Cannabidiol. Desde su uso medicinal hasta su efecto placebo
Apenas quedan ya grandes ciudades en España sin su establecimiento de cannabidiol (CBD). Cualquiera que sea un asiduo caminante de su localidad ha podido percatase del auge de estas tiendas que, de un tiempo a esta parte –sobre todo a partir de la pandemia–, venden (también online) un amplio grupo de productos ricos en cannabidiol, el componente del cannabis sin efectos psicotrópicos.
El Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) avaló en 2020 la comercialización de aceites, cremas, flores aromáticas, sales de baño o vapeadores que incluyen el CBD en su composición y que, supuestamente, van a ayudar a combatir las arrugas, las rojeces, la ansiedad, el acné, el dolor menstrual, el insomnio o los achaques musculares y de las articulaciones, entre otras muchas molestias. Unas propiedades casi milagrosas que chocan frontalmente con lo que dice la ciencia, que prácticamente los cataloga de placebo.
Aunque el CBD sí que tiene propiedades medicinales demostradas para tratar la sintomatología de algunas enfermedades, su efectividad depende de la concentración y la dosis. Estos productos para la salud casi nada tienen que ver con lo que se esconde detrás de la investigación del cannabis con usos médicos, algo que sí que cuenta con mucho potencial y que se presenta esperanzador para muchas personas que viven con dolor crónico.
La planta y sus compuestos
El cannabis, como cualquier otra planta, es una mezcla muy compleja de compuestos (en ella hay más de 500, entre ellos unos 113 cannabinoides). De todos ellos, destacan el THC (tetrahidrocannabidol) y el CBD (cannabidiol). Son los dos más relevantes en lo que se refiere a su acción farmacológica, pero por su abundancia y su potencia de acción, el más importante es, sin duda, el THC. “La inmensa mayoría de las propiedades del cannabis, tanto en el uso recreativo como en el medicinal, y tanto en los efectos buscados como no buscados, se deben a la acción THC. Es, para que todo el mundo lo entienda, el cannabinoide que ‘coloca’ en su uso recreativo y el que tiene propiedades farmacológicas en el uso terapéutico”, explica Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica de la Universidad Complutense de Madrid y uno de los expertos que ha asesorado al Gobierno en la inminente ley para el uso del cannabis medicinal.
El tetrahidrocannabinol es, por establecer una analogía, como la cafeína en el grano de café, la morfina en la planta del opio o la teofilina en la planta de té. “El THC es el principio activo más relevante del cannabis, que se une a unos receptores específicos que existen en el organismo llamados receptores cannabinoides (CB1 y CB2, entre otros) y, a través de ellos, ejerce un gran número de acciones, tanto las que se buscan en el uso recreativo (relajación, mayor estado de ánimo, menor estrés y mayor sensibilidad) como en el uso medicinal”, relata Guzmán. Respecto a estas últimas hay que destacar las propiedades antieméticas del THC a la hora de aliviar los vómitos y las náuseas en pacientes que están en tratamiento de quimioterapia y que no responden al medicamento tradicional. “También están demostradas científicamente sus propiedades como estimulante del apetito y mejora del metabolismo en enfermos de cáncer, cuyas ganas de comer se hayan visto afectadas tras la quimioterapia, o su efecto analgésico o antiinflamatorio, especialmente a la hora de reducir la rigidez muscular en los pacientes con esclerosis múltiple”, detalla el experto.
- Descubrimiento
Hasta la década de los noventa se desconocía que el cuerpo humano tuviera este sistema de comunicación entre células. Desde entonces, ha sido el motor impulsor de la investigación del cannabis con fines terapéuticos. - Funciones
Este sistema se encarga de equilibrar procesos metabólicos y optimizar las funciones de nuestro cuerpo. Entre otras funciones, modera la función cerebral, el sistema endocrino, el tegumentario (la piel y cabello, uñas, glándulas sebáceas y sudoríparas) y el inmunológico. - Receptores
Este sistema está compuesto por receptores cannabinoides, unas proteínas que se activan por los cannabinoides y transmiten la información. Los receptores más estudiados son los CB1 y CB2. Los receptores CB1 se encuentran mayoritariamente distribuidos por todo el sistema nervioso central (cerebro y nervios de la medula espinal) y los receptores CB2 residen en el sistema nervioso periférico (los nervios ubicados en el resto del cuerpo), permitiendo que el cerebro se comunique con todas estas áreas, así como con los sistemas digestivo e inmunológico. - Estimulación
El organismo produce sus propios cannabinoides, los endocannabinoides, para asegurarse que se mantenga el equilibrio del cuerpo. Pero también se puede estimular por cannabinoides externos, como el CBD o el THC. Cuando el organismo se estimula, nuestra función física y mental se ve afectada. - Cómo actúan el THC y el CBD
La interacción del THC con el CB1 es lo que produce el efecto psicoactivo de este compuesto. El CBD, sin embargo, toca más moléculas distintas de nuestro organismo y, por lo tanto, puede interactuar y unirse a ambos tipos de receptores: los receptores CB1 en el cerebro y los receptores CB2 en todo el cuerpo.
