¿Los comedores escolares en España cumplen los objetivos nutricionales de los niños y adolescentes?
Aunque queda mucho por hacer, yo pienso que sí. El comedor escolar tiene un papel importante en la alimentación de niños y adolescentes. Los programas de comedores escolares de las comunidades autónomas revisan los menús, su composición y variedad, según las recomendaciones incluidas en las guías autonómicas o nacionales, que además recogen los requisitos nutricionales acordes a las necesidades de los escolares. Su comida principal debe cubrir en torno al 30-35% de sus necesidades de energía diarias y los menús deben diseñarse acorde con los requisitos de una dieta saludable y suficiente.
¿Qué requisitos nutricionales se le exige a una empresa de comidas que quiera ganar un concurso público de comedores escolares?
Los requisitos dependen de cada comunidad. Por desgracia, la normativa sobre comedores escolares no sigue un marco común, las hay mejores y las hay peores. Por eso es necesario unificar criterios y consensuar una serie de recomendaciones dietético-nutricionales para los menús.
Pero habrá, al menos, unos requisitos nutricionales mínimos por franjas de edad.
Sí, los menús deben ser adecuados a los requisitos nutricionales de los alumnos, según su edad, género y actividad física. Para ello, distintas instituciones y grupos de investigación -en España, la Agencia Española del Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan) y en Europa, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)- fijan los requisitos nutricionales por franjas de edad.
Si tenemos que diseñar el menú escolar de los niños y niñas de entre 6 y 9 años de un colegio público, ¿por dónde empezaríamos?
En España, el Documento de Consenso sobre la Alimentación en los Centros Educativos (de Aecosan) indica las pautas que luego completan las comunidades autónomas. El menú escolar de los niños de 6 a 9 años de un colegio de Madrid, por ejemplo, debería contener entre 600 y 700 kcal (entre el 30 y el 35% del total diario de energía recomendada). Y solo el 10% de esta energía puede proceder de ácidos grasos saturados.
¿En qué proporciones?
Entre el 12 y 15% del contenido debe constituirse con proteínas y más del 50% con hidratos de carbono. Por su parte, los lípidos no pueden superar la horquilla de entre el 30 y el 35% del total. Y para asegurarnos de que los niños toman la cantidad recomendada de minerales y vitaminas (micronutrientes), hay que asegurarse de que comen cada día alimentos de todos los grupos.
¿Cuáles son las carencias más repetidas en el comedor?
Hay poca variedad de pescado azul, y las raciones de fruta y hortalizas no son suficientes. Por el contrario, hay un exceso de carnes y derivados. Y un alto contenido en sal de los menús, aunque por suerte se ha reducido en los últimos años. Estos resultados se observan en estudios de comunidades autónomas, como Madrid, Castilla y León, Andalucía y País Vasco.
¿Por qué existen estos puntos negros?
Todavía hay muchas comunidades autónomas donde no es obligatorio contar con un dietista-nutricionista en el comedor escolar, una figura importante para verificar in situ el correcto funcionamiento del comedor. Ellos son quienes deberían diseñar y revisar los menús escolares para que sean variados, tengan en cuenta las preferencias de los escolares y las dietas especiales en caso de alergias o intolerancias. Tampoco está generalizado otro punto importante: incluir juegos y actividades relacionadas con la alimentación, la nutrición y la educación del gusto.
El comedor escolar con línea fría, que usa grandes cocinas centrales desde las que refrigeran los platos que distribuyen a centros de toda la Península, es el modelo más criticado por los padres. ¿Es peor?
No se puede generalizar o decir que es peor la línea fría que la cocina tradicional del comedor escolar. Ambas son opciones válidas si se ejecutan de forma correcta. La cocina que no está en el propio centro no tiene por qué ser peor.
¿Diría entonces que la comida escolar de los niños y adolescentes en España es saludable?
Las comunidades autónomas trabajan para que así sea a través de sus programas de comedores escolares o con la elaboración de guías y documentos informativos. También se encargan de revisar los menús y de comprobar que cumplen con los requisitos dietético-nutricionales de los escolares. Pero queda trabajo por delante. Y para ello es necesaria la implicación de directores, personal del centro y de cocina, asociaciones de madres y padres, profesionales en nutrición humana y dietética, profesores y administraciones.
El Libro Blanco de la Nutrición Infantil en España dice que el comedor escolar debería ser un lugar más agradable, divertido y atractivo para que favorezca la educación nutricional.
El comedor escolar debe ser el laboratorio en el que poner en práctica lo aprendido en el aula, con talleres prácticos y actividades educativas complementarias que les ayuden a adquirir unos hábitos de alimentación saludable. Algo que hoy no funciona en todos los sitios.
Vayamos a la comida de los niños y niñas en casa: ¿diría que es sana?
A veces, por falta de tiempo, atención o de implicación de las familias, la alimentación en casa no es lo más saludable posible. Aunque los pequeños de entre 5 y 11 años no suelen ser caprichosos con la alimentación, sí tienen la suficiente libertad para conseguir alimentos que no son adecuados nutricionalmente.
Pero muchos niños no quieren ver la verdura o el pescado ni en pintura…
Algunos estudios incluyen entre sus comidas favoritas la pasta, patatas, arroz y la carne. Unas preferencias que están influenciadas por los hábitos familiares, la alimentación del colegio, lo que comen sus compañeros e incluso por la publicidad. Es cierto que los niños generan aversiones por productos concretos, sobre todo pescados, verduras, hortalizas, frutas y legumbres. Para remediarlo, hay que animarles a probar los alimentos que rechazan, presentarlos de formas atractivas junto a otros alimentos que les resulten apetitosos.
Algunos estudios revelan que los niños que comen en casa tienen más riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad.
Puede que en casa no haya unos hábitos alimentarios correctos, bien por falta de conocimiento, por el nivel socioeconómico o sencillamente por falta de tiempo para cocinar. Si en el entorno familiar no existen hábitos alimentarios correctos es muy probable que la alimentación del niño no sea la más adecuada. Aunque hay otras ingestas en el día, los niños que comen en el colegio tienen un control más exhaustivo sobre qué comen y cuánto.
Entonces, ¿es mejor comer en casa o hacerlo en el cole?
Lo ideal sería comer en casa con la familia y que esta fuera la responsable de educar en hábitos saludables a los más pequeños. Pero el trabajo, los horarios incompatibles y la falta de tiempo hacen necesario recurrir al comedor escolar.