Análisis documental para conocer los sistemas nacionales e internacionales de control y vigilancia de la inocuidad y calidad de los alimentos

Redes que salvan vidas

600 millones de personas en el mundo enferman cada año por ingerir alimentos contaminados, de ahí la importancia de los sistemas de control de los alimentos
1 abril de 2016
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Redes que salvan vidas

Solo han pasado 2 meses desde la última alerta alimentaria. La empresa multinacional Mars solicitó la retirada de algunos de sus productos en 55 países (entre ellos España), después de que una consumidora alemana encontrase un trozo de plástico de medio centímetro en el interior de una chocolatina Snickers, fabricada en una planta de Holanda. Fue la propia compañía la que tomó la iniciativa de sacar estos productos del mercado, por considerar que había riesgo de asfixia; aunque, según las autoridades alemanas, tenía la obligación legal de hacerlo.

Este tipo de alertas generan inquietud en el consumidor. Cada vez con mayor frecuencia, se pregunta de qué forma se producen, elaboran y comercializan los productos que ingiere, así como el tipo de control que se ejerce sobre ellos para garantizar su inocuidad y calidad, tanto de los alimentos exportados como de los que se producen en el interior del país. Y no es para menos, ya que, según datos de la Agencia Española de Consumo y Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), “los alimentos que contienen bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas nocivas causan más de 200 enfermedades, que van desde la diarrea hasta el cáncer”.

EROSKI CONSUMER ha querido realizar un análisis sobre el funcionamiento del sistema de gestión de alertas alimentarias (tanto en España como a nivel comunitario), cuya finalidad última es proteger la salud pública, prevenir el fraude y el engaño, evitar la adulteración de los alimentos y fomentar el comercio. Todos ellos objetivos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Para ello, se han utilizado las siguientes fuentes: OMS, FAO, EUFIC (Consejo Europeo de Información sobre la Alimentación, en sus siglas en inglés), la Comisión Europea, AECOSAN, FIAB (Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas), ELIKA (Fundación Vasca para la Seguridad Agroalimentaria) y OCU (Organización de Consumidores y Usuarios).

La huella de las infecciones alimentarias

Impacto

Una de cada diez personas en el mundo enferma cada año por ingerir alimentos contaminados; en total, hasta 600 millones de personas. 420.000 mueren y, de ellas, 125.000 son niños menores de 5 años (casi un 30% del total de este tipo de defunciones, aunque este grupo solo representa el 9% de la población mundial). Son datos de un informe elaborado por la OMS sobre el impacto de los alimentos contaminados en la salud y en el bienestar, y titulado “Estimación de la carga mundial de las enfermedades de transmisión alimentaria”.

Las personas que habitan en países de ingresos bajos y medianos son, según la entidad internacional, quienes mayor riesgo tienen de padecer enfermedades de transmisión alimentaria. Se trata de un peligro vinculado a la preparación de alimentos con agua contaminada, la falta de higiene y condiciones inadecuadas en la producción y el almacenamiento de alimentos, el bajo nivel de alfabetismo y educación, y la insuficiencia de leyes en materia de inocuidad de los alimentos o su falta de aplicación.

La OMS explica que, por regla general, las enfermedades transmitidas por los alimentos son de carácter infeccioso o tóxico. Las causan bacterias, virus, parásitos o sustancias químicas que penetran en el organismo a través del agua o los alimentos contaminados. Los síntomas de una enfermedad de transmisión alimentaria pueden ser de corta duración (náuseas y diarrea) o dolencias más prolongadas (cáncer, insuficiencia renal o hepática y trastornos cerebrales y neuronales).

Así pues, la OMS recuerda que “la inocuidad de los alimentos es una responsabilidad compartida” e insiste en “la necesidad de que los gobiernos, la industria alimentaria y la gente hagan más por asegurar la inocuidad de los alimentos y prevenir las enfermedades”. Para ello, asegura, “es necesario educar y capacitar a los productores de alimentos, los proveedores, las personas que manipulan alimentos y el público en general, sobre la prevención de las enfermedades de transmisión alimentaria”.

Infecciones en Europa

Según el informe de la OMS, la región europea es la menos afectada a nivel mundial por las enfermedades de transmisión alimentaria. Aún así, más de 23 millones de personas enferman cada año por tomar alimentos malsanos y 5.000 personas mueren.

