Solidaridad alimentaria: tres de cada cuatro encuestados la han promovido en el último año
En nuestro país, casi 13 millones de personas se encuentran en riesgo de pobreza o exclusión social según un reciente informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza. El concepto de pobreza encierra, ante todo, privación. Las personas consideradas pobres lo son porque carecen de ingresos suficientes, alimentos, un techo, atención sanitaria, acceso a la educación… Ante esta situación, la solidaridad de cada ciudadano se hace cada vez más necesaria, especialmente aquella destinada a cubrir lo más básico, como lo es alimentarse.
En estos momentos de empobrecimiento creciente, EROSKI CONSUMER ha querido saber si la población española está siendo solidaria en este sentido. Para ello, consultó durante el mes de marzo a 1.050 personas originarias de 9 comunidades autónomas: Andalucía, Islas Baleares, Castilla-La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, Navarra y País Vasco.
¿Cómo se hizo?
Todos los entrevistados se encargaban de las necesidades relacionadas con la alimentación del hogar: ir a la compra, diseñar los menús, cocinar… El 69% de los encuestados eran mujeres y tenían una edad media de 56 años. Por grupos de edad, un 47% contaban con entre 45 y 64 años, el 34% más de 64 años y el 16% con entre 25 y 44 años. Apenas un 3% tenía entre 18 y 24 años. En la actualidad, un 38% del total de entrevistados son jubilados o pensionistas y otro 37% se encuentran trabajando. El 12% no estudia, ni trabaja, ni busca empleo activamente; otro 10% está desempleado pero sí busca activamente un empleo y solo un 3% es estudiante. Por último, la mayoría de los encuestados pertenecía a un hogar formado por una pareja de adultos o un adulto con hijos.
Solidaridad en tiempos difíciles
Somos solidarios de nacimiento. Nuestro cerebro guarda la información que determina la capacidad de querer ayudar a los demás y, el resto, se aprende con los años. Del estudio se desprende que los gestos de solidaridad alimentaria (donar alimentos, ayudar a un familiar en el pago de la cesta de la compra, entregar comida a amigos…) son abundantes entre los consumidores encuestados. Y es que el 77% de las personas entrevistadas realizó en el último año algún acto solidario en este sentido.
Según las conclusiones del estudio, el retrato de la persona solidaria es el de una mujer (el 80% de las encuestadas se comprometieron frente al 72% de los hombres), de 45 a 64 años (el 82%), mayoritariamente de Cataluña (también el 82%), con trabajo (un 83%) y perteneciente a una familia con pareja y sin hijos (el 80%).
Aun así, en todos los colectivos, clasificados por sexo, edad, comunidad autónoma, ocupación y tipo de familia, más del 65% tuvieron un gesto solidario en el último año. Las proporciones más bajas se encontraron entre estudiantes y los encuestados más jóvenes, entre 18 y 24 años (en ambos casos, un 55% de ellos dijeron haber tenido un gesto solidario).
Lo que más se dona y donde más se dona
Donar alimentos y ayudar a amigos
Y, ¿qué tipo de gestos solidarios han sido los más comunes en este último año? El 63% ha donado alimentos a alguna entidad sin ánimo de lucro y un 29% ha ayudado a alguien que no pertenecía a su familia y tenía necesidades alimentarias. Además, un 16% también le ha echado una mano a algún miembro de su familia con dificultades, pero solo un 4% ha sido voluntario en alguna entidad sin ánimo de lucro involucrada en proyectos solidarios en los que la alimentación fuese la prioridad.
Las donaciones de alimentos son más frecuentes entre las personas de 45 a 64 años (un 72% así lo asegura) y los originarios de Navarra (un 74%). Ningún estudiante dijo haber ayudado algún familiar en materia de alimentación (algo evidente por la falta de ingresos), mientras que en las comunidades más proclives a ello fueron los entrevistados en Islas Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana (en torno a un 23% de ellos lo afirmaban). Por su parte, las personas que más ayudaron en este sentido a personas fuera del ámbito familiar eran en su mayoría jóvenes de entre 18 y 24 años (un 32%), valencianos y madrileños (un 35%) y desempleados (un 30%) o jubilados o pensionistas (el 32%).
