El móvil, ¿la nueva VISA?
Kim no saca monedas para pagar el aparcamiento, sino que pulsa un botón de su móvil. Lo mismo hace en el autobús, en el quiosco, en la máquina de cafés de su oficina y en muchos lugares más. Incluso utiliza su móvil para transferir la asignación semanal a su hijo o hacer un préstamo a un amigo. Ésta es una estampa habitual en Japón y Corea, pero también en India y en zonas de África donde las infraestructuras de telefonía celular son más fiables que las terrestres. En Europa, en cambio, los sistemas de pago o transferencias monetarias con el teléfono no han funcionado hasta la fecha por sus elevados costes y la complejidad del protocolo. Sin embargo, la progresiva popularización de los aparatos con acceso web y el uso de servicios como PayPal puede revolucionar el panorama.
En esta carrera de fondo hay un hecho revelador que indica hacia dónde se orienta el futuro: el operador de telecomunicaciones de un cliente tiene más datos sobre el usuario que su propio banco. En consecuencia, en la era de la información el operador puede ofrecer mejores servicios, prestaciones que de facto ya se ofertan en muchos países. La costumbre de mantener una cuenta en el banco no es global, es sobre todo occidental. En Oriente han desarrollado otros métodos para pagar a crédito diferentes gastos, entre los que se halla el uso del teléfono móvil.
El banco de oriente
En Japón y Corea el uso de las tarjetas de crédito no se ha popularizado tanto como en Europa, quizá porque los bancos desarrollan funciones diferentes. Tanto es así que el principal banco japonés es el organismo encargado de los correos postales, que se dedicaba tradicionalmente a enviar dinero por carta. Ahora su papel lo adoptan los grandes operadores como NTT DoCoMo o SK Telecom. Japoneses y coreanos usan el móvil para realizar todo tipo de pagos a través del uso de sus tarjetas de prepago o sus facturas como crédito. El operador responde del pago por ellos hasta que cobra, o bien se le descuenta de la tarjeta de prepago. Actúa como banco crediticio.
En India y África los operadores telefónicos son el único banco para millones de personas que viven en zonas de difícil acceso o en condiciones de extrema pobreza. Esta situación hace que ningún banco del mundo les conceda un crédito, pero sí pueden recibir un préstamo de pequeñas cantidades a través del operador. También pueden intercambiar dinero con sus familiares o socios a través de una estructura fiable y estable, con niveles de seguridad aceptables. Paradójicamente, desde hace unos años el móvil es la tarjeta de crédito del tercer mundo: quien puede costearse uno, merece un mínimo aval.
Difícil camino en Europa
No ocurre lo mismo en Europa ni en Estados Unidos, donde los sistemas para pagar por el móvil han resultado hasta la fecha un fiasco por sus cargas y su complejidad. El hecho de que intervinieran demasiados actores en el pago -el usuario, el banco, el operador, la empresa que aporta la plataforma, etc.- encarece el sistema. Además, como se trata de un abono a crédito es necesario compensar el alza del dinero con un interés que acababa pagando en el usuario final. Esto hizo que sistemas como Mobipay apenas levantaran el vuelo en España, porque el simple acto de tomarse un café en la oficina y pagarlo con el móvil implicaba un aparatoso proceso de mensajes SMS con códigos secretos de ida y vuelta que ya lo hubieran querido para sí los agentes del CSID. Además, usar Mobipay era más caro que usar la tarjeta de crédito.
Los SMS premium, una experiencia de éxito
No obstante, son muchos los usuarios que puedan haber experimentado pagos con el móvil sin ser conscientes de ello. Los mensajes SMS a números de cuatro cifras que se mandaban hasta hace poco tanto a concursos televisivos como a diferentes organismos por causas humanitarias, conocidos como SMS Premium, tenían un precio extra destinado a realizar pagos o donaciones. Hoy los números para este fin están regulados por ley y deben tener cinco o seis cifras y comenzar por 280.
Más fácil con un “smartphone”
Sin embargo, la llegada de Internet a los móviles podría cambiar el panorama actual. Desde hace más de un lustro la banca on line está muy desarrollada, sobre todo en el apartado de usabilidad web, y los clientes con cuentas apenas tienen que pisar las oficinas de su banco para realizar operaciones. Desde la Red manejan su entramado financiero y compran, venden o realizan transferencias en segundos.
En consecuencia, desde un móvil con acceso a Internet, el manejo de las cuentas es inmediato. Cuanto más se popularizan los “smartphones” -los móviles con acceso web y sistema operativo complejo- más se utilizan aplicaciones móviles para efectuar pagos y transferencias. El acceso es rápido y sin cargas extra que hagan que el pago sea caro. Por otro lado, métodos como la aplicación PayPal para móviles facilitan el pago y la transferencia.
Un fenómeno que ha llamado en los últimos meses la atención de los analistas tanto financieros como tecnológicos es que gracias a PayPal se ha disparado en Estados Unidos el flujo de pequeñas cantidades prestadas entre usuarios, además del pago de servicios por este método. Diarios como The New York Times comienzan a especular con que el móvil puede sustituir en un futuro a la tarjeta VISA como sistema de crédito personal. En Estados Unidos, si no se posee una tarjeta de crédito no se puede contratar prácticamente ningún servicio.
Convertir el móvil en un datáfono
Ahora bien, el manejo de cuentas vía portales bancarios se enfrenta al inconveniente de la usabilidad en el móvil: hay que teclear números personales sobre la marcha y en un teclado minúsculo, porque así lo exigen los protocolos de seguridad. El sistema, en consecuencia, pierde automatismo.
Una posible solución son los lectores de tarjetas que se pueden insertar en el móvil, de modo que se puede pasar una tarjeta de crédito por el lector, y el teléfono funcionaría como datáfono o bien como emisor del pago fijado. Hay un programa capaz de convertir el iPhone en un lector de tarjetas que ya funciona en Estados Unidos con cierto éxito, sobre todo en los comercios más elitistas. Se llama Square y está financiado por los creadores de Twitter, que ven en el pago por móvil una fuente de futuro negocio.
- Comprobar a quién y por qué se paga. Puede parecer que donar un euro y veinticinco céntimos es poca cosa, pero si se suman todos los usuarios que donan, la cantidad llega a ser muy grande.
- Asegurarse de que la aplicación para el pago por móvil, en función de cada sistema operativo, es la correcta. Podrían darse casos de aplicaciones preparadas para extraer las contraseñas bancarias del usuario con fines delictivos.
- Procurar teclear con discreción y sin que terceras personas tengan acceso visual a la pantalla.
- No guardar las claves en ninguna nota o documento en el móvil.