Las enfermedades más comunes provocadas por alimentos insalubres son las diarreicas. Unos 15 millones de personas se ven infectadas por norovirus (un grupo de virus que son la causa más común de la gastroenteritis) y 5 millones por campilobacteriosis (enfermedad infecciosa producida por bacterias del género Campylobacter y que generalmente se transmite al ser humano a través de aves infectadas). Además, según la OMS, la salmonelosis tifoidea (infección causada por la bacteria Salmonella typhi) causa en la región europea el mayor número de muertes, casi 2.000 al año.

Además, la toxoplasmosis transmitida por alimentos (una enfermedad parasitaria grave que se propaga por medio de carne cruda o mal cocida, así como verduras y frutas mal lavadas) afecta a más de 1 millón de personas en la región cada año. Por último, la OMS destaca la listeriosis (infección grave que generalmente se propaga al consumir verduras crudas contaminadas, comidas preparadas, carnes procesadas, pescado ahumado o quesos blandos), que causa alrededor de 400 muertes al año.

Peligros e importancia de la vigilancia

Los peligros
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En el documento “Garantía de la inocuidad y calidad de los alimentos: directrices para el fortalecimiento de los sistemas nacionales de control de los alimentos”, la FAO y la OMS recuerdan que proteger la inocuidad y calidad de los alimentos, es una cuestión de salud pública y de gran importancia para los consumidores.

El informe destaca una serie de factores que contribuyen a ponerla en riesgo: prácticas agrícolas inadecuadas, falta de higiene en todas las fases de la cadena alimentaria, ausencia de controles preventivos en las operaciones de elaboración y preparación de los alimentos, utilización inadecuada de productos químicos, contaminación de materias primas, ingredientes y agua o almacenamiento insuficiente o inadecuado, etc.

Además, se enumeran otros riesgos: microorganismos patógenos (como E.coli o salmonela), residuos de plaguicidas alimentarios, contaminantes de metales pesados y ambientales, contaminantes químicos (incluidas las toxinas biológicas), adulteración, organismos genéticamente modificados (cambios genéticos de los alimentos), alérgenos y residuos de medicamentos veterinarios y hormonas promotoras del crecimiento, utilizados en la producción animal.

Este listado de peligros alimentarios es una consecuencia de experiencias reales que se han sucedido a lo largo de la historia de la alimentación. Si se echa la vista atrás, hace tan solo unas décadas, ocurrieron algunas de las crisis que supusieron un punto de inflexión a la hora de legislar y fortalecer la seguridad alimentaria. Por ejemplo, los métodos ilegales de engorde de los ganaderos europeos, la crisis de las “vacas locas”, la contaminación con dioxinas de aves y huevos de corral belgas, la gripe aviar o la “crisis del pepino” (que en realidad se debía a brotes de soja alemanes contaminados con E.coli). Y, relacionadas con productos españoles, también se pueden mencionar otras crisis, como la del aceite de colza o la peste porcina.

“De la granja a la mesa”

Según la FAO, el comercio internacional de alimentos es una industria que genera 200.000 millones de dólares al año y en la que se producen, comercializan y transportan miles de millones de toneladas de alimentos. Su volumen e importancia no deja de crecer, tal y como explica la OMS, como consecuencia de la expansión de la economía mundial, de la liberalización del comercio de alimentos, de la creciente demanda de consumo, de los avances de la ciencia, de la tecnología y de las mejoras del transporte y las comunicaciones.

Y, en paralelo al aumento de la globalización de la producción y el comercio de alimentos, también crecen los peligros de que se produzcan incidentes internacionales relacionados con alimentos contaminados. Por eso, los consumidores exigen protección en toda la cadena alimentaria. Tal y como explica la OMS, “desde el productor primario hasta el consumidor (un todo continuo que iría ‘de la granja a la mesa’)” porque “la protección solo tendrá lugar si todos los sectores de la cadena actúan de forma integrada”.

De ahí la importancia de los sistemas de control de los alimentos y no solo a nivel nacional, sino también internacional. Porque la colaboración entre los diferentes países y la fluidez de la información es básica a la hora de evitar cualquier crisis alimentaria.

