Perreras: analizadas las instalaciones de acogida de animales gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales españolas

Las perreras ofrecen un servicio aceptable, pero necesitan mejoras en información y servicios

- La limpieza y la seguridad, lo mejor de estas instalaciones
- El abandono de un animal puede costar a su dueño hasta 210 euros y la adopción, 85 euros
- Se han hallado grandes diferencias entre unas ciudades y otras
- Sólo en cuatro centros de los 18 visitados reconocen sacrificar los animales
1 octubre de 2009
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Las perreras ofrecen un servicio aceptable, pero necesitan mejoras en información y servicios

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Las perreras no gozan de buena imagen. Se asocian a lugares insalubres en los que los animales aúllan hacinados y mugrientos mientras aguardan el momento del sacrificio. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. En líneas generales, sus infraestructuras son amplias y las mascotas (la mayoría perros, pero también gatos, y en algún caso incluso caballos o loros) disponen de espacio, alimento e higiene suficientes. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano escasa y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de referencia gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales. También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos centros no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las 18 ciudades deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres de las capitales también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

Trabajo no falta en las perreras. Según datos de la Fundación Affinity, en nuestro país se recogieron en 2008 casi 120.000 perros sin hogar y sólo uno de cada cuatro fue adoptado. Estos números refuerzan la conveniencia de los más de 300 centros de protección animal en funcionamiento en España. CONSUMER EROSKI ha visitado 18 centros gestionados, contratados o subvencionados por la autoridad municipal en A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza. Se solicitó información a los 18 ayuntamientos y los técnicos de la revista, haciéndose pasar por ciudadanos interesados en adoptar un gato o un perro, visitaron las instalaciones en el mes de julio. De esta forma, se pudo comprobar su estado, mantenimiento y limpieza, así como el de los animales que allí se alojaban. También se evaluó la dotación de servicios y de personal, las rutinas de alimentación de los animales y la atención sanitaria que se les brinda.

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Los centros con mejor valoración (‘muy bien’) fueron los de Barcelona, Madrid y San Sebastián. Les siguen, con una calificación de ‘bien’, Murcia, Sevilla, Valencia, Vitoria y Zaragoza. Los de Valladolid, Málaga, Pamplona, Granada, Cádiz y Alicante se quedan en un mediocre ‘aceptable’, mientras que las peores valoraciones corresponden a los centros de A Coruña, Bilbao, Córdoba y Oviedo, que suspenden con un ‘regular’.

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente para atenderlos de manera correcta. Pese a ello, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios precisos. Lo habitual es que en estos centros trabajen entre uno y tres veterinarios, a los que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad. Su dotación varía de unas ciudades a otras, aunque la mayoría se sitúa entre cinco y diez personas. Su labor se complementa con la colaboración de voluntarios, particularmente destacada en Barcelona (50 personas) y, en menor medida, en Madrid y Vitoria (7 personas).

Los centros estudiados con mayor capacidad son los de Madrid (500 animales), San Sebastián (440), Oviedo (350) y Málaga, Córdoba y Barcelona (con 300 plazas en cada uno de ellos). El resto atienden menos de 150 mascotas (el centro más pequeño de los visitados fue el de Bilbao, donde sólo puede acogerse a una treintena, aunque se halla en proceso de ampliación). Esa capacidad se ve sobrepasada en ocasiones por el número de animales que se quedan sin dueño. Así ocurría en cinco centros: Granada, Sevilla, Valladolid, Alicante y Valencia. En los dos últimos casos, el número de perros y gatos duplicaba el de plazas disponibles.

Sacrificar o no a los animales

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¿Qué hacer cuando se ven desbordados? Sólo en cuatro ayuntamientos o refugios consultados (Córdoba, Murcia, San Sebastián y Zaragoza) admiten que sacrifican a los animales. El resto opta por poner en marcha una campaña de adopción urgente (A Coruña, Oviedo y Vitoria) o los trasladan a otros centros (Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Pamplona, Valencia y Valladolid). En Granada y Sevilla no facilitaron esta información, pero sus ordenanzas establecen que una vez cumplido el tiempo máximo que pueden estar en el centro, se llevará a cabo la donación o el sacrificio. Eso sí, en todos los refugios se sacrifican los animales cuando estos son agresivos o tienen enfermedades graves y/o infecciosas o sufren heridas graves por maltrato.

El sacrificio de los animales de compañía es una decisión que genera controversia. En la mayoría de las ocasiones el destino de una mascota cuando ésta es abandonada y ninguna familia la adopta es la muerte. Pese a ello, son conocidas algunas iniciativas pioneras, como la del Ayuntamiento de Barcelona, donde por ley se prohibió el sacrificio de los animales domésticos en la perrera municipal, potenciando así otras medidas como campañas de concienciación y controles para evitar los abandonos. Según los datos obtenidos a través de los ayuntamientos y los encargados de los refugios, en 2008 se sacrificaron 10.362 animales de compañía en los 12 centros donde proporcionaron esta información (en el resto de las ocasiones, indicaron que no les estaba permitido facilitar los datos).

Animales sin atar y en habitáculos amplios

En el apartado de infraestructuras, los técnicos de la revista evaluaron las instalaciones de los centros: si disponen de sala veterinaria (así como la dotación de esa estancia), si han habilitado una zona exterior donde los animales puedan pasear, las características de los habitáculos donde se encuentran estas mascotas o si admiten razas peligrosas. La valoración media de los 18 centros visitados fue buena. Ninguno suspende y los de Barcelona, Madrid y San Sebastián obtienen una calificación de ‘muy bien’. En todos ellos, los animales se encuentran en jaulas y casetas que disponen de habitáculo interior y una zona exterior, con su recipiente para la comida y el agua. Sólo en Valladolid y Zaragoza no se admiten animales peligrosos en sus instalaciones, mientras que en seis de los que sí los acogen (Vitoria, Valencia, San Sebastián, Granada, Barcelona y A Coruña) no están acondicionados con espacios o instalaciones especiales para ellos, por lo que tienen que convivir con el resto de mascotas del centro.

Es esencial que estos espacios sean lo suficientemente amplios para que el animal o animales se encuentren cómodos, máxima que se cumple en todos los casos, salvo en los centros de Córdoba y Murcia. En todos ellos los animales sólo se atan cuando salen al exterior. Es conveniente que los perros puedan abandonar sus jaulas al menos una hora o 30 minutos al día para que jueguen o hagan ejercicio en un espacio habilitado para ese fin. Sin embargo, los técnicos de CONSUMER EROSKI observaron que en los centros de A Coruña, Bilbao, Córdoba, Oviedo y Pamplona no disponen de ese espacio o, en el caso de que tengan unos metros cuadrados de zona verde, no se usa para tal fin. Los que sí cuentan con esta zona la mantienen en buenas condiciones, con una iluminación adecuada y con un vallado exterior seguro.

15 de los 18 albergues municipales examinados tienen consulta veterinaria. En los tres restantes (Vitoria, Oviedo y Granada), los animales reciben los cuidados de clínicas veterinarias privadas. Sin embargo, sólo en tres de cada cuatro instalaciones municipales se realizaba de forma periódica un control veterinario y en una proporción algo menor (en dos de cada tres) se sigue un calendario riguroso de vacunación de los animales que acogen.

La higiene y limpieza del recinto se calificaron como buenas, aunque se han constatado diferencias notables. Tres de cada cuatro responsables de estos centros afirman que limpian y desinfectan estas estancias una vez al día. En San Sebastián y Valencia, esa tarea se repite por la mañana y por la tarde (dos veces al día) y en Cádiz consideran suficiente limpiar y desinfectar estos habitáculos cada dos días. Así, y en un vistazo general al recinto donde se encuentran los perros y gatos del centro, las condiciones de limpieza fueron correctas en la mayoría, salvo algo de suciedad observada en Córdoba, Murcia y Oviedo. Lo mismo ocurre con la temperatura de estos espacios. Respecto a los olores desagradables en estas jaulas, se registraron en los centros visitados en Barcelona, Bilbao, Oviedo y Vitoria.

Menos constante y minuciosa es la frecuencia en las tareas de limpieza del resto de instalaciones del centro de protección animal. Esta labor se realiza cada día o dos días salvo en el caso del centro de Valencia, donde reconocen que limpian y desinfectan estas instalaciones comunes una vez por semana. En materia de seguridad, siete de los 18 centros obtuvieron un ‘muy bien’, seis no modifican la media nacional (un ‘bien’), tres tienen que conformarse con un ajustado ‘aceptable’ y A Coruña y Oviedo no logran escapar de un grave ‘mal’.

Abandonar un animal también supone un coste

Una media de 78 mascotas se abandonaron cada día del año pasado en las 15 capitales en las que se obtuvo la información (no están incluidas Alicante, Cádiz y Granada). Las razones: sus propietarios no tenían tiempo, ganas o dinero para cuidarlos. Dentro de ese grupo, el 34% de los dueños se acercaron hasta los centros analizados para entregar el animal. El resto los abandonaron en la vía pública, con el consiguiente riesgo para el resto de ciudadanos y para el propio animal. Por ciudades, en Bilbao, Madrid, Pamplona y A Coruña la mayoría de los abandonos se producen en la calle (un 90% en la capital bilbaína, un 84% en la madrileña y dos de cada tres en la navarra y la coruñesa). Sin embargo en Murcia y Oviedo la tendencia es la contraria: en un 72% y un 60% de las ocasiones se acude al centro.

El abandono de una mascota se considera en todas las ciudades una falta grave o muy grave por ser “un acto cruel y degradante”, pero, sorprendentemente, dejarlo en el centro de acogida no sale gratis. En San Sebastián supone un coste de 210 euros, aunque los trabajadores aseguran que si el propietario del animal no puede hacer frente al pago, también se acepta sin abonar esa tasa. Eso sí, si se comprueba que se trata de un animal caro y exclusivo, el dueño estará obligado a pagar esa cantidad. La capital alavesa es la segunda ciudad más onerosa en este sentido (hay que desembolsar 86,70 euros por un animal adulto y 24,77 euros por un cachorro); le siguen Bilbao (entre 74,95 y 142,65 euros por un perro y entre 64,25 y 107 euros por un gato), Pamplona y A Coruña (ambas, 50 euros) y Madrid (32,75 euros). Por su parte, en Córdoba, Málaga, Murcia, Oviedo, Sevilla, Valladolid y Zaragoza dejar al animal en instalaciones de este tipo no tiene una repercusión económica para el dueño del animal porque, si la hubiera, aseguran que “se fomentaría el abandono en las calles”. Por último, en Barcelona y Valencia no permiten al propietario dejar al animal en sus instalaciones. Sí se comprometen a buscar un hogar de acogida, pero, mientras tanto, el dueño debe mantener al animal en su casa.

