¿Cuántas llamadas reciben en su teléfono de atención a víctimas?
En 2014, recibimos un total de 363.183 solicitudes, unas mil llamadas y correos electrónicos diarios, sobre todo, de niños. Detectamos 7.100 nuevos casos reales que necesitaban intervención urgente, una o dos al día. Nuestro objetivo es ampliar la atención en chats y redes sociales, siempre con garantía de confidencialidad, porque los niños están más cómodos que por teléfono.
¿Han aumentado los casos de acoso escolar?
Cada vez nos llaman más. Puede que porque haya más casos o porque llaman más que antes. El uso de las nuevas tecnologías ha propiciado que haya más casos de acoso escolar. Algo más de la mitad de los casos que manejamos es ciberacoso. Antes era raro el acosador que iba solo, tendían a hacerlo en grupo. Con las nuevas tecnologías el acoso en solitario ha crecido. El acosador se siente en un aparente anonimato y es más directo, ya sea con niños del propio centro o de otros lugares, como de actividades extraescolares.
¿Qué se puede hacer?
Lo importante es formar en el uso de las nuevas tecnologías, poner límites, control parental y notificar las amenazas. El ciberacoso se puede denunciar a los sistemas de protección de las propias redes sociales y, también, a las unidades especializadas en delitos tecnológicos de la Policía y de la Guardia Civil.
¿Cómo se atiende a un niño víctima de acoso?
Tenemos que ganarnos su confianza, de ahí que en nuestro teléfono todos sean psicólogos, asesorados por abogados y trabajadores sociales. Necesitan tiempo para abrirse, por lo que es frecuente que se necesiten varias llamadas. Hay muchos niños que no son conscientes de sufrir acoso, es un fenómeno similar al de la violencia de género, aunque la situación va cambiando. Llaman también niños que ven casos de acoso y que tienen miedo de ser considerados chivatos o de convertirse también en víctimas. Aumentan también las llamadas de padres y profesores.
¿Qué pueden hacer los padres?
Lo principal es mantener la calma. No es prudente ir directamente donde los otros padres o el agresor. Hay que hablar con el tutor y los responsables del centro para que haya una respuesta inmediata. Así, en la mayoría de casos, se soluciona.
¿Cómo se puede evitar que haya acosadores?
El agresor muchas veces no es consciente de las consecuencias de sus actos; por ejemplo, saber que con 14 años ya tiene responsabilidad penal. También es esencial la formación para posibles agresores, que sean conscientes de sus actos, que tengan empatía con los demás. La prevención y formación son esenciales.
¿Es recomendable cambiarle a la víctima a otro centro?
Antes se hacía, ya fuera por sugerencia del centro o por decisión de los padres. Pero si no se ha solucionado no servirá, ya que le pueden seguir, y más ahora con el ciberacoso.
¿Cómo se puede ayudar a un niño acosado?
Hay que darle confianza, que no se cierre, y convencerle de que no es un bicho raro. Hay que valorar ofrecerle asistencia psicológica. Cuanto más tiempo pasa, los daños son mayores y hasta pueden ser permanentes. También se ha de asumir que es un problema muy grave. Tenemos niños que en un momento dado sueñan con quitarse de en medio, algo que lamentablemente estamos viendo.
¿Qué pueden hacer los centros escolares?
Tendrían que dar formación específica desde edades tempranas, y también a los padres, porque el menor muchas veces no lo cuenta. Lo mínimo es que tuvieran un orientador escolar y, ahora mismo, no lo hay. Aunque haya buena disposición se necesitan recursos, sobre todo, para detectarlo y actuar inmediatamente.
¿Y si el centro no responde de forma adecuada?
Hay que acudir a inspección educativa. Si el acosado tiene marcas físicas, ir al médico y que haga un informe. El centro tiene una responsabilidad civil por los daños que sufran sus alumnos dentro de las horas lectivas. Si se ha notificado que hay acoso y no se ataja, los padres pueden exigir esa responsabilidad y hay sentencias que han obligado a pagar indemnizaciones.
¿Cree que se está avanzando para hacer frente a este problema?
La sociedad es cada vez más consciente. Raro es el centro al que se le avisa y no toma medidas, otra cuestión es que no sean las adecuadas. Además, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado cada vez se implican más, incluso dan formación en los centros.