Parkinson

No hay tratamiento curativo, sólo paliativo

El gran reto de los afectados y sus familiares es la convivencia con la enfermedad
1 junio de 2003

No hay tratamiento curativo, sólo paliativo

Se calcula que en España hay unos 110.000 afectados de Parkinson, una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central, incurable en la actualidad aunque aliviable mediante fármacos o neurocirugía. No es mortal ni conduce a la demencia indefectiblemente, pero es progresiva y suele terminar, aunque no siempre, invalidando a la persona. No es una enfermedad nueva y fue descrita por primera vez en 1817 por Sir James Parkinson, que la llamó “parálisis agitante”.

Después del Alzheimer, es la enfermedad neurodegenerativa con más incidencia, sin hacer distinciones de raza ni de sexo. Se da en cualquier lugar del mundo y hay un ligero predominio en el sexo masculino. Su edad de comienzo es alrededor de los 55 años. Afecta a 2 de cada 1000 personas y a 2 de cada 100 entre los mayores de 65 años. Un 20% de los afectados tiene menos de 50 años. Por el momento, no se puede prevenir, y considerando el incremento de la esperanza de vida de la población, parece probable que en un futuro su incidencia aumente.

Incógnita sobre su origen

Es fundamental que los enfermos de parkinson puedan llevar a cabo una actividad física sostenida y regular

Se desconoce el origen de esta enfermedad, aunque se han barajado diversas teorías para explicarla, desde genéticas y metabólicas hasta las que implican ciertos tóxicos ambientales o microtraumatismos cerebrales antiguos en su aparición. Sea cual sea la causa, el inicio de los síntomas que caracterizan esta patología se encuentra en la lesión de la sustancia negra del mesencéfalo, en los ganglios basales y área extrapiramidal del cerebro, zonas que controlan y coordinan los movimientos. Parece ser que se produce una disminución de la dopamina cerebral, una sustancia que transmite impulsos de una células nerviosas a otras. La alteración de este sistema conduce a una mala coordinación de los movimientos musculares, lo que provoca síntomas característicos como temblor, rigidez muscular por hipertonía, lentitud de los movimientos (bradicinesia) y trastornos del equilibrio, que son los cuatro criterios clínicos básicos para su diagnóstico.

Temblores

De intensidad variable, el temblor parkinsoniano es rítmico, con predominio de reposo, por lo general localizado en manos y antebrazos, y que se agudiza con los estados de ansiedad. Los afectados de Parkinson sufren rigidez muscular, por lo que sus músculos presentan una resistencia aumentada al estiramiento: si se intenta extender su antebrazo, se nota cierta resistencia y la decontracción de los músculos se hace de forma de sobresaltos, como si se tratase de una rueda dentada. Sus movimientos resultan lentos (bradicinesia) y torpes, y muchas veces hay incluso falta de movimiento (acinesia). No cruzan las piernas ni tienen expresión en la cara, por lo que parece que su rostro no refleja gesto alguno y es incapaz de mostrar emociones. Su cuerpo suele estar un poco doblado hacia delante, los brazos pegados al cuerpo con los codos y muñecas flexionados, lo que hace que las manos se junten a la altura del ombligo. Su marcha es lenta, con pasos cortos y rápidos, y es característica la dificultad que tienen para comenzarla y terminarla, ya que tienen problemas para pararse. Al tener el cuerpo inclinado hacia delante y desplazado el centro de gravedad, caminan a una velocidad cada vez mayor para evitar caerse; es la marcha festinante, muy característica de los parkinsonianos. Cuando permanecen parados suelen tener mala estabilidad, parece que se tambalean. Si están sentados se están moviendo continuamente (acatisia). Les cuesta levantarse de la cama y de la silla. La boca la tienen casi siempre abierta, con dificultad para mantenerla cerrada. Su voz es baja, monótona y tienen dificultad para escribir, comer o realizar movimientos finos con las manos. Muchas veces los dedos tienen un movimiento rítmico, como si estuviesen contando dinero. Aunque no está demostrado que provoque demencia -si bien hay discusión al respecto-, se produce cierto deterioro intelectual en algunos casos, caracterizado por la progresiva ralentización de la velocidad del pensamiento (bradipsiquia) y por problemas para concentrarse en algo durante mucho tiempo. Hay desmotivación emocional, problemas de memoria – no tan severos como en el Alzheimer-, escasa flexibilidad mental, cierta rigidez cognitiva y dificultad para planificar las cosas o encontrar soluciones a los problemas.

Tratamiento paliativo

La enfermedad no tiene tratamiento curativo sino paliativo, para controlar los síntomas. El más utilizado es a base de Levodopa, molécula que el cerebro utiliza para producir dopamina y que mejora la coordinación de movimientos. Este medicamento se suele asociar a otros, como apomorfina, amantadina, selegilina, anticolinérgicos… La lista es larga, lo que significa que no hay uno realmente eficaz. La respuesta individual a los fármacos es muy variable, por ello el tratamiento debe ser individualizado según las características del paciente y los síntomas predominantes en cada caso. El tratamiento farmacológico es necesario, ya que el Parkinson no tratado es incapacitante y lleva a una muerte prematura. Un elevado porcentaje de pacientes mejora claramente de los síntomas con el tratamiento, si bien hay que aclarar que puede producir efectos secundarios como movimientos involuntarios, nauseas y vómitos, sequedad de mucosas, desorientación, cambios de comportamiento, alucinaciones…

Convivir con el Parkinson

En casos graves y que no mejoran con el tratamiento hay que recurrir a la cirugía. En la actualidad hay procedimientos quirúrgicos que modifican las alteraciones cerebrales (palidotomía, estimulación subtalámica mediante electrodos, implantes celulares…).

Pero si el tratamiento farmacológico es importante, no lo son menos las medidas generales que deben observar. Deviene fundamental que todos los enfermos de Parkinson puedan llevar a cabo una actividad física sostenida y regular que pueda proporcionarles relajación muscular y disminuir el nivel de estrés, además de elevar su estado de ánimo, habitualmente bajo y tendente a la depresión. Caminar es necesario, ayudados por otra persona. Esa ayuda la necesitarán también para otras actividades de la vida cotidiana como levantarse de la cama, asearse, comer, vestirse… Hay que dotar al enfermo de ciertos apoyos para que pueda desarrollar su actividad con seguridad y sin riesgos: barras y pasamanos en pasillos de la casa, en el baño, sillas que ayuden a levantarse, cubiertos con mangos más largos para que puedan comer más fácilmente… En definitiva, hay que educarles y enseñarles a convivir con el Parkinson, lo que requiere un esfuerzo considerable por parte de la familia. Muchas veces se va a requerir apoyo psicológico. La fisioterapia y la gimnasia van muy bien, y no hay que dejar de lado actividades que puedan parecer más exigentes como natación, andar en bicicleta o caminatas largas, que además de mejorar la movilidad y la coordinación contribuyen a mejorar la condición circulatoria. En cada caso y en función de la severidad de los síntomas, el especialista tendrá que programar las actividades más adecuadas.