Si la mascota se ha extraviado, cuando su dueño vaya a recogerla tendrá que pagar en la mayoría de las ciudades por su manutención y, en el supuesto de que haya sido necesario, por la colocación del microchip (obligatorio en 10 de las 18 ciudades analizadas) o de las vacunas pertinentes. Tan sólo en Murcia, Oviedo y Valladolid aseguran que no es preciso pagar estos gastos. Las tasas son muy diferentes entre unas ciudades y otras. La identificación electrónica del animal puede costar desde 10 euros en Madrid hasta 38 en San Sebastián, las vacunas pueden suponer un desembolso de entre 5,51 euros y 45,67 euros. Para evitar complicaciones, en A Coruña, Barcelona, Valencia y Zaragoza establecen un precio único: entre 40 euros y 53 euros. En la capital murciana, sólo se sanciona si se ha infringido la ordenanza municipal (por animal suelto en la vía pública, no identificado o sin vacuna obligatoria) y en la ovetense, si es una pérdida que se repite con asiduidad sí se cobra el mantenimiento del animal. A ello se suma el precio por recoger al animal en la calle. Únicamente en Oviedo no se exige esta tasa “por ser un servicio público” y en San Sebastián aplican el kilometraje de la furgoneta que lo recoge. Mientras, en el resto el precio va desde 11 euros a los 47 euros, siendo Málaga la más económica y Madrid la más onerosa. Por último, también se aplica un precio por día de estancia de la mascota en el centro de recogida. En Oviedo es gratuito, en A Coruña, el más económico, piden 4 euros por día de estancia y en San Sebastián, el más caro, reclaman 14,5 euros por jornada.

Cuando el animal llega al centro

Cuando llega un perro o un gato al centro se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. Lo conveniente es disponer de una zona de observación para comprobar que no es portador de alguna enfermedad que pueda afectar al resto de inquilinos o al propio personal del albergue. Una práctica que se lleva a efecto en tres de cada cuatro centros visitados por CONSUMER EROSKI. El segundo paso es su identificación mediante una ficha individual (donde figuran datos de su peso, raza, características…), una cartilla veterinaria, la desparasitación (no se hace en los casos de Murcia, Oviedo y Pamplona) y, si es conveniente, la esterilización, vacunación e instalación del microchip. Por centros, los de Barcelona, Bilbao y San Sebastián son los que cumplen con todas estas medias preventivas antes de buscar unos nuevos dueños para estos animales abandonados. Las instalaciones de Granada y Málaga son las que siguen en menor medida estos protocolos.

Si el perro ha llegado de la mano de su propietario, en más de la mitad de los centros se solicita tanto la documentación del dueño como del animal (en Córdoba y Zaragoza no se exige papel alguno). En el resto de instalaciones, este trámite se salva aportando sólo la del dueño o únicamente la del perro o el gato.

Los centros también facilitan un plazo para que el dueño que haya extraviado su mascota pueda recogerla en las instalaciones (entre tres días en el centro municipal de protección animal de Murcia y un mes en Bilbao, Cádiz y San Sebastián). En las 15 ciudades que facilitaron datos, se devolvieron 3.770 animales a sus propietarios, un 11% del total de animales recogidos (destaca Barcelona porque se devuelven un 30% de ellos, frente al 4% de Murcia y Valencia y al 5% de Córdoba).

Condiciones para adoptar una mascota y tablas comparativas

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El 40% de los animales que se abandonaron en 2008 en las 15 ciudades que proporcionaron datos a esta revista encontró un nuevo hogar. La mayor proporción se da en Vitoria, el 91% de los animales abandonados fue adoptado por una nueva familia; en Valladolid, un 80%; y en Barcelona son tres de cada cuatro animales. Estas proporciones, sin embargo, son significativamente menores en otros lugares como Málaga y Murcia, donde se adoptan sólo uno de cada cinco mascotas abandonadas.

En tres de cada cuatro de los centros municipales se pide que la persona que vaya a adoptar tenga un mínimo de 18 años (una condición que no se exige en los albergues visitados en A Coruña, Málaga, San Sebastián, Cádiz y Granada). La firma de un contrato donde figuran las obligaciones y cuidados que requiere tener un animal en casa así como una licencia previa para animales catalogados como peligrosos son los otros dos trámites administrativos que se siguen en la mayoría de adopciones de mascotas.

En el 100% de los casos se entrega el animal convenientemente desparasitado, se vacuna en dos de cada tres centros (no así en Valladolid, Sevilla, Alicante, Oviedo, Granada y Córdoba) y en la misma proporción se le coloca el microchip (no se hace en Valladolid, Sevilla, Alicante, Granada, Córdoba y Vitoria). La adopción no es gratuita. Sólo se han encontrado dos centros en los que llevarse un animal no cuesta nada: los de Murcia y Valladolid. En el resto de las ciudades, hay que pagar la instalación del microchip (si es que es obligatorio y no lo lleva) y los servicios veterinarios que se hayan realizado (vacunación, esterilización, desparasitación, etc.). Las tarifas, por tanto, pueden variar.

Los técnicos de esta revista valoraron, tras su visita, la información y el trato dispensado por el personal que les atendió en el centro de protección animal así como la impresión acerca de cómo se encuentran los animales allí acogidos. Traducido en notas, la media nacional de la información facilitada tanto desde los Ayuntamientos como en los propios centros se queda en un ‘aceptable’, aunque fue muy buena en Madrid y Barcelona y buena en A Coruña, Bilbao, Murcia, San Sebastián, Sevilla, Vitoria y Valencia. Los que peor información ofrecieron fueron los albergues de Alicante, Cádiz y Granada (‘mal’) tanto por la nula información facilitada por parte del consistorio como por las escasas explicaciones dadas por los trabajadores del centro durante la visita de los técnicos, que se hacían pasar por ciudadanos interesados en adoptar una mascota. //

Llevar un animal a casa: Una decisión meditada

Adoptar o, en su caso, comprar, un animal de compañía implica la asunción de una responsabilidad. Una mascota no es un peluche, sino un ser vivo que pasa a estar a nuestro cargo y necesita una serie de atenciones. Por ello, antes de llevar un animal a casa, conviene responder a varios interrogantes que pueden ayudar a que se tome una decisión acertada:

  1. ¿Están todos los miembros del hogar de acuerdo en que el animal venga a casa? En ocasiones, adoptar una mascota responde a un impulso (generalmente de un niño), sin tener en cuenta la responsabilidad que supone tener un ser vivo en casa al que cuidar y educar. También, hay que estar al tanto de si en la familia hay alguien que padezca alergias o asma: el pelo (concretamente, los ácaros que habitan en él) de gatos, perros, roedores y caballos, por ejemplo, puede producir alergia.

  2. ¿Tiene el tiempo suficiente para atender a la mascota y sacarla a pasear?
    A los animales no les vale como excusa que su dueño esté cansado o enfadado. Hay que atenderlos todos los días, ponerles la comida y el agua, sacarlos al menos tres veces al día si son perros, llevarlos a hacer ejercicio, pasar un rato con ellos, etc. Entre otras cosas, conviene procurarles un ambiente de vida integrado dentro de la familia, darles una dieta sana y facilitar que haga ejercicio físico. Por supuesto, plantéese que también en vacaciones hay que atenderlos.

  3. ¿Está dispuesto a asumir los gastos que supone tener un animal?
    Tendrá una serie de gastos en comida, accesorios… Además, los animales deben acudir a revisión con el veterinario una vez al año como mínimo (sin tener en cuenta enfermedades, operaciones, tratamientos…). Es un compromiso de por vida y no hay que olvidar que la ley establece obligaciones, como inscribir al animal en el censo de la ciudad, colocarle el microchip, brindarle la atención veterinaria necesaria y mantenerlo en condiciones dignas. El gasto medio anual en el caso de un perro ronda los 400 euros, desembolso que desciende a la mitad en un gato.

  4. ¿Está dispuesto a convivir con un animal?
    Para que la convivencia con el animal de compañía sea un éxito es imprescindible adiestrarle, preferiblemente, cuando es un cachorro. Vivir con una mascota supone crear y mantener fuertes lazos de afecto, pero también sentimientos negativos (por ejemplo, su muerte o que nos haga enfadar con su comportamiento).

  5. ¿Qué tipo de animal quiere tener en casa?
    Analice bien qué es lo que está buscando y cuáles son sus motivaciones. Un perro le acompañará en sus paseos con entusiasmo, pero si es una persona muy hogareña, es mejor un gato. Seleccione con cuidado la raza, cada una tiene sus rasgos de conducta. Elija cachorros a partir de los dos meses cumplidos, ya que antes precisan del alimento de la madre. Consulte qué vacunas se le aplicaron y cuáles no. Antes de llevárselo a casa y para conocer el estado físico de su nuevo amigo, asegúrese de que le entregan el animal con microchip implantado y desparasitado. Si no es así, acuda cuanto antes a un veterinario para que el animal esté al día con sus necesidades de salud.

  6. ¿Es preferible un cachorro o un animal adulto?
    No hay mejor o peor opción. Las preferencias se basan en criterios muy personales. No obstante, lo habitual es decantarse por cachorros porque los animales adultos han adquirido unos hábitos que pueden dificultar su adiestramiento y aprendizaje.

18 ciudades una a una

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A Coruña

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de A Coruña

La perrera de A Coruña, entre las peores del país debido a sus deficiencias en seguridad e infraestructuras

  • La limpieza de las instalaciones y los servicios que reciben los animales obtienen buenas valoraciones
  • Sólo uno de cada tres animales abandonados en 2008 fueron adoptados en la capital coruñesa, una de las proporciones más bajas de las 18 capitales
  • Dejar un perro en el centro coruñés en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis. Cuesta 49 euros

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-coruna.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deber desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de A Coruña se visitó la perrera municipal, cuya capacidad es de 140 perros y gatos, aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real era de 28 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital coruñesa recogieron 899 mascotas, un 4% menos que los datos correspondientes a 2007. De esa cifra, el 34% de los casos, los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las proporciones más bajas de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. No obstante, el ayuntamiento coruñés afirma, al igual que otros once consistorios del estudio, que no sacrifica a los animales abandonados que no son adoptados. Como sucede en Oviedo y Vitoria, la solución pasa por poner en marcha campañas de adopción urgente. Pese a todo, en los 18 refugios, y A Coruña no es una excepción, se sacrifican los animales cuando estos son agresivos o tienen enfermedades graves y/o infecciosas o sufren heridas graves por maltrato (el pasado año se sacrificaron en este centro 200 animales).

Precios por abandonar y adoptar una mascota del centro

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la vía pública cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Y A Coruña es una de ellas. El desembolso requerido es de 49,60 euros (precio que incluye la recogida, transporte y en ciertos casos, la incineración del animal).