Mayor implicación
Entre las personas solidarias del estudio, hay un sentimiento generalizado: que la crisis ha fomentado su solidaridad. El 64% de ellas considera que la mala situación económica que está atravesando el país le ha influenciado a la hora de realizar este tipo de actividades solidarias. Quienes en mayor medida así lo piensan son los jóvenes de entre 18 y 24 años (el 81%) y los mayores de 64 años (el 74%), los manchegos (un 73% de ellos), los jubilados o pensionistas (un 71%) y aquellos que forman un hogar compuesto por una pareja sin hijos (77%).
Además, siete de cada diez entrevistados por EROSKI CONSUMER echan en falta más iniciativas sociales por parte de la Administración. Creen insuficiente el trabajo que se realiza en la actualidad. Incluso proponen poner en marcha principalmente tres medidas para ellos fundamentales: un mayor número de ayudas económicas y que sean mucho más equitativas que las actuales, replantear e incrementar las ayudas sociales a los más necesitados y con menores recursos y, en general, desean sentir una mayor implicación personal y entendimiento de las dificultades de los ciudadanos por parte de quienes forman las instituciones.
Los menos solidarios
Pese a que la mayor parte de los encuestados son solidarios en materia nutricional, también existe un 23% que no ha realizado ningún gesto de este tipo en el último año: un 28% de los hombres, un 45% de los jóvenes de entre 18 y 24 años, un 27% de los madrileños y vascos, un 45% de los estudiantes y un 29% de las personas que viven solas. Tienen sus motivos. El 36% de los encuestados nunca ha donado alimentos a una entidad sin ánimo de lucro. Es más, el 60% de ellos ni siquiera se ha planteado hacerlo alguna vez. Las razones: un 47% de ellos asegura que no puede hacerlo por dificultades económicas y otro 25% no ha encontrado el momento oportuno.
En el último año, el 71% admite no haber ayudado a personas que no perteneciesen a su familia y el 83% tampoco a familiares con dificultades para alimentarse. En ambos casos, los tres argumentos principales que justifican esta decisión son: que nunca se lo han pedido, que no ha hecho falta y que las dificultades económicas les impiden llevar a cabo este tipo de gestos.
Por último, el 96% de los entrevistados por EROSKI CONSUMER no han sido voluntarios en entidades sin ánimo de lucro que lleven a cabo iniciativas relacionadas con las necesidades alimentarias. El 45% de ellos apunta como motivo principal que no ha encontrado el momento oportuno, un 19% no tiene tiempo y un 10% considera que son las instituciones quienes deben hacerlo.
El hambre continúa estando muy presente en nuestro día a día. En nuestro país, ha sido la crisis económica la que ha vuelto a poner sobre la mesa la palabra ‘hambre’ (desnutrición y malnutrición). En los últimos años, se ha producido un incremento significativo de personas que, por motivos económicos, no pueden acceder a una alimentación adecuada.
En este sentido, los grupos más vulnerables y afectados por la pobreza son las familias con miembros en paro, seguidas de los inmigrantes, las familias monomarentales y, por último, la infancia. A estos últimos, la crisis les golpea con mucha fuerza. Su fragilidad les convierte en diana fácil. Los más pequeños sufren las consecuencias de las malas decisiones de los adultos, aun cuando el artículo 27 de la Convención de los Derechos del Niño (CDN) reconoce el “derecho de todo niño a un nivel de vida adecuado para su desarrollo físico, mental, espiritual, moral y social”.
En el siguiente mapa, se muestran los datos comunidad por comunidad de pobreza y solidaridad alimentaria de 2012 proporcionadas a EROSKI CONSUMER por el INE, Unicef y la Federación Española de Banco de Alimentos (FESBAL).
