Un problema para las mujeres, no de las mujeres
El maltrato psicológico se basa en comportamientos intencionados, ejecutados desde una posición de poder y encaminados a desvalorizar, producir daño psíquico, destruir la autoestima y reducir la confianza personal. Su padecimiento lleva a la despersonalización, al mismo tiempo que genera dependencia de la persona que los inflige. El maltratador se vale para ello de insultos, acusaciones, amenazas, críticas destructivas, gritos, manipulaciones, silencios, indiferencias y desprecios.
En la esfera de lo privado, aunque los hombres también lo sufren, las mujeres son las víctimas mayoritarias. Se produce asimismo en la relación de los padres con los hijos, en la que se ha detectado un incremento del maltrato de los hijos sobre sus progenitores, consecuencia de una educación cada vez más permisiva y del uso de la violencia en los conflictos del mundo de los adultos. En el ámbito público, el maltrato psicológico está presente en el mundo laboral, el conocido como “mobbing”, y en el escolar, el llamado “bullying”.
La mujer, principal víctima
Los malos tratos psicológicos son un fenómeno viejo. Lo que resulta novedoso es su denuncia como problema social. Los sufren mujeres de todas las edades, grupos sociales y económicos, culturas y países. Su gran incidencia, la gravedad de las secuelas, el alto coste social y económico, y en especial la degradación que produce la violación del derecho de las personas a ser tratadas como tales y al respeto que merece toda existencia humana los convierten en una cuestión de gran relevancia pública.
No son tan visibles ni manifiestos como los físicos. De hecho, en muchas ocasiones la propia víctima no es consciente de ellos hasta que sufre una agresión corporal, pero sus consecuencias pueden ser más graves y duraderas en el tiempo.
Las agresiones continuadas, tanto verbales como no verbales (el silencio, la indeferencia, los gestos…), crean una relación siniestra de dependencia entre el maltratador y la víctima. Ambos terminan necesitándose. La víctima porque sola siente que no es nadie y el miedo y la angustia la paralizan, y el maltratador porque se siente que es alguien a través de la dominación que ejerce. La situación de dependencia es tal que la víctima termina protegiendo y disculpando al maltratador. Recorre hasta ahí un proceso destructivo en el que va perdiendo la confianza en sí misma y la capacidad de respuesta, se va anulando y va interiorizando que de allí no se sale y abandona toda esperanza.
Poder asimétrico
En la raíz de la violencia contra las mujeres se evidencia la asimetría de poder que ha propiciado el sistema patriarcal y machista imperante, y que ha llevado a un abuso con la persona más desfavorecida en este esquema, la mujer. Por ello, los expertos inciden en no presentar el problema como si fuera “de las mujeres”, ya que si bien son ellas quienes los sufren, se trata de una dificultad de la que los varones han de ser conscientes y deben trabajar por superarla.
El psicoterapeuta Luis Bonino, especialista desde hace más de tres lustros en masculinidad y relaciones de género, ha elaborado una clasificación que identifica conductas para intentar conseguir la dominación:
- intimidación.
- Toma repentina del mando: tomar decisiones sin consultar, monopolizar.
- La apelación al argumento de la lógica y la “razón” para imponer ideas o elecciones.
- La insistencia abusiva, a fin de obtener por agotamiento lo que desea a cambio de un poco de “paz”.
- El control del dinero.
- El uso expansivo del espacio físico.
- La maternalización de la mujer, es decir, la creación de condiciones para que ésta dé prioridad al cuidado de las otras personas.
- La manipulación emocional, que genera en la mujer dudas sobre sí misma y propicia sentimientos negativos y de dependencia.
- Las descalificaciones que conllevan la indefensión.
- La desautorización y desvalorización que generan sentimientos de inferioridad.
- El paternalismo desde el que se trata a la mujer como si fuera una niña.
- La falta de intimidad.
- El distanciamiento. Las mentiras, el incumplimiento de promesas…
- La autoindulgencia con la que elude el maltratador su propia responsabilidad.
- El intento de generar lástima a través de comportamientos autolesivos o amenazas de suicidio.
Retrato de una mujer objeto de maltratos psicológicos
Síntomas y manifestaciones
- Dolores de espalda y articulaciones.
- Irritabilidad.
- Cefaleas.
- Insomnio.
- Fatiga permanente.
- Tristeza, ánimo deprimido y ganas de llorar sin motivo aparente.
- Ansiedad y angustia.
- Inapetencia sexual.
Actitud
- Sensación de vergüenza.
- Sentimiento de culpa.
- Temor generalizado.
- Mantenimiento de una mirada huidiza.
- Dejadez social y escasez comunicativa: explicaciones vagas y confusas.
- Ignora los sentimientos de la pareja.
- Ridiculiza o insulta a las mujeres como grupo.
- Ridiculiza o insulta la mayoría de los valores, creencias, religión, raza, herencia o clase de la pareja.
- Utiliza su visto bueno, aprecio o afecto como castigo.
- Continuamente le critica, le insulta o le grita.
- Le humilla en privado y/o en público.
- Rechaza mantener relaciones sociales en su compañía.
- Controla el dinero y todas las decisiones.
- Rechaza compartir el dinero o que usted trabaje.
- No permite su acceso al dinero o a las llaves del coche u otros bienes.
- Con frecuencia le amenaza con abandonarla o dice que se va.
- Le amenaza con hacerle daño a usted o a su familia.
- Castiga o maltrata a los niños cuando está enfadado con usted.
- Amenaza con secuestrar o llevarse a los niños si usted lo abandona.
- Abusa, tortura, mata a los animales domésticos para hacerle daño.
- Le acosa con asuntos que él imagina que usted está haciendo.
- Le manipula con mentiras y contradicciones.
- Destruye los muebles, hace destrozos en las paredes o rompe útiles domésticos durante las discusiones con usted.
- Maneja armas de forma amenazante.