales. Además, es autora de los libros Las tareas del duelo o El mensaje de las lágrimas. 

¿El coronavirus cambia nuestra relación con la muerte? Hace unos meses, era impensable imaginar que nuestra familia pudiera estar en peligro, pero ahora la mayoría tenemos esa incertidumbre y preocupación. La pandemia nos ha acercado la imprevisibilidad de la muerte. También pone de manifiesto la importancia de los rituales colectivos, ausentes durante la covid-19. Cuidar de nuestros seres queridos y acompañarlos en la etapa fi nal de la vida tiene un poder reparador, que aporta sentido. Los funerales dejan sentir el impacto que ha tenido el fallecido en la comunidad y disponer del cuerpo es una forma de afrontar la realidad e ir aceptándola. En general, los ritos señalan que entramos en una nueva realidad y, sin ellos, las personas en duelo sienten culpa por no haber podido despedirse, al tiempo que se intensifica su sensación de irrealidad. Son factores que propician un duelo de riesgo, a los que se suma la incertidumbre que existe respecto al futuro y la falta de apoyo social, ya que esa red de personas está a su vez tocada y afectada por la situación general. 

¿Qué observa en las personas que han perdido a alguien por la pandemia? Mucha tristeza, impotencia y sentimientos de culpa por no haber podido estar presentes. También enfado con el sistema, con las normas, con la manera que ha tenido su ser querido de morir o con el hecho de no haber podido acceder a más información. Por otro lado, estamos viendo mucho trauma, sensación de desbordamiento, de irrealidad y de soledad. 

¿En qué momento habría que pedir ayuda especializada? En las circunstancias mencionadas. Debido al nivel de riesgo que entraña este duelo, también si los síntomas de culpa, enfado, incredulidad, abatimiento y tristeza profunda persisten en dos o tres meses.

¿Qué etapas atraviesa alguien que ha perdido a un ser querido? Los modelos que dividen el duelo en etapas están obsoletos. Y la idea de que un duelo consiste en despedirse es también errónea: no conviene confundir despedida con funeral. Aunque a algunas personas les ayuda, la mayoría no quiere decir adiós a su ser querido, ya que el vínculo sigue. El reto consistiría en elaborar lazos continuos, sanos y fértiles con quien se va. 

¿Qué consejos daría a una persona en duelo? Que acepte lo que está viviendo y se dé permiso para sentir lo que siente. Estar enfadado o desbordado es normal. No significa que uno esté volviéndose loco. Lo importante es que la persona encuentre equilibrio entre los recursos que le permiten evitar el dolor y los que le conectan con él, así como saber diferenciarlos. Por un lado, el doliente debería hacer cosas que le ayuden a distraerse, cuidarse y calmarse, como evitar sobreexponerse a las noticias o a imágenes que susciten recuerdos, conservar sus rutinas, comer sano, hacer deporte, conservar su red de apoyo o descansar. Por otro, concederse un tiempo y un espacio para conectar con el sufrimiento y lo sucedido, y recurrir a la red de apoyo para exteriorizar y compartir la pena, el enfado o la culpa. 

¿Cómo pueden ayudar amigos y familiares? A menudo la red de apoyo no está disponible porque las personas solemos tener dificultades para conectar con el mundo emocional, lo que hace que se levanten muros de silencio alrededor de la persona en duelo. Hay que romperlos para que las familias puedan compartir con nosotros lo que sienten y nosotros podamos hacerlo con ellos. 

¿Qué se puede hacer para elaborar la despedida tras el confinamiento? Reforzar la red de apoyo: sentarse con toda la familia, hablar, abrazarse, compartir cómo se ha vivido. Es importante poner relatos en común e intentar reconstruir la historia, ya que al haber estado separados solo existen fragmentos. Creo que tras el confinamiento veremos muchos funerales que ahora no se han podido hacer. Aunque haya pasado el tiempo y el cuerpo no esté presente, el ritual tiene la misma significación y el mismo poder reparador. 

¿Qué papel juega la tecnología y cómo debemos usarla? Somos afortunados en utilizar las redes, pero también tienen sus límites. No equivalen a un apoyo presencial. Muchas personas que buscan ayuda psicológica en Internet, encuentran modelos que les dañan más que ayudarles. A quien necesite un profesional y esté buscándolo en la Red, le recomendaría que escogiera a un especialista, y que se guiara tanto por su currículo como por las recomendaciones personales. 

¿Cuáles podrían ser las consecuencias de vivir esta dura experiencia a través de dispositivos? Prevemos que en unos meses va a haber muchos duelos complicados. A medio plazo puede haber desórdenes de duelo prolongado, donde la persona tiene un abatimiento y una desesperanza que le impide funcionar en el día a día. Se trata de un diagnóstico clínico, de un desorden que tiene consecuencias para la salud y provoca más tendencia a la depresión, al consumo de sustancias, al suicidio… Según diversos estudios, la mortalidad en personas que han perdido la pareja puede aumentar hasta un 40% dentro de los primeros 6 meses después de la pérdida. También demuestran el incremento en la incidencia de cáncer, enfermedades coronarias, neurológicas…

10 consejos para afrontar la pérdida

  1. Busca equilibrio entre conexión y desconexión con el dolor. Tan poco saludable es estar todo el día recordando como evadirse con el trabajo, el ocio, el deporte… o ayudas menos ‘buenas’. 
  2. Mantén rutinas y hábitos saludables. Trata de comer bien, hidratarte, hacer ejercicio y descansar. No dejes de asearte y arreglarte. 
  3. No reprimas tus emociones, ni te compares con otros familiares de la persona fallecida. Lo que sientes tú, en concreto, es normal y legítimo. 
  4. Apóyate en tus seres queridos. El teléfono, las videoconferencias o los mensajes ayudan a compartir. Pero reserva también espacios de recogimiento solo para ti. 
  5. Encuentra una manera de canalizar el sufrimiento. Actividades creativas, como dibujo, música o baile, pueden ser terapéuticas y contribuir a dar un sentido a estos momentos. 
  6. Si necesitas ayuda, pídela. No dudes en contactar con amigos y familiares. Incluso con profesionales gratuitos de apoyo. 
  7. No te exijas mucho a ti mismo. Concédete permiso para no estar al 100%. Deja para más adelante la toma de decisiones importantes. 
  8. Evita sobreexponerte a las noticias. Dosifica televisión, periódicos, radio y redes sociales. 
  9. Rinde homenaje a tu ser querido. Ya harás el ritual más adelante. Puedes improvisar otros, recopilando fotos o compartiendo anécdotas. 
  10. Sé consciente de las limitaciones que te impone la crisis. Estamos ante una pandemia mundial. Renunciar a la despedida fue muy duro, pero también un acto de generosidad y de amor que puedes dedicar a tu ser querido para honrarle. 

Fuente: Guía para las personas que sufren una pérdida en tiempos de coronavirus, Ministerio de Sanidad, Sociedad Española de Cuidados Paliativos y profesionales especialistas en duelo.