Cómo se mide la calidad de las zonas de baño

No todas las aguas son seguras

En ocasiones podemos bañarnos en una playa sin buenos accesos, ni servicios, ni salvamento o donde ni siquiera se recomienda el baño, solo por pensar que una cala casi virgen quizá esté menos masificada y sucia que las playas llenas de turistas. Pero ¿realmente tiene calidad el agua donde nos bañamos? ¿Cómo podemos identificar las aguas menos contaminadas?
1 julio de 2023

Cómo se mide la calidad de las zonas de baño. No todas las aguas son seguras

Según el Informe Nacional de Calidad de Aguas de Baño 2021 –el último publicado hasta la fecha–, elaborado por el Ministerio de Sanidad, el 96,6% de las aguas de baño de España alcanzaron el mínimo de calidad “suficiente” y el 87,4% cumplió con los requisitos de calidad “excelente”. Sin embargo, un 7,8% de las zonas de baño solo alcanzaron la categoría de “buenas”, el 1,2% obtuvieron “insuficiente” y el 2,2% quedó sin clasificar, es decir, no se pudo medir su contaminación. Esta clasificación analiza la calidad del agua de 2.261 puntos, entre los que se encuentran playas y calas de baño permitido y aguas continentales, como ríos, piscinas fluviales y lagos. El objetivo es comprobar si estas aguas cumplen con la vigilancia y regulación europea.

“La calidad de las aguas de baño es un indicador de la salud ambiental de nuestras aguas costeras y continentales, con relevancia en Salud Pública y en el potencial de desarrollo turístico y económico de nuestro país. La normativa nacional y de la europea están destinadas a garantizar una calidad del agua apropiada para el uso del baño de la población, protegiendo de este modo la salud de los ciudadanos”, expone en el informe, Pilar Aparicio, directora general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad.

¿Cómo se analiza el agua?

En España, la temporada de baño en la que se realizan los muestreos mensuales del agua va de mayo a septiembre en las zonas costeras —salvo Canarias, que se extiende durante casi todo el año— y de junio a septiembre en las aguas de interior. Esto implica que en verano se tomarán un mínimo de ocho muestras de agua. ¿Y qué se analiza en el laboratorio para determinar si la calidad del agua es buena o no? La presencia de dos bacterias fecales: enterococo intestinal y Escherichia coli, medidas en “unidades formadoras de colonias” (UFC) por cada 100 mililitros de agua. Cuando en las zonas de costa y litoral superan los 185 UFC/ 100 ml para enterococos y los 500 UFC/100 ml para E. coli y, la calidad del agua sería “insuficiente” y se desaconseja el baño. Estas bacterias pueden proceder de núcleos urbanos (heces humanas), actividad agrícola (estiércol) o ganadera (heces animales).

El escenario ideal sería evitar que las bacterias fecales lleguen a las aguas de baño, pero no siempre se consigue. En ocasiones, los eventos meteorológicos extremos, como sequías, lluvias torrenciales o escorrentías, o el colapso de depuradoras y sistemas de gestión de las aguas fecales debidos a la masificación turística pueden hacer que el control de la contaminación en origen falle. Por ello, la presencia fecal en el agua de baño obliga a cerrar una playa, lago o río de forma temporal, con advertencias a los bañistas para desaconsejar el baño.

Las playas más contaminadas.

En 2016, un equipo de investigadores de la Universidad de Alicante, dirigido por Luis Aragonés, doctor del departamento de Ingeniería Civil, publicó en la revista Science of the Total Environment el análisis de la calidad del agua en zonas costeras de España (con una muestra de 1.392 playas), en función de la presencia de bacterias fecales y su relación con las condiciones climáticas y ambientales de la zona. El estudio descubrió que las playas de arena son un reservorio natural de bacterias, más que las playas de grava, y la batida del oleaje y grandes mareas empeoran su contaminación. La incidencia de horas de sol, temperatura, salinidad del agua y lluvia, entre otros factores, también influyen en la proliferación de esas bacterias.