Si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerlo. Si lo hace, deberá hacer frente a los gastos generados durante la estancia (comida, vacunas, desparasitación…). En este caso, el centro coruñés es el más barato del estudio: 3,95 euros por animal y día (se puede compara con centros como el de San Sebastián donde se pagan 10 euros más por jornada). Por último, en las adopciones, el centro de A Coruña cobra una tasa de 52,57 euros (incluye vacuna, desparasitación y microchip).

Estos datos, facilitados por el ayuntamiento coruñés, se complementaron con la visita que se realizó el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal. La valoración final del centro de A Coruña se halla por debajo de la media nacional (un ‘aceptable’), y es uno de los cuatro (junto con Bilbao, Córdoba y Oviedo) que suspende el informe de la revista con un ‘regular’. La inadecuada seguridad de las instalaciones y la mediocre dotación de infraestructuras lastran la nota final. Por el contrario, mejora la nota otorgada a los apartados de servicios, cuidados a los animales e información facilitada (‘bien’) y limpieza de las instalaciones (‘muy bien’).

Una dotación de infraestructuras y medidas de seguridad insuficientes

En el apartado de seguridad, el técnico de la revista no halló cámaras de seguridad, tomas de agua o detectores de humo. Respecto a las deficiencias en infraestructuras, el centro coruñés carece de espacios separados para que convivan los animales peligrosos que llegan al centro, tampoco cuenta con una zona exterior para el paseo y ejercicio de los perros (el espacio que hay no se usa para tal fin) y la dotación de la sala veterinaria es escasa (no tiene sala de rayos x, zona de hospitalización para mascotas enfermas o estancias de cuarentena para cachorros o adultos). Tampoco dispone de servicio veterinario las 24 horas del día.

El listado de aspectos positivos también es reseñable. Así, no se ata en ningún momento a las mascotas, los habitáculos son espaciosos para que los animales puedan moverse con comodidad, todas las mascotas se entregan perfectamente desparasitadas y vacunadas, y cuando se adopta un perro o un gato el nuevo dueño firma un contrato con las obligaciones que tendrá a partir de ese momento. Destaca asimismo la extrema limpieza de las instalaciones (todos los habitáculos se limpian y desinfectan cada día, lo que explica que no se hallaran rastros de suciedad o malos olores en estas estancias).

Alicante

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Alicante

La perrera de Alicante ofrece un servicio aceptable, aunque precisa mejoras en seguridad y cuidados

  • Sobresale la limpieza de las instalaciones, valorada como muy buena
  • Durante la elaboración del informe, el número de animales alojados casi doblaba la capacidad del centro

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-alicante.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Alicante se visitó la perrera con la que el Ayuntamiento mantiene un convenio y cuya capacidad es de 140 perros (los responsables de la misma no facilitaron datos sobre el número de gatos que acogían), aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real llegaba a los 250 canes, con lo que casi duplicaba su aforo (algo que también se detectó en el centro de Valencia). Los datos obtenidos se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal.

La valoración final del refugio de Alicante se queda en la media de las 18 capitales, un ‘aceptable’ (una nota que se repite en los apartados de servicios y cuidados a los animales y seguridad de las instalaciones). No todo fueron bajas calificaciones. La dotación de infraestructuras se calificó como buena y la limpieza de las instalaciones mereció un ‘muy bien’.

El centro dispone de un servicio veterinario de urgencia las 24 horas del día, como también ocurre en los centros estudiados en Barcelona, Bilbao, Madrid, San Sebastián y Valencia. En el centro alicantino se realiza un estricto control sanitario de carácter periódico, pero no se sigue un calendario de vacunaciones de los animales ni tampoco se les vacuna cuando llegan al centro (sólo se les desparasita).

En el apartado de seguridad, carecen de cámaras de vigilancia, ni rastro de extintores ni detectores de humo por todo el recinto; únicamente se observaron mangueras y toma de agua para casos de incendio. La información facilitada por el Ayuntamiento de Alicante y el propio centro fue muy escasa, pese a que el trato dado por los trabajadores del centro al técnico (que acudía como ciudadano interesado en adoptar una mascota) fue correcto.

Condiciones de limpieza inmejorables

La perrera alicantina se halló en perfectas condiciones de mantenimiento y de limpieza (tanto en los habitáculos de los animales, que se limpian y desinfectan cada día, como en la zona exterior donde salen a jugar y pasear los perros unos minutos al día). Asimismo, esa zona exterior cuenta con árboles, zonas verdes y recipientes con comida y agua por si los animales quieren refrescarse; y los habitáculos disponen de una iluminación correcta y una temperatura adecuada. También está dotada de habitáculos especiales para que los animales peligrosos no convivan con el resto de mascotas del centro.

Barcelona

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Barcelona

La perrera de Barcelona, entre las mejores del país

  • Los servicios y cuidados destinados a los animales se valoraron entre los mejores del estudio, así como la información facilitada
  • A diferencia del resto de centros analizados, en la capital catalana no es posible dejar el perro o el gato en el centro, aunque ayudan al dueño a encontrarle una nueva familia

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Barcelona, se analizó el único servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad de 300 animales (aunque en el momento del estudio acogía a 210). Entre otras tareas, se encarga de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas: en 2008 ascendieron a 2.103. De ellos, el 72% se abandonaron en la vía pública y el resto eran animales extraviados. Tres de cada cuatro mascotas abandonadas fueron adoptadas. La de Barcelona es una de las tres perreras (junto con las de Madrid y San Sebastián) que recibe la mejor nota (un ‘muy bien’) del estudio, muy por encima de la media nacional, un ‘aceptable’. A diferencia del resto de ciudades analizadas, Barcelona no permite abandonar a los animales en el propio centro, en lugar de dejarlo solo en la vía pública (algo que también ocurre en Valencia). Sin embargo, en el caso de que una persona no quiera o no pueda mantener a su mascota, en el refugio le ayudan a encontrarle un nuevo hogar. También es una de las 12 ciudades del estudio que no sacrifica a los animales abandonados (sólo admiten hacerlo los centros de Córdoba, Murcia, San Sebastián y Zaragoza). El Ayuntamiento de Barcelona fue uno de los primeros en prohibir por ley el sacrificio de los animales domésticos en la perrera municipal, potenciando así otras medidas como campañas de concienciación y controles para evitar los abandonos.

Habitáculos amplios y limpios

En el apartado de infraestructuras y limpieza, los técnicos de la revista evaluaron las instalaciones de los centros: si disponen de sala veterinaria (así como la dotación de esa estancia), si han habilitado una zona exterior donde los animales puedan pasear, las características y mantenimiento de los habitáculos donde se encuentran estas mascotas, así como de las zonas comunes. La valoración media del centro municipal de Barcelona fue muy buena. Se constató que los animales se encontraban en jaulas y casetas que disponían de habitáculo interior y una zona exterior, con su recipiente para la comida y el agua. Además, estos habitáculos eran lo suficientemente amplios para que el animal estuviese cómodo, se encontraban limpios y desinfectados, y con la iluminación y la temperatura adecuada.

Asimismo, entre otras instalaciones, dispone de consulta veterinaria con quirófano, sala de rayos X, sala de hospitalización para animales enfermos y sala de baños terapéuticos para una correcta atención de los animales enfermos.

También se valoró con un ‘muy bien’ la seguridad. Los técnicos observaron extintores, toma de agua, mangueras y detectores de humo entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Bien atendidos y con buenos cuidados

Los servicios y cuidados ofrecidos a los animales también obtuvieron una nota de ‘muy bien’ (la mejor junto con Bilbao y Madrid). Y es que los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal barcelonesa disponen de tres veterinarios, a los que se suman cuidadores, personal de administración, guardas de seguridad y medio centenar de voluntarios.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro barcelonés, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. Después, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. Asimismo se le abre una cartilla sanitaria, se desparasita y se le vacuna (también se le coloca un microchip si es necesario).

Precisamente, si una persona desea adoptar uno de los animales recogidos en la perrera, deberá pagar una cantidad de 30 euros en concepto de gastos de identificación y cuidados sanitarios. También lo hará el propietario de un animal extraviado, que deberá desembolsar 5,58 euros por día de estancia de la mascota en el centro.

Bilbao

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Bilbao

La perrera de Bilbao, entre las peores del país debido a sus deficiencias en limpieza y seguridad

  • Las instalaciones actuales se sustituirán a finales de año por nuevas dependencias
  • Dejar el perro o el gato en el centro bilbaíno en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis: cuesta de 64 euros a 143 euros

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Bilbao, se analizó el único servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad de sólo 30 animales, que lo sitúa como la instalación con el menor aforo de las 18 capitales analizadas, muy lejos de los 440 animales de la perrera que da servicio a San Sebastián. Entre las labores de este centro, destaca la de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas, que en 2008 ascendieron a 851. De ellos, tres de cada cuatro se abandonaron en vía pública, un 8% fueron entregados por sus propios dueños en el centro y el resto eran animales extraviados. Casi dos de cada tres mascotas abandonadas fueron adoptadas. Por otra parte, en la perrera bilbaína sólo reconocen sacrificar a los animales que sufren enfermedades terminales, infecciosas o con heridas graves de maltrato. En total, fueron 42 las mascotas sacrificadas (32 perros y 10 gatos).

El centro bilbaíno no obtuvo una buena valoración. Es uno de los cuatro (junto con los de A Coruña, Córdoba y Oviedo) que recibe un suspenso, por debajo de la media nacional, un ‘aceptable’. Hay que reseñar que el Ayuntamiento de la ciudad está construyendo una nueva perrera municipal que comenzará a funcionar a finales de este año y que contará con visibles mejoras: cheniles con zona cubierta y descubierta, consulta veterinaria, zonas de esparcimiento y hospitalización, etc.

Bilbao es una de las seis ciudades en las que, sorprendentemente, dejar la mascota en la perrera en lugar de abandonarla en la vía pública (una acción catalogada de falta grave o muy grave) no sale gratis. En el caso de un perro, la cantidad va de 75 euros a 143 euros, mientras que por un gato el desembolso va de 64 euros a 107 euros. Sólo los centros de San Sebastián y Vitoria son más caros. Tampoco es gratuita la adopción de un animal (únicamente en Murcia y Valladolid), ya que se deben abonar los servicios veterinarios: 40 euros si se escoge un gato y 70 euros si la elección es un perro.

Habitáculos mal iluminados y con un olor desagradable

El motivo principal por el que la perrera municipal de Bilbao suspende el estudio elaborado por CONSUMER EROSKI es la falta de limpieza y mantenimiento de sus instalaciones. Y es que en este apartado, el centro bilbaíno obtiene un ‘mal’, suspenso rotundo que comparte con Córdoba y Oviedo y que le aleja del ‘bien’ de la media de los 18 centros estudiados.

