Relojes con GPS y menores, ¿un buen binomio?
Hacer la vida más fácil o segura a través de la tecnología es uno de sus principales atractivos, más si cabe si se trata de nuestros hijos o hijas. De un tiempo a esta parte se ha venido aprovechando algo que en un principio se destinaba al deporte y a los entrenamientos, como son los relojes inteligentes, para aumentar la tranquilidad de padres y madres sobre la localización de los menores o la posibilidad de contactar con ellos en caso de emergencia sin recurrir a un móvil.
En esencia, un reloj con GPS destinado a que lo lleven puesto los más pequeños de la casa dista poco del que puede llevar en la muñeca un adulto. Ahora bien, son productos que se han especializado en el público infantil y sus funciones esenciales se centran en localizar a su portador, comunicarse con él y sí, también dar la hora. La mayoría no permite la instalación de otras aplicaciones, cuentas o servicios y su diseño se adapta al gusto infantil tanto en estética como en resistencia para que aguante el desgaste.
¿Son lo mismo que las pulseras?
Al igual que en el mercado para adultos, para el público infantil podemos encontrar relojes y pulseras con GPS. Sin embargo, solo los primeros vienen preparados con las funciones extra para la localización y seguridad de los menores. Prácticamente, todas las pulseras anunciadas como “infantiles” lo único que hacen es contar con un diseño más o menos atractivo para los pequeños, pero sin los servicios que buscan los padres. Suelen carecer de GPS y necesitan conectarse a un móvil por bluetooth para recibir los datos, por lo que no son autónomas.
Lo que hace especiales a los relojes infantiles con GPS son algunas funciones que casi todos, o al menos los mejores, comparten. En primer lugar, el geofencing o zonas de seguridad. Todos estos productos llevan una aplicación asociada desde la que padres y madres pueden delimitar zonas por las que el portador del reloj puede moverse libremente, recibiendo una alerta si se sale de esa área. Los más sofisticados incluso incorporan sistemas para detectar que el dispositivo no se mueve dentro de la zona o permanece mucho tiempo estático, lo que puede indicar que el menor se lo ha quitado.
Cuándo son útiles y cuándo hay que evitarlos
Los relojes con GPS para niños pueden fomentar la autonomía y responsabilidad de los más pequeños si se utilizan en situaciones concretas. Por ejemplo, si ya van solos al colegio o a las actividades extraescolares, en sus salidas con los amigos o en grandes espacios y con afluencia de mucho público. Sin embargo, si se abusa del control, también pueden contagiar miedos a los menores. Para Josevi Baeza, psicólogo y consultor educativo y familiar, estos dispositivos pueden “alimentar el miedo de los niños, que crean que el mundo es terrible y que no están preparados para sobrevivir”.
“El hecho de disponer de herramientas que nos descarguen de la tarea de protección y acompañamiento educativo, puede hacer que bajemos la guardia en los grandes temas. Deberíamos estar preocupados en ofrecer retos asumibles que desarrollen sus potencialidades en un entorno seguro pero desafiante”, concluye
el psicólogo.
Móviles en la muñeca
Estos productos tienen todo lo necesario para realizar llamadas y videollamadas, exactamente igual que un móvil. Para controlar quién se pone en contacto con el menor, la mayoría de los modelos incorpora una agenda de contactos seguros. A través de la aplicación instalada en el móvil de los progenitores, estos pueden limitar a una serie de contactos los que pueden llamar al reloj del menor y con los que este puede contactar.
Para hacer las videollamadas, estos dispositivos incluyen un micrófono, un altavoz y una cámara capaz de tomar fotos y vídeos. Entre las funciones de control parental, muchos modelos ofrecen la posibilidad de ver y escuchar lo que hay alrededor del menor portador del reloj. Ya entra en la responsabilidad de cada padre, madre o tutor el usar esta función para una supervisión o extralimitarse en su celo protector.
Lo más común es que la cámara esté colocada en la propia esfera del reloj, lo que facilita la videollamada desde la propia muñeca. Pero hay algunos modelos que las llevan en la correa o en un lateral de la carcasa, lo que supone que las videollamadas sean más complicadas por la dificultad de enfocar el rostro del niño o la niña. Si el dispositivo incorpora un temporizador o programador de uso, se puede limitar las horas en las que el niño puede acceder a las funciones extra como la cámara.
Necesitan una tarjeta sim
Aunque hay relojes inteligentes que únicamente cuentan con conexión bluetooth, en este tipo de productos es imprescindible que puedan estar permanentemente conectados a internet. Esto significa que también habrá que pagar por una tarifa de datos y, quizás, por el servicio de geolocalización. Para esta conexión, estos dispositivos tienen que incorporar o una tarjeta microSIM o eSIM. La diferencia entre una y otra es simple: los dispositivos que son compatibles con microSIM necesitan que se introduzca una tarjeta física en su puerto correspondiente, mientras que los que tienen eSIM, los más modernos, llevan ya un chip integrado en su hardware que realiza estas funciones y que solo hay que configurarlo con la operadora correspondiente.
