¿Qué papel juegan las universidades en el desarrollo?
Siempre han sido actores esenciales en el desarrollo social, tecnológico y económico. Representan un factor clave para la competitividad, más necesario que nunca porque la recuperación requiere un replanteamiento profundo del modelo de crecimiento. Se debe apostar por uno basado en el conocimiento y en actividades que aporten valor añadido, en la educación, la investigación y la innovación. Es necesaria la vinculación real entre la investigación desarrollada en las universidades y los procesos de innovación requeridos en el sector productivo, así como la formación de profesionales proactivos, emprendedores y con las cualidades requeridas por el mercado.
¿Qué aporta para ello la colaboración entre universidad y empresa?
Lo anterior no será posible si no reforzamos el binomio educación-empresa. Hemos de crear, alimentar y mantener alianzas y objetivos estratégicos, junto con un sólido compromiso por alcanzar resultados de eficacia, eficiencia y excelencia. Se calcula que tan solo 15.000 empresas en España colaboran con las universidades, un 0,45% del total. La comunidad universitaria necesita hacer un mayor esfuerzo de apertura a la sociedad, especialmente respecto a las pequeñas y medianas empresas, a través de acciones de acercamiento que destaquen los beneficios mutuos de la relación entre universidad y empresa en términos de competitividad. Tenemos que buscar nuevas sinergias para la reactivación y recuperación económica. Así lo demanda también la nueva configuración de las enseñanzas universitarias en el marco del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES).
¿Cuál es el papel de la Fundación Universidad-Empresa en este contexto?
Su propósito es acercar los mundos académico y empresarial. Identificar,
facilitar y desarrollar canales de acercamiento, colaboración y diálogo entre
universidad y empresa. Fuimos la primera institución española creada con este
fin, por lo que nuestra labor ha sido fundamental en el desarrollo de las prácticas de universitarios en empresas, en el fomento de la cultura emprendedora o en la transferencia de tecnología.
¿Se fomenta el emprendimiento desde la universidad?
En septiembre presentaremos un estudio sobre este tema, pero puedo adelantar un compromiso creciente de las universidades respecto a la educación emprendedora. Saben que es el instrumento clave para mejorar la empleabilidad de los egresados. En la actual coyuntura económica, de mercado y de empleo, no basta una buena formación y una adecuada capacitación. Cada vez son más imprescindibles actitudes personales proactivas, emprendedoras e innovadoras.
¿Estas son las claves para acceder al primer empleo?
La vida universitaria se comprende como el único objetivo vital del estudiante, que parece prorrogar durante unos años la decisión sobre su futuro. Pero pasado ese tiempo, se adentra en un territorio desconocido. Las prácticas para estudiantes son un puente para la formación técnica, que permite desarrollar la mayoría de las habilidades y competencias demandadas en el mercado. Marcan la diferencia entre los miles de egresados de una misma titulación y universidad.
¿Influye el mercado laboral en la universidad?
Es deseable que los gestores universitarios sean conscientes de la realidad del mercado laboral. Esto ocurre en los programas de posgrado y menos en los títulos de grado. Es probable que las universidades que se especialicen mejoren la tasa de inserción de los egresados. En todo caso, el problema de base está en que no se muestra a los estudiantes cómo poner en valor sus capacidades frente a potenciales empleadores.
Según el séptimo informe INNOVACEF 2012, los jóvenes investigadores “otorgan un 4 sobre 10 al grado de confianza que les transmite el sistema nacional de I+D+i”. El menor de todas las ediciones. ¿Hay riesgo de perder a nuestros científicos?
La investigación científica es una de las actividades más sensibles a los recortes presupuestarios desde 2009. Esperamos que la Agencia de Financiación, anunciada antes del verano, imponga un nuevo ritmo de recuperación, que la ciencia cuente con vocación de futuro y que las universidades reaccionen con estrategias más fuertes para la comercialización y la autofinanciación de sus actividades.