Aunque los responsables del centro aseguraron que tanto las zonas comunes como los habitáculos donde descansan los animales se limpian y desinfectan una vez al día, los técnicos comprobaron durante la visita que de las jaulas procedía un olor desagradable y que no contaban con la iluminación adecuada.

Otro de los apartados peor valorados por los técnicos fue la seguridad, con un mediocre ‘aceptable’ (la calificación global en este apartado es de un ‘bien’). Durante la visita, los técnicos vieron extintores, toma de agua para incendio en el recinto interior y mangueras. Sin embargo, no observaron cámaras de vídeo vigilancia ni detectores de humo en la zona interior del centro.

Bien atendidos y con buenos cuidados

Pero no todo es negativo: los servicios y cuidados ofrecidos a los animales se calificaron con un ‘muy bien’ en el centro bilbaíno (la mejor nota junto con Barcelona y Madrid). Además, las infraestructuras, la información facilitada y el trato dispensado por el personal que atendió a los técnicos durante la visita obtuvieron un ‘bien’.

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal bilbaína disponen de dos veterinarios, a los que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En la perrera municipal bilbaína, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria durante 30 días para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. Después, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. Asimismo se le abre una cartilla sanitaria, se desparasita y se le vacuna (también se le coloca un microchip si es necesario).

Entre otros servicios, el centro municipal bilbaíno dispone de consulta veterinaria, quirófano y sala de cuarentena para cachorros. Asimismo, los habitáculos son lo suficientemente amplios como para que el animal o animales se encuentren cómodos, aunque los responsables del centro reconocen que no los sacan de su habitáculo, puesto que no disponen de un lugar donde sacarles a pasear la hora o 30 minutos recomendados cada día.

Cádiz

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Cádiz

La perrera de Cádiz ofrece un buen servicio, aunque precisa mejoras en información

  • El Ayuntamiento gaditano tiene concertado el servicio de recogida y refugio de animales con un centro situado en la localidad gaditana de Rota
  • Las instalaciones se encuentran en un buen estado de mantenimiento y limpieza

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Cádiz, la visita se realizó a la perrera ubicada en la localidad gaditana de Rota y con la que el Ayuntamiento de la ciudad mantiene un convenio. Su capacidad es de 70 animales, aunque durante la elaboración del estudio el centro acogía 60 mascotas. Su valoración fue de un ‘aceptable’, igual que la media nacional. A pesar de que las instalaciones eran seguras y se encontraban en buen estado de mantenimiento y limpieza, y los servicios y cuidados destinados a los animales eran buenos; la información facilitada por el consistorio y el centro fue nula.

Habitáculos amplios y limpios

En el apartado de infraestructuras y limpieza, los técnicos de la revista evaluaron las instalaciones de los centros: si disponen de sala veterinaria (así como la dotación de esa estancia), si han habilitado una zona exterior donde los animales puedan pasear, las características y mantenimiento de los habitáculos donde se encuentran estas mascotas, así como de las zonas comunes. Durante la visita al centro gaditano, se comprobó que los animales se encontraban en casetas que disponían de habitáculo interior y una zona exterior, con su recipiente para la comida y el agua. Además, estos habitáculos eran lo suficientemente amplios para que el animal estuviese cómodo, estaban limpios y desinfectados, y con la iluminación y la temperatura adecuada.

Asimismo, entre otras instalaciones, se pudo observar que se disponía de una sala veterinaria con baños terapéuticos y consulta veterinaria. Sin embargo, no contaba con quirófano ni zona de hospitalización de animales enfermos, entre otros servicios.

Por otra parte, otro de los apartados valorados por los técnicos fue la seguridad: los técnicos observaron extintores, toma de agua y mangueras entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Bien atendidos y con buenos cuidados

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece el número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera ubicada en Rota disponen de un veterinario, al que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro gaditano, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria durante diez días para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. También se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc.; se le abre una cartilla sanitaria, se desparasita y se le vacuna. El microchip se lo colocan si el animal es adoptado, y no se desparasita.

Córdoba

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Córdoba

La perrera de Córdoba se encuentra entre las peores del país debido a sus deficiencias en limpieza y cuidados

  • El precio por adoptar un animal en este centro, 18 euros, es uno de los más económicos del estudio
  • La instalación cordobesa no cobra por dejar el animal en las instalaciones, práctica que se ha constatado en seis de las capitales

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Córdoba se visitó la perrera municipal, cuya capacidad es de 300 plazas para perros y gatos (una de las instalaciones más grandes de la muestra seleccionada), aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real era de 230 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital cordobesa recogieron 4.392 mascotas, un 8,4% menos en relación a los datos correspondientes a 2007. Sólo en el 36% de los casos los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las proporciones más bajas de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. El centro cordobés es de los pocos (junto con Murcia, San Sebastián y Zaragoza) entre los 18 refugios analizados que reconoce sacrificar a los animales una vez se cumple el plazo de estancia y nadie lo ha reclamado o adoptado; y resulta llamativo el número de animales sacrificados en esta instalación durante el pasado año, 2.538 (sólo superado por los 3.516 de Murcia).

Estos datos, facilitados por el propio Ayuntamiento de Córdoba, se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones, así como la información aportada por el centro municipal.

La valoración final del centro de Córdoba no pasa de un suspenso, como ocurre en los centros de Bilbao, Oviedo y A Coruña, y se queda por debajo de la media del informe (un ‘aceptable’). Una nota que se repite en la calificación de los servicios y cuidados que se brinda a los animales del centro, y que empeora cuando se trata de valorar el estado de higiene y salubridad (‘mal’). Sin embargo, no todo son malas notas ya que mejora esa valoración en el examen de la dotación de infraestructuras e información facilitada (‘aceptable’ en ambas); pero especialmente en cuanto a las medias de seguridad adoptadas en el recinto (‘bien’).

Las principales carencias se hallaron en la sala veterinaria (ausencia de quirófano, sala de rayos X o servicio de urgencia veterinaria en activo las 24 horas del día) y en materia de limpieza y mantenimiento (aunque los responsables del centro aseguran que limpian y desinfectan los habitáculos de los animales cada día, lo cierto es que el técnico observó suciedad en algunas estancias aunque no había malos olores). También es cuestionable el hecho de que no se efectúen reconocimientos ni controles veterinarios cada cierto tiempo, que no se vacune a los animales cuando éstos llegan al centro o que no se exija ningún tipo de documentación (ni de la mascota ni del dueño) cuando se abandona una mascota en estas instalaciones. Los animales que llegan a estas instalaciones tan sólo pasan un día en observación para comprobar que no tienen enfermedades que puedan infectar al resto de animales o a los trabajadores del centro. Seguidamente son registrados en un libro, se les abre una ficha sanitaria y se les desparasita.

Sin embargo no todo son carencias en el centro cordobés. A diferencia de otros albergues, el cordobés sí admite a animales peligrosos en sus instalaciones (que cuentan, además, con estancias especiales y separadas para que no convivan con el resto de animales del centro). Especialmente significativas y satisfactorias son las medidas de seguridad adoptadas en este recinto: cámaras de vigilancia, extintores, mangueras y tomas de agua para posibles casos de fuego.

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Sin embargo, en el centro de Córdoba no se aplica tarifa alguna en este aspecto. Si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerlo y deberá realizar un desembolso por los cuidados que ha tenido su animal esos días. En el caso de Córdoba, es de 6,90 euros por mascota y día (uno de los precios más onerosos de todos los centros visitados). Si esa mascota es adoptada, este centro cordobés cobra 18 euros al nuevo dueño en concepto de gastos por el microchip y desparasitación (una de las tasas más reducidas del estudio en este sentido).

Granada

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Granada

La perrera de Granada ofrece un servicio aceptable, aunque precisa mejoras en infraestructuras y servicios

  • La limpieza y el mantenimiento de las instalaciones granadinas se calificaron como muy buenas
  • Durante la elaboración del informe, el número de animales acogidos superaba la capacidad del albergue

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Granada se visitó la perrera subcontratada por el consistorio granadino, cuya capacidad es de 70 perros y gatos. Sin embargo, en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real era de 86 animales, lo que la convierte en uno de los cinco centros del estudio en el que el número de animales superaba su aforo. Durante la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato) se comprobó in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal.

El centro granadino ofrece un servicio ‘aceptable’, valoración que lo sitúa en la media del informe. Es la valoración que reciben la dotación de infraestructuras y los servicios que brindan a los animales, mientras que la seguridad recibió un ‘bien’ y la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones merecieron un ‘muy bien’.

Medidas de seguridad y dotación de infraestructuras

Lo más llamativo durante la visita a este centro de Granada fue la falta de algunos sistemas de seguridad (como tomas de agua o detectores de humo); la inexistencia de estancias especiales para los animales peligrosos (conviven con el resto de mascotas del centro) o de zonas de observación para evitar contagios o infecciones de las mascotas recién llegadas. A ello se suma la carencia de un control veterinario periódico. Cuando el animal llega al centro, es habitual seguir un protocolo (abrir una cartilla sanitaria, desparasitarlos, esterilizarlos, vacunarlos…) que, en el caso del centro de Granada, no incluye todos los pasos necesarios.

Muy buenas condiciones de higiene y salubridad

De lo que sí puede presumir este centro es de las más que satisfactorias condiciones de higiene y limpieza tanto de la zona exterior donde salen los perros a pasear y hacer ejercicio, como de los habitáculos donde descansan los animales (se limpian y desinfectan todos los días, salvo en el caso del resto de dependencias del centro que se hace cuando se necesite). De ahí que no se viera ni rastro de suciedad ni malos olores en las jaulas (que eran lo suficientemente amplias para que los animales estuviesen cómodos, disponían también de buena iluminación y una temperatura ambiental en condiciones). De hecho, la impresión general del técnico sobre el estado físico y anímico de los animales allí abandonados fue buena.

Madrid

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Madrid

La perrera de Madrid se encuentra entre las mejores del país

  • La valoración de los cuidados que reciben los animales, la dotación de las infraestructuras y la limpieza de las instalaciones es muy buena
  • El 36% de los animales abandonados en 2008 fueron adoptados, una de las proporciones más bajas de las 18 capitales
  • Dejar un animal en el centro en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis. En Madrid cuesta casi 33 euros

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Madrid se visitó la perrera municipal, cuya capacidad es de 500 animales, la instalación más grande de las 18 capitales del estudio, aunque en el momento de la realización del informe (septiembre) la ocupación real no llegaba a los 400 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital recogieron 5.222 mascotas, (el número de perros abandonados descendió en un 10% aunque el de gatos aumentó casi un 15% en relación a los correspondientes a 2007). Sólo en el 36% de los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las peores proporciones de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. Lo que no facilitó el Ayuntamiento de Madrid ni los responsables del centro fue el número de animales que se sacrificaron el pasado año en esta instalación, aunque aseguraron que únicamente sacrifican a aquellos que tienen enfermedades graves e infecciosas.

