Ir con lana y salir esquilada
Usada como tejido desde el Neolítico, la lana está enraizada en la formación de nuestra sociedad hasta el punto en que dio origen a uno de los primeros organismos internacionales que todavía hoy conserva su función y sede en Londres: el Secretariado Internacional de la Lana. La tricentenaria institución es una señal de la importancia de la obtención y comercio de esta fibra natural que marcó evoluciones económicas y culturales. Siempre en movimiento, como las ovejas en su trashumancia por las cañadas, en nuestro país el proceso comenzaba en los campos del sur, a donde llegaban en verano los rebaños ovinos. Los esquiladores obtenían el vellón y limpio viajaba a Flandes, donde se ponía precio y tomaba rumbo a los centros textiles. Hoy el viaje ha variado, pero esquilar a las ovejas continúa siendo una obligación: el animal puede morir si no se le libera de su pelambre. Sin embargo, el mercado de las fibras naturales pierde terreno, por lo que se está promoviendo la lana como materia prima para otras funciones alternativas (aislante para paredes, absorbente industrial o parte de herramientas de limpieza). Mientras, los esquiladores conservan su trabajo y lo potencian dando testimonio de un oficio necesario, preciso y milenario.
Cinco minutos a mano
Desde primeros de abril, antes de que llegue el estío, los esquiladores se enfrentan a un trabajo intenso y obligado para la salud de los animales, a los que se ha acostumbrado desde jóvenes a enfrentarse al calor sin la protección de la lana que cubre su cuerpo. Se les pelan los cuartos traseros, la región costillar y la paleta. Es importante que el vellón esté totalmente seco en el momento de la esquila. La lana es capaz de absorber cuarenta veces su volumen, por lo que días antes de la esquila, si es necesario, se encierra al rebaño bajo techo. Un esquilador completa un pelado a mano en cinco minutos.
Dos minutos a máquina
Cuando el pastor se ayuda de una máquina, en sólo dos minutos termina la operación. Es necesario ubicar correctamente al animal, para lo que se le traba por las patas o se encaja en un cajón con el propósito de evitar que el esquilador, que apura para lograr el mejor corte, le hiera. El animal sufre cierto estrés pero necesita desprenderse de su lana. De hecho, las ovejas que llegan a adultas no ponen resistencia a la maniobra del desnudo obligado.
Con orden y precisión
El corte se empieza en el bajo vientre, se pasa a las patas y luego al resto del cuerpo. Aunque este orden puede alterarlo cada pastor. La lana que se encuentra en el estómago es de baja calidad y de poca utilización, está deteriorada y erosionada; la más preciada es la barbilla. Con indiferencia de su localización siempre se apura a ras de la piel y se evita hacer un doble corte del mechón que provoca un despunte y reduce la calidad del vellón.
La calidad también está en las tijeras
La categoría de la lana depende de la raza, de la genética y de la nutrición de la oveja, pero también del manejo y de las técnicas empleadas antes, durante y después del esquilado de los animales. Una lana de alta calidad posee una mecha bien definida, con buenas ondulaciones, es larga, resistente y de color homogéneo. Se descubren las características una vez que se ha esquilado y se han separado de las fibras todos los materiales extraños, sean restos vegetales, espinas, paja, basuras u otros elementos que desmerecen la calidad.
Almacenada en sacos
Lavada con agua y jabón, antes cepillada, extendida al sol para su secado, la lana se almacena en sacos. Hace años, no tantos, se esperaba al marchante, que era quien compraba el resultado de la esquila. Ahora no llega. Los nuevos tiempos han impuesto tejidos más sencillos, fibras sintéticas como el acrílico, el nylon, el poliéster y el polipropileno. También han ocultado al vellonero, el pastor encargado de juntar y doblar la lana para confeccionar los vellones. El proceso del esquilado en muchas ocasiones termina en él mismo.
Eco moda y material para la industria
La lana conserva su lugar como producto apreciado. Los tejidos de calidad lucen con orgullo las etiquetas otorgadas por el Secretariado Internacional que certifican el uso de Pura Lana Virgen, pero además, se le ha añadido una nueva característica: la eco moda. Corrientes en defensa de las fibras naturales (el algodón, el lino, el cáñamo, la seda…) alegan que con ellas se consiguen ropa sostenible y se impulsan las opciones responsables que apoyan la economía local. Además, se han revelado como un material óptimo para la alta tecnología aplicada a la industria automotriz, a la construcción e incluso a los paneles termoplásticos.