CBD: el principio activo ‘descafeinado’
Pero el THC no es el único cannabinoide con acciones farmacológicas. Sí que es cierto que es el más importante, pero el CBD también tiene propiedades que merecen ser destacadas. “Comparado con el THC, el CBD es como tomar un café descafeinado”, resume el científico. Manuel Guzmán se refiere a que tiene menos acciones que el THC, pero algunas de ellas son muy interesantes. “Se ha demostrado eficaz en la inhibición de las convulsiones en epilepsias pediátricas (en adultos también, aunque menos) que no responden a los anticonvulsivantes de primera línea”, nos cuenta el catedrático.
El THC y el CBD combinan bien en medicina. Este investigador opina que, a la hora de recomendar el cannabis para uso medicinal, siempre es mejor utilizar una preparación equilibrada entre THC y CBD. El motivo es que el paciente lo tolera mucho mejor, ya que el CBD actúa como modulador de los efectos no deseados del THC. “Hay algunos efectos psicoactivos del THC que son buscados por los pacientes. Hablamos de estar de mejor humor o dormir mejor. Pero hay otros efectos secundarios que no son los deseados; como tener un ataque de pánico, ansiedad, descoordinación, un cansancio excesivo… En este sentido, esa parte no deseada que llega con el THC, el CBD puede atemperarla”, dice el bioquímico.
Hay otras propiedades en el CBD que, aunque están menos demostradas científicamente que la inhibición de las náuseas en pacientes con epilepsia, sí que funcionan en ciertos pacientes y con ciertas dosis. “El cannabidiol tiene cierto efecto analgésico en cuadros de dolor crónico. Su efecto ansiolítico es suave. Por ejemplo, si lo comparas con el diazepam es mucho menor, pero en dosis razonablemente elevadas (varios cientos de miligramos al día) se ha demostrado algún efecto”, cuenta Guzmán.
El cannabis y su uso medicinal
La Agencia Española del Medicamento solo ha aprobado dos fármacos con cannabinoides en su composición: Sativex, elaborado con una mezcla de THC y CBD y que se utiliza para combatir los espasmos musculares en pacientes con esclerosis múltiple, y Epidiolex, que solo tiene CBD y que se emplea en menores con epilepsia que no responden bien a otros anticonvulsivantes. Por ahora, solo se dispensan con prescripción médica en la atención hospitalaria y tienen un coste muy elevado. El primero tiene un precio que ronda los 500 euros por tres envases de 10 ml y el segundo supera los 1.100 euros por 100 ml, un importe que solo cubren ciertas aseguradoras privadas.
Además de estos medicamentos, en España son muchas las personas que utilizan preparados crudos de cannabis para otras indicaciones que no están aprobadas oficialmente, sobre todo en casos de pacientes con cáncer y enfermedades con dolores crónicos. Estas preparaciones no están aprobadas como medicamento, pero en muchos países ya se han implementado programas de cannabis medicinal para mejorar la calidad de vida de pacientes con enfermedades crónicas y altamente debilitantes (la mayoría de los estados de la UE, gran parte de América, Israel, Australia y Marruecos).
Para Manuel Lázaro, veterinario clínico y portavoz del Colegio de Veterinarios de Madrid, el uso de CBD en las mascotas es un tema muy controvertido. “No hay suficientes evidencias científicas, los estudios son escasos y existe un marcado sesgo de confirmación”, señala. La Asociación Mundial de Veterinarios de Pequeños Animales (WSAVA, por sus siglas en inglés) ha publicado cierta información sobre el CBD en un documento relacionado con el manejo del dolor, pero actualmente es imposible recomendar de forma universal el uso de cannabinoides a los veterinarios. “Es cierto que estos compuestos se usan ampliamente y, a menudo, se obtienen sin supervisión veterinaria, pero los profesionales veterinarios debemos desempeñar un papel protector y de asesoramiento, al menos con respecto a la reducción de daños”, explica Manuel Lázaro.
La Federación de Veterinarios de Europa apuesta por promover estudios bien controlados para evaluar el verdadero potencial terapéutico del CBD en animales. El objetivo es que los veterinarios y los animales dispongan de productos que gocen de una autentica garantía y seguridad antes de dispensarlos. Por ello, también piden que se elabore una reglamentación a propósito. “Los cannabinoides son potentes inhibidores de las enzimas del citocromo P450 (especialmente el CBD), que participa en el metabolismo de muchos fármacos. Se debe tener precaución al combinarlo con otros medicamentos, y se debe realizar un seguimiento para evaluar los cambios en las enzimas y la función del hígado. Asimismo, los efectos vasodilatadores del THC pueden alterar estados patológicos subyacentes, como afecciones renales y cardiacas. Aún se necesita investigar más”, concluye el veterinario.