“De la investigación se desprende que las horas de luz y, por tanto, la acción de la radiación ultravioleta son los factores más importantes en la eliminación de bacterias, pudiendo incluso compensar la menor depuración de las aguas residuales. Todos aquellos factores que directa o indirectamente provoquen que esta radiación no actúe o lo haga en menor medida, contribuyen al aumento de las concentraciones bacterianas”, señalan los investigadores. Es decir, las playas del Cantábrico, con menos días de sol, más lluvia, temperatura fría del agua, gran oleaje y mareas, podrían tener mayor contaminación bacteriana que las playas del sur de España. El informe de la Universidad de Alicante advierte que, si bien la directiva europea 2006/7/CE que regula la calidad del agua tiene un objetivo ambicioso, quizá esté fallando porque no establece distinciones. No diferencia entre tipos de suelo de playa, por ejemplo, ni tampoco dispone de un protocolo común para la recogida de muestras y varía mucho entre las horas del día que se recogen, días soleados o lluviosos, o el punto donde se hace, más o menos turbio por el impacto del oleaje y las mareas.

A lo largo de la temporada estival son las autoridades autonómicas en materia de seguridad ambiental y sanitaria quienes alertarán del cierre de una zona recreativa de baño contaminada, que puede durar 48 o 72 horas, en función de si el agua se ha regenerado en ese punto donde se ha localizado la contaminación o más tiempo si la contaminación es grave. Además, los técnicos que supervisan la calidad del agua también hacen inspecciones visuales para detectar presencia de medusas, alquitrán, plásticos, materias flotantes, restos orgánicos o cualquier tipo de contaminación y se decidirá si es recomendable o no el cierre de la playa.

Así son las aguas europeas

El ‘Informe de Calidad de Aguas en Europa’ realiza un ‘ranking’ de países por la excelencia de sus zonas de baño. Estos son los datos de 2021.

Cómo saber si nos podemos bañar.

Los veraneantes que tienen previsto disfrutar de alguna zona de baño autorizada pueden observar los carteles informativos en el área, que clasificarán la calidad del agua como: “insuficiente, suficiente, buena o excelente” y pictogramas con un nadador acompañado de una línea sobre su cabeza, o de una a tres estrellas, para mostrar de menor a mayor la calidad del agua. Solo en el caso de lugares con agua de calidad insuficiente se prohíbe el baño, por el riesgo para la salud que implica entrar en contacto con las bacterias fecales.

Estos análisis también pueden observar tanto en el agua como en la arena o grava del litoral, residuos de aceites minerales, restos vegetales, sustancias orgánicas y tensioactivas, residuos plásticos, algas y macroalgas, diatomeas, cieno en descomposición, espumas, cianobacterias, medusas, presencia de cristal, madera, caucho, entre otros productos.

Desde 2008 existe el sistema de información sanitario, conocido como Náyade, que reúne los datos sobre las características de las zonas de ocio acuático, en interior y litoral, y la evaluación en tiempo real de la calidad del agua, con los muestreos de la temporada estival. De esta forma, si tenemos previsto viajar y bañarnos en determinada playa de Valencia, por ejemplo, podemos introducir los datos en el buscador y comprobar la situación habitual y reciente de esa zona de baño. Los datos reunidos sirven posteriormente para elaborar tanto el Informe Nacional de Calidad de Aguas de Baño como el Informe de Calidad de Aguas en Europa, publicado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que monitoriza la salubridad de las áreas de baño y el cumplimiento de la normativa. En el último informe europeo (2021), que analiza 21.551 zonas de baño en la Unión Europea, sitúa a España en el puesto 13 del ranking, con un 87,4% de sus zonas de baño con calidad de agua “excelente”, ligeramente por encima de la media europea.

Lo que los informes no nos dicen.

Los riesgos para los bañistas no se limitan a la presencia de bacterias fecales. En la temporada 2021, por ejemplo, se decidió el cierre de 254 zonas de baño continental o litoral en algún momento del verano, ya fuera por episodios puntuales de contaminación, circunstancias excepcionales, presencia de residuos o imposibilidad de tomar la muestra. Además, existen otras limitaciones al sistema de vigilancia. No se realiza el muestreo si por condiciones meteorológicas la temporada de verano en algunas zonas no dura más de ocho semanas, si no se puede acceder a la playa por alguna circunstancia o cuando la autoridad competente considera que el agua no supone un riesgo para la salud, por ejemplo, si durante cinco años seguidos ha conseguido la calificación de “excelente”. En todos estos casos, no existe el control periódico y los bañistas no pueden saber la calidad real del agua.

