Sara de la Rica, catedrática de Economía de la Universidad del País Vasco y directora del Observatorio Laboral de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada

"La mayoría de las empresas españolas tienen una perspectiva miope"

1 octubre de 2017
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En España hay 18.813.300 personas con empleo, según la última Encuesta de Población Activa. Pero de ellas 3,2 millones ya trabajan por cuenta propia. ¿Cuáles son los principales desafíos del trabajo autónomo en España?

Los autónomos se enfrentan al enorme reto de ser competitivos en un mercado globalizado, una tarea que es muy complicada. El tamaño importa para ser competitivos y, en general, los autónomos o no tienen asalariados o tienen muy pocos. Para sobrevivir, es imprescindible ofrecer bienes o servicios innovadores y saber cómo ofrecerlos al mundo. Ni lo uno ni lo otro es fácil; por eso, dos de cada tres personas que inician un negocio se ven obligados a cerrarlo antes de dos años.

Según la Comisión Europea, pymes y autónomos crean el 73,4% de todo el empleo existente en nuestro país. ¿Es este el final del trabajo tradicional y del contrato indefinido?

Es cierto que las pymes crean tres de cada cuatro puestos de trabajo, pero es lógico porque más del 90% de las empresas son pymes. Las necesidades laborales están cambiando y trabajadores y empresas deben anticiparse para no quedarse obsoletos. Sí habrá más rotación laboral que la que ha existido hasta ahora, pero las empresas son conscientes de que necesitan atraer y retener el talento.

Hay quien dice que el trabajo por cuenta ajena, comparado con el emprendimiento, limita la experiencia, encorseta la creatividad y estanca el desarrollo profesional. ¿Está de acuerdo?

Depende mucho de cómo sea ese trabajo. En empresas abiertas a la creatividad y a la innovación, con estructuras más horizontales, el trabajador puede ser creativo y tener un desarrollo profesional adecuado. Pero en empresas más jerarquizadas sí creo que normalmente al trabajador se le encasilla en ciertas tareas y es más difícil desarrollar la creatividad. Sin duda, el futuro pasa por un tránsito hacia el primer tipo de empresas.

Los trabajadores autónomos son ya casi uno de cada cinco ocupados (el 17%). ¿Qué consecuencias tendrá este cambio?

La mayoría de los autónomos en nuestro país lo son por necesidad y no por decisión personal. En la crisis, muchos trabajadores despedidos no han visto otra opción que hacerse autónomos y montar un pequeño negocio. Pero la mayoría de estos negocios no son ni serán rentables: para ser un autónomo con éxito se necesitan enormes competencias de gestión, además de valentía, carácter innovador y conocimiento internacional. Nuestra sociedad, sin embargo, no transmite este tipo de competencias a los jóvenes, ni en los hogares ni en el sistema educativo. Y, sin ellas, sinceramente, veo pocas posibilidades de éxito a los autónomos.

En su opinión, ¿cuál es el principal problema del ámbito laboral en España?

Veo dos grandes retos: por una parte, dar respuesta a las necesidades laborales cambiantes en un mundo altamente globalizado y digitalizado, donde el trabajador debe ser un complemento a las máquinas. Pero el segundo reto es no dejar atrás a los grandes perdedores de la crisis, aquellos que han perdido sus trabajos y que llevan mucho tiempo en el desempleo, que ya son dos millones. El desafío es mirar hacia el futuro sin abandonar las cicatrices que la crisis reciente ha dejado. Y no es fácil, créame.

En una situación de desempleo cambiante, que depende en gran medida de la estacionalidad y sujeta al ritmo vertiginoso de las nuevas tecnologías, el mundo laboral cambia a gran velocidad. ¿Qué modelo laboral y de trabajo estamos creando?

Coexisten dos modelos laborales: el que se crea en empresas expuestas a la internacionalización y, por tanto, a una enorme competencia; y el de empresas, en general, pequeñas que viven todavía del mercado local. Las primeras tratan de captar talento y retenerlo, están con los ojos muy abiertos al exterior y son conscientes de que el capital humano es el gran secreto de su éxito. Pero en España, por desgracia, estas son las menos y la mayoría de las empresas tienen una perspectiva muy miope. La crisis ha permitido que existan condiciones laborales muy precarias, aunque creo sinceramente que se equivocan.

¿Cree que lo peor de la crisis ya ha pasado? ¿Vamos hacia una recuperación del empleo en España?

La destrucción de empleo de la crisis ha pasado. Estamos en una fase de clara recuperación de la actividad, pero si no apostamos por ser competitivos en sectores de alto valor añadido, con inversión en I+D+i, el aumento de la actividad traerá consigo empleo precario.