Dos formas de tomarlo
Hay muchas maneras de tomarlo, pero desde el punto de vista farmacológico, se distinguen dos vías de administración: las rápidas y las lentas. Para obtener un alivio inmediato está la vaporización, que no hay que confundir con fumar y vapear, ya que en este caso la planta se calienta (no se quema) y ese calor activa sus componentes, que se liberan en una nube de vapor. Se utiliza sobre todo cuando se quiere obtener un efecto en uno o dos minutos, cuando un enfermo tiene un brote de dolor, una convulsión o un espasmo. Para cuadros de dolor crónico o trastornos del sueño se utiliza la vía lenta, la oral –como preparados crudos de cannabis o aceite de cannabis–, que actúa en el organismo al cabo de una o dos horas. “Estas preparaciones proporcionan una mejora de calidad de vida a muchas personas: aumentando el estado de ánimo, mejorando sus trastornos de sueño, la ingesta de comida, inhibiendo la ansiedad y, sobre todo, mejorando la gestión emocional del dolor”, indica el bioquímico.
En España, ahora mismo la Agencia Española del Medicamento está estudiando las vías para regular el cannabis medicinal, algo que ya han hecho la gran mayoría de nuestros vecinos europeos. “Esto abrirá una puerta a los pacientes para que sigan haciendo lo que están haciendo ahora, pero con seguridad jurídica y sanitaria: que sepan lo que toman, que no tengan que recurrir al mercado negro y que puedan ser monitoreados por el sistema nacional de salud. Además, esta regularización mejorará la investigación clínica y abrirá la puerta a nuevos estudios de aplicación terapéutica de los cannabinoides que beneficiarán a las próximas generaciones”, cuenta Guzmán.
Cosméticos y otros productos
Hasta ahora hemos estado hablando de la regulación de los preparados de cannabis y los productos con cannabinoides para uso médico, algo muy diferente a todos esos artículos de cosmética que se comercializan como productos de CBD o con bajo contenido de THC. En sus etiquetas se pueden ver generalmente los contenidos de ambos cannabinoides, aunque algunos productos sí indican que están libres de THC. Siempre que incluyan THC, su contenido debe ser inferior a 0,2%, una cifra que no se considera psicoactiva, por lo que entraría dentro de la legalidad. Sin embargo, al no haber una agencia independiente detrás que lo regule, el cliente no sabe quién controla que esos porcentajes se correspondan con la realidad.
“La calidad de estos productos es muy variada”, comenta Manuel Guzmán. Se han hecho estudios de calidad y se ha observado que estos artículos están más o menos bien en cuanto a contenido y seguridad, pero también se han encontrado empresas con partidas de productos con CBD que contienen menos porcentaje del que dicen en la etiqueta o que incluyen algún contaminante (por ejemplo, un plaguicida que se haya utilizado en el cultivo) o metal pesado que estuviera en el suelo. “El consumidor realmente no sabe si ese aceite en concreto que está comprando tiene una buena trazabilidad y seguridad”, revela el experto, quien aconseja investigar algo más antes de comprar el producto.
EL CBD en los alimentos
Aún existen muchas incertidumbres en torno a estos productos y por ello la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) no puede establecer, por ahora, la seguridad del CBD como alimento. En concreto, destaca que no dispone de suficientes datos para conocer cómo actúa el CBD en el hígado o su efecto en el tracto gastrointestinal, el sistema endocrino, el sistema nervioso y el bienestar psicológico de las personas. Además, en ratones se han observado ciertas reacciones adversas en la reproducción. Por ello, en España solamente se permite el uso cosmético, tópico o externo.
¿Tienen estos productos las propiedades del CBD en su uso médico? “En general, se venden con una publicidad excesivamente benevolente y se publicitan efectos que están probados en ratones y nunca en humanos. Las propiedades anticonvulsivantes, antiinflamatorias y ansiolíticas del CBD están demostradas en estudios clínicos a grandes dosis. Hablamos de varios cientos de miligramos al día, mientras que las cantidades que se recomiendan de esos productos son de 10-15 miligramos al día. Y, además, para conseguir esos efectos hablamos de una ingesta vía oral. En cremas la efectividad se reduciría aún mucho más”, remarca Guzmán.
Los porcentajes de CBD que se utilizan en estos productos son bastante seguros, al igual que las dosis recomendadas, ya que no se ha demostrado ningún efecto secundario hasta 200 miligramos por día. Pero hay que tener en cuenta que la interacción del CBD con los medicamentos aún no está muy clara. El cannabidiol es metabolizado por el hígado, al igual que los fármacos, y el problema vendría cuando se consumen ambos conjuntamente. Aún no se sabe con exactitud si esto podría producir efectos adversos en determinadas personas.
Antes de comprar estos productos hay que tener en cuenta sus posibles riesgos y saber que, con la poca concentración de cannabidiol que contienen, lo único que pueden proporcionar es cierto efecto placebo.