Encuestados más de 800 responsables del hogar y consumidores de productos lácteos para conocer sus hábitos respecto de este tipo de alimentos y su conocimiento de los sellos de calidad y garantía que portan

Lácteos: se consumen sin conocer su valor

El 91% de los entrevistados asegura que todos los miembros de su familia toman leche o algún otro producto lácteo, pero el 65% de ellos no conoce el sello PLS que llevan los productos lácteos y que certifica su alto valor nutritivo, la identificación de su origen y su sostenibilidad en toda la cadena de valor
1 febrero de 2018
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Lácteos: se consumen sin conocer su valor

Una dieta sana y equilibrada no puede entenderse sin en ella no se incluyen la leche y otros productos lácteos, como el yogur o el queso, por ejemplo. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) asegura que son una fuente importante de energía alimentaria, proteínas y grasas. En concreto, explica que la leche contribuye de manera importante a satisfacer las necesidades del cuerpo humano de calcio, magnesio, selenio, riboflavina (vitamina B2), vitamina B12 y ácido pantoténico (vitamina B5).

A pesar de sus beneficios, en España, el consumo de leche y lácteos ha experimentado un descenso en los últimos años, según datos de la Organización Interprofesional Láctea (INLAC). Así, en el caso de la leche, en 2016 se consumieron 3.198 millones de litros, un 2,2% menos que en el año anterior. En el caso de los derivados lácteos, el consumo se mantiene estable, con 1.597 millones de kilos.

Además, según el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), diversos factores macroeconómicos provocaron en 2015 una crisis en el sector lácteo europeo, que afectó a la mayoría de los estados miembros de la UE y también a los ganaderos españoles: “en particular a los que sufren directamente el efecto de la regulación del exceso de oferta con precios de compra de su leche por debajo de los precios de producción”. Por este motivo, los distintos agentes que intervienen en la cadena de valor del sector lácteo se han comprometido a colaborar en favor del sector lácteo español para lograr un funcionamiento eficiente y sostenible de las cadenas de valor de la leche y los productos lácteos.

Ante este contexto, EROSKI CONSUMER ha querido conocer cuáles son los hábitos de consumo de lácteos de los consumidores y cuál es su conocimiento de los sellos de calidad y garantía que llevan. Para ello, el pasado mes de noviembre realizó una encuesta online a un total de 805 responsables de la compra del hogar y consumidores de productos lácteos.

La muestra

Todos los participantes de la encuesta son responsables de la compra en su hogar y, habitualmente, consumen leche u otros productos lácteos como queso, yogures o similares (natillas, bebidas lácteas, mantequilla, nata, etc.).

Todos son mayores de edad: el 44% se sitúa en una franja de entre 41 y 55 años y otro 33% tiene entre 56 y 70 años. Dos de cada tres son mujeres y el 59% tiene formación universitaria y el 23% también un posgrado o doctorado. Otro 21% ha estudiado formación profesional y el resto cuenta con educación secundaria o bachillerato.

En cuanto a su procedencia, un 18% vive en el País Vasco, otro 18% en la Comunidad de Madrid, el 13% en Cataluña, el 9% en Andalucía y el 8% en la Comunidad Valenciana. El resto de encuestados se distribuye por el resto de territorios españoles en proporciones menores a 5%.

Consumo y valor lácteo

Consumo

La leche y los productos lácteos están muy presentes en los hogares de los encuestados. De hecho, en el 91% de los casos todos los miembros de la familia toman leche o algún otro producto lácteo.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cada hogar tomó en 2016 una media de 65 litros de leche entera y 104 litros de leche semidescremada y descremada. También tomaron 42 litros de yogures y leches fermentadas, 16 kilos de queso y requesón y 18 kilos de otros productos elaborados con leche, como nata, natillas, arroz con leche, batidos, helados, etc.

En cuanto a la frecuencia por tipo de producto, el 52% de los entrevistados asegura consumir leche varias veces al día, mientras que un 38% lo hace una vez. El resto, un 10%, tan solo toma leche una vez a la semana o con una frecuencia menor, entre 2 y 6 veces por semana.

En el caso de los otros productos lácteos (queso, yogures o similares), las frecuencias bajan un poco. Un 43% asegura tomar este tipo de alimentos varias veces al día y un 35%, una sola vez. Por su parte, uno de cada cinco encuestados dice consumir productos lácteos una vez a la semana o entre 2 y 6 veces a la semana.

Y es que los lácteos son alimentos con excelentes cualidades nutritivas, esenciales para la salud en cada etapa de la vida. La leche, por ejemplo, es rica en proteínas de alta calidad, calcio, vitaminas liposolubles A y D y vitaminas del complejo B. Por su parte, los derivados lácteos (yogur, batido, cuajada, helado, kéfir o queso) son alimentos de fácil digestión y consumo. En ambos casos, se trata de alimentos especialmente importantes en periodos de crecimiento y desarrollo (infancia y adolescencia) y en situaciones fisiológicas concretas (embarazo y lactancia).

La Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) recomiendan que los niños tomen de 2 a 3 raciones diarias de lácteos (de 200 ml cada una), entre 2 y 4 raciones (de 250 ml cada una) los adultos y 3 raciones al día (también de 250 ml cada una) las personas mayores. Eso sí, el consumo de leche no debe desplazar la ingesta de alimentos de origen vegetal poco procesados, como frutas frescas, hortalizas, frutos secos o legumbres.

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Valor del lácteo

La leche es, generalmente, un producto muy apreciado por la población. Según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, cada hogar se gastó en 2016 cerca de 52 euros de media en la leche entera y 79 euros en la desnatada.