Algunos dispositivos cuentan con acceso abierto a internet, mensajería o redes sociales. Pero para aumentar la protección del menor, hay que elegir aquellos dispositivos que no pueden conectarse por ninguna aplicación a otros servicios o páginas web.
Tanto la compra como el uso de estos dispositivos es absolutamente legal. Prueba de ello es que incluso las operadoras los ofrecen dentro de su catálogo. Entra dentro de la decisión de los padres, madres y tutores el uso responsable de los mismos con los menores que tienen en casa.
No existe una edad recomendada más allá de la propia a la que se dirigen el diseño de los propios dispositivos para hacerlos atractivos. La mayoría de los productos están enfocados a unos usuarios de entre 4 y 10 años, algo que hace que las funciones “extra” suelan estar relacionadas con personajes de dibujos animados o juegos. Pero ya hay fabricantes que apuntan a un público preadolescente, como el de la española SaveFamily con su modelo SLIM, mucho más sobrio y con aspecto de “reloj de mayores”.
Ahora bien, en términos estrictamente legales hay bastantes zonas grises con estos dispositivos, y que es algo que se extiende a las aplicaciones de localización y control remoto de los móviles de los menores –no confundir con los modos de control parental de los diferentes dispositivos, que es algo mucho menos intrusivo y destinado a limitar el uso–. La norma a la que debemos atenernos es el artículo 154 del Código Civil, en el que se presupone que, si se utiliza el rastreo para salvaguardar la integridad física del menor o para prevenir una desaparición o rapto, estaría permitido. Ahora bien, esto choca, sobre todo hablando de adolescentes, con el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. El consenso entre los juristas es que se puede controlar, pero “no espiar” su intimidad sin causa justificada. Pero, de todas formas y en caso de conflicto, la última palabra siempre la tendrá un juez.
¿Son seguros?
Cuando hay menores implicados con cualquier servicio o tecnología, es quizás la pregunta más importante. ¿Alguien puede acceder a un dato tan delicado como dónde está un menor o sus movimientos habituales? Con el boom de estos dispositivos en 2019, cuando se convirtieron en uno de los regalos más buscados en Navidad, muchos expertos indicaron que no hay que fiarse de las marcas más económicas y que están presentes en plataformas de comercio electrónico de importación. Lo más recomendable es conocer los puntos débiles de cada producto y, si estamos pensando en adquirirlo, fijarse en los detalles para ver si el fabricante ha hecho los deberes:
• Conexiones no cifradas. Un mal cifrado de las comunicaciones permite ataques Man in the middle (MITM), en los que un pirata informático puede interceptar las comunicaciones entre el reloj y el servidor dado que los datos no van cifrados. Esto hace que el hacker pueda acceder a información como las zonas seguras establecidas, leer los mensajes e incluso oír y ver lo que está pasando alrededor del menor si el reloj cuenta con micrófono y cámara. Un ejemplo de esto es el modelo el T8 Mini de Shenzhen i365, que utiliza contraseñas predeterminadas muy débiles (123456) y sin cifrar, que son vulnerables a estos ataques si no se cambian.
• Manipulación del ‘hardware’. La mayoría de los relojes vienen con su tarjeta SIM para garantizar una conectividad permanente, pero solo los más seguros tienen un aviso si se extrae sin autorización o si se manipula de alguna manera el dispositivo.
¿Pueden fallar?
El enemigo principal para la función que se pide a un dispositivo de estas características es la falta de cobertura. Y si bien en España tenemos el 99% del territorio con cobertura en tecnología 4G, dentro de algunos edificios hay zonas en las que, por diferentes causas, la señal es más débil. La inmensa mayoría de estos dispositivos, como también los móviles, pueden realizar llamadas de emergencia incluso sin cobertura, a través de la señal GPRS. Por su parte, las posiciones del GPS solo están amenazadas ante la presencia de un dispositivo como un inhibidor de frecuencia, que ante eso poco se puede hacer.
Cómo saber su resistencia
La última característica que hay que tener en cuenta a la hora de comprar un reloj con GPS para niños es su resistencia al agua, golpes y polvo. Para medirla se utiliza la protección IP o Ingress Protection (protección contra la penetración de objetos en un material), un estándar que fija la industria de materiales para determinar la capacidad de un dispositivo para dejar traspasar a su interior una determinada sustancia o material. Se recomienda elegir dispositivos con alta resistencia, IP68, con la que los pequeños pueden incluso bañarse en la piscina.