Otras limitaciones son los vertidos que no tienen como foco la contaminación fecal. Por ejemplo, en mayo de 2021, el Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs (Barcelona) ordenó el cierre de la playa del Litoral ante la presencia de posible contaminación en la arena, expuesta a los residuos de la cercana área industrial junto al río. En concreto se detectaron restos de sustancias potencialmente cancerígenas: plomo, cobalto, benzopireno, vanadio, molibdeno, níquel y arsénico, con límites por encima de los máximos permitidos para la salud. Finalmente, el mismo Ayuntamiento tuvo que impedir el acceso de los bañistas, que continuaban acercándose a la playa, sin tener en cuenta las advertencias en la cartelería. En junio de 2022, el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico comenzó el complejo proceso de descontaminación de la zona y se espera que en verano de 2023 se reabra después de dos años de cierre.

Las señales de aviso

La directiva europea que regula la calidad del agua de baño establece los símbolos que tienen que acompañar a la clasificación de cada zona de baño. Hay que buscar estas señales para saber dónde nos metemos.

¿Qué pasa si nos bañamos allí?

Entre las consecuencias más frecuentes para la salud que tiene bañarse en zonas contaminadas destacan las posibles diarreas –derivadas por la presencia de enterococo intestinal y Escherichia coli–, problemas digestivos, irritaciones de mucosas y de la piel o reacciones alérgicas. Todavía es pronto para saber las secuelas a largo plazo en la salud provocadas por una exposición frecuente a los contaminantes, que afectaría sobre todo a la población local que practica deporte, pasea, toma el sol o se baña durante todo el año en una playa que puede estar contaminada.

En 2021, la organización ecologista Surfrider Foundation Europe, que lleva 30 años analizando los residuos acuáticos, la calidad y salubridad del agua, el desarrollo costero y el impacto del cambio climático, lanzó un Manifiesto Europeo para las Aguas Saludables, en el que instaba a mejorar la vigilancia y tratamiento de los distintos tipos de contaminación, que actualmente no son controlados. “Esta contaminación puede adoptar diferentes formas: contaminación bacteriológica, con presencia en el agua de microorganismos patógenos como bacterias, virus o parásitos, procedentes de residuos urbanos, aguas residuales y escorrentías, navegación a vela o turismo de tipo crucero; contaminación química presente en el suelo, aire o ambientes acuáticos. En la actualidad hay más de 100.000 sustancias químicas catalogadas que incluyen metales pesados, hidrocarburos, residuos de medicamentos, pesticidas o fertilizantes”, advierten los firmantes del manifiesto. Según esta organización, solo el 38% de las aguas superficiales (ríos, lagos y aguas de transición y costeras) se clasifican en buen estado químico en Europa, dato que contrasta con el 84,7% de las zonas de baño de calidad excelente del que habla el informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).

Los Puntos Negros.

También el Informe Banderas Negras, que cada año publica la ONG Ecologistas en Acción, señala las deficiencias en la gestión y vigilancia de la contaminación en el litoral. Otorgan 48 “banderas negras” –dos por provincia o ciudad autónoma: Bandera Negra a la Mala Gestión Ambiental y Bandera Negra por contaminación–, después de la supervisión anual de más de 8.000 kilómetros de costa. “El Informe Banderas Negras no se limita a analizar la calidad del agua de baño, sino problemas relacionados con la industria, la sobreexplotación urbanística de zonas protegidas o masificación turística debidos a una mala o inexistente planificación”, plantea Cristóbal López, coordinador del informe y portavoz de Ecologistas en Acción. Y añade: “Hay una serie de playas que pueden tener vertidos por deficiencias en las infraestructuras de depuración —porque en verano la zona multiplica por dos o tres su población— y las depuradoras colapsan y vierten directamente al mar. La oxidación de las heces demanda mucho oxígeno, roba oxígeno en una zona de agua, ahoga a los peces, lo mata todo, más allá de que evidentemente nadie se quiere bañar en una playa llena de residuos fecales. El reclamo natural que ofreces, tus propios recursos naturales los destruyes por una mala gestión y eso es lo que se encuentra el turista, que no querrá volver. Es un problema no solo medioambiental, sino también económico”, explica Cristóbal López.

Sistema Náyade. Los ciudadanos podemos consultar la calidad del agua de nuestro destino de vacaciones y revisar las alertas sanitarias o cierres temporales por contaminación fecal en tiempo real.

BANDERAS NEGRAS 2023

La ONG Ecologistas en Acción publica cada año un listado con los puntos negros de nuestra costa, dos por provincia y ciudad autónoma, que suspenden cada año por su contaminación y mala gestión ambiental. Estos son los enclaves que suspenden este verano.