Apoyar la tendencia de la propia naturaleza
Términos como biodiversidad, abono natural, control biológico o manejo integrado de plagas conviven en la idea de jardín ecológico. Una corriente que cada vez tiene más éxito y que consiste en aprovechar la tendencia de la propia naturaleza para lograr que nuestro jardín sea un espacio en el que puedan convivir las especies en perfecta armonía. Todo ello sin recurrir a elementos químicos que destrozan el suelo y la biodiversidad.
Aunque parezca complicado, es posible convertir un jardín convencional en un jardín ecológico, y además de forma bien sencilla. Para ello debemos reciclar los elementos naturales y hacer uso de los productos biológicos que nos permitan destruir los organismos nocivos, sin recurrir a pesticidas o elementos químicos. Así, valiéndonos de la propia naturaleza, podemos generar una zona verde en la que todas las especies de plantas crezcan en armonía.
Los cuatro pilares del jardín ecológico
- La biodiversidad del jardín: buscarse buenos aliados
En los jardines convencionales lo más habitual es la preponderancia de una o pocas especies. Al reducir la biodiversidad a esos extremos se desestabiliza el ecosistema y resulta más fácil que insectos que estaban en equilibrio con sus enemigos naturales se transformen en plagas. A falta de mecanismos naturales de control, recurrimos a pesticidas, contaminando y dañando todavía más el sistema.
Pero hay algunos aliados que nos pueden ayudar mucho. La combinación de algunos cultivos evita la aparición de plagas y enfermedades. Por eso se recomienda emplear hierbas aromáticas como lavanda, romero, salvia, ruda, menta, albahaca, estragón y tomillo para rodear el perímetro donde se encuentran las plantas o para intercalar con las hortalizas. - Manejo integrado de las plagas: insectos que también ayudan
Por miedo a que destruyan nuestras plantas, tratamos de eliminar a cualquier insecto que vemos en el jardín. Sin embargo, muchos de ellos son útiles porque se alimentan de otros más pequeños que sí pueden resultar perjudiciales. Esas son, precisamente, las especies que hay que preservar. Los ciempiés, por ejemplo, se alimentan de varios tipos de plagas que viven en el suelo.
Los pesticidas controlan las plagas, pero también a sus enemigos naturales, con lo que se destruye el equilibrio natural. Como la plaga nunca es eliminada en su totalidad, se provocan fuertes rebrotes dada la escasez de enemigos naturales, obligándonos a una continua dependencia de elementos de control artificiales. - Comprender el suelo: nos toca trabajar
Un suelo sano produce plantas sanas, resistentes y productivas. La comunidad de organismos que viven en él (bacterias, hongos, algas, lombrices, etc.) juega un importante papel en su buen estado. De esta forma, cuidándolos a ellos, nuestro suelo disfrutará de la salud necesaria. Estas son algunas de las tareas que conviene seguir para enriquecer el suelo de forma natural:- Remover la tierra, pero a no más de 20 centímetros de profundidad. De esta manera se logra una textura esponjosa y aireada. Una buena ayuda son las lombrices, que ventilan y drenan el suelo, además de elaborar grandes cantidades de humus.
- Pequeñas conchas aplicadas al voleo son fuente de minerales, absorben la humedad y almacenan sustancias nutritivas.
- Hay que reservar un lugar en el jardín para el compost o abono. Para generarlo se puede utilizar una bolsa negra o bien un cajón. Allí se ha de mezclar tierra con estiércol, lombrices, cenizas de leña, arena, cáscaras de frutas y verduras. Tras una espera de entre cuatro y ocho meses, podrá utilizarse.
- Abono natural: olvidarnos de los productos químicos.
Los restos eliminados por las plantas, junto con todos los residuos vegetales de cocina y jardín, reciclados para producir compost, constituyen el mejor alimento para el suelo. Además, es una buena manera de producir menos basura maloliente, reducir las necesidades de fertilizantes y agua de riego y ayudarnos a cuidar nuestros recursos naturales. En los jardines y huertas orgánicos, la paja y los restos de vegetales se pueden emplear para hacer el mulching, un colchón que cubre los terrenos recién cultivados y que sirve para evitar la erosión y proteger el terreno del sol, la lluvia, el frío y el viento.
- Lo primero: preparar el suelo. Picar y moler bien el terreno. Las plantas necesitan tierra bien suelta para desarrollar en buena forma sus raíces.
- Enriquecer bien el suelo. Es la clave de la jardinería orgánica. Debemos agregarle los productos naturales que las plantas necesitan para su crecimiento, para ello hay que preparar el abono compuesto o compost. Será fundamental para el mantenimiento de nuestro jardín en el futuro.
- Para generar un crecimiento vigoroso de nuestras plantas, éstas necesitan nutrientes adecuados, microorganismos útiles del suelo y una estructura del terreno que les permita conservar la humedad y una buena cantidad de aire. Para ello recubramos el suelo con hojas secas o astillas para mejorar su fertilidad, conservando su textura y humedad.
- Mantener el jardín libre de elementos que atraigan a las plagas. Arrancar las malezas antes de que semillen. Recoge las frutas u hortalizas que estén caídas o sobremaduras. Podar drásticamente las partes enfermas de las plantas.
- Diseñemos la huerta o jardín de tal manera que existan áreas con especies perennes, que no requieran preparar el suelo cada año. Cuanto menos removamos la tierra se hará más rica, conservará mejor la humedad y tendrá menos pestes.
- Plantar especies que den flores; atraen muchos insectos beneficiosos.
- Es recomendable usar como maceteros la base plástica de envases de las bebidas de dos litros. Algunas traen incluso los hoyitos hechos para que escurra el agua.
- Conviene plantar árboles de hoja caduca (la que cae durante el invierno) al lado poniente de la casa. Durante el verano tendremos sombra que nos protegerá del calor y durante los meses del frío entrará el sol que entibiará el hogar.
- Fomentar la vida silvestre en el jardín: instalar nidos para pájaros, construir un estanque y plantar una gran variedad de flores.
- Instalar un barril para recoger el agua de lluvia en el jardín.