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la vía pública cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Y Madrid es una de ellas. Sin embargo, la tarifa que se aplica es de 32,75 euros, lo que le sitúa como el centro más económico de todos los que cobran por este servicio, casi siete veces menos que el desembolso exigido en San Sebastián.

Si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerla. Cuando lo haga, deberá realizar un desembolso por las molestias y cuidados que ha tenido su animal esos días. En el caso de Madrid, la tasa es de 4,69 euros por mascota y día, que, al igual que en el supuesto anterior, representa uno de los precios más económicos de todos los centros visitados. Si lo que se pretende es adoptar la mascota, el centro madrileño cobra 24 euros al nuevo dueño en concepto de gastos por el microchip y la vacuna (de nuevo, una de las tasas más reducidas del estudio).

Los datos proporcionados por el Ayuntamiento de Madrid se complementaron con la visita que se hizo en julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones, así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal.

La valoración final del centro de Madrid mejora de manera significativa la media nacional (un ‘muy bien’ frente a un ‘aceptable’). Madrid comparte los mejores puestos en cuanto a la calidad de su perrera con los centros de Barcelona y San Sebastián. Entre los elementos menos satisfactorios, destaca el hecho de que no se exija una licencia especial a las personas que desean adoptar un perro de una raza catalogada como peligrosa.

La visita dejó patente la calidad de este centro de protección animal. En el apartado de servicios y cuidados a los animales se pudo comprobar cómo todos los habitáculos son lo suficientemente amplios para que se encuentren cómodos y están convenientemente acondicionados. Además, no se ata a los animales y los perros salen unos minutos al día a una zona exterior para que puedan jugar, hacer ejercicio o simplemente pasear (se promueve un programa denominado ‘Voluntarios por Madrid’). Esta zona se encuentra en perfectas condiciones de limpieza y mantenimiento (se limpian dos veces al día), con zonas verdes y un vallado exterior seguro (las óptimas medidas de seguridad se repiten en la dotación de cámaras de vigilancia, extintores y mangueras, entre otras). La misma pulcritud de limpieza y mantenimiento que el técnico de la revista observó en esta zona exterior se repite en el interior de los habitáculos donde se encuentran estos perros y gatos (estas dependencias se limpian y desinfectan todos los días; de ahí que no haya restos de suciedad ni malos olores).

En el apartado sanitario, la sala veterinaria del centro de Madrid es una de las más completas de todas las visitadas: dispone de consulta, quirófano, sala de rayos X, sala de hospitalización de animales enfermos, habitaciones de cuarentena para cachorros y adultos y servicio de urgencia las 24 horas del día. Una dotación insuperable y gracias a la cual, los cerca de 400 animales recogidos en este centro madrileño reciben controles veterinarios de forma periódica y cuentan con un calendario de vacunaciones actualizado.

Málaga

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Málaga

La perrera de Málaga ofrece un servicio aceptable, aunque precisa mejoras en los servicios y cuidados de los animales

  • La limpieza y mantenimiento de las instalaciones reciben una calificación de ‘muy bien’
  • Las infraestructuras del centro y la seguridad de las instalaciones también arrastran deficiencias y obtienen un mediocre ‘aceptable’
  • La adopción de un animal acogido en el centro no sale gratis. Cuesta casi 42 euros por la identificación y vacunación

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Málaga, se analizó el servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad para 300 animales (aunque en el momento del estudio los responsables sólo informaron de que se albergaban 40 perros y un número no precisado de gatos) que, entre otras tareas, se encarga de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas: en 2008 ascendieron a 3.004. De ellos, el 46% se abandonaron en vía pública y el 54% fueron los propios dueños los que le dejaron en el centro. Una de cada cinco mascotas abandonadas fue adoptada, una proporción por debajo de la media del estudio.

El servicio ofertado por el centro malagueño se calificó como ‘aceptable’, en la media de las 18 capitales. Las principales mejoras se precisan en el apartado de servicios y cuidados destinados a los animales, valorado con un ‘regular’ (por debajo de la media global de ‘aceptable’). También se hallaron deficiencias en la seguridad de las instalaciones, las infraestructuras del refugio y la información facilitada (con una calificación de ‘aceptable’). Sin embargo, el centro malagueño destaca especialmente en la limpieza y mantenimiento, apartado que obtuvo un ‘muy bien’, por encima del ‘bien’ nacional.

A diferencia de lo que ocurre en seis de las capitales analizadas, dejar un perro o un gato en este centro no supone gasto alguno para su dueño. Sin embargo, la adopción de un animal no es gratuita y se pueden desembolsar por lo menos 41,71 euros por la identificación y la vacunación antirrábica (en el caso de que el animal no esté identificado).

Desde el centro de protección animal analizado en la capital malagueña se asegura que no se sacrifican animales sanos, sino únicamente aquellos que sufren enfermedades sin cura o presentan conductas agresivas. En total, en 2008, se sacrificaron 1.818 animales (872 perros y 946 gatos), una cifra que responde, en muchas ocasiones, a que los dueños de animales ya enfermos o de edad muy avanzada acuden al centro para ahorrarse el coste de la eutanasia de sus mascotas en clínicas privadas (puesto que en Málaga tampoco se cobra por dejar el animal).

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.). y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece el número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal malagueña cuentan con un veterinario, al que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro analizado en Málaga, sólo lo identifican con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. También los desparasitan y lo vacunan, pero no le abren una cartilla sanitaria, ni lo esterilizan, ni tampoco le colocan un microchip (sólo cuando lo adoptan). Tampoco se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria para comprobar que no es portador de enfermedades que afecten al resto de animales o al personal del centro.

Limpieza y mantenimiento destacables

Las infraestructuras del centro obtuvieron un ‘aceptable’, puesto que a pesar de contar con habitáculos tanto individuales como colectivos, zona exterior de recreo y ejercicio de los animales e instalaciones especiales y separadas para los animales peligrosos; la sala veterinaria no está equipada con zona de hospitalización de animales enfermos, sala de cuarentena ni tampoco sala de rayos X. Eso sí, la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones obtuvieron una muy buena valoración. Y es que los técnicos comprobaron que los habitáculos estaban limpios, no desprendían un olor desagradable y contaban con una iluminación y temperatura adecuadas. Además, la zona exterior para el recreo y ejercicio de los animales se encontraba en un buen estado de limpieza y mantenimiento en el momento de la visita.

Por otra parte, otro de los apartados valorados por los técnicos fue la seguridad, calificada con un mediocre ‘aceptable’ (la calificación global en este apartado es de un ‘bien’): los técnicos no observaron extintores ni detectores de humo entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Murcia

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Murcia

La perrera de Murcia recibe una buena valoración y se sitúa por encima de la media

  • Las infraestructuras del centro, y la limpieza, mantenimiento y seguridad de sus instalaciones se calificaron con un ‘bien’
  • El centro murciano es, junto con el de Valladolid, el único en que la adopción de mascotas es gratuita
  • Es una de las cuatro perreras que admite sacrificar a los animales cuando pasa el tiempo de estancia y no han sido adoptados

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Murcia, se analizó el servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad para aproximadamente 150 animales (en el momento del estudio el aforo estaba completo) que, entre otras tareas, se encarga de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas: en 2008 ascendieron a 4.979. De ellos, el 18% se abandonaron en vía pública, el 45% fueron los propios dueños los que le dejaron en el centro y el resto eran animales extraviados o recogidos gratuitamente en los domicilios. Una de cada cinco mascotas abandonadas fueron adoptadas, una de las proporciones más bajas del informe. El centro murciano obtuvo un ‘bien’ en el análisis realizado por CONSUMER EROSKI, por encima de la media nacional, un ‘aceptable’. Los técnicos calificaron como buenas la limpieza, mantenimiento y seguridad de las instalaciones, así como las infraestructuras del centro y la información facilitada. Sin embargo, las carencias se percibieron en los servicios y cuidados destinados a los animales, calificadas con un ‘aceptable’.

Los responsables del centro de protección animal que da servicio a Murcia permiten dejar la mascota en la perrera de forma gratuita (igual que en Córdoba, Málaga, Oviedo, Sevilla, Valladolid y Zaragoza). Aunque resulte sorprendente, en capitales como San Sebastián dejar el animal en el centro en lugar de abandonarlo en la vía pública cuesta 210 euros. Por otra parte, en el centro murciano la adopción de un animal es gratuita, lo que la convierte en la única ciudad del estudio donde no se cobra nada por este servicio, junto con Valladolid.
El centro de protección animal analizado en la capital murciana es de los pocos que reconocen sacrificar a los animales que cumplen el tiempo de estancia en el refugio sin que nadie lo haya reclamado o adoptado (también ocurre en Córdoba, San Sebastián y Zaragoza). En total, en 2008, se sacrificaron 3.516 animales (2.838 perros y 678 gatos, entre ellos también había animales con enfermedades terminales o incurables).

Habitáculos bien iluminados pero algo estrechos

En líneas generales, la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones se calificaron con una buena nota porque los técnicos comprobaron que los habitáculos en los que se encontraban los animales contaban con una iluminación y temperatura adecuadas, y de ellos no procedían olores desagradables. Es más, los responsables del centro aseguraban que la limpieza y desinfección de estas zonas se realizaba a diario. Sin embargo, durante la visita, los técnicos comprobaron que las jaulas no eran lo suficientemente amplias para que el animal se sintiese cómodo.

Además, uno de los puntos a favor del refugio analizado en Murcia es que cuenta con una zona exterior para el recreo y ejercicio de los animales, que se encontraba en un buen estado de limpieza y mantenimiento en el momento de la visita. Por otra parte, otro de los apartados bien valorados por los técnicos fue la seguridad: los técnicos observaron extintores, toma de agua y mangueras entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones. No vieron, sin embargo, detectores de humo ni cámaras de vídeo vigilancia.

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal murciana cuentan con cinco veterinarios, a los que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

  • Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro analizado en Murcia, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. Después, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. Sólo se desparasita, se vacuna y se coloca un microchip a los animales objeto de adopción. Una de las carencias percibidas por los técnicos de esta revista es que la sala veterinaria no contaba, entre otros servicios, con quirófano y sala de rayos X.

Oviedo

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Oviedo

La perrera de Oviedo se halla entre las peores del país por las carencias en limpieza y seguridad

  • La dotación de infraestructuras del centro recibe sin embargo una buena valoración
  • El 30% de los animales abandonados en 2008 fueron adoptados, una de las proporciones más bajas de las 18 capitales

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Oviedo se visitó la perrera de la ciudad, que acoge animales recogidos en toda la comunidad autónoma. Su capacidad es de 350 perros y gatos (una de las instalaciones más grandes de la muestra seleccionada), aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real era de 330 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital asturiana recogieron 1.150 mascotas, (un 5% más que los datos correspondientes a 2007). Sin embargo, sólo en el 30% de los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las proporciones más bajas de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. Lo que no facilitó el Ayuntamiento de Oviedo ni los responsables del centro fue el número de animales que se sacrificaron el pasado año en esta instalación.

