Los más famosos del mar
Una dieta sana y equilibrada requiere gran variedad de alimentos entre los que debe estar presente el pescado. De hecho, para la dieta mediterránea constituye una pieza imprescindible. Su composición nutritiva y el valor energético difieren según el pescado. En común, su consumo contribuye a prevenir enfermedades, su aporte calórico es en general moderado y es apto para todas las edades. El agua, las proteínas y las grasas son los nutrientes más abundantes.
Bacalao
Se trata de un pescado blanco y, por tanto, poco graso. Su carne es rica en proteínas de alto valor biológico y además posee una amplia variedad de vitaminas y minerales. En el mercado, puede encontrarse de diferentes maneras; fresco, en salazón, ahumado o congelado. Las posibilidades de preparar el bacalao son innumerables y tan variadas como la región en la que se cocine. Los lomos o los filetes de bacalao cocinados al vapor, en el microondas, al horno, frito o a la parrilla permiten disfrutar del sabor de este nutritivo pescado. Además, admite diferentes salsas de acompañamiento y su carne o las partes sobrantes se pueden emplear para rellenar pimientos, sabrosas croquetas, buñuelos o albóndigas. Puede ser un ingrediente para elaborar originales ensalada o preparar paella de pescado.
Rape, sapo o pejesapo
Las especies más frecuentes son el blanco y el rojizo. También es un pescado blanco que contiene proteínas de alto valor biológico. Su carne es consistente, firme y sabrosa y sus lomos apenas tienen espinas. De sabor muy apreciado, puede prepararse a la plancha, asado al horno y al vapor. Sus posibilidades culinarias son tan amplias como deliciosas y son pocos los alimentos que no encajan con el sabor del rape, por lo que se puede acompañar de cualquier guarnición. La cola del rape es una de las partes con mayor calidad y fuente inagotable de inspiración para un buen número de platos navideños.
Merluza
Siempre ha sido uno de los pescados preferidos por los consumidores y un clásico en los menús navideños. Otro pescado blanco con un contenido graso, pocas calorías, muchas proteínas y aporte de diferentes vitaminas y minerales.
Sus espinas se retiran con facilidad y su carne es blanda, suave y sabrosa. Se consume frita, asada al horno o a la parrilla, a la plancha o guisada. La cocción al vapor también da lugar a platos muy sugerentes. De cualquier modo, la merluza acepta un buen número de acompañamientos como unas patatas panaderas, pimientos, cebolla, champiñones, espárragos y muy distintos tipos de salsas que van desde la salsa verde hasta la mayonesa. La merluza congelada, sobre todo en forma de filetes, lomos o rodajas, es un producto de gran aceptación, que ofrece excelentes resultados culinarios siempre y cuando la descongelación se realice del modo adecuado (en la parte menos fría de la nevera).
Marisco
El rey de la Navidad. La sabiduría popular los vincula a grandes cantidades de colesterol, y, en efecto, es así, pero con matices porque dentro de los mariscos existen diferencias. Los moluscos de concha (mejillones, almejas, navajas…) concentran una cantidad similar de colesterol que los pescados, mientras que los crustáceos, incluidos los calamares y similares, muestran un contenido nada despreciable de esta sustancia. Sin embargo, la capacidad de los mariscos de aumentar el nivel del colesterol sanguíneo es muy inferior a la de otros alimentos. La mejor receta para este tipo de alimentos es aquella que conserva el sabor a mar, el sabor real del marisco. Por tanto, no hay que esconder este delicioso alimento detrás de salsas y refritos. Lo ideal es disfrutar del marisco cocinándolo de la forma más natural posible: cocido o la plancha.