Precisamente, con esta filosofía, se ha creado una red internacional de vigilancia y control de los alimentos con ramificaciones internacionales, regionales y nacionales. Una “red de alerta alimentaria” que la FIAB, en su manual “Gestión de alertas de seguridad alimentaria”, define como un sistema de comunicación entre puntos de contacto que permite a las autoridades competentes transmitir rápidamente información crucial sobre los posibles riesgos que ciertos alimentos pudieran tener para la salud humana. Esto permite, según la entidad, tomar las decisiones oportunas, entre ellas, inmovilizar el producto o retirarlo de una forma ágil.

Prevención

Para la FAO, el conocimiento científico de las enfermedades transmitidas por alimentos ofrece una base preventiva para establecer medidas reglamentarias y lograr la inocuidad de los alimentos. En esa prevención, hay tres herramientas que juegan un papel fundamental en una correcta gestión de la seguridad alimentaria. La FIAB las define de la siguiente forma:

  • APPCC (Análisis de Peligros y Puntos de Control Crítico): ayuda a los operadores alimentarios a identificar, evaluar, prevenir y controlar los peligros que pueden afectar a un producto o línea de producción. Se basa en 3 principios: detectar peligros, establecer límites y medidas correctivas y elaborar documentos y registros.
  • Prerrequisitos: son las condiciones básicas de la producción que se necesitan para que los alimentos sean seguros. Forman parte de las buenas prácticas de higiene y fabricación. Un ejemplo de prerrequisito es el diseño de las instalaciones según las necesidades de higiene, calidad del agua, gestión de residuos y subproductos.
  • Trazabilidad: se trata de un sistema para obtener toda la información disponible sobre la historia de un alimento. Esta historia posee unas implicaciones muy importantes en términos de calidad, seguridad y prevención. La aplicación de la trazabilidad requiere de tecnología que permita la interpretación de códigos a un lenguaje más comprensible por el consumidor final.

Los vigilantes

La red internacional

A nivel internacional, quien orienta las acciones de control y coordina los requisitos de calidad e inocuidad de los alimentos es la Comisión del Codex Alimentarius. La FAO y la OMS crearon este organismo intergubernamental en 1963 para “elaborar normas alimentarias internacionales armonizadas y proteger así la salud de los consumidores y fomentar prácticas leales en el comercio de los alimentos”. Hoy, las normas del Codex garantizan, según la FAO, que los alimentos sean saludables y puedan comercializarse.

EUFIC explica que, aunque las normas del Codex no son vinculantes desde un punto de vista jurídico, tienen un gran peso y una sólida base científica. Cuando hay conflictos comerciales sobre productos alimentarios, la Organización Mundial del Comercio (OMC) recurre a ellas, y también sirven como punto de partida para las legislaciones y normativas nacionales y regionales.

El Codex reúne miles de normas. Pueden ser generales (sobre higiene, etiquetado, residuos de pesticidas y medicamentos usados en veterinaria, sistemas de inspección y certificación de las importaciones y exportaciones, métodos de análisis y muestreo, aditivos alimentarios, contaminantes y nutrición y alimentos para usos dietéticos especiales) y específicas para ciertos alimentos (frutas y verduras frescas, congeladas o procesadas; zumos de fruta, cereales y legumbres, grasas y aceites, pescado, carne, azúcar, cacao y chocolate, y leche y otros productos lácteos).

Los agentes patógenos o las sustancias contaminantes presentes en los alimentos no respetan las fronteras entre países y se pueden propagar sin control. De ahí que se considere básico fortalecer las relaciones entre las autoridades sanitarias de todos los países. El organismo garante del intercambio rápido de información en situaciones de emergencia es INFOSAN, la Red Internacional de Autoridades de Inocuidad de los Alimentos. Desarrollada conjuntamente por la OMS y la FAO, se trata de una red de puntos de contacto o centros de enlace, que ayuda a los estados miembro (181 en 2012, 53 de ellos en Europa) a gestionar los riesgos relacionados con la inocuidad de los alimentos.

La red europea

La Comisión Europea, a través de la Dirección General de Salud y Consumidor, gestiona el RASFF (Rapid Alert System for Food and Feed). Al igual que INFOSAN, es un sistema formado por puntos de contacto en todos los países y organizaciones miembros del RASFF, que intercambian información sobre cualquier riesgo para la salud. Pero el RASFF también colabora a nivel internacional con INFOSAN y ambos sistemas comparten información de cada caso.