Los datos se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal.

El centro ovetense es uno de los cuatro que suspende la evaluación (junto con los de A Coruña, Bilbao y Córdoba). Este valoración se debe a las carencias halladas en los servicios y cuidados a los animales; así como en la limpieza y seguridad de las instalaciones. El único apartado que recibe una valoración positiva es el de la dotación de infraestructuras (con un ‘bien’).

Medidas de seguridad y limpieza

Lo más llamativo durante la visita a este centro de Oviedo fue la falta de sistemas de seguridad (se observaron extintores y mangueras, pero no se hallaron cámaras de vigilancia ni tomas de agua ni detectores de humo ante un posible incendio) y la mejorable limpieza. Pese a que los responsables del centro afirmaron que limpian y desinfectan los habitáculos de los animales cada día, lo cierto es que el técnico de la revista observó suciedad en estas zonas, además de malos olores. También eran deficientes las condiciones de luminosidad y temperatura de estos habitáculos, que sí eran lo suficientemente amplios como para que perros y gatos pudieran moverse con comodidad. La limpieza de estos habitáculos es algo primordial y más si, como en el caso de centro de Oviedo, no se saca a los animales fuera de la jaula (especialmente a los perros) para que durante unos minutos puedan pasear, jugar o hacer ejercicio al aire libre.

La dotación de servicios en el centro y algunas infraestructuras también son insuficientes, ya que no disponen de veterinario propio, sino que el servicio está concertado con los profesionales de una clínica privada; de ahí, que la sala veterinaria sólo cuente con una consulta y salas de cuarentena y no haya un lugar para la hospitalización de enfermos ni quirófano. Tampoco, se ha habilitado una zona exterior para sacar a los animales.

Entre los aspectos positivos, el centro de Oviedo cuenta con instalaciones especiales para animales peligrosos, todas las mascotas siguen el preceptivo control veterinario cada semana, cuando se abandona un animal en el centro se exige al dueño que aporte alguna documentación personal y a las nuevas familias que adoptan una mascota del centro se le pide la firma de un contrato donde figuran las obligaciones y deberes que tiene como nuevo dueño de ese perro o ese gato.

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. No es así en Oviedo. Este trámite no tiene coste alguno. Lo mismo ocurre si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado y el dueño va a recogerlo (no hace desembolso alguno por las molestias y cuidados que ha tenido su animal esos días). Si, por el contrario, esa mascota es adoptada, la perrera ovetense cobra aproximadamente 45 euros al nuevo dueño en concepto de gastos por el microchip y la vacuna (una de las tasas más elevadas del estudio).

Pamplona

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Pamplona

El centro de atención de animales de Pamplona ofrece un servicio aceptable, aunque precisa mejoras en servicios y limpieza

La seguridad y sus infraestructuras recibieron una buena valoración

  • Uno de cada cuatro animales abandonados en 2008 fueron adoptados, una de las proporciones más bajas de las 18 capitales
  • Dejar un perro en el centro pamplonés en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis. Cuesta 50 euros

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Las perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deber desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Pamplona se visitó el centro de atención a animales que da servicio a toda la Mancomunidad de Pamplona, cuya capacidad es de 60 perros y gatos, aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real no llegaba a 40 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital navarra recogieron 592 mascotas, similar al año anterior. Sólo uno de cada cuatro de los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las proporciones más bajas de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. No obstante, el ayuntamiento pamplonés afirma, al igual que otros once consistorios del estudio, que no sacrifica a los animales abandonados que no son adoptados. Como sucede en Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Valencia y Valladolid, la solución pasa por trasladar a estos animales a otros centros. Pese a todo, en los 18 refugios, y Pamplona no es una excepción, se sacrifican los animales cuando estos son agresivos o tienen enfermedades graves y/o infecciosas o sufren heridas graves por maltrato.

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Y Pamplona es una de ellas. El desembolso requerido es de 50 euros, en la media del informe y superado por sus ciudades vecinas: Bilbao, Vitoria y San Sebastián.

Si el animal que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene diez días para ir a recogerlo. Si lo hace, deberá hacer frente a los gastos generados durante la estancia (comida, vacunas, desparasitación…). En este caso, el centro navarro se encuentra entre los más onerosos del estudio: 6,80 euros por animal y día. Por último, el centro de Pamplona es el único que dispone de una tasa de adopción, de 10 euros, donde no se incluyen todos los servicios veterinarios previos a la entrega de ese animal a sus nuevos dueños (puede llegar a 34,60 euros).

Los datos, facilitados por el Ayuntamiento de Pamplona, se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones, así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal. La valoración final del centro de Pamplona no cambia la media nacional y se queda en un ‘aceptable’. Una nota que se repite en los apartados que estudiaron los servicios y cuidados a los animales, la limpieza y mantenimiento de las instalaciones así como la información facilitada especialmente en el centro. La calificación mejora, con un ‘bien’, en dotación de infraestructuras y seguridad del centro. Pamplona comparte valoración con Alicante, Cádiz, Granada, Málaga y Valladolid.

La baja calificación en servicios y cuidados a los animales (un ‘aceptable’) se debe a que no disponen de zona verde para que esos animales salgan al exterior (prevén construirla en 2010); no se sigue un calendario de vacunaciones con los animales; y ni se les desparasita ni vacuna cuando llegan al centro. Las mismas carencias se observaron en la limpieza de las instalaciones (la temperatura de los habitáculos no era la idónea cuando se hizo la visita, mes de julio) y la información facilitada y el trato dado por los responsables del centro, que el técnico calificó como regular.

Entre los aspectos positivos, el centro pamplonés dispone de habitáculos especiales para alojar a animales peligrosos y separarlos del resto de mascotas. Además, los habitáculos son lo suficientemente amplios como para que estos animales se encuentren cómodos. También se valoró como adecuado que se mantenga a los animales en observación varios días cuando llegan al centro para comprobar si portan algún tipo de enfermedad que pudiera contagiar al resto de “inquilinos” de la perrera o a los trabajadores. Asimismo, en el caso de que un dueño abandone a su mascota en el centro, se le reclama tanto la documentación del perro o del gato como la suya propia. Óptimas son también las medidas de seguridad que el técnico de la revista pudo observar durante esta visita. Se comprobó la dotación de cámaras de vigilancia, extintores, mangueras o tomas de agua para casos de incendio.

San Sebastián

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de San Sebastián

El centro de recogida de animales de San Sebastián, entre las mejores del país

  • Dejar un perro en este centro en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis. Cuesta 210 euros, el precio más caro del estudio

La limpieza, mantenimiento y seguridad de las instalaciones se valoraron entre los mejores del estudio

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-sansebastian.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de San Sebastián se visitó la clínica refugio contratada por el Ayuntamiento y gestionada por la Sociedad Protectora de Animales y Plantas de Guipúzcoa, la segunda con mayor capacidad, 440 perros y gatos, de todo el estudio, sólo superada por la de Madrid (500 animales) y muy por encima de la de Bilbao (30 animales). En el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real era de 280 animales. En 2008, los servicios municipales de la capital donostiarra recogieron 748 mascotas, un 2% más que los datos correspondientes a 2007. De esa cifra, dos de cada tres perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las mejores proporciones de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. La de San Sebastián es uno de los cuatro refugios, junto con las de Córdoba, Murcia y Zaragoza, que reconoce sacrificar a los animales abandonados que no son adoptados. Sin embargo, no facilitaron el número de sacrificios que se realizaron en 2008.

Precios por abandonar y adoptar una mascota del centro

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Y San Sebastián es una de ellas. De hecho, el desembolso requerido es de 210 euros, el más caro de todo el informe. Sin embargo, en el centro indicaron que si el dueño no dispone de los recursos económicos suficientes también se admite al animal, con un matiz. Si se comprueba que se ha pagado una gran cantidad por el animal, se exigirá el pago, aunque se alegue insolvencia.

Si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerlo. Si lo hace, deberá hacer frente a los gastos generados durante la estancia (comida, vacunas, desparasitación…). De nuevo, el centro donostiarra es el más caro del estudio: 14,50 euros por animal y día (tres veces más que lo se paga, por ejemplo, en el centro de A Coruña). Por último, en las adopciones, el centro de San Sebastián cobra una tasa de 65 euros en el caso de los gatos (incluye sólo esterilización) y 85 euros si es un perro (incluye vacuna, esterilización y microchip).

Los datos, facilitados por el Ayuntamiento de San Sebastián y el propio refugio, se complementaron con una visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindaban a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones, así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro. La valoración final del centro que da servicio a San Sebastián mejora considerablemente la media nacional y logra un ‘muy bien’, sólo igualado por los centros de Madrid y Barcelona. Una nota que se repite en los apartados de infraestructuras, limpieza y mantenimiento de las instalaciones así como la seguridad del recinto. Algo más baja, aunque igualmente satisfactoria es la valoración tras ver los servicios y cuidados que reciben los animales, y la información recibida tanto por el Ayuntamiento como por los trabajadores del centro (‘bien’). Las únicas pegas encontradas en esta instalación municipal responde a que no dispone de zonas especiales para los animales más peligrosos (conviven con el resto de mascotas) o que para abandonar un perro o un gato en el centro (cuado su dueño se cansa o no puede atenderlo) sólo hace falta la documentación del dueño y no la del animal.

Una dotación de infraestructuras notable

Destaca la dotación de infraestructuras de este centro: dispone de zona exterior para el paseo y juego de los perros (está perfectamente limpia y cuenta con arboleda y mucha zona verde) y está equipada con una de las salas veterinarias más completas de todos los centros visitados (con quirófano, consulta, sala de rayos X, sala de hospitalización para animales enfermos o servicio de urgencias las 24 horas al día).

La limpieza de los habitáculos de los animales es llamativa (se limpian y desinfectan dos veces al día), de ahí que las instalaciones estén perfectamente acondicionadas, con una temperatura adecuada y sin olores desagradables. La misma exigencia que se da en la limpieza se repite en los controles rutinarios cuando un animal llega al centro o se da en adopción. Así, en el primero de los casos, el perro o el gato pasa 30 días en observación para comprobar si tiene algún tipo de enfermedad y posteriormente se le abre una ficha veterinaria, se le desparasita, esteriliza, vacuna y se le coloca un microchip si fuese necesario. Idéntico protocolo es el que se sigue cuando esa mascota encuentra una nueva familia y abandona el centro.

