El rey del salón
Ante la diversidad de sofás que ofrece el mercado, los fabricantes aconsejan no comprar el primer modelo que nos ‘entre por los ojos’, guiados sólo por razones estéticas. Insisten en que el cliente haga una selección entre los que más le gusten, optando por los que se adapten correctamente al cuerpo y los tengan una estructura duradera. De acuerdo a los principios de ergonomía, comodidad y resistencia, determinantes en la compra de estos asientos, se presentan unas pautas sirven de ayuda en su elección final:
- Relleno: Asientos y respaldos, ¿duros o blandos? La comodidad del sofá depende en gran medida de la dureza de sus asientos, del respaldo y del tipo de relleno. Si un sofá es demasiado duro o demasiado blando hay que descartarlo, no sólo porque no son asientos cómodos sino también porque su duración será probablemente inferior. Los materiales con los que puede rellenar el sofá son variados:
- Pluma. Es el material más recomendable, principalmente por su comodidad. Aunque las plumas pueden ser de oca, de ganso o una mezcla de ambas, en los respaldos conviene elegir las de pato u oca, por su gran flexibilidad. Los sofás de pluma son también los más caros.
- Espuma. Es el relleno más común y el más económico. En estos sofás la calidad se garantiza a través de la densidad, que debe rondar los 30 kilogramos en cada asiento y los 20 kilogramos en el respaldo.
- Goma espuma. El principal inconveniente de este material es su rigidez, además del calor que da en verano.
- Estructura y resistencia: Un buen sofá debe tener una estructura consistente y la mejor manera de comprobarlo es levantando el sofá por un solo lado: si pesa mucho es porque estará construido con madera maciza.
- Patas. Las patas atornilladas dan más problemas porque son más inseguras que las que están unidas directamente a la estructura. Sin embargo, ofrecen más ventajas desde el punto de vista estético porque se pueden cambiar en función de la decoración y sustituir unas metálicas por otras de madera.
- Correas. Las correas que se encuentran debajo de los asientos deben ser muy resistentes para que el confort de los asientos sea mayor.
- Armazón. Los dos materiales más usados para armazones son la madera y el metal. De ellos, el que ofrece más resistencia es la estructura metálica, y por eso es también la más cara.
- Tejido. En la elección de la tela que recubre el sofá, su capacidad de transpiración es determinante para que su resistencia sea mayor. Por lo tanto, si se ha utilizado mucho relleno, el sofá respirará peor, igual que los cojines.
- Sofás ergonómicos: Un sofá que cuida la ergonomía -y no sólo la estética- permite la colocación idónea de la espalda, cadera y brazos:
- Espalda. El sofá debe ser duro, pero con la espalda blanda. Los riñones deben quedar protegidos por el respaldo evitando que el cuerpo de deslice hacia abajo.
- Cadera. La cadera de una persona no debe quedar más baja de las rodillas porque a la larga resultará incómodo su uso, llegando a producir incluso molestias lumbares.
- Brazos. El brazo se debe apoyar en el reposabrazos, que debe estar a la altura del codo, no más abajo. Desde hace varios años se comercializan modelos de sofás que permiten que el brazo se adapte a distintas alturas, mediante los llamados ‘brazos desmontables’.
- Tamaño. Se aconseja acudir a la tienda con las medidas exactas del lugar en el que se colocará el sofá. Puede ocurrir que ese espacio reservado admita la longitud del sofá pero no su anchura. Para atinar más con la medidas, se puede utilizar papel de periódico para colocarlo en el suelo y hacerse a la idea de cuánto espacio puede ocupar el sofá.
En función del espacio y de las necesidades de cada hogar, las posibilidades son las siguientes:
- Sofá extensible. La ventaja es que el asiento y el respaldo son una misma pieza que, cuando se hace cama. se despliega horizontalmente. Son muy útiles para espacios pequeños.
- Sofá acordeón. La cama se esconde tras los cojines del sofá. Una vez que éstos se quitan se baja el respaldo y la cama se abre. Requiere mayor espacio que el modelo anterior.
- Sofá nido. La principal ventaja es que se puede guardar la cama ya hecha porque se esconde bajo la estructura del sofá, pero tiene el inconveniente de que el espacio debe ser mayor, equivalente al sofá.
El tipo de material utilizado en la elaboración o tapizado el sofá determinará su forma de limpieza. Por esta razón es muy importante que el cliente pregunte de qué material exacto están compuestos estos asientos en el mismo momento de compra. De todas maneras hay una serie de consejos comunes, como la eliminación del polvo mediante el aspirador, la sacudida regular de los cojines para evitar que se deformen y la limpieza de las fundas en la lavadora. Si se producen manchas concretas en materiales específicos como cuero, piel o terciopelo, merece la pena seguir los siguientes consejos para su tratamiento:
- En sofás de cuero y piel. Sólo se pueden aplicar productos destinados exclusivamente al mantenimiento del cuero y la piel. No sirven ni los betunes de zapatos, ni el aguarrás ni las cremas de manos.
- Primera prueba. Es importante aplicar el producto en una parte muy pequeña del sofá y comprobar su reacción. Una vez que la mancha haya desaparecido sin que el tejido presente alteraciones, es el momento de utilizarlo en todo el sofá.
- Grasa. Cuando la mancha es de grasa, el primer paso es tratar de eliminarla con una cucharilla para luego aplicar el limpiador específico (según tejidos) frotando desde los bordes hacia el centro con el fin de que la mancha no se extienda.
- Líquidos. Si lo que se ha caído en el sofá es un zumo, café? se debe aplicar un papel absorbente sin frotar, para limpiarlo después con una esponja mojada en agua.
Como recomendación final, los fabricantes no aconsejan la limpieza continuada de los sofás, basta con que se limpien dos o tres veces al año e insisten en su cuidado diario velando por que no les dé el sol directamente y por que no les afecte la humedad.