Biomasa forestal: menos incendios y más energía

1 octubre de 2009
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Biomasa forestal: menos incendios y más energía

La limpieza de los bosques no sólo previene incendios. También sirve para generar energía. Las ramas caídas, arbustos y maleza se transforman en biomasa forestal que, con el proceso adecuado, puede producir electricidad de una forma sostenible y ecológica. Este verano se ha puesto en marcha la primera central de transformación de biomasa forestal en España, ubicada en la localidad de Corduente, en la provincia de Guadalajara, muy cerca de una zona asolada por un gran incendio en 2006. De la misma forma que la energía eólica, solar, geotérmica, fotovoltaica, hidroeléctrica y mareomotriz, la proveniente de la biomasa forestal supone el aprovechamiento de un recurso natural alternativo que crea energía de emisión neutra de CO2. Sin embargo, su alcance está muy lejos de poder hacer sombra al reinado de los combustibles fósiles y nucleares, de inmediato más competitivos y eficaces.

Leña, ramaje y follaje

Entre las causas de los incendios forestales destaca la acumulación de materia orgánica -biomasa- de las zonas forestales de alta inflamabilidad, sobre todo en verano, cuando el bosque llega a perder hasta la mitad de su humedad. El abandono del pastoreo y de la recogida tradicional de leña ha llevado a la acumulación y el excedente de materia vegetal muerta, que aviva el fuego en caso de incendio. La central de energía de biomasa forestal atiende a este problema. Además, permite el aprovechamiento de la materia forestal que ha sufrido los efectos del fuego. De octubre a marzo doscientas personas recogen 26.000 toneladas de residuos forestales que alimentan la planta todo el año. Leña, ramaje y follaje de distintas especies presentes en las áreas de abastecimiento se envían a la planta para su utilización.

El gas del vapor

Con la materia prima y un proceso de gasificación se consigue generar la energía eléctrica necesaria para el abastecimiento de una población de 14.000 habitantes. El proceso consiste en la utilización del gas combustible generado en una turbina donde se recupera el calor de los gases de salida para producir vapor con alto rendimiento. La caldera se alimenta de forma automática con biomasa mediante un sistema de cintas transportadoras desde un almacenamiento cubierto, que dispone de un piso móvil para ir desplazándola según el ritmo de consumo necesario en cada momento. La biomasa se selecciona a través del cribado y la detección de materiales férricos, que permite rechazar aquella fracción del combustible no apta para la combustión

Del vapor a la energía mecánica

El combustible, la biomasa forestal, es introducido a través de un sistema de parrilla móvil. La caldera de vapor produce la energía térmica necesaria para calentar el agua que circula por ésta y obtener vapor sobrecalentado. El vapor llega a una turbina y la hace girar, produciendo energía mecánica. Un condensador que enfría el vapor logra que éste mueva la turbina a más velocidad y consiga generar más energía. Los gases de la combustión atraviesan la caldera cediendo su energía al agua que circula por tubos aleteados en diferentes pasos. Tras su paso, es sometido a un proceso de limpieza y depuración con el que se consigue que el nivel de emisiones de partículas se ajuste a la legislación vigente. La transformación de la energía mecánica en energía eléctrica se realiza mediante un alternador acoplado a la turbina.

Bajo control: el proceso y el futuro, sin incendios

Todos los procesos están informatizados y monitorizados. El sistema de control dispone un sincronizador para cada generador y transformador de entrada y salida que dirige el suministro de tensión que ha de lograr la medida de 11 kilovatios, energía con la que entra en la red general. La proximidad a la materia prima, las buenas comunicaciones y la existencia de las líneas adecuadas para transportar la electricidad suman su competitividad. En la planta también se llevan a cabo estudios sobre la evolución de la calidad del material almacenado, el aprovechamiento de las cenizas procedentes de la combustión de la biomasa para su uso agrícola y la incidencia en la reducción de incendios. La energía de biomasa forestal es en definitiva una actividad que convive con la supervivencia del bosque del que se sirve. Pero al que también sirve.