Significativas son también las medidas de seguridad que el técnico de la revista pudo observar durante esta visita. Comprobó cómo contaban con extintores, mangueras o tomas de agua para casos de incendio. Además, la zona exterior donde salen los perros a pasear o hacer algo de ejercicio dispone de un vallado en perfecto estado de mantenimiento.

Sevilla

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Sevilla

La perrera de Sevilla destaca por la limpieza y seguridad de sus instalaciones

  • Los servicios y cuidados destinados a los animales se valoraron con un ‘bien’, así como las infraestructuras de los centros y la información facilitada
  • En la capital sevillana es posible dejar el perro o el gato en el centro de manera gratuita, aunque la adopción cuesta casi 37 euros

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-sevilla.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Sevilla, se analizó el centro donde acogen a los animales recogidos por los servicios municipales. Puede albergar a 30 perros, 20 gatos y 10 equinos, aunque en el momento del estudio había 52 animales. En 2008, ingresaron en este refugio un total de 1.740 animales, el 60% de ellos abandonados en la vía pública. Hay que reseñar que el Consistorio sevillano también tiene un convenio con la Sociedad Protectora de Animales y Plantas que se encarga, entre otras cosas, de recoger las palomas en los parques de la ciudad y de las adopciones de animales. En Sevilla, la mitad de los animales abandonados es adoptado por una nueva familia.

El centro sevillano obtuvo un ‘bien’ en el análisis realizado por CONSUMER EROSKI, por encima de la media nacional, un ‘aceptable’. Y es que los técnicos valoraron entre los mejores del estudio la limpieza, el mantenimiento y la seguridad de las instalaciones. El resto de apartados fueron calificados asimismo con una buena nota, un ‘bien’ en infraestructuras, servicios y cuidados a los animales e información facilitada.

A diferencia de algunas capitales analizadas, los responsables del centro de protección animal analizado en Sevilla permiten dejar la mascota en la perrera sin coste alguno (igual que en Córdoba, Málaga, Murcia, Oviedo, Valladolid y Zaragoza). Aunque resulte sorprendente, en una de cada tres ciudades del estudio dejar el animal en la perrera en lugar de abandonarlo en la vía pública no sale gratis. En el caso de Sevilla, el desembolso se exige cuando se desea adoptar un animal del centro: hay que pagar al menos 36,78 euros por la instalación del microchip, la administración de vacunas y la creación de una cartilla con los datos de la mascota.

En el centro de protección animal analizado en la capital sevillana se asegura que no se sacrifica a ningún animal sano, sólo a animales enfermos y sin cura. En total, en 2008 sacrificaron 991 animales (377 perros, 602 gatos y 12 de otras especies), lo que supone más de la mitad de los animales recogidos. Aseguran que la mayoría de los sacrificios son a petición de los dueños de las mascotas enfermas.

Limpieza y mantenimiento destacables

En líneas generales, la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones sevillanas estudiadas destacaron muy por encima del resto de ciudades. Los técnicos comprobaron que los habitáculos en los que se encontraban los animales se encontraban limpios, de ellos no procedían olores desagradables y contaban con una iluminación adecuada. Es más, los responsables del centro aseguraban que la limpieza y desinfección de estas zonas se realizaba a diario. Además, uno de los puntos a favor del refugio analizado en Sevilla es que cuenta con una zona exterior para el recreo y ejercicio de los animales, que se encontraba en un buen estado de limpieza y mantenimiento en el momento de la visita.

Otro de los apartados mejor valorados por los técnicos fue la seguridad, calificada con un ‘muy bien’ (la calificación media de las 18 ciudades en este apartado es de un ‘bien’): los técnicos observaron extintores, toma de agua, mangueras y detectores de humo, entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Buenos cuidados y servicios para los animales

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal sevillana cuentan con un veterinario, al que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro analizado en Sevilla, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. Después, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. También se desparasita, aunque no se le coloca microchip. Una de las carencias percibidas por los técnicos de esta revista es que la sala veterinaria no contaba, entre otros servicios, con quirófano, sala de rayos X ni tampoco una zona de hospitalización de animales enfermos.

Valencia

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Valencia

La perrera de Valencia destaca por la limpieza y seguridad de sus instalaciones

  • Sin embargo, los servicios y cuidados destinados a los animales se valoraron con un mediocre ‘aceptable’
  • Durante la elaboración del informe, el número de animales alojados casi doblaba la capacidad del centro
  • A diferencia del resto de centros analizados y al igual que en Barcelona, en la capital valenciana no es posible dejar el perro o el gato en el refugio, aunque ayudan al dueño a encontrarle una nueva familia

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-valencia.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Valencia, se analizó el servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad para 44 perros y 35 gatos, aunque en el momento del estudio la ocupación era mucho mayor, nada menos que 146 animales (una situación que se observó también en el centro de Alicante). Sin embargo, durante la visita, se comprobó que los habitáculos en los que se encontraban eran lo suficientemente amplios para que el animal estuviese cómodo. Es más, según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Valencia, el centro cuenta con 79 habitáculos y cada uno de ellos tiene una amplitud de 5 metros cuadrados (para los perros) y 0,50 metros cuadrados (para los gatos).

Entre otras tareas, los responsables del centro valenciano se encargan de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas que, en 2008, ascendieron a 3.388. Casi todos ellos (3.240 animales) se abandonaron en la vía pública, aunque en este dato también están incluidos los gatos urbanos de colonias recogidos y sometidos al Plan de Esterilización Felina. Por otra parte, sólo un 34% del total de los animales abandonados fueron adoptados el año pasado, aunque hay que tener en cuenta que parte de ese total son gatos urbanos que viven en colonias y se recogen para ser esterilizados.

Pese a la saturación, el centro valenciano obtuvo un ‘bien’ en el análisis realizado por CONSUMER EROSKI, por encima de la media nacional, un ‘aceptable’. Y es que los técnicos valoraron entre las mejores del estudio la limpieza, el mantenimiento y la seguridad de las instalaciones (con un ‘muy bien’). Sin embargo, las carencias se percibieron en los servicios y cuidados destinados a los animales (calificada con un ‘aceptable’). Las infraestructuras y la información facilitada lograron un ‘bien’.

A diferencia del resto de ciudades analizadas, Valencia no permite abandonar a los animales en el propio centro (algo que también ocurre en Barcelona). Sin embargo, en el caso de que una persona no quiera o no pueda mantener a su mascota, en el refugio le ayudan a encontrarle un nuevo hogar.

Por otra parte, en el centro de protección animal analizado en la capital valenciana aseguran que no se sacrifican animales que cumplen el plazo de estancia y no son reclamados por sus dueños ni adoptados, sino que estas mascotas son trasladadas al refugio de la Sociedad Valenciana Protectora de Animales y Plantas. Eso sí, reconocen que sacrifican a aquellos que estén enfermos y no tengan curación. En 2008 se sacrificaron 246 animales (32 perros y 214 gatos).

Limpieza y mantenimiento destacables

En líneas generales, la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones destacaron muy por encima del resto de ciudades. Y es que los técnicos comprobaron que los habitáculos en los que se encontraban los animales estaban limpios, de ellos no procedían olores desagradables y contaban con una iluminación y temperatura adecuada. Es más, los responsables del centro aseguraban que la limpieza y desinfección de estas zonas se realizaba dos veces al día.

Además, uno de los puntos a favor del refugio analizado en Valencia es que cuenta con una zona exterior para el recreo y ejercicio de los animales, que se encontraba en un buen estado de limpieza y mantenimiento en el momento de la visita.

Por otra parte, otro de los apartados mejor valorados por los técnicos fue la seguridad, calificada con un ‘muy bien’ (la calificación global en este apartado es de un ‘bien’): los técnicos observaron cámaras de vídeo vigilancia, extintores, toma de agua, mangueras y detectores de humo entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Servicios y cuidados sólo aceptables

Los animales precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal valenciana cuentan con dos veterinarios, a los que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro analizado en Valencia, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. También se le abre una cartilla sanitaria, se desparasita, se vacuna y, en su caso, se le coloca un microchip. A diferencia de otras ciudades, en Valencia no se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro.

Valladolid

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Valladolid

La perrera de Valladolid ofrece un servicio aceptable, aunque precisa mejoras en infraestructuras y servicios

  • Este centro precisa mejoras en la dotación de infraestructuras y en los servicios y cuidados que dan a los animales
  • El 80% de los animales abandonados que recogió el centro en 2008 fueron adoptados, una de las mejores proporciones de las 18 capitales

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-valladolid.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Valladolid se visitó la perrera municipal, cuya capacidad es de 60 perros y gatos, el doble que la perrera de Bilbao, lo que no impide que sea una de las más perreras con el aforo más reducido del estudio. Tanto es así que en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real superaba esa cifra en seis animales. En 2008, los servicios municipales de la capital castellana recogieron 816 mascotas, casi un 1% más que los datos correspondientes a 2007. En el 80% de los casos, los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, una de las mejores proporciones de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. Por otra parte, en la perrera vallisoletana sólo reconocen sacrificar a los animales que sufren enfermedades terminales, infecciosas o con heridas graves de maltrato. En total, fueron 86 las mascotas sacrificadas.

Estos datos, facilitados por el propio Ayuntamiento de Valladolid, se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal. La valoración final del centro de Valladolid no cambia la media nacional en cuanto a la calidad de las instalaciones y se quedó en un ‘aceptable’. Una nota que se repite en los apartados referidos a la dotación de infraestructuras; servicio y cuidado de los animales e información facilitada por los responsables del centro. La limpieza y seguridad de las instalaciones merecieron las mejores calificaciones (un ‘muy bien’).

Entre los aspectos mejorables, se incluyen el hecho de que el centro no admite animales peligrosos y la zona exterior donde saca a los perros media hora al día es pequeña y no dispone de estructuras o elementos para que jueguen y hagan ejercicio.

Habitáculos amplios y limpios

Todos los habitáculos donde se albergan estos animales son lo suficientemente amplios para que se encuentren cómodos y están convenientemente acondicionados. Además, no se ata a los animales y los perros salen treinta minutos al día a una zona exterior para que puedan jugar, hacer ejercicio o simplemente pasear. Una zona exterior que se encuentra en muy buenas condiciones de mantenimiento, dispone de espacios verdes y un vallado exterior seguro (las óptimas medidas de seguridad se repiten en la dotación de cámaras de vigilancia, extintores y mangueras). La misma pulcritud de limpieza y mantenimiento que el técnico de la revista observó en esta zona exterior se repite en el interior de los habitáculos donde se encuentran estos perros y gatos (estas dependencias se limpian y desinfectan todos los días; de ahí que no haya restos de suciedad ni malos olores). Por último, a todos los animales se les realizan controles veterinarios de forma periódica.