¿Y cómo funciona el sistema RASFF? En el momento en el que uno de sus miembros tiene información sobre un riesgo sanitario grave procedente de alimentos o piensos, debe informar rápidamente a la Comisión Europea a través del sistema RASFF. Esta evalúa la información y la remite al resto de miembros del sistema europeo para que tomen las medidas oportunas. Y lo hace a través de 4 tipos de notificación:

  1. Alerta: se mandan en el caso de que estén a la venta alimentos o piensos que presenten un grave riesgo y deban emprenderse acciones de forma rápida.
  2. Información: se usan en la misma situación que las alertas, pero cuando los otros miembros no deben adoptar medidas de forma rápida porque el producto no se encuentra en el mercado o el riesgo no se considera grave.
  3. Rechazo en frontera: afecta a las remesas de alimentos y piensos que se han examinado y rechazado en las fronteras exteriores de la UE y del Espacio Económico Europeo (EEE) al detectarse un riesgo sanitario.
  4. Noticias: es cualquier información relacionada con la seguridad de los alimentos y los piensos que no se haya comunicado como una notificación de alerta o de información, pero que las autoridades de control hayan considerado interesante.

La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) juega un papel importante en el RASFF. Como brazo científico de la Comisión Europea, evalúa, comunica los riesgos asociados a la cadena alimentaria y asesora desde un punto de vista científico para que la Comisión y los Estados miembro de la UE puedan tomar decisiones efectivas.

En función del tipo de notificación, los miembros del RASFF toman medidas e informan a la Comisión. En el caso de los rechazos en frontera, por ejemplo, se comunican a todos los puestos fronterizos, es decir, a los de los 27 Estados miembro de la UE, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza. De este modo, se garantiza que los productos rechazados no vuelvan a entrar en la UE a través de otro puesto fronterizo.

La red española

La Unión Europea obliga a sus Estados miembro a crear un plan nacional de control a través del Reglamento (CE) nº 882/2004, del Parlamento Europeo y del Consejo, de 29 de abril de 2004, sobre los controles oficiales para garantizar la verificación del cumplimiento de la legislación en materia de piensos y alimentos y la normativa sobre sanidad animal y bienestar de los animales.

En España, existe el Plan Nacional de Control Oficial de la Cadena Alimentaria (PNCOCA), donde se describen detalladamente los sistemas de control oficial a lo largo de toda la cadena alimentaria española: desde la producción primaria hasta los puntos de venta al consumidor final. Se revisa anualmente para actualizar sus contenido, entre otros motivos, debido a la introducción de cambios en la legislación (tanto en la comunitaria como en la nacional o autonómica) o también porque se pueden haber producido nuevos problemas sanitarios o patologías.

Además, en España, existe el Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (SCIRI) se encarga de gestionar la red de alerta alimentaria. Mantiene una vigilancia constante frente a posibles riesgos relacionados con alimentos y permite el intercambio rápido de información entre las distintas autoridades competentes, para que tomen las decisiones oportunas en caso de riesgo alimentario.

La AECOSAN es la coordinadora del SCIRI, además de constituirse como punto de contacto en el RASFF y en INFOSAN. Su papel principal consiste en evaluar y comunicar los riesgos asociados a la cadena alimentaria, como una fuente independiente de asesoramiento científico y técnico en materia de alimentos y piensos.

Pero el sistema español de alerta alimentaria (SCIRI) tiene otros puntos de contacto: las autoridades competentes en materia de seguridad alimentaria de las comunidades autónomas y las dos ciudades autonómicas, organizaciones sectoriales, como FIAB, ANGED (Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución, ASEDAS (Asociación Española de Distribuidores, Autorservicios y Supermercados) y ACES (Asociación de Cadenas Españolas de Supermercados); el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (para riesgos relacionados con la importación de determinados productos alimenticios procedentes de países terceros) y el Ministerio de Defensa.

Por tanto, el SCIRI se utiliza para comunicar información sobre riesgos relacionados con los alimentos. Los tipos de notificaciones se clasifican de forma similar al sistema del RASFF: alerta, información, rechazo y varios.

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