La calidad nutricional de la leche es lo que principalmente valora el 60% de los encuestados por EROSKI CONSUMER y su sabor el 21%. Otro 9% le da importancia a su origen y un 5%, respectivamente, al precio final y a la forma de producirlo.

Algo similar ocurre con los productos lácteos. Un 52% valora principalmente su calidad nutricional, pero un 34% (una mayor proporción que la de la leche) le da importancia a su sabor. El resto de factores, forma de producirlo, origen y precio final, son fundamentales en este tipo de productos para un 4%, respectivamente.

En este sentido, los entrevistados ponen nota a la influencia de este tipo de factores a la hora de seleccionar y adquirir la leche. En una escala del 1 al 5 (donde 1 es el valor mínimo y 5 el máimo), el sabor y la calidad nutricional obtienen una puntuación media de 4; el origen un 3,5; y la forma de producirlo y el precio final un 3,3. En cuanto a los productos lácteos, las valoraciones medias son iguales.

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Sello PLS

En 2013, el MAPAMA firmó un convenio de colaboración con industrias lácteas y empresas de distribución con el objetivo de cooperar en favor del sector lácteo español para lograr un funcionamiento eficiente y sostenible de las cadenas de valor de la leche y los productos lácteos. De esta forma, se buscaba mejorar la percepción del consumidor de los productos lácteos como productos de alto valor nutritivo y calidad, y garantizar la sostenibilidad a largo plazo del sector.

Entre otras medidas, se creó el sello PLS (“Productos Lácteos Sostenibles”), que aúna los conceptos de origen, sostenibilidad y transparencia para el consumidor. Por un lado, la industria láctea se comprometía a identificar el origen español de la leche en los envases en los que figurase el logotipo PLS. Por otra parte, las empresas de distribución alimentaria desarrollarían actuaciones destinadas a mejorar la percepción del consumidor respecto de los productos lácteos, como productos de alto valor nutritivo y de calidad. Y, por último, el MAPAMA se comprometía a dar a conocer el programa “Productos Lácteos Sostenibles”.

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Conocimiento y confianza en el sello PLS

Conocimiento y confianza

Cuatro años después (la encuesta se realizó en noviembre de 2017), EROSKI CONSUMER ha querido analizar el conocimiento que los consumidores tienen del sello PLS. Sin embargo, dos de cada tres encuestados confirma que no conoce el logotipo.

Entre quienes sí lo conocen (el 35% de los entrevistados), el 82% asegura haberlo visto en los envases de los productos lácteos que adquiere y apenas un 16% también ha oído hablar de ellos en los medios de comunicación tradicionales (medios impresos, televisión o radio) o en las redes sociales.

Y ¿los encuestados conocen su significado? Un 24% de ellos reconoce que lo desconoce e, incluso, algunos aseguran que no les interesa saberlo. Sin embargo, otro 66% menciona alguno de los tres aspectos que el sello PLS representa: que el producto con ese logotipo es de alto valor nutritivo, la garantía de ofrecer una mejor identificación y conocimiento del origen de la leche y otros productos lácteos; o la certificación de la sostenibilidad del producto en toda la cadena de valor. Un 3% confunde el sello con el que indica que se trata de un producto ecológico.

Pese a todo, una vez conocidos los objetivos del sello PLS, al 63% de los encuestados les genera mucha confianza porque certifica la sostenibilidad de toda la cadena de valor y porque indica que es un producto de alto valor nutritivo. Solo al 9% no les inspira ninguna confianza y al 28%, apenas algo.

Otros sistemas de protección

EROSKI CONSUMER también quiso saber si los encuestados conocían otro tipo de logotipos relacionados con la alimentación. Con respecto a la calidad del producto, apenas un 21% conocía el sello EGT de Especialidades Tradicionales Garantizadas, un 44% el de IGP o Indicación Geográfica Protegida y un 54% el de DOP o Denominación de Origen Protegida.

Se trata de denominaciones de calidad, es decir, mecanismos de protección y conservación de ciertos productos agroalimentarios de origen español. Los sellos DOP e IGP de un producto agrario o alimentario, además de asegurar y garantizar productos de calidad diferenciada, también informan sobre su origen geográfico, su tradición, su materias primas e, incluso, sus procedimientos de producción, transformación o comercialización. Otorgan al producto un valor singular. Por su parte, la EGT no hace referencia al origen, sino que tiene por objeto proteger una composición tradicional del producto o un modo de producción tradicional.

En cuanto a la producción ecológica, el 58% de los encuestados conoce el sello que engloba a aquellos productos que reúnen un compendio de técnicas agropecuarias que excluyen, normalmente, el uso de productos químicos con el fin de preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades naturales. Y la misma proporción de entrevistados conoce el sello MSC de pesca sostenible, cuyo objetivo es evaluar si una pesquería está bien gestionada y es sostenible, basándose en 3 principios: que la actividad pesquera asegure que se puede continuar indefinidamente, que las operaciones pesqueras se gestionen de forma que mantengan la estructura, productividad, función y diversidad del ecosistema; y que la pesquería cumpla las leyes pertinentes y tenga un sistema de gestión eficaz que pueda reaccionar a cualquier cambio que se produzca.

Por último, un 73% de los entrevistados conoce el Semáforo Nutricional de Eroski, un etiquetado pionero en España que ofrece información clara y sencilla sobre el valor energético y nutricional de sus productos mediante un sistema de colores. De esta forma, se busca ayudar al consumidor a diseñar una dieta equilibrada.