Precios por abandonar y adoptar una mascota del centro

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Sin embargo, en Valladolid no se cobra tarifa alguna ni por adoptar ni por dejar a la mascota en el centro. Si la mascota que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerlo y deberá realizar un desembolso por las molestias y cuidados que ha tenido su animal esos días: 4,20 euros por mascota y día (uno de los precios más económicos de todos los centros visitados).

Vitoria

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Vitoria

La perrera de Vitoria se encuentra entre las mejores del país

  • El precio por abandonar un perro o un gato en esta instalación es uno de los más onerosos del estudio, hasta 87 euros por un animal adulto
  • El 91% de los animales abandonados en 2008 fueron adoptados, la mejor proporción de las 18 capitales

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-vitoria.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Vitoria se visitó la perrera municipal, cuya capacidad es de aproximadamente 140 perros y gatos, aunque en el momento de la realización del estudio (septiembre) la ocupación real no llegaba al centenar de animales. En 2008, los servicios municipales de la capital alavesa recogieron 1.600 mascotas, un 1% más que los datos correspondientes a 2007. En el 91% de los casos, los perros y gatos abandonados fueron adoptados por otra familia, la mejor proporción de todas las ciudades incluidas en el estudio de CONSUMER EROSKI. Por otra parte, en la perrera vitoriana afirman que sólo los animales que sufren enfermedades terminales, infecciosas o con heridas graves de maltrato. En total, fueron 18 perros las mascotas sacrificadas.

Estos datos, que fueron facilitados por el propio Ayuntamiento de Vitoria, se complementaron con la visita que se hizo el pasado mes de julio al centro de protección animal (los técnicos acudieron a estas instalaciones como ciudadanos interesados en adoptar un perro o un gato). Se comprobó así in situ cómo eran las infraestructuras del centro; los servicios y cuidados que brindan a los animales; la limpieza, mantenimiento y seguridad de esas instalaciones, así como la información aportada por los responsables o trabajadores de ese centro municipal. La valoración final del centro de Vitoria mejora la media nacional y logro un ‘bien’. Una nota que se repite en todos los apartados estudiados salvo en el caso de la dotación de infraestructuras, con un mediocre ‘aceptable’ (por debajo de la media nacional). Vitoria comparte valoración con los centros estudiados en Murcia, Sevilla, Valencia y Zaragoza.

La baja calificación en infraestructuras (por debajo del ‘bien’ de la media del estudio en este apartado) se debe a la ausencia de instalaciones especiales y adecuadas para animales peligrosos (conviven con el resto de “inquilinos” del centro). A ello se suma el hecho de no disponer de veterinarios ni quirófano propios sino concertados con clínicas veterinarias privadas; o que la zona de recreo y paseo de estos animales no cuente con árboles o zonas verdes.

Todos los habitáculos donde se encuentran estos animales son lo suficientemente amplios para que se encuentren cómodos y están convenientemente acondicionados. Además, no se ata a los animales y los perros salen unos minutos al día a una zona exterior para que puedan jugar, hacer ejercicio o simplemente pasear.

Una vez que el perro o el gato llega al centro se le mantiene en observación durante varios días, se le abre su correspondiente ficha sanitaria, se les desparasita y vacuna. Un protocolo de actuación que se repite cuando ese animal es adoptado y abandona el centro con su nueva familia (únicamente no se les coloca el microchip, que corre a cargo del futuro dueño).

Igual de satisfactoria fue la valoración sobre la limpieza y mantenimiento de estas instalaciones. El único reparo: los olores desagradables de algunos habitáculos donde se encuentran estos animales. Pese a este pequeño fallo, los responsables del centro aseguran que la limpieza y desinfección de todo el centro, así como de las zonas donde descansan los animales se realiza cada día. En cuanto a seguridad, la dotación de extintores, tomas de agua y mangueras era óptima.

Aunque puede resultar sorprendente, dejar el perro o gato en el centro y no abandonarlo en la calle cuesta dinero en una de cada tres ciudades del informe. Y Vitoria es una de ellas. El desembolso requerido es el segundo más caro del informe (sólo superado por San Sebastián): 86,70 euros si es una mascota adulta y 24,77 euros si apenas es un cachorro.

Si el animal que llega al centro municipal se ha extraviado, su dueño tiene unos días para ir a recogerlo. Si lo hace, deberá hacer frente a los gastos generados durante la estancia (comida, vacunas, desparasitación…). De nuevo, el centro vitoriano se sitúa con los precios más onerosos de todo el estudio: 8,80 euros por animal y día. Por último, la adopción cuesta 24,99 euros (se cobra únicamente cuando al animal, normalmente un perro, se le ha colocado microchip).

La valoración final del centro municipal ubicado en Vitoria se completa con la información facilitada tanto por parte del departamento correspondiente del consistorio como de los propios trabajadores del centro que acompañaron al técnico durante su visita por las instalaciones. En este último caso, la explicación fue completa y la impresión general de cómo se encontraban los animales de ese centro fue positiva.

Zaragoza

Perreras: analizadas las instalaciones gestionadas, contratadas o subvencionadas en 18 capitales, entre ellas la de Zaragoza

La perrera de Zaragoza, por encima de la media del país, destaca por la limpieza y seguridad de sus instalaciones

  • Sin embargo, los servicios y cuidados destinados a los animales se valoraron con un mediocre ‘aceptable’, así como la información facilitada
  • Al igual que en Córdoba, Málaga, Murcia, Oviedo, Sevilla y Valladolid, en la capital aragonesa es posible dejar el perro o el gato en el centro de manera gratuita

http://static.consumer.es/revista/imgs/20091001/mapa-zaragoza.gifLas perreras no gozan de buena imagen. La realidad, sin embargo, no sustenta este prejuicio. Su estado es aceptable, aunque las deficiencias son significativas. Las principales: una información y atención al ciudadano pobre y una dotación de servicios mejorable (una de cada cuatro no cuenta con controles veterinarios periódicos y una de cada tres no sigue un calendario de vacunas). Así lo ha comprobado CONSUMER EROSKI en el análisis de los 18 centros de recogida de animales gestionados, contratados o subvencionados por los ayuntamientos de otras tantas capitales (A Coruña, Alicante, Barcelona, Bilbao, Cádiz, Córdoba, Granada, Madrid, Málaga, Murcia, Oviedo, Pamplona, San Sebastián, Sevilla, Valencia, Valladolid, Vitoria y Zaragoza). También se ha constatado que, aunque pueda resultar paradójico y contrario al fomento de actitudes cívicas, dejar un perro en estos albergues no sale gratis. Si una persona decide desprenderse de su mascota y acude a una perrera, en seis de las ciudades analizadas deberá desembolsar una cantidad que va desde los 25 euros hasta los 210 euros. En dos de cada tres ciudades también tendrán que pagar quienes deseen adoptar alguno de los animales depositados en estas instalaciones (desde 10 euros hasta 85 euros) o aquellos propietarios cuyo can se ha extraviado y lo han recogido y cuidado los servicios municipales (el coste depende, entre otros factores, del número de días que ha permanecido en la perrera).

En el caso de Zaragoza, se analizó el servicio municipal que opera en la zona. Se trata de un centro con una capacidad para 90 animales (aunque en el momento del estudio apenas habitaban en él 15 perros) que, entre otras tareas, se encarga de recoger las mascotas abandonadas y extraviadas: en 2008 ascendieron a 1.628. De ellos, el 43% se abandonaron en vía pública, el 37% fueron los propios dueños los que le dejaron en el centro y el resto eran animales extraviados o custodiados de manera oficial. Casi la mitad de las mascotas abandonadas fueron adoptadas (un 45%). Para los que no lo son, el de Zaragoza es uno de los cuatro centros, junto con los de Córdoba, San Sebastián y Murcia, que admiten sacrificar los animales cuando se excede su capacidad.

El centro zaragozano obtuvo un ‘bien’ en el análisis realizado por CONSUMER EROSKI, por encima de la media nacional, un ‘aceptable’. Y es que los técnicos situaron la limpieza, el mantenimiento y la seguridad de las instalaciones entre las mejores del estudio. Sin embargo, las carencias se percibieron en los servicios y cuidados destinados a los animales, así como en la información facilitada (calificadas con un ‘aceptable’). El apartado de infraestructuras logró un ‘bien’.

A diferencia de algunas capitales analizadas, los responsables del centro de protección animal que da servicio a Zaragoza permiten dejar la mascota en la perrera de forma gratuita en lugar de abandonarla en la vía pública (igual que en Córdoba, Málaga, Murcia, Oviedo, Sevilla y Valladolid). Sin embargo, la adopción de un animal no es gratuita, ya que es obligatorio pagar los servicios veterinarios a los que se le ha sometido, cuyo precio varía.

Limpieza y mantenimiento destacables

En líneas generales, la limpieza y el mantenimiento de las instalaciones destacaron muy por encima del resto de ciudades. Y es que los técnicos comprobaron que los habitáculos en los que se encontraban los animales se encontraban limpios, de ellos no procedían olores desagradables y contaban con una iluminación y temperatura adecuada. Es más, los responsables del centro aseguraban que la limpieza y desinfección de estas zonas se realizaba a diario.

Además, uno de los puntos a favor del refugio analizado en Zaragoza es que cuenta con una zona exterior para el recreo y ejercicio de los animales, que se encontraba en un buen estado de limpieza y mantenimiento en el momento de la visita.

Otro de los apartados mejor valorados por los técnicos fue la seguridad, calificada con un ‘muy bien’ (la calificación media de la 18 ciudades en este apartado es de un ‘bien’): los técnicos observaron extintores, toma de agua, mangueras y detectores de humo, entre otros elementos de seguridad exigibles en este tipo de instalaciones.

Servicios y cuidados sólo aceptables

Estas mascotas precisan cuidados especiales cada día (higiene, vacunas, alimentación, etc.) y los centros de protección animal deben tener una plantilla suficiente como para atenderlos de manera correcta. Pese a todo, ninguna ordenanza establece una relación del número de cuidadores y veterinarios preciso. En la perrera municipal zaragozana cuentan con un veterinario, al que se suman cuidadores, personal de administración y guardas de seguridad.

Cuando llega un perro o un gato al centro, se sigue un protocolo relacionado con la salud de estos animales. En el centro analizado en Zaragoza, se mantiene al animal en una zona de observación sanitaria durante 24 días para comprobar que no es portador de enfermedades que impliquen riesgos sanitarios para el resto de animales o personal del centro. Después, se identifica al animal con un número individual o un código y se le abre una ficha con los datos de peso, raza, etc. También se esteriliza, aunque no se le abre una cartilla sanitaria, ni tampoco se le vacuna ni se le coloca microchip (sólo en caso de que sea adoptado).

Una de las carencias percibidas por los técnicos de esta revista es que la sala veterinaria no contaba, entre otros servicios, con quirófano y sala de rayos X.