Donar alimentos: el gesto solidario por excelencia
Los Bancos de Alimentos recogen, al año en España, más de 100 millones de kilos de comida
Cada año, los Bancos de Alimentos recogen en España más de 100 millones de kilos de comida. Estas organizaciones sin ánimo de lucro se basan en el voluntariado y buscan recuperar excedentes alimenticios de nuestra sociedad para redistribuirlos entre las personas necesitadas. Entregan la comida a las instituciones caritativas y de ayuda social oficialmente reconocidas.
EROSKI CONSUMER realizó un estudio el pasado mes de abril, en el que se entrevistó a un total de 1.050 personas de 9 comunidades autónomas sobre la solidaridad alimentaria de la población. Según el informe, dos de cada tres encuestados aseguran haber donado alimentos a una entidad sin ánimo de lucro en el último año. El 71% asegura haberlo hecho entre 2 y 5 veces y el 83% apunta que la última vez que lo hizo fue hace entre 2 y 6 meses. Solo un 13% lo hizo hace menos de un mes: destaca el 22% de los manchegos que aseguró hacerlo hacía menos de 30 días de realizar la encuesta y el 20% de los navarros encuestados.
Los Bancos de Alimentos son las organizaciones a las que en mayor medida los entrevistados donan alimentos (el 41%). Estas donaciones pueden realizarse de diferentes formas: directamente al Banco o a través de iniciativas conjuntas entre estos y otro tipo de entidades: cadenas de distribución, iglesias, centros educativos e incluso con la Administración (normalmente ayuntamientos). También un 21% lo hicieron directamente a una ONG (normalmente, Cáritas o Cruz Roja) y un 33% a otro tipo de entidades como supermercados, iglesias o parroquias y centros escolares.
Alimentación seca, lo más donado
Y ¿qué tipo de alimentos donan? Los entrevistados por EROSKI CONSUMER donan principalmente legumbres (una media de 2,7 kilos por persona), pasta (2,4 kilos), cereales (1,7 kilos), aceites (1,7 kilos), leche y batidos (3,5 kilos), azúcar y dulces (1,7 kilos), galletas (1,4 kilos) y conservas de pescado (2,1 kilos). Solo un 12% de los encuestados apuntó que había donado productos destinados específicamente a niños (pañales, leche en polvo…), especialmente los entrevistados en la Comunidad Valenciana (un 22%).
A la hora de adquirir los alimentos destinados a los Bancos de Alimentos, hay que seguir una serie de recomendaciones: entre otras, que sean productos que no hayan superado su fecha de caducidad o de consumo preferente.
Por ello, se consultó a los entrevistados si al realizar la compra de este tipo de alimentos, se fijaban en ciertos aspectos: forma de conservación del alimento (solo un 27% lo hacía), visibilidad de la fecha de caducidad (el 61% sí se fijaba), consumo preferente (solo el 29%) y descripción de los ingredientes (apenas el 8%).
Finalmente, los 667 entrevistados que sí donaron alimentos en el último año gastaron una media de 18 euros en la compra de este tipo de alimentos. Quienes más gastaban eran los hombres encuestados (24 euros de media), de 45 a 64 años (19 euros), valencianos (39 euros), trabajando (23 euros) y quienes forman un hogar de pareja o adulto con hijos (21 euros).
Los Bancos de Alimentos se han convertido en entidades populares en los últimos años. Este tipo de organizaciones sin ánimo de lucro se basan en el voluntariado y recuperan excedentes alimenticios de nuestra sociedad para redistribuirlos entre las personas necesitadas. En España, existen medio centenar de Bancos de Alimentos integrados en la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL).
Existen diversos medios para colaborar con ellos:
- Donación de alimentos o recursos financieros de empresas: lo más habitual es que el Banco de Alimentos se dirija a empresas de su entorno solicitando alimentos. Sin embargo, también es frecuente el caso contrario y sea la propia empresa quien les ofrezca sus excedentes de alimentos e incluso recursos financieros.
- Donación de medios y servicios. No solo se donan alimentos. Hay empresas que, según su actividad (ya sea transporte, mensajería, etc.), prestan sus servicios a los Bancos de Alimentos. Otras donan todo tipo de material de uso habitual en almacenes y oficinas (como folios, embalajes, vestuario, etc.).
