¿Qué ocurre con los residuos después de dejarlos en el contenedor?
Los del contenedor amarillo los recoge el cambión de nuestro ayuntamiento y los lleva a una de las 94 plantas de tratamiento repartidas por toda España. Los del contenedor azul van a una papelera, donde se aprovechan (el 80% del papel prensa o papel periódico diario comercializado en España viene de ese papel reciclado), y el vidrio va a las vidrieras, donde se generan nuevos envases. En estos dos últimos casos, los residuos van directamente a los recicladores. No hace falta el paso intermedio del amarillo (las plantas de tratamiento) para separar los tres tipos de materiales de los envases recuperados: plástico, metal (aluminio y acero) y briks.
¿En qué consiste este paso intermedio?
En estas plantas de tratamiento se separan los materiales y después se llevan a su reciclador correspondiente (hay más de 250 homologados) para convertirse en nueva materia prima y empezar otra vez el círculo del reciclaje. Por ello, no me gusta hablar de basura, sino de residuos como recursos que se transforman en lo que eran o incluso en algo mejor. La gran idea que suena ahora desde Europa, la economía circular, nos señala a empresas y gobiernos que los residuos ya no tienen que enterrarse.
¿Cómo funcionan estas plantas clasificadoras?
Es como una habitación desordenada que hay que ordenar en paquetes. En estas plantas muchos trabajadores se encargan de que el reciclador reciba perfectamente organizados los materiales. Allí hay operarios, técnicos, responsables de calidad, “triadores” o encargados de separar los materiales, etc. Se revisan los materiales por si tienen alguna merma o impureza, se lavan y se funden para que puedan aprovecharse de nuevo. En algunas plantas se hace de forma manual y, a medida que se modernizan, de forma automática.
¿Cuántas personas trabajan en el reciclaje?
Solo los que tenemos contabilizados alrededor del contenedor amarillo y el azul son 9.600 empleos directos y unos 42.000 indirectos. En la actualidad es una industria muy potente y profesionalizada que ha creado puestos de trabajo que antes no existían. No es como antes, cuando se veía a este sector como algo informal. Ahora hay gente trabajando en innovación para hacer materiales biodegradables, sensores en los contenedores para saber si están llenos y hacer la recogida más eficiente, etc. Es un nicho de empleo verde que sigue creciendo.
¿Se aprovecha todo lo que se recoge en los contenedores?
Sí, de lo contrario no habría tantos camiones por la calle, tantas plantas de selección y reciclaje, tantos puestos de trabajo e infraestructuras. Los procesos se optimizan para que, por ejemplo, una planta de reciclado de plástico PET recupere incluso los tapones que no son de este material para generar otras aplicaciones.
¿Son frecuentes los fallos en la recogida de los contenedores, como mezclar en los camiones los diferentes residuos?
No. Puede haber ocurrido en algún caso aislado, hay muchos camiones y medio de millón de contenedores. Si en algún momento algún ayuntamiento o alguna contrata no lo hace bien, lo tenemos que denunciar entre todos. Es la típica excusa de quien no quiere reciclar para ocultar su mala conciencia, pero no tiene sentido porque está todo bien organizado.
¿Qué debemos hacer si vemos algo que no se hace bien?
Cualquier situación, como contenedores desbordados o insuficientes, camiones que no pasan frecuentemente, etc., debemos comunicarlo a nuestro ayuntamiento, que es normalmente el responsable de la recogida. Para ello se pueden utilizar los canales clásicos o incluso las redes sociales. Ver una ciudad limpia anima a la gente a participar más.
Los críticos con el reciclaje argumentan que este es un negocio que beneficia a unas empresas y que los ciudadanos les hacemos el trabajo.
El reciclaje sirve para todos, también para el medio ambiente, y es de las mejores cosas que podemos hacer para cuidar una ciudad. No es un negocio, es una necesidad social que sirve para conseguir nuevos materiales, ahorrar energía, agua, crear puestos de trabajo, etc. Todos queremos una ciudad limpia y el reciclaje contribuye a ello. Sus primeros beneficiarios son los ciudadanos.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos para que mejore el reciclaje?
Creer en ello y que se convierta en un hábito automático, como cuando nos ponemos el cinturón de seguridad en el coche. Y, al hacerlo todos, avergonzar al que no recicla, que se asuma como un gesto de buen ciudadano. Esta conciencia es cada vez mayor, nunca antes el medio ambiente había importado tanto. Hace falta asentarlo y seguir empujando.