¿Comen bien los niños que usan el comedor escolar en España?
En nuestra opinión, esto depende de la gestión del comedor escolar. No es lo mismo un colegio que lo tenga integrado en el plan del centro, como un elemento educativo más, con su cocina propia, con alimentos de cercanía y ecológicos, que un centro escolar con catering o comida de línea fría, con cocinas centrales alejadas del comedor y alimentos recalentados en plástico días después de haberse cocinado.
¿Por qué critican tanto la comida de línea fría que se prepara en una cocina central y se conserva refrigerada hasta su consumo en los colegios?
En pocos años, los alumnos han pasado de consumir alimentos locales en los colegios, elaborados en el centro, a comer productos cocinados a kilómetros de distancia y llegados de cualquier rincón del mundo, con el correspondiente deterioro de la calidad de la comida. Con el sistema de catering o línea fría pueden resentirse las propiedades organolépticas de los alimentos (color, sabor, olor, textura), fundamentales para quienes están aprendiendo a comer. Si un plato no está bueno, se va a acabar tirando. La línea fría permite la producción a gran escala de miles de menús diarios. La distribución a los colegios una o dos veces por semana disminuye los costes del transporte. Creemos que, por los motivos expuestos, puede suponer una merma en la alimentación saludable de los escolares.
En el País Vasco, el 72% de los comedores ya sirven catering. En Andalucía, el 67%, y en Castilla y León, el 47%. ¿Cree la Plataforma por una Alimentación Responsable en el Escuela que estos escolares comen peor?
Además de la merma de las cualidades organolépticas que he mencionado, otro problema del modelo de catering es que usa una gran cantidad de plástico. Diversos estudios advierten que los disruptores endocrinos capaces de simular el comportamiento de las hormonas contenidos en el plástico (como el bisfenol A o los ftalatos), pueden migrar del plástico al alimento al calentarse decir, que las sustancias tóxicas del plástico podrían pasar a la comida. Entre ellos figura el proyecto INMA, Infancia y Medio Ambiente, que gestiona la mayor base de datos de España sobre madres e hijos desde el embarazo, y está liderado por catorce hospitales, universidades e instituciones de salud nacionales.También la Organización Mundial de la Salud ha alertado del peligro de estos compuestos del plástico por sus efectos para la salud. Y esto, sin contar con las consecuencias medioambientales de estos envases.
Entonces, ¿creéis que el comedor escolar no consigue que niños y niñas aprendan hábitos saludables?
En buena medida, no. El sistema de catering crece, y este modelo reduce el consumo de alimentos frescos de cercanía. Además, la disparidad normativa de cada comunidad no ayuda, porque hace que la inspección y control del servicio y pliegos de las cláusulas técnicas que rigen la licitación de los contratos a estas empresas también sea dispar, y diferente en cada región.
¿Hay alguna cuestión sobre los comedores escolares que preocupe a los padres?
Sí. Lo más importante es que nos aseguremos de que la calidad de los alimentos del comedor escolar sea la mejor, y de que los platos resultan atractivos para quienes están aprendiendo a comer. Pero a los padres y madres también nos preocupa que en algunos casos las raciones son escasas, como reflejan las quejas que recibimos, y el cocinado en ocasiones no es tan variado como podría. Muchos comedores escolares, además, no tienen capacidad para atender toda la demanda de plazas, por lo que hay alumnos que necesitan comer en el colegio y sin embargo no pueden. Otra queja es que el comedor suele ser un sitio ruidoso, donde muchas veces los alumnos no tienen tiempo suficiente para comer.
¿Qué tipo de comedor defienden los padres y madres, entonces?
Un colegio con su propia cocina y personal de comedor, una comida que se cocine en el centro, con alimentos de cercanía.
En su opinión, ¿cuál debería ser el papel de colegios en la educación alimentaria de los niños y adolescentes?
El comedor escolar es una pieza clave en la construcción de los sistemas alimentarios locales, siempre que se basen en criterios de sostenibilidad económica, social y medioambiental. Pero resulta necesaria la implicación de la comunidad educativa en su conjunto.
¿Qué falta para conseguirlo?
La alimentación debe incorporarse como contenido curricular en los planes educativos del centro, con profesores especializados en el comedor para que sirvan como plataforma de transmisión y aprendizaje de la dieta mediterránea, que previene la obesidad y es patrimonio inmaterial de la humanidad. Pero también los padres desempeñamos un papel. No se puede delegar todo en las instituciones, porque la alimentación de los niños y niñas es una tarea conjunta.
¿Y qué puede hacer un padre o madre, o un alumno, si cree que su colegio ofrece un menú deficiente, que no respeta los criterios nutricionales que dice la norma?
No existe la opción de quedarse cruzados de brazos. Las asociaciones y federaciones de familias de padres y madres de alumnos, así como la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado, pueden ejercer una labor de denuncia y control para luchar por la correcta prestación del servicio. Además, hay que crear órganos administrativos independientes que controlen los menús de las empresas adjudicatarias, centralicen y evalúen las quejas de los usuarios, mejoren el control sanitario y nutricional de los alimentos y publiquen el resultado de sus inspecciones.
En su opinión, ¿cuáles son las señales de alarma que alertan de que la comida de un comedor escolar puede ser mala?
El hecho de que el comedor sirva solo alimentos precocinados, precalentados, congelados, comida enlatada o bollería industrial es motivo de alarma. También hay que estar atentos para comprobar que el comedor ofrece pescado al menos dos veces por semana, y que este no sea panga u otras especies conflictivas. Un buen comedor escolar debería incluir fruta de temporada al menos tres veces por semana y verdura todos los días (como plato o guarnición).
¿Entonces, cuál sería su comedor para niños ideal?
Uno de ellos está en el barrio del Albaicín, en Granada. El comedor del colegio público Gómez Moreno está gestionado por los padres y madres desde hace más de diez años, y el 80% de los alimentos que ofrece son de producción ecológica. Tiene cocina propia y una de las tasas de sobrepeso y obesidad del alumnado más bajas de la provincia, como reconocen muchos premios. Ese es el modelo que debemos lograr para todos.