- Voluntariado. Más de mil personas están comprometidas con los bancos de alimentos y trabajan para ayudar en la captación, organización y distribución de alimentos.
- Ayuda económica. Los Bancos de Alimentos también admiten ayudas y aportaciones económicas que les ayudan a mantener sus infraestructuras y una actividad organizada (adquisición y alquiler de equipo, transportes, cámaras frigoríficas, furgonetas, teléfonos, etc.).
Amigos, familia, desconocidos... ¿a quién ayudamos?
Ayuda a familiares: en especial a los hijos
Solo un 16% de los encuestados dijo haber ayudado a algún familiar con necesidades alimentarias en el último año. Lo admitieron especialmente en las Islas Baleares, en Cataluña y en la Comunidad Valenciana (en todas, en torno al 23% de los encuestados allí).
Generalmente, la ayuda suele ir a parar a los hijos. De las 173 personas que dijeron realizar este gesto solidario, el 46% apuntaba que la ayuda era para hijos, el 27% para hermanos, el 15% para primos y el 14% para sobrinos.
Esta ayuda tenía diferentes caras: un 57% decía comprar alimentos, un 31% ponía un plato más en su hogar, otro 22% cocinaba los alimentos y se los entregaba a la persona en cuestión y un 25% le entregaba dinero destinado a cubrir parte del presupuesto en alimentación. Este tipo de actos son habituales, ya que un 97% de las personas que los llevan a cabo dicen haberlo hecho en más de una ocasión: el 45% varias veces al mes, el 25% una vez al mes y el 30% con una frecuencia menor.
Y ¿a cuánto asciende este gesto solidario? Quienes compran alimentos a los familiares desembolsan una media de 60 euros al mes, aquellos que cocinan los alimentos y los entregan gastan 53 euros de media y poner un plato más en el hogar supone 28 euros de media. Sin embargo, aquellos que han realizado aportaciones económicas (43 personas en total) dicen haber donado una media de 240 euros.
Ayuda entre amigos
Tres de cada diez entrevistados aseguraron que habían ayudado a personas que no pertenecían a su familia. Lo habitual era ayudar a personas totalmente desconocidas (un 50% así lo reconoció). Sin embargo, otros también echaron una mano a personas con las que les unía algún tipo de relación: el 24% a conocidos, el 16% a amigos, el 14% a vecinos y un 1% a compañeros de trabajo.
La forma de hacerlo era principalmente comprando alimentos (el 69%) y realizando una aportación económica (el 20%, especialmente entre los baleares y catalanes entrevistados, un 46% de ellos así lo hacía).
Estos gestos de solidaridad no se dan de manera fortuita, sino que el 83% de los entrevistados asegura haberlos hecho más de una vez: un 24% varias veces al mes, un 17% una vez al mes y un 59% con menos frecuencia (varias veces al año).
Quienes compran alimentos para personas que no pertenecena su familia se gastaron la última vez una media de 26 euros y quienes realizaron una aportación económica, 64 euros de media.
Los voluntarios
En España, los voluntarios forman una familia de cinco millones de personas. Se encargan de repartir comida, productos de higiene o material escolar, atienden a familias en riesgo de exclusión social (con especial atención al colectivo infantil), ayudan a los alumnos con clases de apoyo escolar y colaboran con asociaciones de discapacitados, entre otras muchas tareas.
En materia de alimentación, solo un 4% de los entrevistados por EROSKI CONSUMER dijeron ser cooperantes en iniciativas donde la comida fuese el objetivo principal. Las comunidades donde se hallaron más voluntarios de este tipo fueron la Comunidad Valenciana, Cataluña, Islas Baleares y Navarra (en torno al 7%).
Estas 42 personas realizan tareas de recogida, organización y reparto de alimentos de forma habitual (así lo dijo el 76%) y la última cooperación la llevaron a cabo hace entre 2 y 6 meses en una ONG (generalmente Cruz Roja o Cáritas aunque también mencionaron Médicos sin fronteras y Emaús) u otro tipo de organizaciones (como la Iglesia o una residencia de ancianos).